Ku-Klux-Klan…

Aunque esto es un asunto interno de México, los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen. El gobierno mexicano tiene que tomar eso en cuenta…

Asperos, abrojudos estos conceptos de un Scott McClellan, vocero de la Casa Blanca, como también los de un Stephen Hardley, asesor de Seguridad Nacional, título impresionante, al condenar la emisión de los timbres postales con la imagen de un tal Memín Pinguín, negrito típico mexicano. ¿Sí? ¿»Mexicano»? ¿»Negrito»? Negro o no negro, mexicano típico o no mexicano, lo cierto es que con los gringos no sólo nos llueve sobre mojado, sino que hasta nos relampaguea, con uno que otro rayo. En seco. Y yo les pregunto, mis valedores…

¿Es en el dibujo de ese «estereotipo» exótico y bobalicón donde debe centrarse la indignación de tantos? ¿No es la lengua de un boquiflojo imprudente e inoportuno (Vicente Fox) donde debería enfocarse? O tantito peor: ¿tanta indignación no debería concentrarse en la forma en que los miembros de la familia De la Parra han explotado sistemáticamente a Sixto Valencia y demás dibujantes de sus historietas..?

Pero ese es otro cantar. Por ahora, cinismo inaudito, asqueante resulta ese doble discurso que manejan los puritanos del Norte al escandalizarse (moralina y falso pudor) porque una cantante negra de apellido Jackson muestra ante el público un cacho de seno, cuando una de las más rentables industrias en los Estados Unidos es la pornografía, y ahora el país que es flor y espejo del racismo en agravio de negros y extranjeros, concretamente de los mexicanos («grasientos, frijoleros, color de lodo), se crispa, indignado, ante la figura de ese extraño espécimen de color negro que en México cae en el terreno del exotismo barato: Memín Pinguín, o Pinguín, que ni en eso hay consenso entre los pobres de espíritu que consumen tal bodrio. Qué país el del gringo, y el nuestro, qué país. En fin.

Yo, por evidenciar ese doble discurso de los vecinos, me acerqué al estudio de Carlos Fontanellas sobre la dificultosa coexistencia del negro norteamericano con sus paisanos de piel blanca durante los tiempos de la guerra civil. Aquí, algunos apuntes:

En un principio fue la rivalidad entre los confederados esclavistas sureños y los estados del norte de Estados Unidos, que los llevó a la Guerra de Secesión de 1861-65. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por la libertad y la igualdad mientras en el norte, los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía. El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército. Lincoln los rechazó en 1861 y en los años siguientes…

La presencia activa y la agitación de las masas negras preocupó al gobierno, que creó un Departamento de Colonización, destinado a retornarlos a Africa o a alguna isla del Caribe. Tal política fracasó…

El negro, por fin, logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que se negó a tomarlos prisioneros; los heridos eran asesinados; el ejército los discriminaba; se les cerraba la posibilidad de ascenso a cualquier rango militar y se les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros, ante el problema de la paga, adoptaron la digna postura de no aceptarla.

Paulatinamente se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, quienes fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de enorme violencia.

El ejercicio del sufragio lo ejercieron los negros bajo el terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlos alejados de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron atemorizantes amenazas, a lo subrepticio organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas con objeto de imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.

De entre ellas hay que mencionar al Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes pertenecientes a familias prominentes que rápidamente se extendió por los estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868, para oponerse a «la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca…»

Otra organización terrorista de los terratenientes se nombró Caballeros de la Blanca Camelia (Louisiana, 1867) que también se extendió con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros. (Seguiré con el tema.)
elvaledormx@yahoo.com.mx

Cartas marcadas

De la tertulia del miércoles les hablé ayer, y que transcurrió rispida, controvertida, donde a gritos se discutió el tema de actualidad sin que nadie con nadie lograse ponerse de acuerdo. Conciliador, don Tintoreto (lavado en seco y a todo vapor, se angostan y enanchan corbatas): «Que hable nuestro anfitrión. El tiene la respuesta correcta. ¿Qué pasó con su chino, valedor?»

– ¿Mi chino? ¿Cuál chino? Porque si se refiere al…

– Que no me lo alburién impunemente. Revíreselo, bigotón -el Síquiri.

Y que cuál albur, que al valedor puro respeto. «Un Chino, acuérdese, un bongosero, maraquero o algo así. ¿No recuerda el incidente del Chino».

Recordé al Chino. Veracruzano. Qué tiempos. Fue ahí mismo, en mi depto. de Cádiz, donde su paisano El Costeño, dos dientes de oro, me vino a reclamar «mi vileza de mal amigo». «Del Chino ya perdistes la amistad. Te odia con odio jarocho». Me dolió. Y es que virtuoso del arpa en aquello de las bambas, tarascar y buscapiés, a punto de casamiento con una sota moza que conoció en un caserío de aquellos (Carapan, Camécuaro, Chupícuaro o Tinguindín), por mediación del Costeño me solicitó tantos mil para los gastos del festejo.

– Y tú que te hicistes rosca, te fruncistes y pura madre que lo alivianastes; bien madriado lo dejastes, qué poca madre la tuya, de a madre me cái.

Me alebresté. Las apreté, fui a mi archivo personal (una caja de chaca-cha-ca), y regresé con aquel papel amarillento: «Lee en voz alta, si sabes leer».

Supo. A la velocidad que le daban sus tres años de primaria, que cursó en siete, lo escuché leer a trompicones aquel pliego de color amarillento:

Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Dir. Gral. de Telégrafos Nacionales. Giro número tantos, guión tantos, diagonal tantos, sucursal tantos, y que México Distrito Federal, y una fecha correspondiente a semanas atrás.

– ¿Qué? ¿Puse o no puse el giro? Ahora mira la hoja de papel que viene en este sobre. Es la copia de la carta en que notifiqué el envío del giro, con el ofrecimiento de una cantidad adicional, de ser necesaria para la boda de un amigo tan querido, con el que tantos me he echado, me refiero a los sones jarochos. ¿Eh? ¿Puse giro y carta, o traicioné vilmente tan valiosa amistad?

Esta vez fue el Costeño el que las apretó mientras arriba las abría de par en par (las quijadas). Parpadeó. Luego de un instante de estupor:

– Así que sí pudistes los tantos mil. Tonces el chinche correo y el telégrafo, jijos de su retiznada madre…

(Mis valedores: las providencias que tomé de inmediato para evitar que la burocracia me robara mis tantos mil, un día de estos se los cuento. Por ahora sólo les diré lo que ocurrió el pasado miércoles en la tertulia.) Don Tintoreto:

– Después de la mala pasada que le jugó al Chino, contertulios, ¿habrá registrado alguna mejoría el servicio postal? ¿Hasta qué grado..?

– Un compendio de atraso, rezagos e ineptitud era ese servicio público, dije a los contertulios; tan defectuoso que una empresa SEPOMEX se avocó a remediarlo, y así: «Tras haber alcanzado una capacitación de 840 millones de piezas postales el año anterior, el Servicio Postal Mexicano logrará incrementar dicha cifra a 900 millones de unidades, gracias a la confianza que el público usuario ha depositado en SEPOMEX, logrado por su modernización…»

Pues sí, pero no, según la queja de cierto vocero de cierta Coordinadora de Trabajadores Postales: «Las seis máquinas del Centro Postal Mecanizado se encuentran detenidas desde hace seis años. ¿Qué si las ponen a trabajar? Sí, cuando se reciben visitas de funcionarios». Válgame.

Y el denunciante muestra los paquetes de correspondencia rezagados hasta por un mes. Y aquí la médula del asunto que se debate, hoy también, en la tertulia de Cádiz:

El tema se refiere a ese engendro, ese contrahecho sietemesino que a pujidos y cuescos malparió el Legislativo y que a los mexicanos va a arrancarnos del bolsillo, también él, millones por cientos, por miles. Ese costosísimo esperpento se nos torna oficial, institucional, y los apodan «Voto de los mexicanos en el extranjero». Del monstruillo declaran voceros del Sindicato Nacional de Trabajadores del Servicio Postal Mexicano:

«Reafirmamos nuestro compromiso de garantizar la confiabilidad del voto vía correo».

Pues sí, pero mucho cuidado, todos alerta. Entre tantísimos que nos previenen contra los riesgos del malparido, los juristas Jorge Carpizo y Diego Valadés: «Permitir que voten los mexicanos en el extranjero significa dejar a esa comunidad expuesta a la manipulación extranjera y entregarle el poder de determinar el resultado de las elecciones presidenciales…»

De las objeciones de los contertulios hablaré un día de estos. (Vale.)
elvaledormx@yahoo.com.mx

De fugitivos y perseguidores

Polémica, discusión, controversia, pros y contras y opiniones contrapunteadas en torno a un tema en el que nadie se puso de acuerdo con nadie. Tertulia de anoche. Don Tintoreto:

– Usted, valedor, tiene esa historia que nos va a dar la respuesta acertada. ¿Qué le pasó a su chino?

¿Mi chino? ¿Cuál chino? Me cabreé al albur. ¿Pero alburero un hombre de pro como don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, se angostan y enanchan corbatas? Ah, vaya, el Chino Céspedes, amigo dilecto cuya amistad me dolió tanto perder, y todo por un malentendido. Qué tiempos aquellos. Desde el incidente ya han transcurrido algunos ayeres, por eso el olvido, y así hasta hoy, cuando don Tintoreto aludió al incidente del Chino. Qué sería de él…

Arpero fino aquel Chino Céspedes, virtuoso de bambas, y zapateados, y siquisirís. Arpero de los mejores, pero su drama personal forzó al Chino Céspedes a aventar el arpa junto con nuestra buena amistad. Lástima.

– Y todo por culpa tuya, bigotonzón -con índice de fuego, ligeramente mugrosón, me apuntaba el Costeño, pan de flor con la jarana-. Sepa Dios si el Chino viva o muera a estas horas, y todo por culpa tuya. Pero un difunto qué puede pesar sobre la conciencia de un pseudo-neo-comu-nistoide…

Atejonado en la silla, el Costeño se me quedó viendo así, miren, de ganchete, ya echando mano a sus fierros como queriendo etc. Mi Nallieli, sensible a tan comprometida situación, le aprontó el pocilio con café de olla endulzado con sus manos. Las jaraneras facciones se fueron amansando:

– Salucita, pues -y el eructillo- «Ay, perdón».

(Sentí que volvía a la vida.) «Ya ni la friegas, valedor -ay, señito Nallieli, perdón por lo mal hablado, voy a rectificar-. Ya ni la tiznas, digo. Por tu culpa, a estas horas el Chino anda huyendo, y pisándole los talones cuatro agraviados de armas tomar. ¿Te imaginas al fugitivo..?

– ¿Por qué rumbo huyó el cuitado? -me atreví a preguntar.

– El cuitado no sé, pero el Chino jaló para Nueva Italia, para La Huacana, para sepa Dios qué regiones. Ya ni la tiznas -ay, perdón, señito, voy a ser más cuidadoso-. Ya ni la tingas, bigotón.

– Bueno, pero no entiendo cuál pueda ser mi culpa.

– Cómo de que cuál. ¿Pues qué no te mandé pedir tantosmil a nombre del Chino? ¿Y no te los pedí en calidad de urgencia, o sea de volada, de entrega inmediata, vale decir en tizniza? Atrévete a desmentírmela, bigotón.

Con un chofer de Flecha Amarilla me envió el pedimento, me acuerdo, par ala boda del Chino Céspedes que, ranchando con su arpa se fue a topar, suertudo él, con una tarasca delgadita de cintura y abultadita del pecho, y esto ocurrió en algún Tacámbaro, Cuamécuaro o Chupícuaro de esos. Yo, amigo de los amigos, apenas recibido el pedimento giré de inmediato los tantosmil.

– Le mandé un giro al siguiente día, rayando el sol.

– ¡Rayando madres, con perdón! ¡Madres de giro fue lo que recibimos, y madres las que nos refregaron los futuros suegros del Chino.

