Esta vez la violencia…

Violencia, mis valedores: tal es el santo y seña de nuestra vida pública el día de hoy. Violencia. Los seguidores de Andrés Manuel López Obrador que tomaron y mantienen el control sobre el Paseo de la Reforma ¿son o no son violentos? Claro, sí, por supuesto que son violentos. Pero un momento, que el vocablo «violento» necesita de un adjetivo calificativo, o si no, se nos torna trampa verbal. Violencia La toma de Reforma es violencia, sí, ¿pero violencia causa o violencia efecto? Veamos:

Están jugando con fuego«, afirma Vicente Fox. «En democracia, agrega la ley no es moneda de cambio ni traje a la medida. Tampoco está sujeta a la conveniencia ni a la satisfacción e individuos ni de grupos».

Bien. Impecable su lógica, si se ubica en el contexto de un estado de derecho, donde la ley se cumple y se hace cumplir. Sin más.

Pues sí, ¿pero no fue Fox quien desde antes de que se iniciara el proceso electoral y violando todas las reglas de las instancias correspondientes aprovechó la fuerza de su alta investidura para encabezar una ilegal campaña de miedo y descalificación contra López Obrador? ¿Quién fue el que lo tildó de mesiánico, demagogo, populista y una amenaza para la estabilidad financiera del país? ¿Quién se quedó callado, él tan verborreico, cuando su partido, Acción Nacional, desplegó la estridente, embustera campaña del temor, con aquello de que López Obrador es «un peligro para México«…?

«Oremos contra la violencia entre los mexicanos«, clama la alta jerarquía católica, y forja para el efecto una Jomada por la Reconciliación, la Concordia y la Paz con todo y misas y fervorines, qué bien.

Bien, sí, pero ese clero tan amante de la paz, ¿de qué forma protestó contra la ilegal campaña de lodo y terror que, tramada en Los Pinos por una mujer, perpetró su marido? ¿No es el mismo clero católico que aprovechó templos, pulpitos y ascendencia entre unos feligreses sin capacidad de análisis critico, para aplicar en ellos una feroz campaña contra López Obrador?

«Que de inmediato se libere la vialidad citadina«, exige el titular de Gobernación. Sí, ¿pero señaló a Fox que su proselitismo a favor de Calderón era violatorio ante las leyes del IFE? ¿Carlos Abascal protestó en su momento y aplicó la ley contra la intromisión de los curas católicos en favor de Calderón?

Los empresarios: Nosotros no caeremos en provocaciones. Lucharemos con la ley en la mano. ¿Ahora sí invocan la ley, cuando a lo largo del proceso electoral violaron la del IFE, que les prohibía toda clase de propaganda tendenciosa y su campaña de miedo contra López Obrador en radio, TV y prensa escrita? Hoy, sí, la ley en la mano, ¿pero los de la IP protestaron a su hora, con la ley en la mano, contra la intromisión de las sotanas en el dicho proceso? ¿Protestaron contra el silencio cómplice del de Gobernación frente a la ingerencia ilegal de Fox en la campaña del miedo contra López Obrador?

Que la intolerancia de quienes tomaron el Paseo de la Reforma alcanza hasta a los «medios«, denuncian voceros de la industria del periodismo, ¿pero no fueron
ellos factor determinante frente a unas masas crédulas y enajenadas, en la sañuda satanización de López Obrador? Ellos, voceros de la industria periodística, ¿protestaron a tiempo contra las acciones ilegales del sector empresarial, del clero político, del titular de Gobernación y de Vicente Fox?

«Preservar la credibilidad del IFE», clama un Luis Carlos Ugalde, su consejero presidente. ¿Y qué? ¿Ugalde evitó en su ‘ momento y con base en la ley la ilegalidad perpetrada por los «medios», los industriales, el clero político, el titular de Gobernación y el presidente Fox?
Y así Acción Nacional y así todo el Sistema de poder. Mis valedores: si la industria del periodismo y los intelectuales orgánicos, si los industriales y los Onésimos, Riveras y Sandovales, si Abascal y Fox perpetraron una sañuda violencia original, ¿qué respuesta esperaban de quienes la sufrieron en carne propia y en carne viva?

Ellos, los del Sistema, violan la ley, y ante la contestación de sus víctimas invocan esa misma ley que previamente violaron. ¿Las víctimas acudir a la ley, alcahueta de proxenetas? ¿Acogerse a la ley, cuando el Sistema se rige a leyes no escritas, las mismas que está a punto de imponer desde el Tribunal Electoral, y perpetrar, con Calderón de brazo ejecutor, el continuismo neoliberal que así ha desgarrado la economía familiar de los mexicanos, y que ellos sigan empobreciéndose 6 años más? Y todavía mientan la ley. Mis valedores: ¿ante una comunidad con la suficiente cultura política se atreverían Fox, Abascal, sotanas, IP, intelectuales e IFE a tal alto grado de cinismo como el que exhiben ante la sucesión presidencial? Ya nos tomaron la medida Como nos ven mansitos, ignorantes, pasivos y desidiosos que, adolescentes perpetuos, dependen de un papá que habita en Los Pinos… México. (Este país.)

El juego de la bolita

Tal dije a ustedes ayer: que allá por mis años de adolescente llegó la feria trashumante a mi Jalapa Mineral, y con la feria el circo, y con el circo los picaros y camanduleros, peritos en el embuste y la trampa en los juegos de azar. Yo, ingenuo, dejé aquella noche todos mis cobres en el juego de la bolita. Ahí, desolado, me encontró mi padre. «¡Qué hace usted aquí!». De «usted» me hablaba, mala señaL Y de no creerse: iracundo por primera vez en su vida, se enfrentaba al camandulero: «¡Regréseles sus centavos!»

El truhán, sonriendo, la malicia en un rostro de bigardón: «¡Metiendo y ganando! ¡El que no arriesga no pasa la mar..!»

– ¡Este jueguito es una trampa vil! ¡Está prohibido por la ley!

Encendido su rostro, mi padre miró a los presentes: «¿Verdad, señores, que este es un juego ilegal?» Los feriantes, pura mofa, burleta, disimulo: «Oilo, te lo vendo». ‘Pa guarachis, que no tengo».

Uno se dirigió a mi padre: «Compatriota, aquí el correligionario está haciendo por la vida, y usté sabe: la lucha es permitida». Otro de los mirones: «Aquí el cristiano ganó en buena ley. Todo fue legal, me consta. ¿O no, tú, Chinicuil?» Y el tercero: «Ha de saber, compita, que esta feria es un estado de derecho, que aquí todo es un derecho conforme a ley, porque dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.

O sea que aquí usté le jerró y se lo cargó la tiznada. ¿No, Talamantes?» Y sonreía a sus compinches…

Mi padre Juan, iracundo, dio con aquel par de CUÍCOS, mostachos y dientes de oro: «¡Señores de la justicia, aquí están robando a estos inocentes!»
El cacarizo miró a su pareja, se rascó la entrepierna, eructó, chasqueó la lengua, escupió el bagazo de la vaina de mezquite Luego, compinche de los feriantes: «Cuál robo, cuáles inocentes. ¿Tú vistes algo, Chilillo?» Mi padre se exasperaba: «¡Este juego es ilegal! ¡Que les devuelvan sus centavos!»

– Uh..ta, pide usté el más difícil de los imposibles. ¿O no, Pitayón?

De súbito: ¿de dónde había salido aquel don Juan iracundo? «¡Son ustedes unos alcahuetes de rateros, tramposos y camanduleros! ¡Si con la Justicia no hay modo, tendrá que arreglarse así!»

De no creer lo que yo miraba: mi padre Juan, el varón del alma blanca, un arma blanca desenfundada, la del oficio de zapatero, y con ella amenazaba al tramposo: «¡Regréseles su dinero!» Rápido de reflejos, uno de la ley:

– ¡Ah,no! ¡Chavetas no, compatriota! ¡El nuestro es un estado de derecho y no almite la ilegalidá! ¿O qué, Pitayón?

Mis valedores, fue entonces. Aturdido yo, tembloroso, vi al hombre manso de corazón meter la mano en la bolsa Celoso de su deber, el cuico:

– ¡?itale, sésguele, la fusca no, compatriota! ¡Nosotros tamos, ¿verdá? pa resguardar el orden y la legalidá. Toda protesta debe canalizarse por los canales previos por la ley. Vaya y presente su queja a la presidencia, compatriota, pero fuscas contra la ley nomás no, pregúntele aquí al Chulillo.

No fusca. Era un paliacate rojo. Doblado a la injusticia, mi padre desdoblaba el paño, escondía en él su rostro y ahí, y por única vez, vi llorar a mi padre; llorar
de rabia impotente; llorar por única vez, que en otras nomás pujaba; llorar como los varones: a lo discreto y ocultando las crispaciones del rostro. Me acuerdo: sus ojos, ya recompuestos, miraron a los míos, y entonces:

– Hijo, Dídimo -así me decía-: que el México de cuando crezcas -en todos sentidos- sea un México donde no haya camanduleros que violenten la ley. Que para entonces tú y los demás mexicanos hagan valer la ley sobre baquetones que se la viven mentándola mientras la vejan a su conveniencia y en perjuicio de los que no tienen con qué defenderse más que esa pobre garra de manta que es la ley, y que vale para un cuerno. Que el México tuyo sea limpio, o acabará asfixiándote. Que no tengas que ahogarte con tal fecalismo o lo peor, mi hijo: que no vayas a acabar, tú también, agarrándole el gusto a semejante bazofia, a tantísima pudrición, Dídimo. (Y sudaba).

Mis valedores: el episodio de la bolita lo reviví anoche, en sueños y en mi pesadilla, después de leer en los matutinos, uno a favor y la rabiosa jauría de los demás en contra, que en el plantón del Paseo de la Reforma los compás, por defender la legalidad, están sufriendo desde tormentas hasta granizadas. Y válgame, la pesadilla me abrió los ojos de par en par, y entre jadeos corrí hasta la habitación de Ariel, y sacudía al güerejillo:

– ¡Mi hijo, que cuando crezcas, tu México ya no sea el de los Fox, Martas, IFEs Ugaldes! ¡Que ya no tenga que ser el México de estos heroicos equivocados de la marcha-plantón como arma inútil de combate! ¡Que sepan organizarse y así, sin salirse de la ley, dobleguen a los bigardones del fraude y se den su propio gobierno! ¡Despierta, Ariel! ¡Mi hijo, despierta..!

El cual, aturdido, pistojeába. (¿Qué..?)

¡Métanle para sacar..!

Los recuerdos de infancia, mis valedores. Esto que voy a contarles ocurrió allá en los terrones de mi Jalpa Mineral, en el estado de Zacatecas, y de ello hace ya tantos años que este servidor de todos ustedes, que dobla ya el Cabo de Buena Esperanza, era apenas un payo de primeras luces y silabario de San Miguel. Qué tiempos…

Nunca nada sucedía en aquellos derrumbaderos que pudiese alterar la modorra del caserío, rutina que se amantaba de campanadas, golpetear de marros en la fragua de don Martín, algún casorio, un bautizo, una muerte violenta, el aullar de todos los perros en el velorio y el estrépito de aquellos camioncitos Flecha Verde que se van, copeteados de gorrudos, rumbo al rumbo norte. Y no más. Y la modorra, otra vez, en mi Jalpa Mineral

Pero aquel día, de repente, la novedad. Fue por carnestolendas, con los bandazos del viento chivero. De súbito, aquel día mi Jalpa Mineral despertó alborotada: la feria trashumante alzaba sus tenderetes en el terreno baldío del potrero de Animas, y esa misma noche, ante el encandilado asombro del caserío, lo engrifaba de cornetas, flautines y chirimías; de maromeros y payasos enharinados, féminas de lentejuelas y dos changos marrangos, un anciano y venerable dromedario y dos leones con todo y su domadora, de la que esa misma noche, (mal) genio y (peor) figura, me enamoré y di en soñarla; en ratos dormido, despierto las más de las veces. Los feriantes. (¿No los estoy aburriendo? Sigo, pues.)

