Angel Aguirre, gobernador sustituto que fue de la entidad guerrerense cuando el titular, un Figueroa Alcocer, fue derribado por decena y media de cadáveres desparramados en Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez. El Angel Aguirre de aquel entonces se proclamaba priísta hasta el tuétano, y cuando gobernador declaró, índice en alto:
– Compatriotas: en México, y concretamente en Guerrero, ¿cuál violencia? Vean las calles, la gente trabajando, todo en paz. Yo repruebo la violencia como forma de lucha social. La revolución es la paz (¡!) y la contrarrevolución, la violencia.
Toda una lección política el caso de Figueroa y Aguirre Rivero. La presión popular forzó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a declarar que en la matanza de campesinos de la Sierra del Sur el culpable, que no “involucrado” ni “responsable”, formas eufemísticas, era Rubén Figueroa, y el ansia vindicatoria de las masas se vio satisfecha, sin percatarse de que cayó Figueroa el priísta, pero subió Aguirre el priísta, y ahí el gatopardismo total: que todo cambie para que todo siga igual. Hoy, con el defenestrado Aguirre de gobernador constitucional, todo ha cambiado para que todo siga peor, Mucho peor. Pésimo.
Cayó Figueroa y se alzó el hoy derribado Angel Aguirre. Todo cambió para que nada cambiara, y las masas: ¡Sí se pudo! ¡Ganamos!
Ese Aguirre tricolor, un chucho talamantero más tarde, pegó el chaquetazo y subió con las fuerzas unidas de chuchos y beatos del Verbo Encarnado. Es México. (Allá afuera, mientras redacto estas líneas, ladridos de perros, las campanadas del ángelus, retazos de un bolero llorón: eres mala y traicionera. Si la mediocridad descubriese a Bach. En fin.)
Así pues, los dichos del chaquetero ahijado de todos los chuchos de “nueva izquierda” (no gaste en mayúsculas, compañero capturista.): “¿Cuál violencia en Guerrero? La revolución es la paz (sic). Yo repruebo la violencia como forma de lucha social”.
Y sus hechos, que preludiaban ya los trágicos nombres de Ayotzinapa, Iguala y las fosas clandestinas: Ometepec, Gro. Agentes policíacos torturaron a 25 jóvenes indígenas amuzgos y los amenazaron de muerte luego de acusarlos del robo de carne y piel de una res, propiedad de la familia del gobernador Angel Aguirre. Encabezados por Alfredo, indígena de 26 años, algunos de los 25 amuzgos torturados levantaron denuncias correspondientes en contra de Delfino Aguirre Rivero, hermano del gobernador sustituto. A los indígenas, una mujer entre ellos, les amarraron las manos, los golpearon con armas de fuego; fueron pateados, sumergidos en abrevaderos para ganado y cuatro de ellos colgados de árboles, atados del cuello con sogas. Luego de haberlos torturado, el jefe de los policías motorizados los amenazó con rematarlos si denunciaban los hechos.
Uno de los amuzgos: “Al otro día nos mandó llamar el señor Delfino Aguirre Rivero y nos dio mil 570 pesos para todos, y que fuéramos al doctor a que nos curara las heridas que nos habían dejado las torturas de los policías. Nos dijo también que con los mil 570 pesos que nos daba ya quedáramos conformes, que no fuéramos a decir a nadie lo que sus policías nos habían hecho, y que todo había sido una equivocación de sus agentes del orden”.
Ante los “medios”, los indígenas exhibieron las huellas de la tortura. Seis de los torturados por los agentes de la policía motorizada se encuentras gravemente heridos.
Tal es la referencia específica de Angel Aguirre preludio trágico de Ayotzinapa e Iguala. Es México. (Qué país.)