Porque en la fecha acordada para el casorio, con su fiesta de tarima calentana y la gloria de sones de arpa cachetada, el dinero andavete, que nunca llegó a manos del Chino. Y que se ciscan los suegros: «Ahí le cortamos con el casorio, porque los arperos de jarabe loco que a los muertos resucita puro jarabe de pico. Aquí, al casorio muerto, ningún jarabe lo va a resucitar».

Y que ante la situación de emergencia el Chino y su china toman la decisión, porque cuando haya amor lo hay todo, y tantito más. Que ya en plena huida, la de los amores dejó el papelito: «Tata, perdóneme. Ai le encargo a la Condoleza, que no se salga a la calle con la perrada y me la vayan a empreñar. Usté écheme su bendición».

– ¿Ah, sí? Orita te la echo, piruja de miércoles.

(Era domingo, sólo que el coraje, la mortificación.) Y que padre y hermanos.de la interfecta se fajan las fuscas (forifai y de las que queman treinta y dos), y que por ahí sale a relucir la AK-46 del compadre Vicencio, un honesto narcotraficante de la región. Y a ventear el rumbo de los huidos.

Aquí, en la estancia de Cádiz habló el Costeño, y a la letra dijo: «Todo aquel jaleo por tu culpa, bigotonzón. Si lo hubieras puesto, o sea el giro de que te pedí para cubrir los gastos del casamiento…»

Mis valedores: en oyendo al prieto Costeño del diente de oro las apreté (las quijadas), levánteme (en silencio), fui a mi archivo personal (una caja de chaca-chaca), y apretándolas (esta vez no las quijadas), se lo apronté al Costeño (aquel pedazo de papel): «Lee en voz alta, si es que sabes leer».

Supo. Leyó a la velocidad que daban sus tres… (Mañana.)

«A nosotros no nos asustan los muertos…»

La Historia, mis valedores. La memoria histórica. Ayer, 28 de junio, se cumplieron 10 años de que en el Vado Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, Gro., las metrallas de la Policía Motorizada destazaron las carnes (premeditación, alevosía y ventaja) de militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, a la que diezmaron a fuego, sangre y dolor. Fue aquel un tiradero de cadáveres y heridos que aventó al duelo a deudos, viudas y huérfanos. Presente en la carnicería, un a modo de representante oficioso del gobierno de Rubén Figueroa Alcocer: Sotomayor Espino, Rodolfo, sub-procurador del Estado. Es aquí donde vale decir: es México.

Días después de los matanceros lo declararía el tal sub-procurador:

– Si yo acudí a Aguas Blancas fue por órdenes del ahora ex procurador Antonio Alcocer Salazar. El que protegió al ex-gobernador Figueroa para que no fuera procesado como responsable de la matanza fue el propio «sistema».

Ese al que señalaron de autor intelectual de la masacre de Aguas Blancas, mis valedores, tenía un compadre en Los Pinos, uno de nombre Ernesto Zedillo, ¿lo recuerdan ustedes? Su seña de identidad: el FOBAPROA. Ante la acusación de su subalterno, se defendió en 1997 Alcocer Salazar:

– ¡Yo rechazo cualquier responsabilidad penal en la matanza de Aguas Blancas, ni tengo idea de cómo pueda ir el caso! Yo estoy alejado del asunto, no tengo ni la menor idea. Yo ahora soy comisionado del PRI en Chilapa… Y lo que va de ayer a hoy, y lo que el cheque quincenal del presupuesto ciega, sujeta la lengua e induce al «olvido»: en noviembre de 1995 y a nombre de algún organismo defensor de derechos humanos se encrespaba una Mariclaire Acosta que años después, desde su oficina del gobierno foxista, se nos tornaría mansa, callada, impávida, hasta que el que la subió la dejó caer:

– ¡Rubén Figueroa es un asesino! De alguna manera el compadrazgo entre Rubén Figueroa y Ernesto Zedillo representa un obstáculo para la aclaración y castigo de todos los hechos violentos registrado en Guerrero. A mí me parecería muy lamentable que un Presidente de la República apoyara a un asesino como Rubén Figueroa, y esto sólo porque es su compadre…

Todavía hoy, para defensores de los derechos humanos de aquí y el exterior, «lo sucedido en el Vado Aguas Blancas no es un hecho aislado. Desde que Rubén Figueroa, compadre de Ernesto Zedillo, asumió la gubernatura (lo. de abril de 1993, digo yo), han sido asesinados 70 miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y 21 integrantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur: han desaparecido decenas de opositores y tan sólo en uno de los municipios, el de Atoyac de Álvarez, se han registrado más de cien asesinatos y 23 secuestros en 22 meses..» Detrás de las cifras del oficio de tinieblas, la absoluta impunidad, la desidia del paisanaje, el olvido y la paz. De los sepulcros.

¿Lo dije antes? Es México.

Pero la lucha de deudos y víctimas continúa: México, marzo de 1996. En nombre de las viudas y familiares de los campesinos asesinados en Aguas Blancas, Paula Galeana Baltasar entregó una carta al Sec. Gral. de la ONU, Boutros Ghali, para solicitar su intervención ante el presidente Ernesto Zedillo con el propósito de hacer justicia ante la matanza de Aguas Blancas. ¿Y?

Y que se han documentado testimonios de despojos de tierras a favor de poderosas empresas constructoras, aparte de los incontables fraudes electorales cometidos en Guerrero. «Hay señales inequívocas de que Rubén Figueroa sigue apoderándose de las tierras y de las vidas de los guerrerenses. Pero es compadre de Ernesto Zedillo…»

Acapulco, Gro. Enero de 1996.- El fiscal especial para el caso Aguas Blancas, Alejandro Verela Vidales, declara a los medios:

– Se llamará a declarar a Rubén Figueroa. / – ¿Cuándo se va a llamar a Figueroa? / – Cuando esta fiscalía lo juzgue pertinente. (¿Y..?)

Mientras tanto, José Rubén Catalán, secretario Gral. del gobierno de Rubén Figueroa, sencillamente regresó a su notaría de Acapulco, donde sigue dando fe pública como notario, y desde donde escucharía que en noviembre de 1995 el entonces Fidel Velásquez acudió al palacio de gobierno para dar todo el apoyo de la también por entonces CTM al entonces Rubén Figueroa, todavía hoy en completa, en impune, en abyecta libertad:

– ¡Usted, señor gobernador, sabe que a nosotros los cetemistas no nos asustan los muertos! ¡Ojalá que los demás gobernadores hicieran lo mismo que hizo usted, caiga quien caiga..!

México, 28 de junio. Vado Aguas Blancas, ¿ya lo olvidamos? ¿Y Acteal, y El Charco, y El Bosque? Si los olvidamos, mis valedores, olvidaremos lo que venga después. Es México. (Este país.)

Aquel almácigo de cadáveres

Vado Aguas Blancas, Gro., 28 de junio, 1995. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace diez años, cuando el Vado Aguas Blancas, de Coyuca de Benítez, se engrifó de cadáveres masacrados; una masacre, la de Guerrero, que presagiaba la de Acteal, El Charco y El Bosque, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y tantos crímenes más, a cual más de impunes. Mis valedores: por que la memoria no se nos muera y por que sepamos a qué atenernos en relación al esclarecimiento de los tantos crímenes que por ahí andan clamando justicia: el entonces Zedillo prometió hacer pronta y expedita justicia. Sobre la testa de los asesinos iba a caer todo el peso de la ley y todo el rigor de la justicia. Diez años pasaron. ¿Y? Lo publicó en su momento el periodista Carlos Ramírez:

El día de su destape, Ernesto Zedillo acudió a una fastuosa residencia y fue recibido por el propietario: el gobernador guerrerense Rubén Figueroa Alcocer, su compadre.

No mucho tiempo después iba a suceder que Anacleto Ahuehueteco, Simpliciano Martínez, Clímaco Martínez, y una docena más de paisanos, militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, iban a ser minuciosamente masacrados a mansalva por las balas de una Policía Motorizada que (órdenes superiores) les disparó a discreción. Detrás, se rumora, estaba un personaje para tantos guerrerenses siniestro, hijo siniestro del siniestro de todo Guerrero: Rubén Figueroa Figueroa, el Figueroa Alcocer compadre del dicho Zedillo. De espectador, con las balas del gobierno sembrando el almácigo de muertos, Rodolfo Sotomayor Espino, subprocurador de Justicia de Guerrero. Hoy, intocable e intocado, el compadre que señalan como autor intelectual de la masacre sigue, en libertad, administrando el muy camión sus negocios camioneros, uno de ellos con PEMEX. ¿Lo dije antes? Es México.

Secretario general de gobierno cuando el gobernador camionero, priísta y compadre de Ernesto Zedillo, uno más, era José Rubén Robles Catalán, y un Antonio Alcocer Salazar el que fungía como Procurador de Justicia del Estado. A diez años justos (injustísimos por la impunidad de que disfrutan los presuntos responsables del sembradío de cadáveres), todos los nombrados continuar la dinastía de los oportunistas, los ventajista, los sinvergüenzas? ¿No teme «la rebelión de las masas», que dijera no «José Luis Borgues», sino Ortega y Gasset? Si su familia, señora, hasta ayer no contaba con más capital que su buena fama, ¿planea usted valerse del poder para otorgarles, de capital, el saqueo, el robo y, anexo, el odio, el desprecio, el aborrecimiento de un todo un país al así han depredado los familiares de la «primera dama»? ¿Cree usted que el poder y los grandes dineros vayan a compensar que a sus parientes, señora, la vox populi los moteje de cínicos y bandidos, y que mañana padres, hermanos e hijos se queden sin una astilla de fama pública y, por contras, emporcados como bergantes y baquetones, señora? Usted, ¿se tantea con la cachaza y la cara dura para que así le resbale el clamor de sus víctimas, los dueños de los dineros que usted y los suyos planean depredar? Pero sintiéndose el objeto del desprecio popular, ¿todavía tendrá el cinismo de presentarse día a día y noche por noche ante cámaras y micrófonos para desde ahí ventosear los discursos retóricos y populistas que le aderecen sus serviciales? ¿Y después? Así que pasen seis años, ¿cuál será la vida de usted, desacreditada por predadora de los dineros públicos? ¿Irse a atejonar al refugio de algún rancho amurallado por doberman de la guardia presidencial, a devorar las buscas de 6 años de saqueo y la jugosa jubilación de su desacreditadísima pareja presidencial y de alcoba?

Es usted, me dicen, una aventurera perfecta; como aventurera, aseguran, sabe moverse muy bien, que en la maniobra echa por delante y por detrás todos sus encantos personales. Pero de serlo como me informan, sea usted aventurera en ese bodrio a la medida de los aturdidos que pagan por verla en semejante remedo de obra teatral. Aventurera de bataclán, pero no de política. Una aventurera más, nunca. Nunca usted en Los Pinos, si es que de chiripada Santiago Creel gana la presidencia. Es cuanto, señora.

Pero si la vox populi se equivoca, y el que sea usted la pareja sentimental del «hombrecito» no pasa de ser un «sospechosismo», tenga lo mío por no dicho, y entonces sí: a usted todos mis respetos, señora Edith González. (Vale.)

¿No es parir a destiempo..?

Porque yo pregunto, mis valedores, a la señora: ¿ya desde ahora planea su futuro en Los Pinos para el 2006? ¿No es prematuro? ¿No es adelantarse a los tiempos politiqueros? ¿Tan segura percibe su lugar allá arriba? ¿Tan cierta está del poder del mediocre que la apoye en su delirio de aquerenciarse en Los Pinos? ¿No se percata de que él, tan poderoso político que se advertía hace más de 4 años, hoy arrastra el descrédito y es exhibido públicamente por sus malos manejos políticos, como aquel del exceso de los dineros cuando candidato al gobierno? ¿No ha pensado en todo esto, señora..?