Y claro, al olor de la carpa cirquera los camanduleros, polvos de aquellos lodos, no nos iban a faltar. Sí, los picaros de la aventura y los juegos de trampa y azar, así los apostadores del as y la sota como la sota moza del catre rechinador, Los picaros profesionales, gente del mazo de cartas, de la ruleta, de toda suerte, buena y mala, de trapacerías. Y lástima…

Lástima, porque con uno de tales me fui a topar, qué mala fortuna. Yo, y conmigo seis payos de mi carnada, después de encandilarnos en el mágico mundo del trapecista, los pulsadores y la amazona del caballo percherón, fuimos a dar hasta el tenderete del rufián liviano de manos:

– ¡Dónde quedó la bolita! Métanle para sacar..!

Tres cuencos, sí, como mitades de nuez, y un garbanzo -¿de a libra?- rolando entre ellos, y aquellos dedos tan entendidos en el engaño y el trastupije falaz.

– ¡La mano es más rápida que la vista! ¡Métanle para sacar..!

Observé que uno de los mirones jugueteaba en su mano, a lo indeciso, con una moneda de a peso -de aquellos pesos, de los 0.720 que el PRI-Gobierno terminó por asesinar, como a tantas otras de sus víctimas-, y que, de repente, se decidía, y lo plantaba junto al cuenco del centro, o el de esta orilla, o el de esta otra. Y sí, acertaba siempre, y con el peso fuerte retiraba uno más. Así de fácil. Claro, el palero, quién más.

– ¡Aquí el caballero ganó un peso fuerte! ¡Ya llenó el morral! ¡Metiendo y sacando, metiendo y ganando! ¡El que no arriesga no pasa la mar..!

Tan sencillo como eso. Nosotros, con los ahorros calentándose en la bolsa del pantalón (que entonces era todavía de mezclilla y ahora, gringos de segunda dejáramos de ser, ya son «yins»), nos miramos de reojo, y entonces sí: atásquense, ora que hay lodo. A doblar el capital. A aprovecharse del candor del camandulero, Dios nos perdone. A enriquecerse a lo fácil, y va mi primer moneda al cuenco de la derecha, que, según yo, ahí había depositado su garbanzo el manipulador. Lástima ¿Pues a qué horas me cambiaron el condenado garbanzo, si claro vi que quedó de este lado? Santa simplicidad…

Ya el resto se lo imaginan ustedes: va una moneda, van dos, para reponerme, y van los cobres, el aguilita de plata; y en tanto el palero del peso fuerte retiraba sus buscas yo -con los otros ingenuos- iba dejando en la mesa del trapacero todo mi capital. Trágame, tierra (zacatecana)…

– ¡Métanle para sacar! ¡La suerte, como las olas, va y viene, y el que no arriesga no pasa la mar..!

En una mano temblona mi último cobre y cobre en el sabor de la boca me encontró mi padre; aquel mi padre don Juan que en su vida fue tacto, mansedumbre y suavidad, con sólo en sus ojillos la malicia en rescoldo. Pero esa tarde, mis valedores, lo estaba yo viendo y no podía creerlo. Y es que semejante metamorfosis de quien ahora, como siempre que se disponía a regañarme, omitía el tuteo:

– ¡Qué hace usted con estafadores!

¡Cómo es que así se deja robar!

De «usted» me hablaba, mala señal.

(Lo que ocurrió después, mañana.)

¡A liberar el Paseo de la Reforma!

(A ti, María Rojo)

A liberarlo, sí, por supuesto, pero no por razones éticas, sino estratégicas, y aquí la razón: pugnan en el terreno político dos proyectos de gobierno levemente distintos entre sí, uno de ellos con el panista Felipe Calderón como cabeza visible y el otro con el perredista López Obrador. La meta: la presidencia del país. Cuál habrá de mudarse a Los Pinos, he ahí la incógnita, que corresponde despejar, en un plazo que por ley no debe rebasar el seis de septiembre, al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación Mientras tanto, mis valedores…

A la espera de la susodicha resolución el panista guarda una taimada compostura; López Obrador, por contras, exhibe las armas con que cuenta para forzar al TRIFE a contar los votos de las casillas impugnadas. ¿En qué estriba su fuerza? En la estrategia de la marcha multitudinaria, rematada con el plantón. Esto para cualquier adversario es irrelevante, intrascendente más allá de lo extenso de las multitudes que una convocatoria logre congregar. Decenas de miles de participantes, millones tal vez; de todos modos marcha te llamas, una marcha «parada», como mi maestro denomina huelgas y plantones que no incidan de inmediato en la organización ciudadana. Y lo enseña la historia, esa estrella polar: las causas más dignas y justas, las que suponen beneficio para las mayorías, nunca se han resuelto a favor cuando se apoyan en la marcha y el plantón, independientemente del tamaño de la muchedumbre Porque, mis valedores…

¿Cómo se resolvería la confrontación de 50 fortachones armados con palos de escoba contra 10 esmirriados con sendas AK-47 en las manos? Y eso es lo que opone López Obrador al nefasto proyecto de continuismo: palos de escoba. Los estrategas del Poder, peritos en sistemas de inteligencia y contrainsurgencia, a estas horas se aplican a calibrar y valorar la fuerza que le muestra el adversario, esa que, independientemente del alias que se le aplique, es la que genera, y no más, la marcha-plantón. El Poder, entonces, seguro de su fuerza y de la debilidad del adversario, le pierde todo respeto y temor, y no sólo aplica el antídoto, sino que aun se da el lujo de revelárselo:

«Ni te veo, ni te oigo, ni te siento, y hazle como quieras…» ‘Pero cómo no me vas a ver, oír y sentir, si te estoy trastornando la vida de toda una ciudad, la más importante del país» «¿A mí? ¿En qué me afecta como para que te reconozca el triunfo en las urnas? A quienes afectas con tu marcha-plantón no es a mí, sino a los habitantes de esta ciudad, muchos de ellos tus seguidores, y que quizá votaron por ti y ahora están en tu contra Yo, una vez sopesada la cantidad y calidad de tu ‘fuerza’, ni te veo, ni te etc. Tú sigue anclado en Reforma mientras Calderón se encamina a Los Pinos«.

¿La fuerza ciudadana, mis valedores, una fuerza que pudiese salvar al país del siniestro continuismo Salinas-Zedillo-Fox-Calderón? No.La fuerza reside en la organización de los comités de base; en la creación de redes ciudadanas, para de ahí avanzar a formas superiores de lucha pacifica.

Pero no comités y redes virtuales, sino redes de veras y de veras comités organizados por verdaderos expertos, no por esos hasta hoy encargados de integrar la estrategia fundamental, ellos que no son creadores, sino burócratas y administradores que sólo saben administrar lo ya creado. ¿El resultado? La marcha-plantón, esta vez en pleno Paseo de la Reforma…

Porque, mis valedores, con verdaderas redes ciudadanas, con redes de comités bien establecidas, entonces sí, la exigencia de 15 millones: recuento voto por voto, o enfrenten un día sin mexicanos. Piensen en sus efectos, a quién perjudicarían. Así de fácil. Así de casi imposible, porque las muchedumbres se mueven a la ley de la marcha-plantón, que es la ley del menor esfuerzo; porque las masas son capaces de irrumpir en un almacén transnacional y ponerse a hacer desfiguros con bolsas de Sabritas, pero no de aplicarle el boicot Un día sin mexicanos, día de brazos caídos, y a ver qué Poder lo resiste, que sus efectos le horadan la línea de flotación. Tal estrategia, mis valedores, ¿la conoce o la ignora López Obrador..?

La conozca o no, él es un caudillo, no un estratega que escuche a los asesores; no un personaje a quien el acto de humildad de todo revolucionario, (o no es revolucionario), lo lleve a la autocrítica, y llegue a la conclusión de que en materia de organización otros, y no los burócratas sino verdaderos especialistas, son los que deberán avocarse de inmediato a la tarea de la organización, y sobre la marcha y con el auxilio de la tecnología, comience a generar la verdadera fuerza popular, esa que reside no en la marcha-plantón (aprender de la historia), sino en el comité de base. Y el tiempo es un arma letal, y por ahora el tiempo corre a favor de Calderón, y quien maneja el factor tiempo…(Sigo después.)

Anubarrado e indefinido

Indefinido y anubarrado, mis valedores. Así se advierte el día de hoy el panorama del país, con un proceso electoral que, cuestionado por señalamientos de fraude, aguarda veredicto y sentencia del tribunal respectivo. Y la lógica reacción de los protagonistas: éstos aplican la resistencia civil y aquéllos el antídoto correspondiente. A propósito…

Como nunca antes en su historia moderna, este país se advierte tasajeado por dos bandos en pugna, el del gran dinero y el de la pobreza extrema. Pues sí, pero de repente un lema sintetizó la esperanza de estos últimos (últimos casi en todo): ‘Trímero los pobres». ¿Qué qué? El Sistema se apresura a calificarlo, descalificarlo, como «Un peligro para México». ¿Para cuál de los dos Méxicos es el peligro? Obvia la respuesta, y el pobrerío, mientras tanto: «¿Cuándo será nuestro turno, nuestra oportunidad? Exijamos». ¿Contra Washington y los grandes capitales, el alto clero, la derecha yunquera, un PRI pragmático-utilitarista y una sociedad conservadora, manipulada por la TV y las sotanas, medrosa ante cualquier amago de cambio?

Pero las masas, su mesías al frente, se arrojan a la resistencia civil pacífica, y entonces: en este país, como en el resto del orbe, los grandes capitales, el poder, los intereses creados, se constituyen, afianzan y acrecientan con el compinchaje de leyes no escritas. Pero si se atenta contra tales intereses del Sistema de poder, de inmediato se recurre al marco de las leyes y, en un caso extremo, al uso de la fuerza legal, de la que el Sistema posee el monopolio. Ayer, a lo largo del proceso electoral, se violó sistemáticamente la ley. Hoy, ante la protesta ciudadana, lo advierte un Aguilar Valenzuela, vocero presidencial:

– Frente a las amenazas de la coalición Por el Bien de Todos de que las movilizaciones serán más radicales y categóricas, la Presidencia de la República deja en claro que el Gobierno hará respetar las leyes y actuará de manera institucional.

Tartufismo puro; impuro, como todo tartufismo. Porque la descarada intervención presidencial, el activismo del clero católico y la intimidación patronal a los trabajadores, eso no violó la ley, que eso es «democracia». ¿Las manifestaciones de descontento popular? Sí, por supuesto, esas sí son violencia y violación a la legalidad. Y el nuestro es un estado de derecho.

Mis valedores: para saber qué camino recorrimos y recorremos, dónde estamos hoy día y cuál es la ruta a seguir que nos resulte menos azarosa, ¿por qué no acudir a las enseñanzas que nos ofrece la historia? A las simpatías y diferencias que se advierten entre la confrontación de Francisco I. Madero con Porfirio Díaz, y la de López Obrador con el Sistema de poder, por ejemplo.

1.- El gobierno del dictador, apuntalado por el ejército, la clerecía católica y los grandes capitales nativos y transnacionales, beneficia a los pocos y empobrece a las mayorías. El de Díaz es un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios. Extranjeros, concretamente.

2- Hierve el descontento popular, que encabezan los Flores Magón, precursores del movimiento armado y ellos sí, a diferencia de Madero, aptos táctica e ideológicamente para encabezarlo. Ya en 1906 y desde Estados Unidos mantienen abundante correspondencia con sus seguidores en México. La revolución es un hecho, pero aquí, el antídoto: el dictador comisiona a un tal Creel, que con la anuencia de Washington y del director de correos norteamericano, viola la correspondencia de Ricardo Flores Magóa Así, Díaz aborta el movimiento en sus dos intentos, el segundo en 1908. Y la paz.

3.- Entra en escena Francisco I. Madero, un honrado burgués, vitivinicultor y practicante del espiritismo, carácter de jericalla y sin la «virtud del Príncipe» (Maquiavelo), que en La sucesión presidencial quema incienso a Porfirio Díaz. Tiempo después expresa su intención de postularse para la presidencia del país, y ahí el antídoto del «poder»: una orden de Díaz al procurador general, y éste manda al licenciado Juan R. Orci, una especie de Vega Memije de aquel entonces, que lo inhabilite como candidato presidencial. Seria la movilización de las masas la que lo llevaría un poder que lo iba a rebasar, lástima para el país.