Y si hacemos de lado al dicho mediocre a cuya sombra quiere usted, a lo arribista, trepar y sentarse en la mera punta de la pirámide y desde ahí atragantarse de poder, de los grandes dineros y la abyecta impunidad: ¿se cree usted con el temple, el carácter, la moral personal y la inteligencia para mantener la ponderación, la ecuanimidad que el pasado de usted no acreditan? ¿Honestidad, honradez, principios…usted? ¿usted con los méritos suficientes, señora? ¿O por frivola, tal vez, y de no muchas neuronas, carece de la capacidad para ejercer el sano ejercicio de la autocrítica y, juguete de los instintos, se anda meneando a los torzones de la avaricia, de la ambición, el protagonismo, las candilejas, el poder y los grandes dineros? ¿Compulsión de figurar, aparentar, permanecer, así sea efímeramente, en los primeros planos, ese achaque distintivo de todos los mediocres, y por mediocres ayunos de una autocrítica que les grite lo que son: nada de nada más allá de la apariencia y de la desmesura de su propia audacia y su temeridad, de su falta absoluta de escrúpulos? ¿Es usted algo más que esa pobre señora..?

Quiero decir: ¿ni una pizca de la necesaria humildad para reconocer que posee arrojo, pero no el oficio de la política, y que si llega a conquistar espacios de poder es por vil arribismo y los encantos personales que embaucaron al personaje hasta ayer influyente, con el cual va cimentando usted su trayectoria de trepadora? ¿O ya nos tomó la medida y está cierta de que los mexicanos vamos a aguantar seis años más de esperpentos y desfigures, rastacuerismo y una absoluta carencia de decoro personal, de suerte tal, mala suerte, que intenta prolongar la exhibición de quincalla y pacotería dentro de la casa presidencial tan sólo porque ha logrado enredar a un político tan mediocre, tan intrascendente, tan arribista, audaz e inescrupuloso, como usted misma..?

¿Así que Los Pinos, ni más ni menos? ¿Para qué? ¿Para que el país siga, atónito, el indecoroso espectáculo de los programas de caridad «para los que menos tienen», y que ellos resulten ser usted misma y sus familiares? A «justicias» andan en completa libertad. Como para apuntalar una memoria histórica que en el paisanaje es tan sutil, tan efímera y vulnerable, aquí algunos datos de lo que una vez rematada la labor de los matanceros ha ocurrido a nivel de justicia. México, enero de 1997:

«Hace ocho meses, la Procuraduría General de la República (PGR) informó que no investigaría la matanza de Aguas Blancas, porque después de estudiar el dictamen respectivo de la Suprema Corte de Justicia (que fincaba responsabilidades al gobernador Rubén Figueroa, compadre de quien les dije antes), determinó que no hubo delito federal alguno; sin embargo, ahora resulta que esa misma PGR no tiene en su poder el citado estudio de la Suprema Corte, porque éste nunca se manejó en esa institución…»

Pero eso no es todo: La PGR también reconoce que no tiene copia del expediente del caso Aguas Blancas, que en su momento le entregó la susodicha corte de justicia, porque toda la documentación se encuentra en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, debido a que la PGR ya había resuelto su incompetencia en el caso…

«Después de que el pleno de la Corte estableció que el ex gobernador Figueroa había incurrido en la violación grave de las garantías individuales, el máximo tribunal de justicia entregó al presidente Ernesto Zedillo, al Congreso de la Unión, a las PGR y a las autoridades guerrerenses, copia de su dictamen, así como el material aprobatorio, para que actuaran en consecuencia de acuerdo a sus facultades». ¿Y..?

Mientras tanto, las viudas de los campesinos asesinados, cuyo representante legal era Samuel del Villar, hoy difunto, interpusieron un amparo ante la Justicia Federal en contra de la PGR por negarse a investigar el caso. Ellas exigían todavía hace unos años (¿exigen todavía?) la presentación del estudio que hizo la multicitada PGR para determinar su incompetencia (¿nomás porque Figueroa es compadre de..?). La juez María de la Luz Núñez se vio obligada a requerir al «Abogado de la nación» para que remitiera las constancias solicitadas por Samuel del Villar, apercibiéndole que, de no hacerlo, «se le impondrá de inmediato una multa». Cuyo monto, mis valedores, ascendería a un mil pesos

Mientras, el ex procurador Rodolfo Sotomayor Espino declaró que el día de la masacre acudió a Aguas Blancas por… (Mañana, el final.)

Las enseñanzas de don Juan

(Don Juan mi padre, difunto. Fue un día como hoy, pero del 2004, cuando esbocé aquí mismo el retrato hablado de mi don Juan. Hoy, a la distancia de un año, ¿me ayudan ustedes a evocar su memoria?)

Cuatro días hace que festejaron a su padre, lo colmaron de regalos y le testimoniaron su amor, mientras que yo permanecía huérfano por los cuatro costados. Y ni aunque padre tuviera, que yo, para mis afectos, nunca me atengo al calendario de festejos que impone el comercio transnacional. Pero sucede que hoy es 24 de junio y es día de San Juan. Como don Juan mi padre…
Y por si en el hogar de alguno de ustedes sobrevive algún Juan (que ya a los nuevos me los adulteraron de John, Johann, Ivan, Johannes y Johnatan, aunque de todas maneras Juan te llamas), va, por si a alguno algo dijese, el recadillo que hace un año, en su ausencia definitiva, envié a Juan mi padre.

«A usted, que es como la patria: inaccesible al deshonor; a usted, de quien se aprende (con el ejemplo) valores de los que norman la humana conducta: justicia, verdad, libertad, amasijo que da sustancia a la varonía. Porque usted fue (es) decencia, dignidad y humanitarismo en todos sus actos de cada día. Porque tan comprensivo fue para con los demás como severo con usted mismo.

Porque valedor lo fue de todos, y generosidad y misericordia en el trance en que hay que abrirse las telas del corazón. Filósofo de lo fugaz, del fatalismo suave y sin estridencias, usted se mantuvo tan ajeno al ruiderío como aledaño de la sonrisa y el buen humor. El pudor y el decoro, la vergüenza y la dignidad, padre Juan.

Digo padre Juan, y miro de ojos adentro a tal varón de virtudes, pura reciedumbre y verticalidad, y una conciencia que en la humana conducta sólo un par de colores distingue: el blanco y el negro, sin más; el de la dignidad y el de su contraparte; sin medias tintas y sin matices, sin disculpas ni tartufismos.

Sin más. Miro esos ojos donde se columbran, machihembrados, mansedumbre y rebeldía, severidad y compresión, la tolerancia, la gravedad y el humor juguetón, como también una que otra lagrimilla de las enjundiosas, todo a su hora. Porque claro, usted tiene el don de las lágrimas, y ese don me enseñó a practicarlo con mesura; con decoro, aclaro; con claro decoro. Mis valedores:

Zapatero de nacimiento, o casi, don Juan fue cristiano en el mejor, en el único sentido del vocablo, el de la obra de amor a sus semejantes; religioso y creyente fue, pero sin fanatismos, sin sectarismos, sin dogmatismos, y tan respetuoso del ajeno derecho, la disensión y la disidencia, como de lo propio y natural.

Mi padre, filósofo sin tratados de filosofía (Mayahuel su nieta es filósofa, y tan bella que en ratos creo que lo hace a propósito), antes de echarme su bendición porque la vida nos separaba me dijo cosas: que si habrá de volar sobre el ruiderío y la estridencia, y volar tan alto como lo acepten las fuerzas; que apartar de sí la quincalla y moldear el espíritu; que, rebelde a toda mediocridad, «álzate, vuélvete pura ánima y después de encomendarte a Dios, el tuyo, sé siempre varón a los ojos de tu conciencia, tu único juez». Y me echó encima su bendición, y con ella (sé que alguno me va a entender) me tornó indestructible, invulnerable con la bendición de don Juan. Mi padre…

?igame, usted que me habla quedo y sonreía: frente a mi zozobra lo miro todo tiempo, y de tarde en tarde frente a mi paz interior, cuando emparejo mis hechos y mis proclamas. Lo tengo enfrente, donde quiera que esté, y sonríe, y sé entonces que para mí nada está perdido. Eso es todo, padre Juan. Con mi amor, el testimonio: usted es la sabiduría que encamina, el consejo que guía, la ponderación que sosiega, el ejemplo que incita, la ausente presencia que sanciona mis actos y el impulso para «poner la proa hacia esa estrella inasible». La conciencia de mi conciencia. Usted, padre…

Muy cierto, señor; ya lo veo, incómodo, menear la cabeza. Decirle esto que le digo salía sobrando, y en público, más; pero es que hablando de padres e hijos aún me ataca la náusea al recordar el servilismo de aquél que hace años acabó llevándose a una vecina de nuestro Jalpa Mineral.
¿Se acuerda, padre, de un tal Martínez Domínguez, él sí muerto, sin más? Ah, pues el adulón, por congraciarse y granjear favores del entonces López Portillo, clamó a los vientos, el muy lambiscón:

«Su corbata negra, que no se aparta de su pecho, es culto permanente a su origen: a su padre y amigo. México sabe que quien profesa esa cálida religión de la vida, puede llevar como lleva usted, en el mismo pecho, la corbata negra y la banda tricolor…»

Oiga eso, padre. Sonría, mueva su testa y luego póngase adusto. Ya le oigo esa voz callada, de filósofo de lo pasajero y fugaz: «Los políticos, mi hijo. Ah de los tales». Don Juan mi padre. (A su memoria.)

Sombras nada más..

Sombras de sombras. Carne de cañón. Las masas.

Terminé de leer el análisis del estudioso, lo guardé en mi biblioteca, me senté a meditar en su contenido, y aquella desazón. Descorazonado al pensar en las masas de mi país columbré el origen de unas crisis recurrentes tan virulentas que así nos sacuden en los terrenos políticos y de inseguridad pública, de economía familiar y violencia intrafamiliar. ¿La razón por la que en la virulencia de la crisis actual no se rebelan las masas? El incremento de los opiáceos qué, por mantener a esas masas mansas y domesticadas, el Sistema de poder le apronta como «diversiones»: escándalos de entrepierna y pantaleta de las estrellitas del Gran Canal y el fomento al rock, el licor y otras drogas casi tan perniciosas, como la cocaína y ese clásico pasecito a la red que tiene y mantiene a las masas en su animalada condición de Perra Brava. Mis valedores:

Contemplé el México de hoy, y este amago de depresioncilla. Frente a un paisanaje que se niega a abandonar la mediocridad de la masa qué hacer…

En fin; para que la experiencia rebase el ámbito personal y alcance a todos ustedes, aquí selecciono algunas de las consideraciones del estudioso, por si lográsemos el ejercicio de pensar, difícil para las masas pero no para el individuo, de tal suerte -buena suerte- que a alguno logre aprovechar. Dice:

Los sistemas fascistas, los gobiernos autocráticos, los partidos políticos y los organismos sociales y religiosos, todos giran alrededor de un solo eje: las masas, esas masas que, dice Antonio Machado, pueden ser ametralladas impunemente: masas que para el socialismo utópico sólo sirven para gobernar, y sólo para ser gobernadas, según el capitalismo real. Pero eso sí: todos se viven ensalzándolas. Por asunto de ventaja personal y de grupo, los sistemas de poder han hecho del elogio de las masas un lucro y una profesión. Ente muy distinto es el individuo, mis valedores:

El individuo es único, irrepetible e impredecible. Rebelde a la mediocridad, rehúsa la vocación de esclavo que de cada nuevo amo espera, con esperanza irracional, dos metros más de cadena. El individuo no. Carácter, inteligencia, personalidad, es varón de ideales capaz de crear, de avanzar solo y a acierto y error, por caminos que abre al andar, y aquí, una vez más, Machado. Pero cuando el individuo decide integrarse a la masa…

Es entonces cuando desciende varios peldaños en la escala de la civilización porque su alma individual se diluye y es anulada por el ama colectiva; porque los pensamientos del individuo se tornan los pensamientos de la multitud con todo y sus reacciones tornadizas, impulsivas, irreflexivas. Ya integrado a la masa, el individuo se torna bárbaro y es contagiado por la espontaneidad, la violencia, la ferocidad, y el entusiasmo y heroísmo de los seres primitivos. Su actividad intelectual se amengua y se contagia de necedad. Ah de las masas, esas tan bien trovadas por los demagogos. El analista:

En cuanto el individuo se integra a la masa lo heterogéneo se convierta en lo homogéneo. Dentro de una multitud todo sentimiento y toda acción son contagiosos. Ya en su nueva calidad de «masa», el individuo sacrifica fácilmente su interés personal al interés colectivo. Pierde su personalidad consciente y sólo obedece a las sugestiones del individuo al que la masa buscó para acatar su liderazgo de manera visceral, irracional. Ese es su santón, su mesías, su iluminado (¿su Creel, su Peje, su buen Madrazo?), y esto porque la multitud es simplista, y procede de acuerdo a la psicología del niño, y como él vive dando preferencia a lo fantástico sobre lo real, y quiere ser sometida por la fuerza, por la violencia; necesita ser dominada, subyugada, tener y mantener a su amo. Ahí el éxito del caudillo, de los fascismos, de los falsos profetas, los Onésimo y Cía…

Cuando las pasiones más primitivas, exacerbadas hasta el paroxismo, se congregan en multitud, la masa se vuelve versátil, impulsiva; guiada sólo por lo inconsciente y visceral, obedece a impulsos del más vario valor moral, nobles o bajos, valientes o cobardes. «Una muchedumbre de cobardes es una muchedumbre valiente», el analista: y que integrada por individuos tímidos o cobardes, la multitud es capaz de realizar las acciones más valientes o más reprobables, porque pensamientos y actos del individuo son los de la multitud, pero una multitud que no sabe pensar por cuenta propia, de modo tal que es fácil llevarla ejecutar acciones contrarias a su propio interés y hasta a su instinto de conservación. Porque a las multitudes, crédulas como son, les impresionan las palabras de gran afecto, el vociferante clamor: «¡Peje, Peje..!» Vociferación que fácilmente se desbarranca en el linchamiento. «¡A desgarrarlos vivos! ¡Mátenlos! ¡Quémenlos vivos..!»

El individuo, la masa, el linchamiento, Tláhuac. (Es México.)

¡Mátenlos, quémenlos vivos…!

¡Mátenlos, quémenlos vivos…!

Salimos ilesos, bendito sea el Nazareno. Los caballos de fuerza del volks. se impusieron a los caballos matalotes de unos lugareños alebrestados que atrás se quedaban gritándonos vituperios, lástima de corretizas, imprecaciones, garrotes y piedras y latas de gasolina. Lástima para los payos…

¿Que si en Las Güilotas, Zac., no hay mejor medio de transporte que cuacos y burros? Válgame, pues por supuesto que sí los hay. Allá, miren, pura camioneta blindada, y de armamento AK-47 y bazukas antitanques, cohetes antimisiles y misiles Scud. Lo que nos salvó fue que todas las fuerzas vivas de la región son aliadas de los pasajeros que ahora ocupaban el asiento trasero del volks., o sea mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., y su hermana Tencha chica, hija de mi tía Tencha grande y prima mía, que ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal. Ella, que a gritos y sombrerazos y desde la ventanilla del volks. seguía intercambiando con los linchadores frustrados su ardorosas mentadas de madre. Yo, el acelerador hasta el fondo y aquella plegaria al Santo Niñito de Atocha…

¿El Jerásimo, mientras tanto? Ese, cucaracheta de miércoles, en mi cucaracheta se atejonaba el muy cobardón, pegando aquellos amamantones al ánfora cacardiosa. Y la voz rajueleada por el espanto:

– ¡Acelera, por tu madre! ¿No da más la tiznadera esta, bigotón?

Y fue así, lástima grande, como se fue atronchar, flor de un día, la buena intención de mis primos carnales, después de que él a base de labia y ella a punta de lengua lograron que este pentonto aceptase llevarlos en el volks. hasta los derrumbaderos de su solar natal. Qué de imposibles no logre lengua como esa húmeda, roja, traviesa viborilla de La Princesa Tamal.

Las Güilotas: un poblacho todavía ayer pardo de toloaches, huizapoles, terregal; uno que hace unos ayeres se asfixiaba de calor y resequedad en la medianía de una geografía ingrata, y que hoy (dólares y visión progresista) cierto gremio que nombran «cartel» realizó el milagro de que el erial floreciera de vida, verdor, flores: amapolas y matas de yerba de lozano color. Yo, todo adentro (el acelerador): «Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor».

¿Que mis consanguíneos qué fueron a hacer sus bebederos? ¿Que por qué el intento de linchamiento? Fue así, tomen nota:

Borracho, rastrero, servil, baquetón (priísta, en otras palabras), mi primo el Jerásimo es licenciado del Revolucionario Ins., fanático ayer de cualquier Salinas y fanático hoy de cualquier Madrazo. El Jerásimo: su disciplinada carrera de lambiscón le ha reportado un solo merecimiento, y esto en algún sexenio del pasado pluscuamperfecto: jefe de manzana. Suplente. Por cuanto a mi prima Tencha chica…

Ella, adicta a la Gordillo, formóse un currículo a base del puro currículo, vale decir: a quiebres de nalgas y caderazos, como jefa de animación del Revolucionario Ins. en uno de sus sectores: el popular, ese hoy difunto UNE, Ciudadanos en Movimiento, hoy la difunta CNOP. En la entrepierna una tanguita color de rosa, rosa mexicano, y pendiente de las caderas una cola que le pisen, cola de rumbera, puro olanes y colorines, ahí, sobre el triplay del presidium o encima de la mesa del comelitón, cencerro y matraca en las manos, y los gritos de apoyo al «distinguido priísta» en turno:

– ¡Chíquitibún-a-la-bím-bón-bán! ¡El lic, el lic!»

Cayó Zedillo. Labastida calló. Calló y cayó la Gordillo. Caída con ellos, La Princesa Tamal cayó hasta la ficha (un caldero), y fue así como cedió y se dio a la distinguida clientela de El Burro de Oro hasta que su buena fortuna le aprontó a aquel al que pepenó Las Güilotas (Zac), y esa fue su salvación: ese parroquiano ocasional la conectó con el cartel de aquella región casi tan virgen como la propia Tencha, y de ahí pal rial…

Ahora yo, a salvo ya del linchamiento, por la carretera discurría sobre las acciones de mi prima y su consanguíneo en Las Güilotas: control de toda la droga, venta al menudeo, lavado de dinero, prostitución, pornografía infantil, situación que a los payos dejaba indiferentes. Pero la ambición de la Tencha la desbordó: un banco de ahorro popular (el Jerásimo, gerente general) que de un día para otro se declaró en quiebra, dejando sin sus ahorros a los lugareños. ¡Y el gerente les pedía cooperación voluntaria para el rescate bancario! Restalló la ira popular. Yo, ahora, todavía trémulo tras el sofocón:

– Pero ustedes, aborrecidos por todo un pueblo, ¿por qué fueron a cometer la locura de regresar a la escena del crimen? ¿Para qué? No entiendo.

– ¿Cómo de qué para qué? Oilo. Pues para limpiar nuestra imagen nosotros también. ¿O ese derecho sólo lo tiene otro hampón, Raúl Salinas..?

Pensé en ese cínico: en todo ese cínico cartel de predadores Salinas. Dios. (¡Línchalos!)

Vota por el candidato que…

Por el que menos prometa. Asi saldrás menos decepcionado…

«Soy un desempleado brasileño, sí, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios», clamaba a finales del 2002 un S. Amaral, cuando la estrella de Lula Da Silva refulgía sobre toda la extensa tierra del Amazonas, y vale la pena la interrogante: años y meses más tarde, ¿seguirá incólume la fe del brasileño que por su falta absoluta de memoria histórica mostró padecer, desgracias del trabajador, la blasfemia de ser desempleado, y como creyente en Dios, la desgracia de ser un blasfemo? O, por contras, ¿se habrá derrumbado la fe en su mesías, como acá en nuestro México se volvió lodo biológico la fe de los 17 millones de creyentes que un histórico 2 de julio del 2000 se lo dieron al Lula guanajua, su voto «útil», y hoy se concretan a lamentarse y lamentársela?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier. Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

De éxtasis, clamó a lo aspaventero el cabeza caliente en el matutino. Un éxtasis que fue, ¿lo recuerdan ustedes? hermano de leche del éxtasis mexicano. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Angel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Que quedó del fervor que logró provocar el marido de Marta? Tras el delirio y la psicosis colectiva, ¿qué? Ya asesinado -fue un ajuste de cuentas- el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amarales meshicas a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un «cambio» que es sólo tarea de los paisas, ¿qué? Siete por ciento de crecimiento anual, un millón 300 mil empleos anuales, combate a la pobreza de las y los, etc. ¿Saliva, y no más? El comentarista: «La toma de poder de Lula ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la Presidencia de Fox ha generado decepción después de tan sólo 2 años, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años».

Decepción, muro final del callejón sin salida para los pobres de espíritu. Decepción. Y a todo esto, ¿cuáles son las promesas del Fox brasileño, que me trae a los hermanos del PAN (¿y aún ofenderlos haciéndolos militantes de los Espinos yunqueros?); del Pan de Azúcar al filo del éxtasis, el delirio, el orgasmo politiquero? 1.- «Transformaré Brasil en la nación que soñamos todos». Lo mismo que por acá prometió el Lula que con toda razón se reconoce «más empresario que político». Y a la distancia de cuatro y medio penosísimos años, ¿qué? Desánimo, desencanto, desilusión; y vuelta a empezar, que ahí nomás, tras lomita, tenemos al que sí nos va a cumplir. El que de esperanzas vive, su esperanza lo mantiene, jura el cantar. 2.- «Voy a convocar a una gran movilización nacional para acabar con el hambre en Brasil». Copia al cabr… (a ver:)

Copia al carbón de lo que por acá anduvo prometiendo el ponderador de las faldas y la Coca Cola. Copia de un carbón que no dio chispa, ni fuego, ni calor. Cenizas nada más. Pavesas. 3.- «Ante el agotamiento del modelo que produjo la recesión, el desempleo, el hambre y la precariedad de la seguridad nacional, la sociedad escogió el cambio«. Estoy oyendo a Fox. 4.- «Vamos a combatir la corrupción». Lo sigo oyendo. Por cuanto a Lula: Escándalo de corrupción. Renuncia su jefe de gabinete. 5.- «Brasil luchará por una democratización de las relaciones internacionales sin hegemonías de un país sobre otro». Contesta, de Fox, un político resentido: «Cómo creerle si tantas veces ha traicionado sus promesas; cómo, cuando promueve acciones antipatrióticas para entregar la soberanía nacional, privatizando y extranjerizando la industria eléctrica». 6.- «No soy el resultado de una elección. Soy el resultado de una historia. Llegó la hora de que Brasil se reencuentre a sí mismo». Cuidado, mucho cuidado con las frases de alta tensión; las prodigó Fox, y ahora se desfoga el resentido: «Cómo aceptar sus charlatanes discursos de pretendida democracia, cuando se confronta con los grupos políticos y sociales que tienen visiones diferentes…»

México, Brasil, hermanos de leche (la mala leche de sus demagogos): «En.la explanada todo era fiesta, escribe José Valdés; banderas, fotos de Lula, más como una estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula los saludó. Es su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades; la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo (¡!). La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente». El cándido: «El pueblo asume el poder!» Y las masas ingenuas. «Hoy, 18 de junio, Lula más popular que nunca». Lula, Fox. (Lóbrego.)

Genocidio..

Tocará al Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal determinar la culpabilidad o no del ex Presidente Echeverría y del Secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, para lo cual deberá establecer si el 10 de junio de 1971 hubo o no genocidio. (Doce personas muertas, agrega la nota.)
Y que la responsabilidad penal de LEA «está total, absoluta e indubitablemente acreditada» según Ignacio Carrillo Prieto, titular de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado. Y yo digo, mis valedores: ¿culpable Echeverría? Claro que sí, por supuesto. ¿Genocidio? Claro que no, por supuesto, y esto a contracorriente del criterio de deudos y víctimas que sobrevivieron al «halconazo», como David Vega, que en 2001, y agitando ante la TV las fotos de Proceso y El Universal recién publicadas (cadáveres descuartizados, tirlangas de civiles, baños de sangre), el líder estudiantil del 68 se encrespó, creo que con toda justicia:

¿Más pruebas del genocidio? ¡Esta es una muestra clara de genocidio..!