4.- Porque es Madero y no los Flores Magón quien da el salto de calidad y despierta al tigre, lo lanza a la lucha y le da la «democracia», sí, pero no la tierra, no los empleos, no mejoría en las condiciones de vida que le prometió cuando candidato.

Madero dio a los pobres «democracia», pero lo que los pobres esperaban no era «democracia», sino salir de la miseria en que los hundió el dictador; comida, tierras, empleos que los liberases de la sujeción del hacendado. No «democracia». Y cayó el demócrata, perdió la vida, y… (Seguiré con el tema)

Cuba, una y múltiple…

¿Quiénes o qué son hoy los Estados Unidos? ¿Y El Pentágono? ¿El imperialismo va a decidir el uso de tu gran fuerza en relación con Cuba y con todos los pueblos del mundo hambriento? ¿El Depto. de Estado? ¿El yanqui o el pueblo de los Estados Unidos..? (C. Wright Mills: Escucha, yanqui.)

Y yo pregunto a mi vez, mis valedores: ¿cuál de tantas versiones de adictos y malquerientes es Cuba? ?nica es, e irrepetible; una y múltiple. Tengo aquí la versión de W. Mills, al del combatiente de Sierra Maestra que a descargas de fusil hizo posible esa Cuba única, y la de un Armando Valladares, poeta desfalleciente en las «cárceles políticas» de Fidel Castro, que en versos medianejos -júzguenlos- lo asienta en el documento humano:

Me lo han quitado todo – las plumas, los lápices -pero me queda la tinta de la vida – mi propia sangre – y con ella escribo versos todavía…

¿Cuál de todas es Cuba? ¿Cuál habrá de sobrevivir? Leo esto, leo aquello, e ignorante del actual momento político de la Isla, termino como empecé, preguntándome: ¿cuál de todas es Cuba? ¿Todas a una, Fuenteovejuna? De algo estoy cierto: el destino de Cuba y el nuestro país marchan paralelos así en los días fastos como en los infaustos; en las duras, tantísimas, y en las maduras, unas cuantas apenas. Esto nada ni nadie lo va a separar. ¿Fox? Ese, mucho menos. Faltaría más…

Con la Revolución Cubana todavía en la cartuchera, Juan Almeida, uno de los Doce que encendieron la mecha, decía: «En México me encontré con Efigenio, que llegaba de San José de Costa Rica, parado en un puesto de tacos. Tú sabes lo que es taco, ¿no? Una torta que hacen los mexicanos de harina de castilla, con un poquito de carne de puerco, y enrolladita así…» (?)

Ya de regreso en su tierra -en su Sierra- y en plena revolución, Manuel Fajardo: «La detención de los norteamericanos fue una de las medidas más valientes de la guerra Se cogieron como a 38. No es que tenga nada contra ellos, el problema político lo separo de mi opinión personal sobre estos marines que traté personalmente: la gente mas despreciable que puede haber en el mundo son los marines norteamericanos. No he visto seres humanos más corrompidos que esa gente». (¿Por qué se me vino a la mente ¿Guantánamo, AbuGhraib..?)

Armando Valladares, poeta: «No podía ponerme en pie y me movía sentado, arrastrándome sobre las nalgas. El ensañamiento de los guardias no hay cómo narrarlo. Uno de ellos llevó una lata de cinco galones a los presos comunes para que orinaran y defecaran en ella Cuando la tuvo llena hasta la mitad de esas inmundicias, les agregó agua y subió al techo de malla de las celdas. Fui el primero en recibir el impacto…»

Escucha, yanqui: Esos contrarrevolucionarios no tienen el valor para luchar con las armas en la mano. Lo que están haciendo, conspirar contra nosotros, les debe costar millones de dólares. Su propaganda contra nosotros, sus viajes, su sostenimiento: ¿de dónde sale tanto dinero? ¿De las compañías yanquis afectadas por nuestra revolución? ¿De la CÍA? ¿Del Depto. de Estado? En Cuba hay muy pocos contrarrevolucionarios, y son impotentes para reunir alrededor otros elementos (…) Cuando los obispos salieron con una declaración general contra el comunismo, la mayoría de la gente de las iglesias simplemente se rió. Sabían que se trataba sólo de la ignorancia y el temor de los contrarrevolucionarios…

Valladares: «Recuerdo a mis compañeros fusilados. Pensé en Julio y en su desprecio por la vida, defendiendo sus criterios de Libertad y Patria, y pensé en todos aquellos que con una sonrisa en los labios marchaban a los paredones, y pensé en la integridad de aquellos mártires que morían gritando: ¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo…!»

De Cuba al yanqui: Lo que debes hacer, en nuestra opinión, es actuar políticamente en tu propio país, asegurar que tu gobierno no utilice la violencia -ni directa ni indirectamente- contra la Revolución Cubana. ¡Manos fuera de Cuba!, eso es lo único que queremos de ti. ¿Es pedir demasiado? Con eso, la nueva nación que estamos dando a luz se sentiría muy aliviada y se reducirían enormemente los dolores del parto (…) Que tu gobierno reconozca que Cuba es un Estado soberano (…) Que tu gobierno renuncie para siempre a la absurda e histérica idea de que puede destruir todo lo que significa nuestra revolución (…) Lo que queremos de tu gobierno sólo puede expresarse en una palabra: nada. O en dos: déjanos tranquilos…

La Cuba de Fidel, la de los exiliados, la que resiste terrorismo y sabotajes: ¿cuál de ellas es Cuba? Obvia la respuesta. Fidel: ¿héroe, dictador? ¿Gobierna con los cubanos o a contracanto? ¿Odio, temor del gobierno de EU, del que Fox se erige en escudo oficioso? ¿Qué? México y Cuba, siempre, por siempre jamás. (Y ya)

Guárdeseme el secreto

El presunto fraude perpetrado a lo largo del proceso electorero, que no electoral, y que aún no concluye, mis valedores. Y qué de zozobras ha generado, qué de ansiedades, lastimaduras y depresiones en el ánimo colectivo y desgarraduras en el entramado social. Y ahí la respuesta social: contra la amenaza de un continuismo nefasto para la comunidad que sería el del «triunfo» del candidato panista en Los Pinos, a preparar la defensa de un proyecto de gobierno discretamente distinto. ¿La estrategia a la que convoca el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, López Obrador? La resistencia civil. Pero si las masas cayeron en el engaño de que ese proceso electorero fue «democracia», ¿no existe el peligro de que tomen como «resistencia civil» la marcha, el plantón, la pancarta y la toma simbólica de edificios públicos? Sobre esto fui a interrogar al maestro; aquí, de la grabadora, sus respuestas:

– Por cuanto al EZLN: recordemos la marcha de los 1111 que desde Los Altos de Chiapas vino a desembocar en pleno recinto del Congreso de la Unión. ¿Tuvo algún resultado benéfico para su causa? No, y esto lo certifica la realidad objetiva El Sistema observó que el movimiento zapatista estaba centrado en Los Altos de Chiapas, y entonces se movilizó (él sí se movilizó), y plantó sus fuerzas en un cerco que restringió el margen de acción del EZLN a unos cuantos kilómetros a la redonda Y así, ya sin representar peligro alguno para el Sistema, que fallezca por inanición, por desgaste, inercia erosión…

Por cuanto al fraude en las elecciones de 1988 que arrebató el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas: muchos intelectuales se manifestaron contra el robo que se perpetraba a favor de Salinas: antiguos militantes del 68 y el 71, luchadores sociales de cuando los sismos, catedráticos, mujeres, hombres, todos. Cárdenas convoca a esa maniobra que, de ser lo que es, concentración de multitudes, siguen denominando «movilización», y llena el Zócalo capitalino mientras el candidato del PAN, clama que «no hay ganador». Surge entonces el cuarteto cómplice de Salinas: el priista Manuel Camacho y los panistas Abel Vicencio Tovar y Diego Fernández, quien fue más tarde puntual en la quema de los casi 25 mil paquetes electorales que podrían documentar el fraude de Salinas contra Cuauhtémoc. El cuarto de los compinches fue el panista Luis H. Alvarez, quien tiempo después iba a declarar:

«Los gobiernos no sólo se legitiman con votos, también con hechos».

Mientras, las largas marchas y las multitudinarias concentraciones en el zócalo de la ciudad capital. ¿Y? ¿Qué lograron las aparatosas «movilizaciones»? Nada de nada

Ahora bien: ¿que si AMLO libró el desafuero fue por la presión popular? ¡Mentira! Eso, mañosamente, nos ha hecho creer el Sistema para que sigamos confiando en la concentración masiva como arma de lucha en su contra para cuanto llegara el fraude del 2 de julio. Sus estrategas consideraron las consecuencias del desafuero, y que no valía la pena neutralizar en esa forma a López Obrador. Diseñaron el fraude cibernético, por medio del cual siempre va a ganar el que quiera el Sistema y nunca el que el Sistema no quiera que gane. ¿El instrumento de lucha de las masas descontentas? La «movilización». Y el Sistema «Ni los veo, ni los oigo, ni los siento, y háganle como quieran». Sin más.

Hoy, las masas, justamente exasperadas ante el fraude que intuyen, protestan en la única forma en que han sido aleccionadas por el Sistema a concentraciones masivas, que no representan fuerza alguna «Músculo político». Yo le garantizo que con tal estrategia los descontentos serán derrotados una vez más, como la historia nos enseña que fueron derrotados en el pasado. Pensemos en los movimientos masivos de médicos, maestros y ferrocarrileros de fines de los 50. ¿La estrategia adecuada? La que dio resultado en el 68: organización, pero no de masas, que eso no es organización. En el 68 fueron las brigadas, cuyo resultado iba a ser la creación de sindicatos independientes, complejos habitacionales, recuperación de tierras, en fin. Hoy, su equivalencia son los comités autogestionarios. La fuerza popular que se acopia casa por casa para que así, organizada en comités, posea el poder suficiente para hacer valer sus derechos y, según el postulado aristotélico, darse ese gobierno que mande obedeciendo. Las concentraciones multitudinarias están condenadas a la derrota Lo dice la historia Dígalo usted en su periodismo.

– De catastrofista no me van a bajar, de amarillista

– ¿Y eso le importa? Usted procede a conciencia ¿Va a transitar por la misma vía de los dogmáticos, prejuiciosos, rutinarios, mediocres..?

No pienso hacerle caso al maestro, mis valedores. No he de repetir su tesis, que se me puede tachar de amargado. Lo que me dijo téngase por no dicho. Y la paz. (Vale.)

Lodo y armiño

Es natural, contertulios, y provechoso para la opinión pública, que los comentaristas de prensa escrita, radio y televisión, expresen opiniones contrapunteadas en torno al proceso electoral que aún no culmina Es loable la diversidad de criterios mientras los analistas se expresen en forma honrada y de buena fe, que de otra manera se convierten en simples voceros del Sistema

– Pero qué me dice de los Pedros, Joaquines y Mario Ramones, maestro.

– Alquilones de la pluma los hay, por supuesto, y detentan los puestos claves de radio, periódicos y televisión, tan sólo para manipular a las masa en provecho del Sistema de poder. A propósito, Valedor, ¿qué fin tuvo la glosa de algún relato de Bierce que nos mostró hace unos años?

(Los cuentos de Bierce, mis valedores, soberbios cuanto erizados de ironía y sarcasmos.) «Fué uno que escogí para la glosa con los personajes de la Madre Teresa y Juan Pablo II, hoy difuntos».

– Difunto el pontífice, y bien difunto por más beato que vayan a hacer al que toda su vida se vivió regalando al César Ronald Reagan todo lo que era de Dios. La Madre Teresa vive todavía, y vive mientras en este mundo viva el amor al prójimo. ¿Cómo va la fabulilla, Valedor?