Yo, siempre atenido no a mis redaños ni a la cabeza caliente sino al conocimiento científico, caí sobre mi biblioteca y di con la exacta definición de genocidio, que asiento aquí una vez más, por si hoy que nos avivan esa herida abierta en la conciencia ciudadana que es la «guerra sucia», alguno de quienes mientan el genocidio quisiera citarlo con conocimiento de causa:

Genocidio (del griego genos, raza, y del latín caedere, matar, exterminar), término adoptado en el Derecho Internacional al término de la II Guerra Mundial; creado por el jurista polaco R. Lemkin, que en 1933 presentó a la comunidad internacional un memorial en el que pedía la elaboración de una convención de países que prohibiera las ejecuciones en masa.

En la Segunda Guerra Mundial, con motivo del criminal exterminio por los hitlerianos de la población en los terrenos ocupados, Lemkin hacía una campaña en Suecia y, desde 1941, en Estados Unidos en pro de una convención contra el genocidio. La primera vez que los crímenes de barbarie y vandalismo fueron calificados en un documento internacional, ocurrió en el Sumario Contra los Principales Criminales de Guerra del Tercer Reich en el proceso de Nuremberg de 1945, como «genocidio deliberado y metódico, es decir, el exterminio de grupos raciales y nacionales de la población civil de ciertos terrenos ocupados, con el fin de aniquilar determinadas razas y partes de naciones judíos, polacos, gitanos, entre otros» y pueblos, grupos raciales y religiosos, en particular. El ejemplo iberoamericano:

«En 1974 la Comisión Internacional de Investigaciones de los Crímenes de la Junta Militar de Chile hizo constar que desde 1973 se perpetraba una acción de exterminio entre los indios araucanos y los gitanos».

Genocidio. En 1946, la Asamblea general de las Naciones Unidas inició los trabajos sobre el proyecto de Convención, aprobado por unanimidad en 1948 y que entró en vigor en 1951 no siendo ratificada hasta 1972. Sólo Estados Unidos y el Reino Unido no la ratificaron, hecho explicable si se piensa en todos los Irak víctimas del Imperio. Aquí, en lo sustancial, el texto de la Convención sobre Prevención y Castigo de Delitos de Genocidio:

Las partes contratantes, considerando que la Asamblea Gral. de la ONU ha declarado que el genocidio es un delito de Derecho Internacional contrario al espíritu y a los fines de la ONU y que el mundo civilizado condena; reconociendo que en todos los períodos de la Historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad; convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, conviene en lo siguiente: En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Serán castigados: a) el genocidio; b) la asociación para cometer genocidio; c) la instigación directa y pública a cometer genocidio; d) la tentativa de genocidio; e) la complicidad en el genocidio. Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los actos aquí enumerados, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.

El término genocidio, ¿quedaría claro? ¿Ni así? (Lástima.)

Autocrítica, señor…

Acabo de visitar Los Tüxtlas, tierra de brujos y jaraneros. Cuatro días los pasé alucinado, bebiendo (¡cuidado, no pensar mal, que conmigo el licor topó en hueso!); bebiendo, digo, sorbiéndome la gloria de aquellos sones jarochos, rasgueos de jaranas en contracanto de pespuntes arperos y mudanceos. Miel en penca, señor, miel veracruzana…

De Santiago me traje una. Chula ella, si la viniera a ver; doncellita todavía, morena de fina estampa, delgadita de cintura y de muy buena madera, madera en flor, con su corazón de cendro y su encordadura todavía virgencita. Ahí traje mi jarana abrazada y abrasada como a niña de mis ojos, todavía olorosilla a tajadas de madera en flor. ¿Se la imagina?

Y ándenle, que ya en mi depto. de Cádiz convoqué a jaraneros del rumbo, y de entonces a la fecha ahí nos tiene usted en los tiempos muertos (los vivos, a fin de cuentas) ejecutándonos la tarasca, el zapateado con décimas y ese buscapiés que es fama hasta el Pingo incita, excita y pone a bailar. Sones agridulces de amores y desamor, tiempo y destiempo, de encuentros y desencuentros y algún apicaramiento. La malicia del son:

Una iguana subió al palo – más alto de la Nación – y desde arriba decía: – ¡Esto si que está ca…ñón! (Muy cierto, ¿no le parece?)
Fue entonces, señor, cuando empezaron las dificultades; aquella mi bienamada no entonaba a cabalidad, y mi corazón de músico tardío se me cayó a los talones, el de Aquiles y el otro. Y qué hacer…

– No pases a preocuparte – me consoló el Síquiri-. Es que tu jarana es señorita todavía. Cambíale la encordadura.

La encordadura le cambié. Fui al expendio, me agencié la prima y con ella la familia completa. Las remudé, las afiné, y venga de ahí el jarabe loco, y venga un nuevo fracaso, y empálmese otra desilusión. Don Arcadio, pontífice del zapateado: «Tu instrumento lo tiene mal apuntado, o sea el diapasón».

Y de inmediato al laudero, que le apuntó el susodicho, y a rasguñar otra vez, y otra vez a desilusionarme, lástima de buscapiés en tono de sol. «El defecto está en la tapa -díjome El Bagre-. Se la cambias, y listo».

Listo madres, con perdón. Pero para no hacérselo largo (¡el cuento!): del día de la compra a los meses siguientes mi instrumento (no el de frotar, el de rascar) padeció cambios, recambios, implantes, transplantes e injertos en caja, tapa, diapasón y cuatro de las clavijas. Pues sí, mucha cirugía plástica, pero la ancheta cada vez más envejecida y sonando peor cada vez, y no tanto en el rasgueo de los sones en tono mayor cuanto en la delicadeza de los menores, cuando la hora sonaba de las tristuras y las lloroncitas en tono menor. Mi jarana, por llorar, chillaba, qué mortificación. Y fue entonces: ahí habló mi amantísima, sabiduría y comprensión machihembradas. Gracias a su consejo, santo remedio. Hoy, mi instrumento, espumeante de fandangueros arpegios.

Señor: usted se conchavó un México flamante, corazón de cedro vivo, ya listo para arpegiar al son que usted quisiera tocarle. Pues sí, pero a la hora de la escoleta, de entonar, ni sus luces, y lástima, porque más fino instrumento dónde lo iba a encontrar. Sus consejeros: «¿Y si le cambia las cuerdas? ¿Y si le injerta una reforma fiscal? ¿Y si le privatiza desde las Afores hasta el Seguro Social, PEMEX y la energía eléctrica? ¿Un México Seguro? O de plano, señor, ¿por qué no lo acaba de malbaratar a los gringos..?»

Usted, mi señor, a puros palos, me refiero a los de ciego, y los fregadazos apárelos el fregadaje. México, cedro vivo en la flor de la edad, a rechinidos y disonancias, y a pagarlo las masas. Señor: ¿quiere saber qué consejo me dio mi niña, la de mis ojos? Ella, lastimada por mis fatigas:

– Tu jarana sí suena, mi amor, vaya si suena. Quizá sea tu mano la que está un poco… torpe, digamos; novatona todavía. ¿Si dejaras tal cual tu jarana y te buscas un profesor que te enseñe a tocarla..?

Así lo hice, señor, y santo remedio. El corazón de cedro, la madera en flor, a estas alturas se ha tornado, en mi mano, un puro regocijamiento de sones en tono de sol. Ah, si viniera a escuchar qué de trinos, qué de arpegios, qué de armonía en contrapunto cuando suelto el llanero son de la trova:

Con el corazón de cedro – yo soy como mi jarana – Por eso nunca me quiebro – Y es mi pecho una campana… La gloria, señor.

Y yo digo: ¿si usted, en lo poco que le resta de vida (en Los Pinos) dejara de estarle echando la culpa al Congreso, a la situación internacional, a los medios, al pasado pluscuamperfecto, a la Wornat, y fuese capaz de un ejercicio de autocrítica? Entonces caería en la cuenta, señor, aunque tarde para todos, de que su diagnóstico Fidel Castro tuvo absoluta razón: ¿cómo un gerente de la Coca Cola sabría tocar la entrañable jarana? ¿Cuándo, cómo, señor? (En fin.)

Televisión y primates

En Occidente, la gente piensa de manera visual.

Muy cierta la frase que acaba de expresar una Laura González en el matutino, como cierta también la de Samuel Palma César: «Sartori es un autor para releer». Esto digo yo, a pesar de que acaba de ser vejado con esa plaga inevitable del «premio», otorgado por no sé qué ni por quién. De Giovanni Sartori releo ahora mismo no su análisis en torno a asuntos de democracia y demás vericuetos de la ciencia política, sino sus reflexiones, tan actuales aquí y ahora, del «hombre simbólico» frente a la televisión. Porque, mis valedores…

Mucho conoce Sartori acerca de los medios de condicionamiento de masas, conocimiento que vació en un volumen centrado en el cinescopio en cuanto avance portentoso de la electrónica, pero frenazo, o más bien regresión, en lo que atañe a la marcha hasta entonces ascendente de una civilización que se inició con el lenguaje oral, el jeroglífico y la escritura cuneiforme, para avanzar con el papiro, el libro, el periódico, el telégrafo y el teléfono. La radio fue la culminación de un proceso que alejó al hombre de su ancestro el primate y lo convirtió en animal symbolicum y homo sapiens. Pero, se duele Sartori, llegó la televisión y lo degeneró en homo videns

¿Por qué la TV es regresión, si representa un avance descomunal en cuanto a medios electrónicos? ¿Por qué, si puede ser un soberbio auxiliar en la difusión de la cultura? Por esto, explica Sartori: del jeroglífico a la radio se emplearon signos, vale decir conceptos, abstracciones, un lenguaje de naturaleza simbólica, que fuerza al cerebro a decodificar sonidos y signos escritos. Este lenguaje simbólico nos elevó sobre el primate, sí, pero llegó la TV y nos cambió símbolos, conceptos, por imagen. Con (y en) el cinescopio nos «informamos» viendo, sin tener que involucrar el cerebro para la interpretación de símbolos. El lenguaje de la imagen se entiende aquí y en China, lo que no ocurre con el lenguaje simbólico, escrito u oral.

Ah, pero «una imagen vale por mil palabras», juran los publicistas. ¿Tanto vale? Mentira vil de los tales, afirma Sartori, y al decirlo en una entrevista de televisión su presencia tuvo sentido porque se expresó, es obvio, con un lenguaje oral. Una palabra, con su enorme fuerza y riqueza de evocación y significados, vale por mil imágenes, asegura. ¿La prueba? La propia televisión, que no puede bastarse con el puro lenguaje visual. Nos faltaría el necesario contexto, la explicación, que sólo la palabra proporciona, sea escrita u oral. El cinescopio…

Y aquí el motivo de que la TV haya significado un retroceso en la cultura y la civilización: captamos la imagen con sólo verla, sin necesidad de que las neuronas la decodifiquen, y ello nos acerca, una vez más, al primate. Para tantos de ustedes, adictos al cinescopio, ¿por qué no meditarlo en lo que pasa el desfile de los anuncios comerciales que trozan las peripecias de la telenovela, del talk-show, el clásico pasecito a la red o la apología de la nota roja en eso que apodan «noticiero»? Sí, todo lo indigesto y manipulador del cinescopio con que nutren su espíritu tantos de ustedes. Y aquí lo grave:

«La imagen no da, por sí misma, casi ninguna inteligibilidad. La imagen debe ser explicada; y la explicación que se da de ella en la televisión es insuficiente. Si en un futuro existiera una televisión que explicara mejor (mucho mejor), entonces sí, una integración positiva entre homo sapiens y homo videns se podrá reanudar. Pero por el momento, no hay integración. Por tanto, el acto de ver está atrofiando la capacidad de entender» ¿Más claro..?

Pero algo aún más grave en la metamorfosis del homo sapiens en el homo videns que genera la TV: ésta no es sólo instrumento de (des)información, sino también de (malformación del niño y el adolescente, los cuales cambian el libro por el cinescopio. Antes de ingresar a la «escuela aburrida» ya fueron (mal)formados por la «escuela divertida», a la que dedicaron y dedican ya cuando jóvenes y de adultos varias veces las horas que al aula y al libro. Y el niño es una esponja que «registra y absorbe indiscriminadamente todo lo que ve, ya que aún no posee capacidad de discriminación». Así, el niño se va a convertir en un nuevo tipo de ser humano, «reblandecido por la TV que produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción, y con ella toda nuestra capacidad de entender». Ese pobre de espíritu nunca va a incorporar a sus costumbres el hábito de la lectura. Y aquí ese lugar común que repiten como loros políticos y mentores: «El niño representa el México del futuro».

Con tal generación de hijos de la TV, mis valedores, ¿qué futuro le aguarda al país? De internet, cibernavegación y validez de referendos y consultas ciudadanas escribiré un día de estos. ¿Les interesa? (Aguarden.)

Santo fast-track

Esto dicho a lo gringo, perdonando el colonialismo, porque he de aludir al beato de vía rápida y horno de microondas: Karol Wojtyla, el reaccionario más eficaz de los aliados de R. Reagan en su lucha contra la Unión Soviética. Leo, en el diario fechado ayer en El Vaticano:

En los próximos días se iniciará el proceso de beatificación del difunto Papa Juan Pablo II, «un gran don y una razón extraordinaria para agradecer al Señor…» (Mira, mira) Mis valedores:

Si un proceso al vapor salva requisitos como el del tiempo que debe transcurrir antes de que arranque el proceso de beatificación del presunto, no se anule el de los milagros divinos atribuidos a la intercesión del aspirante. Aquí, algunos que bien pudiesen acreditar la santidad de Wojtyla, y que habré de proclamar si el polaco muestra ser digno de los altares:

Primer prodigio: que yo, mexicano, nunca más tenga que avergonzarme frente a un espectáculo indigno e indecoroso: que en un estado laico como es el de mi país ningún titular del Ejecutivo se arrodille y le bese el anillo, nunca más, a ningún jerarca de la iglesia católica.

Otro más: que este gobierno no vuelvan a encaramarse gerentes de aguas negras y otras empresas transnacionales, reaccionarios que en las ceremonias públicas invoquen a Dios como misticoide maniobra que tanto ha de repugnar a la divinidad como repugna al Estado laico. Que Dios, por intercesión de Wojtyla, obre un milagro que se niega a realizar ese al que le corresponde, el paisanaje: que el Estado vuelva a su laicidad y a la libertad de conciencia, donde todas las religiones coexistan en paz, desde la de la Santa Muerte hasta la de la Santa Vida, la de amar al prójimo como a sí mismo. Con obras.

Que torne mi México a lo que era antes de los Salinas, Norbertos, Onésimos y el Wojtyla dogmático y reaccionario. Que los tonsurados no sigan dándole al César lo que sólo es de Dios. Que todos los símbolos religiosos tornen a su casa, el templo. Que ésos dejen ya de badajearlos en la plaza pública y en la calle real, y desde la catedral de la diócesis hasta la catedral del clásico pasecito a la red, con el Crucificado de carrilero de la media cancha al área penal. Que dejen ya de manipular a unas masas débiles y maleables que así se dejan enajenar por las religiones: la politiquera, la futbolera, la de los ritos y las procesiones en el Goloso de Santa ?rsula. Que ese deje de ser el destino de las masas: el de Perra Brava de todas las religiones.

Las masas: que Dios les de un poco luz para que se decidan al ejercicio de pensar, y de ahí a la autocrítica y, con el auxilio de la historia, desechen las estrategias obsoletas y creen una efectiva, provechosa para esas masas. ¿O vamos a seguir de megamarchitas per secula seculorum…?
Que las congregaciones religiosas dejen ya de saquear a las masas para apuntalar el erario de El Vaticano. Que El Vaticano deje de ser alcahuete, solapador y compinche de curas violadores,
los garañones curitas Maciel.

Que yo nunca vaya a morir, y que si me muero no muera sin confesión; que en mi agonía tenga a la cabecera el sacerdote, ¡y que ese sacerdote no vaya a ser Onésimo Cepeda!

Y el que sería un verdadero milagro: que al duopolio televisivo de mi país se le funda el bulbo, y si bulbos ya no se estilan, la resistencia, el condensador, en fin. ¿O con la televisión ni Dios Padre? Que si no se atreve a fundir un bulbo de la TV encienda, cuando menos, un bulbo en el cerebro de las masas mexicanas, y así dejen de ser tan débiles, vulnerables y dependientes, y tan pasivas, desprotegidas y dóciles frente a la manipulación del duopolio de Azcárraga y los Salinas, el que malbarató el Canal 13, el que prestó los dólares y el que los aprovechó para pagar el dañero consorcio.

Que nunca la dignidad eclesiástica, politiquera, emporque la dignidad de su investidura metiéndola a casamentera, divorciadora, alcahueta de primeras damas. Que por su intercesión el Altísimo se digne regresar a Martita a su cenicienta condición de encargada de una farmacia veterinaria donde a nadie lograba dañar que no fuese a esta mula o a aquel cabro mayor. Farmacia y Martita están hechas tal para cual. Ahí no cometería desmesuras a la medida de lo tropical, esperpéntico y surrealista, para vergüenza ajena y daño de tantos.

Que conceda el don del decoro a alguno que estoy pensando, que milagro mil veces más arduo sería dotarlo de inteligencia, sentido de la mesura, sensibilidad política y humana y vergüenza personal. Que Dios, en su infinita misericordia por las criaturas que modeló a su imagen y semejanza, vuelva el juicio y la salud mental a quien él ya sabe, o que, cuando menos, lo enmudezca de aquí a diciembre del 2006. Entonces sí, creeré que en el momento supremo Wojtyla se arrepintió de corazón y ya es digno de los altares. (Laus Deo.)

Olía a Titicaca

Mis valedores: el hedor.

Ayer les contaba que al irme a recoger (en la soledad de mi cama) me sorprendió un mal olor en el cuarto, y que a rastrear el origen de la pestilencia me ayudó mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. y promotor de todo lo que apeste a Madrazo. La crónica: Ya había examinado el 80 por ciento de la habitación: cama, zapatos, chonchines, ¡y hasta el sacro cendal del Cristo de mi cabecera, no fuera ser!, cuando le tocó el turno al reloj de cucú. Le abrí la tapa, metí las narices entre el pájaro y sus dos contrapesos, para que el dueño del cachivache, o sea el consanguíneo:

– ¡No te metas con mi cucu! Mejor te metieras con tu chinche computadora, chance y se le haya fundido un bulbo.

(Un bulbo, dijo.) Seguimos, podencos magníficos, olisqueando. Yo, los pelos de alfombra trenzados a los de las fosas nasales, cuando, de súbito, el consanguíneo: «¡Eureka, como dijo Empédocles! ¡Aquí está el jedor, huélele..!»

En el mapamundi, sí. Vetusto, ya muy pasado de moda. Como todos los construidos antes de los 80s., la reliquia familiar aún exhibe en Rojo los territorios que hoy son color aguachirle, y todavía blancos algunos que acaban de enrojecer Yugoslavia, todavía sin balcanizar. Checoeslovaquia, un nombre todavía enterizo, sin dividir. México, todavía con una frontera con el vecino imperial. Tenue, tímida, indecisa, pero frontera todavía. Se las arrimé a Europa, mis narices: «¡Cierto!

¡Algo está podrido en Dinamarca..!»

– Qué móndriga pestilencia, pa Sumatra. Huélete el estrecho, o sea el de Los Dardanelos.

Y no sólo el estrecho; el ancho también, todo el territorio de Irak, de Afganistán, de Palestina. A sangre inocente, sangre recién derramada por esa cáfila de Sharones, perros de guerra que en su carnicería invocan la democracia y el holocausto hitleriano. Sentí que se me aflojaba: porque, mis valedores, yo no soy de esos ingenuos que andan creyendo en fenómenos paranormales, qué voy a creer, ni de esos charlatanes ventajistas que se los hacen creer, pues no, pero ahí, en el mapamundi: ¿y ese olor a corrupción cuando mis narices rastrearon Rusia, Israel, Irak, Norteamérica, con su industria de guerra? ¿Y esos multicolores remiendos del Cono Sur? A muladar, a favelas, a miseria remojada con alcohol, una virgen en su marco dorado y un balón futbolero; pestilencia a toda la manipulación que ventosean todos los canales del desagüe, comenzando con el canal dos. El Jerásimo:

– Guácale, le di las tres a México, qué chinche jedor.

Me dolió tan ruda expresión, pero al olisquear la entrañable cornucopia, ájale, a puro sistema de poder, a Vicente Fox, a faldas (levantadas), a hijos de las faldas, a mofle de jet de los hijos de las faldas, a mujeres desgarradas en Ciudad Juárez, a Cartel de Juárez, al del Golfo, al del Tucom, al de la Gordillo, al de las faldas. En Guerrero aún no se extinguía la pestilencia a perro bulldog, y en yucatán, todavía perceptible, a vicioso bien pacheco cervera.

– Huélete el de Morelos, bigotón. A puro Estrada Cajigal.

– Y la pestilencia del gobierno chiapaneco, donde amenaza con volver el hediondo Roberto Albores, tal vez con su buen escritor y abyecto maromero de todo signo político, el Eraclio. ¿No te apesta a Zepeda, Jerásimo..?

Y así el resto de los amados parches del territorio: a descomposición global que se refinaba en el DF, todavía corrompido a puro Oscar Espinosa. Me vino la arcada. «¡No puedo creerlo! ¡Un fenómeno paranormal! ¡Este mapamundi es el vivo retrato, tamaño infantil y sin retoque, del original! ¡Esto hace trizas mi fe en el conocimiento científico y en la realidad objetiva! ¡Nadie va a creérmelo cuando lo cuente! Y no tener un testigo en quién apoyarme…

– Ma, ¿y luego yo? ¿Estoy pintado, o qué fregaos..?

– Tú no eres más que un priista. ¿Alguno le creería a un priista?

– ¡Acá está el jedor! ¡En el cráter del Titicaca!

¿Cráter? Ningún cráter: un agujero en la lámina. Encendí la de mano y la enfoqué hacia el interior de la esfera. Válgame, en plena cara el chicotazo de las pantconeras al escapar en frieguiza. Y fue así, mis valedores, como quedó al descubierto el carcaje, la carne podrida y la explicación racional del fenómeno. ¿Cómo entró aquella rata, cómo fue a entregar su alma al creador dentro del viejo mapamundi que le sirvió de ataúd? Misterio. Pero, mis valedores: a mí, que me río de los tales fenómenos paranormales, me volvió la fe en su condición de patrañas. Para mí, la Suave Patria es inaccesible al deshonor. A pesar de los Fox y las faldas arriscadas. Y qué pena, no pude reprimir el impulso. Volví el rostro hacia el zoológico de Chapultepec, alcé el brazo, tracé una como bendición de microbusero. ¡A las faldas, a los hijos, a..! (Fox.)

Un dulce olor a SEMEFO…

Las seis gavetas del «cuarto frío» del SEMEFO de Ecatepec fueron abiertas para que se ventilen, dado que son insoportables los olores de los cuerpos en avanzado estado de putrefacción.