La susodicha, mis valedores: ¡Aquel día, la grey de este muy católico lar se cimbró de religiosa cluequera! ¡Nos visitaba Su Santidad! ¡Psicosis colectiva y éxtasis de religiosa exaltación! Y a organizar la valla monumental que cubrirá la ruta desde el aeropuerto Benito Juárez (en el nombre captar la ironía) hasta la propia basílica de Guadalupe, con el recaudo, el aderezo y la guarnición de danzantes y peregrinos, coros y cánticos, plegarias e invocaciones, ovaciones y porras, confeti, rosas y serpentinas y un trigal de pancartas con la vera efigie de Su Santidad a todo color, en transmisión directa, radio y televisión, de costra a costra y de frontera a frontera. ¡México siempre fiel! ¡Que en la misa solemnísima congreguemos tanto devoto que entremos al Guiness! ¡Nos visita Su Santidad! Frenéticos, los preparativos. ¡Juntese la cristiandad! ¡Todos a recibir a Juan Pablo II! ¡Que la valla de peregrinos alcance el aeropuerto Benito Juárez (captar la ironía) hasta la mismísima basílica de Guadalupe, adornada con la estarna de Su Santidad! ¡A recibirlo, y que la valla vaya directamente al Libro de Records Guiness!

En tanto, callada la boca, a la Terminal de Autobuses del Norte llegaba a la ciudad una tal Madre Teresa, la monja de Calcuta, cuya vida dedicó a los redrojillos humanos desgarrados por lepra y demás lacras malignas y contagiosas. La madre Te.resa fue pobre, que adoptó la pobreza como forma de vida; que tronos y púrpuras le repugnaban, y crucifijos de oro; humilde como fue, pero de veras, evitó halagos, aclamaciones, ostentaciones y demás vanidades; religiosa en verdad, huyó de inciensos y ritos vacíos. La madre Teresa, era, es, verdad pura en ánima y cuerpo, de dicho y acciones, y sublima el sacrificio de sí misma para amar al prójimo más que a sí misma Ella es descendiente directa de la estirpe de los profetas, que su doctrina la apuntalaron con la verdad de los hechos, en las antípodas de los Norbertos Rivera y Onésimos Cepeda que heredaron esa doctrina y la repiten como fórmula vacía porque les falta la enjundia de la congruencia con las acciones. Ellos dicen caridad, dicen misericordia dicen sacrificio y pobreza, dicen humildad, con la lengua- la de Calcuta lo dice con hechos. Ella sin comitiva ni comisión de recibimiento, arribó a la ciudad por la Estación del Norte.

Fue una tarde lluviosa Yo por casualidad, aquella tarde me topé a la religiosa en algún caserío perdido, de pie frente a aquel leprosario de mala muerte (de mala vida) que se alza más allá del terreno baldío convertido en lodazal. De este lado, bajo un arboluco, la madre Teresa se disponía a cruzar lodo, charcos, inmundicias. Ahí saltó un oficioso: «Permítame proteger sus sandalias con estas botas de plástico».

Gentil, pero enérgica, la monja rehusó con un movimiento de su cabeza

– Mire que de aquí a la entrada hay un buen trecho de lodo y estiércol.

La seráfica de Calcuta volvió a rehusar. Ella que venía a lavar, desinfectar y vendar llagas agusanadas, bubas purulentosas, pestilentes lobanillos y carnes en putrefacción, ¿asco a un poco de barro..?

– Aunque, después de todo, no se manchará en demasía ¿Ve esa hilera de individuos recostada a medio lodazal, boca abajo? Son los periodistas yunqueros, proyanquis y clericales, propagandistas del gran capital, del neoliberalismo, de Calderón. Ellos gustosos le ofrecen sus cuerpos para que el barro no manche sus sandalias.

La Madre Teresa observó la siembra de lomos. Después de un momento, el suspiro aquel: «Sea por Dios. Preste acá esas botas de goma».
La moraleja, ¿cuál? (Piensen.)

Libanes, el Holocausto…

Aún sigo creyendo que en el fondo la Humanidad es buena

Tal afirma en su Diario, palabras más o menos, aquella admirable Ana Frank que en la noche y niebla del Holocausto fue sacrificada en algún campo de concentración. Ella era judía, como también lo son esos que hoy mismo y a lo sañudo masacran a las Ana Franks de Líbano. Transcribo, del matutino, conceptos del premier de Israel Ehud Olmert, citado por José Steinslegen:

Matar civiles palestinos es justificable; lo inmoral es atacar Israel… no hay equivalencia moral entre ellos y los ataques contra Israel…

Hoy, el embajador de Israel en México: «Acuso a políticos e intelectuales mexicanos de apoyar el terrorismo islámico. Yo pregunto: cuando Israel ha sufrido una enorme ola de atentados desde territorio palestino contra la población civil, ¿dónde estaban los firmantes? No es aceptable que hagan diferencias entre las víctimas israelíes y libanesas. ¡Deben retractarse!»

Cuándo mis valedores, cesará una confrontación injusta y desigual que tanta sangre y tanto dolor ha generado. Cuándo, cómo lograr que se atemperen expresiones como esta del hoy halcón agonizante Ariel Sharon:

Para alcanzar la paz hay que eliminar el obstáculo de la banda de asesinos corruptos y terroristas que dirige la Autoridad Palestina.

Mayo del 2001 Lo declaraba Moshe Katsav, presidente de Israel:

«Existe una enorme distancia entre nosotros, los judíos, y nuestros enemigos. No sólo en habilidad, sino en moralidad, cultura, santidad de vida y conciencia. Ellos son nuestros vecinos aquí, pero aunque parece una distancia de unos pocos metros, aquí existe gente que no pertenece a nuestro mundo, sino que en realidad pertenece a una galaxia diferente».

N. Chomsky, de EU: «En la prensa norteamericana y en la prensa mundial se pinta a Israel como el símbolo de la decencia humana, un país con valores morales excepcionales. Es cierto que de vez en cuando se equivocan, dicen, pero fíjense en lo nobles que son. A ningún otro país que comete atrocidades se le trata así. Israel tiene una especie de carta blanca como ningún otro país en el mundo. Si los rusos hubieran tratado a los judíos como Israel trata a los palestinos quizá los habríamos atacado con bombas atómicas. A Israel se le permite que trate a los palestinos como no se le permitiría a nadie».

Lo expresó hace dos años un Ehud Barak, que por aquel entonces era primer ministro de Israel: «Los palestinos son como los cocodrilos: entre más carne se les da, siempre quieren más y más, y nunca se hartan…»

Menahem Beguin, en su discurso de junio 1982: «Los palestinos son bestias caminando sobre dos piernas…» Y en 1988: «Los palestinos podrían ser aplastados como animalejos (…) las cabezas aplastadas contra las paredes…»

En 1989, un Rafael Eitan, jefe de las fuerzas de defensa israelíes: «Cuando hayamos tomado su tierra, todo lo que los árabes podrán hacer acerca de esto será escabullirse alrededor de una botella, como viles cucarachas…»

En junio de 1969 se ufanaba Golda Meir. «¿Los palestinos? No existen los palestinos. Ellos, los palestinos, nunca han existido». Y una vez de que se convenció -de que fue convencida por medio de la violencia- de que los palestinos sí existen: «Lo único malo es que no existe nadie a quién regresárselos». David Ben Gurión, por aquel entonces primer ministro de Israel: «Si yo fuera un líder árabe, yo nunca podría firmar un tratado de paz con Israel, esto es normal Les hemos quitado su país. Esta es una promesa de Dios para con nosotros, ¿pero eso cómo pudiera realmente interesarles? Nuestro Dios no es el de ellos. Los nazis, Hitler, Auschwitz. ¿Culpa nuestra..?

«En 1941 aquel Isaac Shamir, entonces Primer Ministro de Israel, hizo una proposición a los nazis, no por conveniencia sino como fruto de un acuerdo, y les ofreció convertirse en un puesto avanzado del Tercer Reich en Oriente Medio. El escritor satírico israelí B. Michael, al repasar la lista de los monstruos que han contado con el apoyo entusiasta de Israel, se preguntaba dónde estaba la diferencia, a fin de cuentas, entre apoyar a esos individuos y apoyar a Sadam Hussein…» El, que ya en 1948 recomendaba: «Debemos hacer todo lo posible para asegurar que los palestinos nunca regresen». Y a sus amigos sionistas: «Ellos nunca podrán regresar a sus hogares. Los viejos morirán y los jóvenes van a olvidar. Y basta.» El jefe Heilbrun del Comité para la Reelección General Shlomo Lahat, octubre de 1983: «¡Tenemos que matar a todos los palestinos, a menos que ellos se resignen a vivir aquí como lo que deben ser: esclavos!» Juan Pablo II, entretanto, se horrorizó, y con razón, por «el terrible ataque terrorista a NY, imagen del odio y la hostilidad», pero del genocidio de palestinos que perpetró el gobierno de Sharón, ¿qué dijo? Del genocidio de libaneses hoy, ¿qué diría Ana Frank? Ustedes, mis valedores, qué dicen? (¿Qué..?)

¿Quién murió en Auschwitz..?

¿Murió Dios, enmudeció de horror? ¿Cómo fue a permitir que su pueblo elegido fuese masacrado por la insania, la vesania del hombre, lobo del hombre? ¿Por qué tan descomunal genocidio contra el pueblo de Masaya y los Macabeos? ¿Exprimir así hasta la náusea y la muerte el trapo del sufrimiento contra los hijos de Abraham, Isaac y Jacob? ¿Contra los ancestros del Primogénito de los Muertos? ¡Dios…!

Esto, mis valedores, lo redacté a principios del año anterior. Cuándo iba a imaginar que su actualidad tornase hoy a sangre, fuego y dolorimientos. Miro, observo las añejas fotos de Auschwitz y las recientes de Líbano, y digo lo que antes dije: el Holocausto, ese genocidio del pueblo judío perpetrado por el nazismo durante la 2a. guerra mundial y cuyo término se establece el 27 de enero con la llegada de los libertadores soviéticos al campo de exterminio de Auschwitz, hace ya sesenta años. Yo, apasionado estudioso del genocidio que puso a prueba temple, resistencia y capacidad de sobrevivencia de un pueblo admirable por tantos conceptos, he venido estudiando la crónica de los campos de concentración, y he visto las cintas cinematográficas desde aquella lejana Noche y niebla, de Resnais, y en este instante percibo la sombría grandeza del Holocausto en el canto doloroso y dolorido de la soprano en la sinfonía de Gorecki, obsequio exquisito de mi amada judía, hoy ausente. El Holocausto…

Por eso mismo, mis valedores (bandazos que da la historia), en la hora de la conmemoración algo muy dentro de mí se encabrita con la visión del cordero de ayer que hoy se transforma en el carnicero. Un carnicero a la medida de Sharon y la CÍA, de la Casa Blanca, de Bush, de los grandes capitales. Oigo a Gorecki mientras miro la foto, patética, de un rostro apenas adolescente cuajado de lágrimas, y el pie de foto: «Dolor. La hermana del extremista palestino Khaled Al-Ziq asiste a su funeral en Gaza». Si vieran ustedes el rostro, crispaduras de dolor, y en las pupilas el cuajarón de lágrimas que el fotógrafo captó en gran acercamiento. Auschwitz, Palestina, Líbano…

Leo, en Presencia Judía en México: «Shalom. En hebreo significa paz, muestra del anhelo de un pueblo. Hay quienes no desean la paz. Son los mismos que han llenado de sangre restaurantes, discotecas, mercados. Son los mismos que han masacrado a quienes rezaban. Son aquellos que educan a sus hijos con odio. Son aquellos que en nombre de Dios destruyen lo que El creó».

A ver, a ver, un momento, que aquí descubro una trampa verbal más dañina que las bombas que hoy arrasan Beirut La violencia de «esos que no desean la paz», ¿es violencia causa o es violencia efecto? ¿Es violencia que ellos iniciaron, o es réplica ensangrentada, sangrienta, de una previa agresión contra «esos que no desean la paz»? La noticia del diario fechada en 1991:

«Esposada, una prisionera palestina dio a luz en un hospital israelí».

Y que cuando estaba a punto de dar a luz, Elkak fue trasladada de la prisión de Asaron al hospital Mier. «Es realmente extraño que los médicos no objetaran a que la obligaran a dar a luz esposada», se extrañó el ginecólogo palestino Ahmed Tibí. «Nunca había escuchado nada similar, en Israel ni en ninguna otra parte». Y que la prisionera dio a luz a una niña a la que llamó Wattan, que árabe significa «patria». La patria mártir: Palestina, Líbano…

¿Las armas que confieren tal potencia agresiva al gobierno israelí? Una sola, y se llama G.W. Bush, y con esto todo está dicho. Abril de 2004. «Estados Unidos justifica el asesinato del líder de Hamas Abdelaziz al Rantissi, porque «Israel tiene el derecho a defenderse de una organización terrorista«. ¿Defenderse? ¿No había previamente agredido a la comunidad palestina, a la libanesa? ¿Terrorista-causa o terrorista como consecuencia? ¿Qué..?