El pie de foto de miércoles, me refiero al de la semana anterior, me revolvió mis huevitos, los que acababa de merendar cuando a hora tardía revisé el matutino, pero al entrar a mi habitación: ¿y esa pestilencia? ¿el SEMEFO en mi dormitorio? Y qué ambiente corrompido, qué insoportable hedor. El aire del cuarto olía, y no a ámbar. Haya cosa. Y rápido, que me arrojo ,a ventear el origen de la pudrición. A puro SEMEFO de Ecatepec…

Lo eché a retozar, el olfato. Las abrí de par en par, las ventanas (de la nariz) y empecé a jalar chiflones de aire pestilente, y pajareaba hacia todos los rumbos, tratando de ubicar el nauseabundo hedor. Pero la ubicación, andavete. Mientras tanto, el estómago, aquel amago de basca. Pero había que localizar el origen de la pestilencia. Para empezar, me fui sobre las pantuflas; rechinando de limpias. Caí sobre los botines: impolutos, qué diferencia con los botines de los Salinas y Cía., SA de CV, esos que con su aire de impunidad corrompen el ambiente de todo el país, mientras un paisanaje que vive, piensa y respira el clásico pasecito a la red, aun le da el golpe a la pestilencia como si fuese un tabaco. Es México. Pero la pestilencia en mi cuarto, que no cesaba…

Abrí el cesto y probé con la ropita de abajo que me acababa de quitar. Los calcetines, nada, por supuesto; los de color fiusha, cocoles morados y corazoncitos color de rosa (rosa mexicano), nada: la cosa esa de algodón, me refiero a la camiseta, nada, y así el de cuello de tortuga, y así el de mezclilla, y así el de pelos (el chaleco). Pues sí, pero la pestilencia en un ser, y la causa no lograba ubicarla. Y así seguí olfateando aquí, allá, acullá. Pero nada…

Al vaciar el buró se me vino de golpe toda mi vida sentimental. Rizos de mujer, cartas de amor, cintas que perdieron su color, flores marchitas. Y el olvidado nomeolvides, la muerta siempreviva y la foto diluida, por su envejecido color más daguerrotipo que foto, de aquella mi inolvidable que ya olvidé. Ah, los amados fantasmas de aquellos amores que de mí se fueron para nunca más, fantasma yo mismo para cada una de las que en su momento fueron mí único amor, y el primero. Aquí, el suspirillo. (¿No los estoy aburriendo? Sigo, pues, con mi pestilencia.)

Continué buscando la fuente de aquella hediondez, y entonces (que no me lo tomes a mal, Nazareno) fui y pegué las narices al santo cendal del Cristo de mi cabecera y, por aquello de las dudas, le di un pasón. Pero no, que mi crucificado yacía en la de ocote, en suavísimo olor de santidad y aroma de incienso. Ya a estas alturas el hedor me provocaba náusea, con los blanquillos a la altura de la epiglotis, donde tenga yo esa marinola. Y a seguir buscando. Mis valedores:

Qué me quedaba por hacer, sino perpetrar (¡yo también!) la maniobra de todo intelectual cuando se dispone a vender, alquilar o empeñar la conciencia por una beca, un premio, alguna canonjía o el chayote nuestro (suyo) de cada día: me culimpiné y púseme así, miren (indecoroso vil), o sea en cuatro, y en las cuatro y olisqueando como podenco de cazador recorrí la alfombra, las fosas nasales taponadas de pelusa y basurillas, hasta que tenté los zapatos. Y a olerlos y volverlos a oler, hasta que aquella voz:

– Con eso me basta, bigotón, ya puedes levantarte.

Miré hacia arriba: ¡los zapatos no eran mis zapatos, sino los de mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., que llegaba de la piquera, me refiero a la de Violeta con Insurgentes, donde se encueva el Madrazo.

– Levántate. Los lengüetazos me los das otro día.

Qué pena. Me erguí, colorado, tantito por el esfuerzo y tantito por la mortificación. «Es que ando tras un mal olor, una pestilencia». «¿Tú también, bruto? ¿Tirándole tú también a Los Pinos..?»

Lo puse en antecedentes y sí: me dijo Pitágoras que dos narices huelen más que una: que cuatro agujeros huelen más que dos. Ahí andábamos el par, ya a pie firme y ya pecho a tierra (a alfombra), con las narices escoriadas de tanto olisquear. Pero del origen de la hedentina, ni sus luces.

El reloj de pared. Cachivache descompuesto, que alguna vez el Jerásimo dejó abandonado en mi habitación. Le abrí el ventanuco, pensando: viejo, su cuerda debilitada, el pajarraco podría haber hallado la muerte por inanición. Y olisqueaba entre el pájaro y sus dos contrapesos, cuando el vozarrón cacardioso: «¡No te metas con mi cucu..!»

Y que mejor me metiera con mi.. .
(Mañana.)

Dn. Adolfo Aguilar Zinser

(A su memoria.)
Todo se inició un día de noviembre del 2003, cuando el todavía embajador de nuestro país ante la Organización de las Naciones Unidas se atrevió a declarar (¡En México, ante las autoridades de México!):

Nuestra relación con Estados Unidos no pasa de ser un noviazgo de fin de semana. A Washington no le interesa establecer una asociación de igualdad, sino mantener vínculos de conveniencia y subordinación. Nunca ha visto a México como su socio, sino como su patio trasero. Nosotros, a tragar camote…
Nunca hubiese expresado semejante verdad. Ahí saltó el presidente Vicente Fox, ducho en armar camorra a la menor provocación:

¡Eso no corresponde a la realidad! ¡Yo descalifico las declaraciones de Aguilar Zinser! (Y lo que iba a agregar)

A continuación, fulminante, el cese. Eso, ayer, porque hoy, ya en su féretro el que cayera de la gracia de Fox, éste pega el reculón:

Aguilar Zinser fue un hombre que con visión clara aportó mucho al pensamiento mexicano. Fue un amigo con el que tuve una extraordinaria relación (¡así dijo!). Mi consideración al amigo, al compañero de trabajo que lo vamos a extrañar (extrañarlo con esa sintaxis).

Por cuanto al Senado de la República: ese, cuando menos, mantuvo una postura coherente con su rechazo al que ayer se atrevió a repetir una verdad que a los mexicanos se les enseña, con las vocales, en la escuela primaria. Hoy, los senadores desdeñan cualquier manifestación de duelo por el recién fallecido, tal como ayer generaron aquélla noticia; «Legisladores demandan a Fox que de inmediato destituya a su (sic) embajador ante la ONU:

¡Que se retire Aguilar Zinser! ¡Cómo puede seguir en su puesto un funcionario descalificado por el propio presidente de la República..!

Al coro se iba a agregar Colin powell, por aquel entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos:

México es un socio, vecino y gran amigo de EU. Nosotros jamás lo trataríamos como un patio trasero o nación de segunda. Estoy en desacuerdo con cualquiera que diga eso, porque es indignante.

Pero un iracundo presidente Fox no se iba a quedar con su inicial manifestación de disgusto. Volvió a abrir la boca, y ante cámaras y micrófonos clamó y dijo:

¡La de Aguilar Zinser es una declaración que no corresponde a la realidad! ¡México y Estados Unidos no sólo somos vecinos y países amigos (¿amigos?), sino socios! ¡Yo descalifico totalmente esa declaración de Aguilar Zinser..!

Fox la descalificaba, ¿Pero a Fox no lo descalifican la historia y la realidad objetiva? Para averiguarlo, mis valedores, ¿le echamos una mirada a las relaciones de los dos «países amigos»? («EU no tiene amigos, tiene intereses», dijo, de visita en guatemala, el entonces Secretario de Estado John Foster Dulles.)

Fulminante, y con las actuales evidencias que ya ustedes conocen, la realidad objetiva se niega a adecuarse a la versión de Fox: México padece una intolerable ingerencia del agrio internacional, trato leonino en el intercambio comercial, desestabilidad económica y financiera por la acción depredadora de los capitales especulativos, explotación de mano de obra barata, saqueo de los recursos naturales, racismo, discriminación, maltrato a indocumentados, crisis económicas recurrentes, empobrecimiento general, en fin. Mis valedores: ¿quién descalifica a quién..?

Por cuanto a la Historia, ¿descalifica a Fox o no lo descalifica? ¿Hacemos aquí mismo un somero recuento de la tropelías que México ha padecido por parte de su vecino imperial desde el siglo XIX, cuando inició la devastación de su «patio trasero», el del «país amigo» y socio comercial? Lo afirmaba The Times en 1808:

«Basta una hojeada al mapa de la América del norte para comprender que México forma parte geográficamente y por otros conceptos un todo con los Estados Unidos. Sus ferrocarriles, que enlazan todos los puertos y ciudades importantes, son en realidad una expansión de nuestra red ferroviaria. Sus costas, continuaciones no interrumpidas de las nuestras. La superficie es aproximadamente igual a las superficies combinadas de Inglaterra, Francia, Alemania y Austro-Hungría. ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros…»

La ominosa profecía del llustrated London News, en 1845… (El lunes.)

La rebelión de las masas

Ájale. La expresión del maestro, en la tertulia de anoche, me sobresaltó.
¿Cómo se atreve a afirmarque el Estado de México apesta..? – Apesta sí, pero sólo en lo que concierne al cercano proceso electorero. Por lo visto, la seña de identidad del PRI sigue siendo el Madrazo de la alquimia electoral. Pero si con ella asalta el gobierno el tal Peña, que después no se quejen si su fraude ocasiona conflictos sociales. Temoac, Tejupilco. ¿Tiene alguna vieja grabación de una alcaldía tomada, señor Valedor?

La tengo. En ella la voz del Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins.: «¿Aló, aló? ¿Bueno? ¡Caracso, respondan! Chinche teléfono». «No lo maltrates. ¿Te ayudo? ¿A dónde intentas comunicarte esta vez?» Logré el enlace con la alcaldía que los descontentos tienen tomada y amenazan con incendiar. El Jerásimo: ¿Aló? ¿Bueno? ¿Es el palacio municipal? De parte del partido. ¿Cómo de que cuál? Será el Republicano, señor. Oiga, ¿no anda por ahí el lic, o sea el alcalde electo por la voluntad popular? ¡Pónganmelo al tiro! Ah, es usté. No le reconocí la voz, compatriota. Temblorosona. Sí, claro, ha de ser la estática…

«Mire, licenciado, le hablo de parte del partido, ¿qué razón me da del delegado tricolor? ¿No se le quedó adentro? Sitiado con todo el cabildo, quiero decir. Ah, una chaqueta, qué momento fue a escoger. ¿Y cómo cuánto calcula que se irá a tardar? Ah, chintetes, fue chaqueta de chaquetear, o sea pasarse al enemigo. No, si yo ya lo había visto como que quién sabe cómo con el chinche Peje, jijodiún. ¿Y el subdelegado? ¿Atrincherado dónde? Ah, en La Flor de los tlaxcaltecas. Mejor, así se entretiene chupando; que caiga briago de cara al sol y no sobrio de cara al otro Sol, el Azteca. Ora que como contraproducente tiene el cuentón que habrá de cubrir la partida de Gastos Suntuarios. ¡Oiga, colega, dígale a esos carpinteros que dejen de martillar! Ah, son pedradas…

«Sí, mire: el partido, por mi conducto, le manda decir que no se desavalorine, que no rinda la plaza a las fuerzas reaccionarias, o sea: nosotros se la metimos, la bronca, y nosotros se la vamos a sacar, para que se reponga. ¡Reponga, de reponer, no de que se las ponga! Que reponga lo invertido en los gastos de la fiesta cívica. Ya van pa allá tres camiones hasta la madre de blue demon disfrazados de civiles, según instrucciones del licenciado Madrazo. ¡Madrazo de líder moral, no de que a usté me lo linchen a golpes! ¿Usté me oye bien? Los guaruras llevan instrucciones de repeler ??¡repeler, cuál albur, repegúeselo a la oreja!- repeler el ataque de los enemigos históricos. ¿Ah, son también del Tricolor? ¿Qué? Uh… ta. ¿cómo de que ya le están quemando el derecho? ¡Ya lo dejaron chiclán! Ah, el flanco derecho. Calma, compatriota, calmita, que ya van pa allá los refuerzos, surtido rico: granaderos, zorros, halcones, del UEDO. ¡No, no que se la estén haciendo de…! ¿Usté me oye bien? Mire; a los mamados ¡Mamados, masculino, no de primera dama! A esos habilítemelos de bomberos pa’ que sofoquen el fuego. Bueno, pues a cubetazos, si mangueras no existen. Que se miren, de perdida, desde la azotea. A los más aventados, a la línea de fuego, a repeler la piedriza. Va un orador, a ver si de algo le sirve. La facha es de tulatráis, pero es bien machín, no se equivoque.

«ítem más, licenciado. ¿Me acepta, digo, me está oyendo? Digo que item más. ¿Qué es item más? Olvídelo. Mire: ora que recupéremos pa la democracia el inmueble palaciego, a todos los revoltosos habrá que irles sacando boleto de terroristas. Eso es más que suficiente pa pasarlos a arder. Hombres, chamacos, mujeres: pa adentro. Me los sambute en el tambo per secula seculorum. Cuál albur, es sánscrito, arameo o madres de esas.

«¿Eh? Sí, ya supimos de los fregadazos. Que a la próxima a ver si lo agarran con mejores reflejos, dice el jefe Madrazo. ¿Que no es uno sino muchos? Madrazo es uno solo, señor. Ah, madrazos y ladrillazos, y en pleno occipucio. ¿Qué? ¿Su pura? ¿La pura de quién, compatriota? Ah, supura hemoglobina, o sea que todavía no cuaja, no hace costra todavía…

«Sí, ya se supo que hasta con la primera dama fue usté a perder. Oiga, ¿no se pasaría al enemigo por propio pie y propia voluntad? ¿Eh? ¿Pactar? No, colega, cómo de que pactar. Pactos, ya ni de solidaridad, no nos hagamos pactos. ¿Eh? ¿Qué? ¿Quién se dio? ¿Se dio a quién? Ah, fue el portón el que cedió- ¿Batirse? ¿En qué quiere batirse? ¿Otro batidero? ¿Se le hace poco el del Pemexgate? No, pos batirse en retirada está peor. ¡Licenciado, no enseñe lo zacatón! ¡Atórele a la chusma! ¿0 quiere que a usté también le pase lo que a su primera dama? A usté le ardería más, colega. A mentadas, cuando menos. ¡Y no me vaya a dejar el auricular descolgado, porque entonces otra alcaldía se queda sin auxilio espiritual, o sea telefónico! ¡Cuelgue, compatriota! ¡Y tú, seudo-neo-comu-nistoide, vuelve a intentar Tejupilco..!»

«Mi única, suspirando: ¿a cómo nos va a salir la democracia telefónica, amor? (Pues…)»

¿Esa mujer se merece el DF?

¿Esa mujer se merece el DF?

La globalización y el Consenso de Washington, ese que en los diez compromisos obsequiados al Imperio por su veintena de gerentes regionales iberoamericanos ubicados en las sedes del gobierno, dan plena vigencia al depredador de nuestros países al sur del Bravo mal llamado Neoliberalismo. En la España del siglo XVIII fue un conde Julián quien, por vengar la deshonra de su hija la Cava por el felón Rodrigo, abrió a la morería las puertas de España. Por cuanto a México, mis valedores, quien abrió de par en par las puertas de nuestro país (¿por vengar qué agravio personal de los mexicanos?), fue Carlos Salinas, que en 1982, desde Programación y Presupuesto y con la ayuda de Córdoba Montoya, enajenó el país al Imperio del norte. Ya como presidente, al de Gortari lo auxiliaría la legislatura priísta domesticada, donde se iba a señalar de servil una diputada: María de los Angeles Moreno, la misma que en 1992, en su respuesta al IV informe presidencial, así intentaba justificar el modelo neoliberal impuesto por Washington con la mano de Salinas, y así hasta Fox:

Los trascendentales cambios que a gran velocidad se suceden a escala mundial no nos son tan ajenos. Cada vez más se acortan los espacios para la actuación aislada de cada país (…) obligando a ajustar el ritmo de las decisiones en prácticamente todos los ámbitos del quehacer humano.

María de los Ángeles, hechura política del «compatriota» por (dicen) un favor recibido: que fue el padre de la susodicha, Dr. Manuel Moreno, quien se atrevió a extender en calidad de «muerte accidental» el acta de defunción de aquella niña Manuela, trabajadora doméstica de apenas 12 años, que al servicio de la familia Salinas Lozano fue «fusilada» por los hermanos, por aquel entonces menores de edad, Raúl y Carlos. Infancia es destino, dicen. Esta Moreno ha arrancado su campaña para jefa de gobierno de la ciudad.

En fin. Vigorosa es la presencia, y contundente el peso político de la mujer en el pantanoso terreno de la politiquería, y quien lo dude mire ahí a la Gordillo, pero mírela a lo disimulado, no se nos vaya a alebrestar. Ahora vean para allá, donde aquella otra dama pretende volar mucho más alto de lo que le dan sus faldas, por lo que se arrimó a un Dédalo que con cera de los pinos le pegue alas de cartón. Vean a la propia Ma. de los Angeles, aduladora por vocación, que intenta suceder en el cargo a López Obrador.

Pero no sólo al «compatriota» y no únicamente en 1992; también, y esto desde 1988, la Moreno exhibía su servilismo a un mediocre De la Madrid que remataba su sexenio. Ella, desde la subsecretaría de Programación y Presupuesto (¡siempre a la sombra de Salinas, su hacedor!) trató de dar color al gris rata del de las cejas alacranadas, y con estas palabras intentó justificar la gestión presidencial del desabrido:

«El no se siente frustrado ni defraudado por el hecho de que algunas metas no se hayan podido cumplir. No puede haber frustración porque muchos de los planteamientos iniciales se han superado, aunque en algunos otros las metas quedaron por debajo. Pero esto es algo que ocurre en cualquier sistema social vivo. SI, es como el fútbol americano: si tenemos diez yardas por avanzar y lo logramos, luego tenemos que avanzar más, ¿de acuerdo?

Claro, aún existe una deuda social con las mayorías (…) que implica desigualdades entre los grupos sociales, regiones y sectores, porque no todos tienen las mismas posibilidades. Yo, por ejemplo, he podido alimentarme, estudiar y viajar, tener un empleo a un nivel adecuado y todo un conjunto de prestaciones que han hecho de mi vida más que aceptable. No como algunos campesinos que difícilmente han salido de su localidad, y que están en un nivel de subsistencia…

¿El subempleo? Ese se da por diversos motivos: tiempo de trabajo, bajos ingresos o por realizar una actividad diferente para la cual se estudió. El indicador que se toma es el ingreso, y si éste es más bajo que el salario mínimo, se estima que hay subempleo, y en México hay una buena proporción afectada de esa manera.

Una de las principales características del Presidente De la Madrid ha sido su consistencia y veracidad. Desde un principio habló de una crisis muy severa y de la necesidad de afrontarla todos aun con un enorme sacrificio, aunque a muchos no les gustara. Así, se ha actuado con realismo al señalar que habrá metas que no se podrán alcanzar. Sin embargo, el esfuerzo y el empeño que se han puesto en esta administración son ejemplares, y por eso la firme voluntad de seguir adelante con el Pacto de Solidaridad Económica, que es un ejemplo de concertación, aunque algunos quieran desviarlo…»

Ese pacto horroroso, acuérdense. Ah, la Moreno. Ah, México. (Este país.)

Fue una noche de miércoles

De Toluca regresábamos en el compacto gris. Yo, con mi Nallieli, en el asiento de atrás; adelante, mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. y además (¡imagínense!) fanático de Madrazo, que dormitaba su cacardí (no Madrazo, el Jerásimo), y al volante el Chilillo, por mal nombre Germán, que amablemente se ofreció a transportarnos. «Total, que yo también tengo que ir a Toluca a refaccionarme de chorizo. ¿Le gusta el chorizo, bigotón?»

Ya nos acercábamos a la muy noble y vial cuando en eso, de repente, ¡Cristo Dios, el altoparlante! Primero un soplido, dos, y luego: «¡Ese del volks, ¿qué no oye? ¡Oríllese pa la orilla!»

– ¿Y ora qué, cuál es el UEDO? ¿O es la Policía de Caminos?

Y que el Chilillo mete el frenón, baja, se aleja unos pasos y se enfrenta al del de casco y forifai. Observé el elocuente lenguaje de manos que se alzan, se abaten, se empuñan; brazos que se abren, se cierran, sé cruzan, y testas que asientan, deniegan. Reunión en la cumbre y en pleno proceso de parlamentar. Diez, quince minutos más tarde, el volks. volvía a tragar asfalto. A pino fresco, el aroma de La Marquesa. Ahí nomás, tras lomita, las luces de la ciudad.

– Jijos de su repelona, con perdón aquí de la seño Nallieli. ¿Cuánto creen que me bajaron los jijos de la rechintola? Una buena lana que me bajaron. Ah, patrulleros, de veras que esos ni a madre llegan, y otra vez me la va a perdonar, señito. Pura transa, pura corrupción, y a fregar al que se deje, qué país…

– No, ¿y qué me dice de los burócratas, dije yo-. Meses yendo a Toluca a cobrar el costo de la conferencia que impartí sobre la honradez y el mexicano, y ya ven: volver con la frente marchita, como dice Cuco- ¿O Gardel?
Habló mi Nallieli: «¿Pero al cargar a burócratas y policías todo el peso de la corrupción del país no están siendo injustos?»

No, por supuesto. Ahí, dúo dinámico, el Chilillo y yo desgranamos todo el rosario de la corrupción. «Comenzando por el picapleitos de la lengua hiperkinética». «Y qué me dice de la prima dona, y los hijos de la susodicha, y de los amigos de Fox, el Fobaproa y el PEMEXGATE. Una pura corrupción».

Nallieli, en silencio mientras nosotros nos arrebatábamos la palabra: que si Madrazo y su derroche de fondos públicos cuando candidato a gobernador; que si la riqueza ilícita de humildes profesores rurales como Hank y Elba Esther, y que si los gobernadores salientes de Oaxaca, Guerrero, Quintana Roo, y Estrada Cajigal el de Moretes, y que Cabal Peniche, Isidoro el Divino y el aún más divino Oscar Espinosa Villarreal, y que si los hermanos de Fox, beneficiados del Fobaproa, y que si Ahumada, y que si Ponce, y que Bejarano en el reclusorio mientras que la Chayo Robles suelta todavía. «Un cochinero de politicastros, sea de la ganadería que resulten.» Mi única:

– ¿Pero corrupción sólo entre los burócratas, los policías y el gobierno? ¿No existen otras zonas del país donde se ubique la corrupción? ¿Cargarle todas las culpas a los asaltantes de camino real?

– De autopista, querrá decir, señito.

– En el paisanaje, ¿no se detectan evidencias de corrupción?

Válgame, el doctorcito que me cargó una factura que hagan de cuenta supositorio, y el abogado que me transó, y el maestro albañil que, como el zapatero, me quedó mal, y el del merendero donde fuimos a comer. Todos. Yo, tú, él, ellos. En esta sociedad todos a la ventaja y al grito de «el que no transa no avanza, y a mí no me den, pónganme donde hay», y «el que tiene más saliva traga más pinole». Lo admití: «Todo en nuestra comunidad se torna ventaja, engañifa, impuntualidad, irresponsabilidad, y dar lo menos cobrando lo más».

– ¿Y esta comunidad descompuesta tiene cara de reclamar a gritos a Fox, a su «prima dona», a los sinvergüenzas del PRI? (Viene dormido el Jerásimo.) ¿Nuestra conducta sí se rige a moral personal, a moral pública?

– ¡Señito, que me ofende al compararme con los corruptos del gobierno!
Yo, por suavizar el ambiente: «Bueno, ¿y por qué fue la extorsión de los beneméritos de Caminos?»

– ¡Móndrigos quezque nomás porque los documentos del coche no están a mi nombre! ¿Cómo canacos van a estarlo, si la tartana no es mía?

– ¿No? ¿Entonces..?

– Es de un cliente. Me la trajo hace un par de meses pa que le arreglara las luces, y mire a qué horas le volvieron a fallar.

– Si el coche no es suyo, ¿cómo es que lo trae en servicio?

– Ando probándolo. Ya van dos veces que me lo llevo a Acapulco, y hasta orita me vino a fallar el chinche fusible; como le puse uno ya tronado, nomás forrado con papel de caja de cigarros, papel orito, pues…
Nomás me quedé pensando. Paisas. (Ah, paisas…)