Noam Chomsky, de EU: «Israel atacó Líbano, mató mucha más gente que Hussein; mató como a unas 20 mil personas en ese ataque. Bombardeó con saña la capital frente frente a las cámaras de televisión. Todavía ocupa el sur de Líbano. Como los EU estaban a favor de la invasión, vetaron todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que trataban de poner fin a la agresión. Israel sigue aferrado a los territorios ocupados. Se ha anexionado una gran parte Los EU, que dicen estar contra las agresiones, les apoyan». Mis valedores: ¿tendremos capacidad de asombro, de indignación? Jenín, Cisjordania, 2002. De la crónica de Terje Toed-Larsen, enviado de la ONU:

El campo de refugiados fue escenario de horrores que superan el entendimiento humano. Vi gente en total conmoción, cuyas casas hablan sido destruidas. Vi familias tratando de desenterrar gente bajo montañas de piedras, pedazo a pedazo. Desde hace mucho no se había visto una destrucción masiva de esta dimensión. Es un infierno. Moralmente es repugnante…

Israel, Palestina, Líbano: ¿quién es la víctima, quién es el verdurgo? (Ah, Dios, Alá…)

Patria o muerte. Venceremos

El Territorio Libre de América, mis valedores, vale decir: la Cuba de Maceo y Martí, la Cuba del pueblo hermano que en este día festeja un aniversario más de la fecha en que se zafó de los yanquis y sus serviciales Batistas. Cuba, su pueblo y los héroes más señalados de la epopeya de Sierra Maestra. A propósito: fue un julio como el presente, pero del 2002, cuando en. el aniversario No. 43 de la revolución cubana lo afirmó el semanario Desde la Fe en Cristo y su Iglesia, vocero del Arzobispado mexicano:

Castro y Guevara se aliaron con los soviéticos y, cancelando la democracia, impusieron el totalitarismo en la isla. Castro es un cobarde que prefería ocultarse, a combatir. Desde Miami, Huber Matus sigue en pie de lucha contra el dictador. Esta larga noche de Cuba lleva ya 43 años; muchos de sus protagonistas están muertos; los que aún viven, ¿podrán ver algún día un nuevo amanecer para Cuba..?

Tales conceptos encierran su muy buena moraleja, ¿pero cuál? Yo, mientras tanto, la sangre escaldada por el texto perpetrado, sé lo que digo, por los Norbertos Pavera y Onésimos Cepeda, me puse a recrear algunos episodios recientes en la vida pública del cubano, como marcha monumental Contra la presión yanqui:

«Once millones integran el pueblo cubano, y de ellos un millón 200 mil desfilaron el pasado 26 de julio, aniversario del asalto al cuartel de Moncada, frente a la sede de la representación de Estados Unidos en La Habana, para protestar por la política hostil de Washington hacia la isla». Esa, la de Martí. Repito conceptos del célebre Escucha yanqui, de C. Wright Mills que, me parece, serán vigentes en tanto prolongue Washington su política en relación a la Isla. Escucha, yanqui:

«¿La revolución cubana tiene influencia del comunismo internacional? La respuesta es obvia. Sí. Todos los países y todos los pueblos del mundo, en la actualidad (más, los pueblos pobres) experimentan esa influencia También la influencia estadounidense. El problema es: ¿qué tipo de influencia?

¿Bases rusas en Cuba? No las hay. ¿Pero tendrías tú alguna fuerza moral y derechos políticos para objetarlas? ¿No tienes una base en Guantánamo..?

La Revolución Cubana es un gran monumento de veracidad: Veracidad militar. Esta verdad consiste en que las guerrillas, dirigidas por hombres decididos, con campesinos a su lado y una montaña cerca pueden derrotar a batallones de contra-revolucionarios equipados con toda clase de armas. Compruébalo con mercenarios. Veracidad económica. La economía no es tan complicada Lo único que hace falta es un buen sueldo y un pueblo decidido a trabajar, a más de algún equipo y organización. Y la voluntad de vivir decentemente. En Cuba todo esto se está dando, un sistema económico civilizado y racional. La clave de nuestra economía es la Reforma Agraria y quizá la nuestra es la primera reforma agraria en el mundo que comenzó de inmediato con un aumento en la producción. La Revolución Cubana significa construir. Veracidad educativa. Suponemos que sabrás que los seis más grandes cuarteles militares del antiguo régimen de Batista y la estación de policía más notoriamente funesta de La Habana se han convertido en escuelas. El antiguo Pentágono aloja ahora al Ministerio de Educación. Y estamos construyendo escuelas rurales en todos los rincones de Cuba No hemos terminado: apenas estamos empezando la reconstrucción educativa

La Revolución cubana es un momento de veracidad política. Y estas son las principales verdades políticas que ha puesto en claro: 1- Bajo una tiranía la única política que da resultado es una política de guerrillas. 2.- En condiciones de pobreza la única política que da resultado es la política de la construcción económica 3.- En condiciones de ignorancia la única política que da resultado es la política de la construcción educativa Mediante el esfuerzo militar, económico y educativo, los cubanos hemos acabado con la vieja política de Cuba esa no existe más. Claro, no puede haber paz -queremos decir: comprensión verdadera- entre Norte y Sudamérica mientras las compañías yanquis sean dueñas de las riquezas de nuestro país; de nuestros países. Porque, con esa propiedad, se va el control verdadero de la política de nuestros países. La propiedad de nuestras riquezas significa el control de ustedes los yanquis. Por eso de ustedes no esperamos nada que no sea más daño y más problemas.

Yanqui: Debes entender que la postura internacional de EU ha fracasado en las orillas de Cuba Que si quieres actuar en relación con Cuba y con todas las Cubas que van a surgir, tienes que actuar primero en tu propio país, con los grandes monopolios que operan -bonita palabra- en Latinoamérica..

Yanqui: Lo que Cuba quiere de ti se expresa en una sola palabra: nada. (Y ya)

La resistencia civil

Las elecciones presidenciales y la reacción al posible fraude que se perpetró en el proceso electoral del pasado 2 de julio, mis valedores. Como estrategia para forzar a las instancias legales correspondientes a contar voto por voto en las casillas impugnadas, el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, convocó el domingo pasado, 16 de julio, a una concentración de masas que logró congregar a más de un millón de personas. Una plaza de armas repleta con todo y las calles adyacentes, mostró al «Sistema» el estado de ánimo de unas multitudes que no quieren volver a los tiempos priístas de la alquimia electoral y la subcultura del fraude. Ahí mismo se anunció la estrategia con la que se pretende forzar al «Sistema» al recuento de votos en las casillas impugnadas: la resistencia civil. Mientras, para una próxima fecha se anuncia otra concentración multitudinaria, quizá más nutrida que la anterior. Hasta ahí la estrategia del movimiento civil.

Bueno, sí, ¿pero en qué consiste la tan mentada resistencia civil, que tantos han circunscrito a la megamarchita? Yo, que observo los movimientos de masas, me acabo de entrevistar con mi maestro, al que fui a interrogar sobre la eficacia de esa resistencia civil. Aquí, lo esencial de su tesis, en una redacción que recojo directamente de la grabadora:

La resistencia civil es esa estrategia que López Obrador propone a las masas como vía de contienda frente al fraude anunciado en el proceso electoral del pasado 2 de julio, fraude que se inició desde antes del intento de desafuero de López Obrador y que ubica su espina dorsal en el proceso cibernético que controla el poder. De esta forma, si cien veces se cuenta voto por voto, las cien veces va a resultar que el triunfador es el candidato elbiazul si en el conteo se utiliza el sistema de computación del IFE, Instituto Federal Electoral. Con esa estrategia, si no se da el paso siguiente, está perdido López Obrador.

– ¿Tanto así? A ver explíquese.

– Que lo explique la historia, esa estrella polar de todo estudioso del quehacer político; y comencemos con esta aclaración: «Sistema» no tiene vocación de suicida; no se piensa aplicar el harakiri ni va a renunciar a su posición de super-estructura, con lo que ello supone de privilegios de todo tipo, sobre todo económicos, sólo por un asunto menor, como es el de los votos ciudadanos. El «Sistema», él sí, tiene un cuerpo de asesores, de aquí y del exterior, que analizan su relación con las masas y sus grandes expresiones de descontento. Así pues, el susodicho «Sistema» analizó ese parteaguas histórico que fue el movimiento de 1968. ¿Se acuerda de las grandes concentraciones de masas que de forma espontánea congregó el descontento popular contra un sistema autoritario, opresivo, y en su caso represivo? Marchas, concentraciones ciudadanas, las calles apretadas de descontentos contra el régimen gubernamental, que consiguió la derogación del artículo correspondiente del Código Penal alusivo al delito de «Disolución social». Las masas lograron que el gobierno doblara las manos.

¡Mentira vil, que entera se tragaron los cientos de miles que tomaron la calle! El delito de «Disolución social» fue sacado del artículo 49 del Código Civil y con nombres diversos: motín, sedición, etc., fue vaciado en cinco artículos, y de ahí a la trampa del «Sistema»: «¿Ven? Con la «movilización» de masas (así apodan a la concentración) lograron uno de sus propósitos. No dejen esa estrategia de lucha en mi contra«. Y ahora contéstame: esas concentraciones populares, ¿forzaron al gobierno a ceder? ¿Cuántos presos políticos echaron fuera de Lecumberri? ¡Ni uno solo!

– Bueno, pero ahí están tantos que no purgaron su condena completa, comenzando con Aguilar Talamantes y Heberto Castillo…

– Esos salieron más tarde, cooptados por Echeverría para que llevaran a cabo trabajo sucio y desmantelaran al Comunista Mexicano de todo rastro de izquierdismo y de todo revolucionario que todavía militaba en él. Esta maniobra no podría lograrla el PRI-Gobierno, falto de toda credibilidad ante las masas. Una vez anulada la esencia del Comunista Mexicano, entonces sí: a legalizarlo, darle registro y subsidios, y que los cooptados gocen del presupuesto: en senadurías, en diputaciones, en el gobierno del DF, en fin. ¿Conoce la historia personal de tantos y tantos cupulares del PRD..?

Por cuanto al EZLN, Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El «Sistema» analizó su repercusión urbana y vio que era nula Los organismos que lo apoyaban en este renglón, cifraban y cifran su estrategia en la concentración de masas, que llaman, a lo equivocado, «movilización». Recordemos la marcha de los 1111, de hace algunos ayeres… (Mañana.)

La Guelaguetza

«¡Yo soy Oaxaca!, en la presencia de sus siete regiones; en sus trajes de vértigos en colorido que roban al paisaje los tonos de su luz; en el perfil moreno de sus mujeres disimiles de carácter, a veces místicas, humildes, soñadoras y también alegres y agresivas en la belleza; fieles hasta la obsesión y sacrificadas hasta el coraje..! ¡Yo soy Oaxaca! Y hablo con la voz de mi fértil suelo, de mis agrestes montañas, de mis fecundos bosques y de mi tierra erosionada; con los cafetos y la copra señoreando el cielo con la brisa de un mar intensamente azul, que retrata entre sus aguas las alturas; también, y con el agrio dulzón de mis piñas derramando sus mieles en las bocas que rezan un rito de emoción. Así, con esos labios, voy a dialogar hacia mí misma…»Cálida prosa, mis valedores, esta con la que Don Francisco Hernández Domínguez trova a su tierra, prosa a la que me permito agregar: Yo soy Oaxaca, y soy La Guelaguetza, que es decir la máxima expresión de cultura, folklore, raíz, tradición y seña de identidad de este pueblo que es abanico y mosaico de tantos pueblos. Yo soy La Guelaguetza, sobrevivencia de un mundo mágico. Mis valedores: ¿algunos de ustedes habrá asistido por estas fechas a los llamados Lunes del Cerro, los dos siguientes al 16 de julio, en el Cerro del Fortín, al oeste de la ciudad? ¿Alguno ha admirado esa que es, a ojos, oídos y espíritu, maravilla de color y fulgores, y encantamiento de sones, tonadas, clamor y recitaciones de música y flor, olanes y plumas, y brillos y cintas enrevesados juegos coreográficos que saben a raíz de un pueblo que es multitud de pueblos, y a esencia idiosincrasia, identidad? Cierro los ojos y miro de piel adentro, y me veo mano con mano de una mujer. Una ixtepecana de nombre Nallieli, que significa: «yo te amo». Cerrados los ojos contemplo semejante parvada de danzantes llegados de las siete regiones, un cuajarón de penachos y máscaras, danzas y ofrendas, que al vivo rayo del sol ejecutan un largo ceremonial acompasado a tonadas que a toda garganta y a pecho abierto se claman en tono mayor, o se salmodian a lo hondo a lo memorioso, a lo melancólico, en un acompasado tono menor. Me acuerdo…

Porque yo, mis valedores, mi mano en la mano de mi única, istmeña de Ciudad Ixtepec, año con año desde hace años presenciaba esa ceremonia que es síntesis y amalgama de lo indígena tradicional y español y mestizo, donde se queman el copal y el incienso a Centéotl, diosa del maíz tierno, y a la Virgen que vino de España y convive en santa paz con la Princesa Donajl, con el rey Cosijoeza y el arrogante Zahuindanda, el Flechador del Sol

A la fiesta del espíritu y los sentidos pensábamos asistir mi Nallieli y su servidor (servidor de ella), este mismo año. Contando las horas se nos iban los días, pero lástima, que con algo no fuimos a contar, y esa fue la invasión de los bárbaros, unos bárbaros que pocos días antes fueron maestros y que, según costumbre ancestral en el benemérito gremio y por unas causas justísimas, en Oaxaca habían iniciado su lucha anual con las consabidas estrategias de lucha, unas estrategias ya rancias de tan viejas, ya apolilladas,que desde fines de los años 50s han certificado ser obsoletas porque el Sistema de poder ya sintetizó el antídoto, y aun se da el lujo de revelarlo a los demandantes: «Ni los veo, ni los oigo, ni los siento. No se puede, y háganle como quieran«.

Y qué lamentable, mis valedores, que una causa tan justa como la reivindicación salarial derive en una así de grotesca, desmesurada e inútil como es la exigencia de la caída del gobernador. ¿Para que el «Sistema» designe a algún otro igual o peor? Que una causa tan noble como la reivindicación salarial degenere en la exigencia absurda, y de ahí se caiga al garrote, la hornaza, la destrucción, y que a mí y a tantos nos dejaran vestidos, alborotados y alborozados, yo, reluciente mi chaleco de pelos y ni única con los collares de monedas de oro, su traje de tehuana con el «resplandor» con que habría de enmarcar el resplandor de su rostro. Y qué hacer. Vestidos y alborotados, mi Nallieli y su amador, como también los oficiantes de La Guelaguetza, esos que son el espejo y la flor de la «briosa raza de bailadores de jarabe», que dice López Velarde. Y qué hacer…

Sindicato de maestros. Demandas, las de siempre Estrategias de lucha, las consabidas. Autocrítica de los estrategas, ninguna Más de medio siglo de mega-marchitas, bloqueos y plantones, cero resultados. Hoy, sindicato de maestros, sección 22. Toma de edificios y cierre de calles, conatos de incendios y clausura de puerta de hoteles. ¡Y a quemar las instalaciones donde se iba a celebrar La Guelaguetza! ¿Así, desde hace más de medio siglo, defienden causas justísimas? Con esa estrategia compitas maestros, ¿qué caraj…mbas han conseguido para su causa? ¿Qué..? Ah, la rutina la mediocridad, los maestros. (En fin.)

Y me aplaudieron

Huerta El Chacal, mis valedores. Del faccioso, golpista y asesino de Madero y Pino Suárez les hablé ayer, y mencioné el diario que, publicado bajo rubro de Yo, Victoriano Huerta y atribuido a él mismo, muchos estudiosos señalan de apócrifo. Del tal aproveché dos otros párrafos para luego seguir por mi cuenta, de modo tal que a un diario apócrifo añadí otro más apócrifo todavía Aquí, el resultado.

Por celebrar dignamente la muerte de Madero y Pino Suárez, con mis contlapaches me instalé en el Café Colón, y entre copa y bataclán aplaudíamos a las artistas del burlesque, yo con la mía clavada en cierta morena de negro mirar que me clavaba la suya y eran las nuestras una miradas que hagan de cuenta los sables de una amorosa partida de esgrima que yo estaba decidido a ganar. A mí, en el sueño imposible de encaramarme a la Presidencia del país, la morena me cuadraba para primera dama; una de trasmano, de traspuntín, de catre con cabecera de brillante latón donde yo pudiese colgar la banda tricolor de la que despojara a la hora en que toda la ropa sale sobrando. Yo, el Presidente de mi querido México..¡Salud! (Y el indiscreto eructillo.)

En éso estábamos cuando de súbito veo que se me plantan enfrente aquellos individuos con facha de irremediables mediocres, y el que encabezaba la comisión de burócratas:

– Señor general Victoriano Huerta, sírvase acompañarnos.

Me azoré. ¿Tan pronto se me iban a pedir cuentas de mis acciones? Estos que se disponían a llevarme a juicio, ¿abogados, legisladores, jueces, qué? «Victoriano, me dije, qué mal hiciste al juzgar a los funcionarios del gobierno como una ralea de cínicos, arribistas, logreros y sinvergüenzas, con sus ribetes de cobardones y aprovechados de la ocasión. Ahora resulta que los que reputas de reputos e hijos de su reputada madona son varones de vergüenza, con las vergüenzas bien afincadas en su lugar, y que como varones han reaccionado ante los crímenes que algunos cargan en la conciencia y yo cargo, si acaso, en las cantinas de mi montura Qué equivocada te diste con los que ahora te llevan a juicio por crímenes de lesa Patria, ni más ni menos». Los restos de la copa no me atreví a apurar, y apurado y con las corvas temblonas, avancé con ellos…

Como en sueños recuerdo que fui conducido hasta el interior de algún edificio que de momento (bochorno, calor, exceso . de copas) no pude ubicar, y que me hicieron sentar en aquel sillón, y que alguno de la tandada de funcionarios con cara de irremediables burócratas, que es decir de irredentos mediocres, abrió la sesión, y todo lo que en ella fue a ocurrir lo recuerdo y me asombro. Tensa la atmósfera, cargada de electricidad Yo, con la mirada de todos encima me derretía de sudor. El efecto placentero del coñac se esfumaba, dando paso al efecto mortecino del crudón Pasé la lengua por unos labios resecos mientras pedía auxilio al paliacate y discretamente me lo pasaba por el pescuezo.

– ¡Señor general Victoriano Huerta.!

Mi mente repasó bagazos de mi actuación en la historia reciente de México: mi llegada al poder a la viva ley de cojones, que es violentando leyes, formas, individuos, todo. Mi única defensa era una que sentía apretada al cuadril. «Victoriano, tu hora llegó. Estos van a reclamarte injurias, desmanes, desmadres, crímenes. Desde esta alta tribuna te motejarán de ladrón y asesino. Si te encaramas al Poder van señalarte de presidente ilegítimo, que habrás llegado en la punta de las bayonetas y con la complicidad agachona de un Legislativo y un Judicial que son cáfila de castrados. Ahora te habrá de reclamar esas malas artes de que te vales para apoderarte de la silla presidencial. Prepárate, Victoriano». El banquillo de los acusados, un suplicio. ‘Ya escucho el clamor: ¡Ladrón, asesino, siempre serás Presidente ilegítimo!» El sudor, a chorros. Pero al cuadril mi defensa, tripona de plomos…

En el presidium, uno con facha de mediocre-burócrata-funcionario se echaba una pieza oratoria de mucho primor y hartas prosopopeyas y citas de leyes y reglamentos que me arrullaban un amago de cruda precoz. Pesados los párpados, alcancé a percibir algo que, de pronto, me forzó a eructar por aquí y allá el «Cinco Equis», con rajuelas de botana Clamaba el orador:

– ¡Es por estas consideraciones, señores integrantes de esta máxima instancia electoral cuyo veredicto es inapelable, que luego de calificar el proceso electoral del pasado 2 de julio declaramos solemnemente al señor general don Victoriano Huerta triunfador absoluto y, por ende, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

¡Congratulaciones, señor general Don Victoriano Huerta.!

Me aplaudieron. Eructé por allá. (Qué más.)

Yo, Victoriano Huerta

Y a propósito de El Chacal, mis valedores, ¿Conocen ustedes el diario de ese torvo personaje de la vida nacional que allá por 1913, con tal de encaramarse en la presidencia del país, no dudó en perpetrar el cuartelazo de La Ciudadela y más tarde llegar hasta el magnicidio contra el presidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, vice-presidente? Yo, Victoriano Huerta, se llama el diario de marras, que muchos estudiosos tachan de apócrifo, donde supuestamente detalla en primera persona desde su dipsomanía hasta sus deslealtades, infidencias y toda suerte de crímenes.

De Yo, Victoriano Huerta, tomo diversos párrafos para en un documento apócrifo empalmar otros más apócrifo todavía. Licencias que me permiten la retórica y una pizcacha de imaginación. Dicen los párrafos:

Yo, Victoriano Huerta, me presenté cierto día ante don Porfirio: «Déme usted tres mil hombres, y yo acabo con la revolución de Madero».

Yo bebía coñac todos los días. El señor Madero me recibió muy bien a mi llegada a la capital. Para él yo era un hombre leal. Para su gabinete era yo un traidor. Inopinadamente, el señor Madero me comunicó que cesaba en el mando de la División.

Todo se me vino por tierra…

Medité fríamente, bebí muchos días y… ¡esperé! Dije a mi compadre Urrutia «Si tengo armas y hombres yo acabo con la revolución, y hasta lo feo y pelón se me quita…»

Mi aversión por el señor Madero crecía Los conspiradores me asediaban. Yo era un traidor para todos; para todos, menos para el señor Madero. Me habló Mondragón para conferenciar sobre la sublevación Mi general Reyes quedaría al frente del gobierno y mi discípulo Félix Díaz en un ministerio. Yo, con el de Guerra. Exigí nada menos que la Presidencia. Mi general Reyes, al saberlo, dijo:

– ¡Manden a ese a la ching..!

Tuve una idea: batir a los del cuartelazo y crecer ante los ojos del señor Madero, y así…¡fui nombrado comandante militar de la plaza; jefe de las operaciones contra el grupo de sublevados!

Cañoneé La Ciudadela

Me faltaba un apoyo moral, algo en qué fundar un movimiento armado contra el señor Madero. Me aproveché de las gestiones del Senado. El Senado, como la Cámara de Diputados, no era sino una cueva de bandidos, unos bandidos que conspiraban pero no eran hombres de acción. Eran catrines.

Yo los utilicé porque los servicios de los malos son mejores que los servicios de tos buenos.

Yo les insinué mis deseos de acabar con el señor Madero. Sólo fue una insinuación, pero me comprendieron…

El embajador de Estados Unidos hizo creer al Gobierno que ellos intervendrían en México si no cesaba la lucha La especie se propagó en un momento de terror. Ya es sabido que la capital es una ciudad propicia para ser conmovida por todos los embaucadores…

Cuando el señor Madero y el otro bajaron por el ascensor para huir, los hice capturar por Blanquet Cárdenas les dio un balazo en la cabeza, pero cometieron la torpeza de enterrar inmediatamente a los muertos. Ordené que los desenterraran y los presentaran en la Penitenciaría pues en un Consejo de Ministros que se celebró una hora antes, los Secretarios de Estado me dieron esa idea Yo tengo que alabar ahora a los señores licenciados y políticos que me hicieron tomar tal determinación, pues asi logré que resplandeciera la verdad en un dizque asalto a la escolta por la multitud. La verdad oficial; esa fue la verdad oficial…»

En el Café Colón celebrábamos yo y mis contlaplaches, copa y bataclán, cuando en eso vi entrar al recinto, y que se me dejaban venir en derechura, a aquellos individuos, continente austero y cara sombría Catrines. Con la copa de coñac a medio viaje se me vino el pensamiento: «Tormenta en puerta, Victoriano». Pensé en el arma que se me aquerenciaba al cuadril, y tal pensamiento me produjo alivio. Resollé. «Sean bienvenidas sus buenas mercedes», les dije, pero apenas me contestaron. A penas. Los invité a sentarse, y por congraciarme con ellos me forcé a sonreírles. Sonrisa falsa forzada Solemne, estirado, aunque con aspecto de insignificante burócrata, el que encabezaba la comisión:

– Señor general Huerta venimos en comisión de servicio. Sírvase acompañarnos.

¡En toda la madre! (Con perdón.) Estos me van a exigir cuentas de mis desgarriates. «Victoriano, pensé, qué equivocado anduviste…» (En qué anduve equivocado, mañana)

Siameses

Las aberraciones que suele producir madre Natura, mis valedores. Los entes que nacen con mala estrella y un destino espinoso: corcovados, albinos, débiles mentales, en fin. Los siameses, que nacieron herrados por la fatalidad. «A los dos de Siam los asesinó el desengaño», y el doctor W. Hollingsworth entrecerró los ojos. Lo oí suspirar. «A los malafortunados Eng y Chang los mató la desilusión. ¿Y sabe quién se la provocó? Yo, su médico…»

Callamos. La habitación, silencio. El doctor, ¿responsable? ¿Por qué, en qué forma? Porque requerido de urgencia aquella tarde helada y desapacible de principios de año 1874, llegó el doctor hasta la granja de Mount Airy donde agonizaba Chang. Ya no sería necesario el instrumental quirúrgico; en aquel doble camastro finalizaba el errabundaje que a los dos desgraciados los llevó desde Siam hasta Carolina del Norte, donde 63 años antes nacieron unidos por un cartílago de 15 centímetros a la altura del esternón, ese que les iba a abrir las únicas puertas que se abren de par en par a tales caprichos de madre Natura. Cuáles iban a ser esas puertas, si no las del circo. De atracción circense, Chang y Eng habían recorrido regue- ‘ ros de poblaciones en el mapa del orbe, y provocado la morbosa expectación de públicos poco exigentes en Europa y América Ahora todo había terminado.

– Los mató una desilusión. Y mire que ellos no se rendían fácilmente, casados los dos y ambos haciendo una perfecta vida marital con sus respectivas esposas, acumularon veintiún hijos entre los dos matrimonios. Y qué de especulaciones se alzaron en aquella sociedad puritana sobre las formas posibles e imposibles de intimidad con sus respectivas esposas. Por sobre su limitación física habían alcanzado renombre, amor, descendencia; todo, o casi, porque lo que más anhelaron nunca lo iban a lograr: la separación física que significaba la muerte. Hasta que aquel día de súbito…

Que Chang empezó a toser. Bronquitis. Eng se afectó en forma terrible. «Cuando uno muera moriremos los dos». Y llegó el jueves fatal. «Me siento mal», dijo Eng a uno de sus hijos. «¿Cómo está tu tío Chang?» «Frío. Ha muerto». «Entonces yo también estoy a punto de morir». Una hora más tarde, ambos habían fallecido. Juntos.

– Yo y sólo yo fui el causante de su muerte. Por desilusión. Desde que llegaron aquí, los siameses me consultaban, rostros desencajados y urgida voz:

«Sepárenos y disponga de nuestros bienes». Yo: «No sobrevivirán». Ellos, entonces, aquel suspirar, pobrines. Y es que en el límite de su resistencia por aquella . mutua y forzada compañía los siameses se aborrecían uno al otro. La atadura carnal había terminado por convertirlos en ruines, viciosos y corrompidos. El odio mutuo los envilecía

– Ya estamos a punto de enloquecer; dormir juntos, defecar juntos, juntos cohabitar con nuestras esposas, juntos abominar nuestro aliento bilioso, nuestros humores nocturnos, esta forzada compañía». Y aquel terror de cualquiera de ellos a la más leve enfermedad del otro. Tiene que existir algún medico que nos logre separar sin matarnos!» «Ni en Nueva York, me temo…»

Y a despedirlos, y hasta la próxima desilusión. Pero aquel día, de repente, la gran esperanza «¡Tenemos la solución, y sin que tengan que separarnos! Hemos sabido de unos siameses que se exhiben en otro circo. Que ambos coexisten en paz, y cohabitan y aun medran con su ligazón. Para que nos den la receta viajaremos hasta su país, uno que primero fue Méjico, y más tarde México, y hoy, con Fox, Mécsi-cou. Y me mostraban el documento. Leí:

‘1989. PRI y PAN votaron juntos la legislación electoral salmista para eliminar las coaliciones y candidatos comunes de los partidos. En 1991 juntos votaron la quema de tos paquetes electorales de 1988 para eliminar la evidencia del fraude contra C. Cárdenas. En 1992 votaron juntos un resolutivo para apoyar la elevación de cuotas en la UNAM y reformaron el 27 Constitucional para prívatizar el ejido. 1993. Juntos votaron la reforma al Código Penal para permitir la libertad bajo fianza a tos servidores públicos corruptos. 1998. Redujeron el presupuesto del DF y las universidades públicas, y aprobaron el Fobaproa. Hoy, los siameses validan un IFE que en 2003 nom-braron ells, sin aceptar lo que proponía el PRD, anomalía gravísima que está a punto de embombillarles al candidato de los siameses, del Yunque, del clero, de Fox. Yo maté de desilusión a Eng y Chang ¿Para qué los previne contra el nauseabundo par de engendros, PRI y PAN? «Lo único que mantiene vivos y gananciosos al par de logreros es una viciosa unión de su pragmatismo utilitarista De imitarlos, ustedes serían todavía más ruincejos y viles, más corruptos y degradados, y casi tan cínicos y sinvergüenzas como ellos dos». Otro día Eng, al conocer la muerte de Chang: «Estoy a punto de morir». Y sí (Lástima)

A la rorro, niño…

Aquí va un cuento de origen alemán, mis valedores, para aquellos de ustedes que no han perdido la esencia infantil. A flor de letra su moraleja, el relato pudiese ayudar a pensar a tantos con espíritu de niños que, como el adolescente de El tambor de hojalata, se niegan a ser adultos, a madurar. En primera persona, el protagonista:

Las naves espaciales, brillo de plata, dejaban tras de sí temblorosas estelas estallantes de luz. Desde nuestras chozas, en el aparato de TV la mirábamos hundirse en el firmamento para llevar nuestra luz humana a los últimos límites del firmamento. Era nuestro mensaje, porque nosotros costeábamos la investigación espacial. Sabíamos, acuclillados frente a la abollada cacerola en que hervían las hebrillas de carne, que la nave enviada al espacio era nuestra nave, que los científicos eran nuestros científicos, nuestros los astronautas y nuestros el proyecto estrellero. Eramos los pioneros de la era espacial. ?ramos

De noche, insomnes en el jergón de paja, creíamos escuchar un lejano zumbido de reactores que rasgaban la inmensidad. Entonces, más allá de la anemia, nuestra presión sanguínea aumentaba Los astronautas (nuestros astronautas, en los que habíamos delegado todo nuestro orgullo de héroes hazañosos) burilaban en el espacio el verso perfecto del himno al progreso. Nosotros, felices…

En ocasiones, al hurgar en los montones de desperdicios algo qué llevar a la choza, nos topábamos con aquel diario que anunciaba el lanzamiento de nuevas naves espaciales. Sus tripulantes, entonces, se convertían en ángeles de paz, de sabiduría, de riqueza futura para todos nosotros. Tomados de la mano de nuestras mujeres, apretando esos huesecillos náufragos de carne y rodeados del alegre enjambre de nuestros niños, sus moscas, enfermedades endémicas y avitaminosis, sentíamos la garganta anudada de emoción: nuestros representantes proseguían, allá arriba, la carrera espacial de todos nosotros, los de acá abajo. Nuestro amor, devoción y recursos económicos los acompañaban. Eramos los arquitectos del universo, los super-hombres. ?ramos

Día con día, al masticar las hilachas de carne, levantábamos la cabeza para observar a las raudas estrellas humanas que se alzaban rumbo a la eternidad, y aquel nudo en la garganta. Al tomar a nuestras mujeres nos nacía un veneno de placer en el vientre, como si estuviésemos copulando en representación de los ángeles (nuestros ángeles) que domeñaban los astros. Al sentir nuestro renaciente vigor quedamente sollozaban nuestras mujeres, ellas también resignadas a recibir un hijo más en sus destartaladas entrañas, en su mente gozando con el vigor de los navegantes, que lograban el prodigio de llevárselas consigo más allá del sol y del terror, de Júpiter y de las penas, de Plutón y del hambre. Cuánta felicidad…

¡Ah, pero qué de alaridos cuando la nave espacial se desplomó en una explanada que se abre más allá de nuestras malolientes cabañas! La sorda explosión hizo llorar a los niños y desgajarse por dentro a millones de ilusos mendigos de la hazaña ajena que delegamos en esos que tripularon la nave espacial denominada México. La decepción nos forzó a soltar unas lágrimas acres y melancólicas. En cinco años, como al final de cada sexenio, nuestro grandiosa esperanza se redujo a un gusano retorcido y disforme que ventoseaba un humo pestilente. Y no más…

Honda fue nuestra pena y amargo el llanto por las promesas incumplidas de quienes no estuvieron a la altura de los que delegamos en ellos y que nos hicieron volver a la realidad de la choza, el hambre, la necesidad, la desesperanza. En silencio nos fuimos acercando a los restos ennegrecidos y renegamos ante ellos. De nuestra esperanza colectiva sólo quedaban un renegrido agujero y una ceniza que el viento dispersó en las chozas. Nosotros, los que financiamos la carrera espacial…

Hemos vuelto a la vida de siempre: buscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente, drogarnos (droga barata). Los astronautas nos defraudaron. Todos. Del «Nopalito» Ortiz Rubio al «Nopalito» Fox Eso es todo. Hoy, al sorprender a nuestros chamacos mirando al cielo los golpeamos rudamente. Sin embargo, yo insomne a deshoras de la noche, suelo preguntarme: ¿quién será más niño, ellos o nosotros, con nuestra compulsión por delegar en un padre que siempre nos ha de defraudar? Ah, la terca, irracional esperanza: ¿Calderón, tal vez? ¿El Peje, posiblemente? ¿Quién será el próximo tripulante de nuestra esperanza, ese en quien todos nosotros, niños irremediables, vayamos a delegar? Delegar en alguno. Delegar siempre Nunca asumir. (Lástima.)

Balada del rencoroso

Hubo un varón llamado Job, hombre perfecto. Jehová, presuntuoso, dijo a Satán: «¿Habrá un hombre tan recto como mi siervo Job?» Respondióle Satán: «¿Teme Job a Dios de balde? ¿No le has dado todo lo que puede desear? Pero destruye todo lo que tiene y verás si no te blasfema en el rostro».

Y Dios (¿Por injusto? ¿Porque sus caminos son inescrutables para el humano?) dio a Satán el permiso para que destruyese toda la riqueza del justo. Y fue así, mis valedores, como de ayer a hoy Job perdió toda su riqueza Por fuego del cielo, viento del desierto, ataques de los Sabeos y Caldeos, que le destruyeron casas, camellos, ovejas, sembradíos, toda Job limitábase a alzar sus ojos al cielo: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Que haga su voluntad».

¿Algo faltaba al desastre?. Sus propios hijos fueron destruidos. Job, entonces, se alzó, rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró al Señor: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Jehová dio y Jehová quitó: sea bendito el nombre de Jehová».

Job no pecó, ni dirigió a su Dios despropósito alguno. El cual Dios, fachendoso a Satán: «¿Qué te parece mi siervo Job? ¿No te dije que nada lo apartaría de su amor y veneración por su Creador?»

Contestóle Satán: «Piel por piel y pelleja por pelleja, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende tu mano y toca su carne y sus huesos, y ya verás si no se suelta blasfemándote en pleno rostro».

Bueno, pues te doy permiso de que lo hieras en su carne y sangre, y que rápido, Satán va y hiere a Job con una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza. El justo, entonces, sentado en un pedrusco tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza, y observándolo, le dice su mujer:

– ¿Y todavía conservas tu condenada simplicidad? ¿Y después de que tu Dios te ha dejado en calidad de humana piltrafa, todavía lo bendices? Anda, pues, signe bendiciéndolo y muérete. Pero tú solo. Y abandonó al roñoso.

Y así pasaron los días, y pasaron los meses, y de repente, en medio de su soledad, tres amigos acercáronse a Job y en silencio le hacían compañía Entonces él abrió su boca y entre llantos y apagados sollozos así se dolía

– ¡Perezca el día en que nací y la noche en que fui concebido. Sea día tenebroso, por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba ni escondió de mis ojos la miseria.!

Callados, los tres amigos movían la cabeza Lo dejaban hablar, deshaogarse. Y el cuitado, gemebunda voz:

– ¿Por qué no morí yo desde la matriz, o fui traspasado en saliendo del vientre? ¿Por qué unas tetas que me dieran de mamar? Porque antes que mi pan viene mi suspiro…
Ahí habló Eliphaz, y así le decía «Me extraña, digo. ¿No eres tú el mismo Job que enseñabas a muchos lo que es el temple, el carácter, la reciedumbre y el amor a Dios? Sí, lo comprendo, perdiste bueyes y vacas…»

– Bueyes y vacas me importan un cuerno.

– Perdiste ovejas, camellos, casas, a tus hijos, a tu señora esposa..

– Un cuerno me importa mi señora esposa..

– ¿Tu salud, entonces? ¿Esa roña que tira sarna esa sarna que tira a riña, una riña que tira a lepra?

– De algo nos tenemos que morir. Nada de esto me importa nada

Y aquellos gemidos y aquel suspirar del doliente atejonado a la sombra de un árbol que pelechaba y de cuyo ramaje caíanle escamas; los pajarillos completaban la injuria, pero Job ni se cuidaba limpiarse tales desechos. «Qué me importan». Bildad: «¿Qué es, en concreto, lo que te abruma?»

Y fue entonces. Exhalando un suspiro que por lo dolido parecía ser el último, Job agachó su testa, muladar de avecillas, y durante un siglo mantuvo su sañudo silencio. Bildad, Sophar y Eliphaz, aguardaban. Y entonces:

¡Voto a Satán, con una tiznada! ¿Son ustedes tan insensibles? ¿Tienen de buey la cuera? ¿Es de buey su pelleja? ¡Ustedes aquí, tratando de consolarme, cuando conmigo debieran bramar como toros heridos!

Achis, achis. ¿Y ora éste? Se alzaron los tres y uno intentó írsele encima Lo detuvo el clamor cavernoso de Job: «Todo le soporté a Jehová, y aun después de cada chicotazo de su santa mano con más fervor lo adoraba Ah, pero cuándo iba a imaginar a qué extremos de rigor puede llegar. Miren que venir a tratar de enjaretarnos en el gobierno al peloncito, chaparrito, de lentes. Y lo que más me encarbona ustedes ahí, tan campantes, como si nada ¡Van a tenerlo seis años! ¡Seis años a Calderón, echen cuentas! ¡Reaccionen, digo, con una tiznada!» La tierra se estremeció…

Y aquel rayo en seco. (¡Dios!)

¡Lloren, plañideras…!

El Episcopado se lava las manos sobre delitos electorales que cometieron los curas…

Aquí terminan, mis valedores, las reflexiones que formulé el domingo anterior en nuestro espacio comunitario de Domingo 6, de Radio Universidad.

¿Que se cometió fraude en el conteo de los votos acopiados en el proceso electoral del pasado dos de julio? Fraude se perpetró, por supuesto, que las pruebas lo exhiben, pero un momento: el verdadero fraude se fue orquestando desde mucho antes de que se llegara al proceso de recuento de votos; el tal se inició desde el desafuero frustrado del candidato del PRD, Convergencia y el Partido del Trabajo, y siguió con la guerra sucia que en su contra aplicó el «Sistema», con el presidente del país y el aparato de gobierno en pleno, al parejo de los grandes capitales, el alto clero católico y El Vaticano. Lo afirma El Semanario, que dirige Juan Sandoval íñiguez, cardenal de Guadalajara, Jal.:

¡López Obrador y los perredistas lloran como plañideras lo que no supieron ganar como hombres..!

Elemento fundamental en el resultado final de las elecciones fue, desde luego, ese demoledor instrumento de enajenación de masas al servicio del «Sistema» del que forma parte integral que es el duopolio de la televisión, desde donde los «comunicadores» transmiten a los adictos al cinescopio la versión, la visión del «Sistema» de marras, para que unas masas candidas les crean a los tales, y normen su criterio político con al tesis de los López Dóriga y congéneres, que no puedo nombrar porque no los conozco; que yo, celoso de mi libertad de pensamiento, criterio y acción, no tengo trato alguno con el cinescopio, como tampoco con el cigarrito, el licor y otra clase de drogas, casi tan funestas como el propio cinescopio.

La Conferencia del Episcopado Mexicano se congratula por la labor realizada por los medios de comunicación en el proceso electoral. «El seguimiento que hicieron del escrutinio de los votos, afirma la jerarquía católica, nos habló de la transparencia reinante en la elección. Los medios estuvieron a la altura de lo que el pueblo ha querido…»

Fue el frustrado desafuero de López Obrador el inicio de un fraude que en mucho menos medida se refleja hoy en el conteo de los votos. ¿Que mucho lastimaron al perredista las pugnas internas de su propio partido, y esa para tantos inexplicable conducta de Marcos, el del EZLN, Amalia García, gobernadora de mi Zacatecas y la mancuerna de Cárdenas Batel y Cuauhtémoc Cárdenas, hijo de un mandatario con visión de estadista que rescató toda la vertiente humanista, progresista, de la Revolución Mexicana, la que se refleja en los artículos como el 3o., el 27, el 123 y tantos más, los cuales «garantizan» la obra pública de beneficio colectivo: la educación, el ejido, el empleo, la salud y un estado laico, republicano? Esta política, la que llevó a Cuauhtémoc a desgajarse de un PRI-Gobierno que había dado la espalda a las conquistas del paisanaje en la Revolución, es la que, al parecer, pretende o pretendía aplicar el perredista. Hechos aparentemente inexplicables de la obra negra política que llevan a cabo los pragmático-utilitaristas. En fin.

La «macroeconomía» mexicana, sólida. Los próximos aumentos salariales serán muy modestos: de 4.7 a 5.2 por ciento. No más…

Y por lo pronto, mis valedores: todo ensayo de interpretación donde las reflexiones se concreten al proceso electoral, y de éste en el recuento de votos en las casillas impugnadas, estará necesariamente incompleto y será parcial, porque la sucesión presidencial se tramó, cómo pudiera ser de otro modo, desde La Casa Blanca y con los estrategas de La Casa Blanca y ellos no precisan más que un voto por encima de los que favorecen a López Obrador. No millones. Uno, nada más. ¿O pensábamos a lo ingenuo que esta vez Washington dejaría actuar libremente a sus vecinos de la frontera común? Cómo pensarlo: si por salvaguardar sus intereses no ha dudado en invadir países de todo el orbe y hoy impone en Irak, a la pura ley de las armas, su muy particular y avieso concepto de «democracia», ¿iba a descuidar el quehacer político de un vecino con el que tiene más de 3 mil kilómetros de frontera qué proteger, y donde alza un muro con el que pretende detener a los miles, cientos de miles, millones de desempleados que, por culpa del modelo económico impuesto por Estados Unidos, intentan la sobrevivencia en Estados Unidos, país al que tanto benefician con mano de obra barata? ¿Iba a permitir que la política impuesta desde siempre, pero reafirmada a partir de 1982, fuese alterada por un López Obrador que para el Imperio y como estrategia para efectos prácticos pertenece, con Castro, Chávez y Evo Morales, al «eje del mal»? (En fin.)

¡Se ha cubierto de gloría…!

Tal proclama, refiriéndose al IFE, Instituto Federal Electoral, un Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda y Crédito Público. Yo, por mi parte, sigo aquí con las reflexiones que en torno al proceso electoral del 2 de julio expresé hace unos días en el programa semanal «Domingo 6«, de Radio Universidad:

En estas elecciones, y ante unas masas exasperadas por el modelo neoliberal y con la crispación a punto del estallido social, aquí la nueva estrategia de Washington, que intenta apagar los focos rojos y que esas masas «legitimen» el neolíberalismo: otorgarles toda la mitad de la votación. La mitad menos un voto, que corresponde al Sistema de poder. «A ti, votante, te reconozco que casi te llevaste la elección. Casi, casi ganaste. Perdiste por un solo voto, imagínate». Y desde la prensa escrita, la radio y la TV, al servicio de La Casa Blanca, sus personeros autóctonos:

«En la democracia se gana y se pierde por un solo voto».

La estrategia les funcionó, y el mensaje del Sistema, implícito, para quien lo quiera entender: «O tú me derrotas por un millón de votos o yo te derroto por uno solo. Uno solo me basta. Por un solo voto, pero te derroto». Y el bloqueo psicológico del poder a las masas: «No se puede, y háganle como quieran». Por eso, mis valedores, la frase de mi maestro que yo repetí en el XEQ durante años, y que hoy se ha popularizado hasta la degeneración absoluta: «¡SI se puede!» Hoy, los colaboracionistas por ignorancia proclaman con el blanquiazul: «¡SI se pudo!» Lo que no pueda el Poder cuando las masas son débiles, pobres de espíritu y sus colaboracionistas por simple ignorancia. Ahora, muy a propósito como para leer entre líneas, el candidato del continuismo se pone a alardear:

Cárdenas y Peña Nieto, políticos de mi confianza.

Aquí, para apreciar la fuerza del Sistema, el parámetro: los dos contendientes principales fueron un político de raigambre, con una hoja de servicios nutrida en obras de beneficio público, varón poderoso de estampa y probado en la lucha política bajo las condiciones más adversas y carismático como poco, barrunto de un Lázaro Cárdenas cuya acción política se decía dispuesto a continuar bajo la divisa de «Primero los pobres». El adversario en el proceso electoral es un burócrata gris, de tono muy menor, del que el propio Manuel Espino, presidente del Ejecutivo Nacional del PAN, trazó hace un par de meses el retrato hablado:
Nuestro candidato es uno chaparríto, peloncito, de lentes…

Pues sí, pero ese pequeñajo es el hombre de Washington, como a su hora lo fue aquel pelele que La Casa Blanca impuso en el gobierno de Nicaragua para que conjurase el peligro llamado Augusto César Sandino, el héroe antiyanqui; pelele (Tacho Somoza, su nombre) del que el embajador yanqui solía afirman «Sí, es un hijo de., pero es un hijo de…nuestro».

Ese pobre hombre, mis valedores; ese irremediable mediocre, de no suceder algo extraordinario en el Tribunal Electoral de la Federación, será el encargado del continuismo de un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios, vale decir: de la economía de mercado, ese «capitalismo salvaje» que en menos de 25 años ha devastado la economía familiar de estas mismas masas que, colaboracionistas del enemigo histórico por pura ignorancia y debilidad para dejarse manipular, dieron su voto al ejecutor de una macro-economía altamente benéfica para los del poder y en ese mismo grado lesiva para esa esa microeconomía que se refleja en el nivel de vida y en la dieta alimenticia de cada día. Porque es un hecho, mis valedores, que certifican la historia y la realidad objetiva: a los mexicanos nos derrotan una y otra vez por ignorantes. Es México…

Y aquí la presencia del alto clero católico, ese que a base de provocar el temor entre las ovejas de su rebaño e inducirlo al sufragio a favor del panista fue factor decisivo en el reciente proceso electoral:

¡No permitamos «que se siembre el miedo»! Llamamos a los mexicanos a no permitir que por intereses muy particulares se violente la institucionalidad de los órganos electorales…

¿Cuál es el siguiente paso, mis valedores? ¿Resignación, cruzarse de brazos, levantarse en armas? Por ahora, el candidato de la llamada Alianza por el bien de todos hace énfasis en el proceso de recuento de votos por parte del IFE como una fuente de posible fraude, y para apalancar su propuesta llama a las masas a tomar la calle Y yo digo a todos ustedes… (Mañana el final)