Si Cristo bajara a la tierra

Seguramente volverla a empuñar el látigo para expulsar del templo a los mercaderes, esos vendedores ambulantes que se han apoderado del atrio de la basílica. (Dirigente del comercio establecido.)

Que hace años visité a La Morena para implorarle el milagrito con mi morena, les contaba ayer, y que para llegar hasta el pie de la tilma cometí la temeridad de abrírmelo (el paso) en la selva virgen, o casi, del invasor. Hoy, la noticia: los vendedores mantienen copados (¿capados?) atrio, basílica y anexos, y que sus puras criadillas han frenado el avance de una tal Plaza Mariana. Sigo la crónica de mi aventura, que fue desventura:

Que implorando el milagro de salir con vida de la turbamulta de tenderetes miré el retablo del Divino Rostro, pero el ingenio de los imagineros: al alterar el ángulo de visión y gracias al artificio de unas placas de vidrio, el Divinó se transformó en La Morena. Al persignármela, un meneo del cogote y ¡tíznale!, el rostro bobalicón de Juan Pablo II. Bueno, pues, de perdida Ante el bobalicón y presunto beato dibujaba la cruz, cuando, al mover el pescuezo, válgame, me la estaba persignando frente a un anuncio de Sabritas patrocinador de la gira papal. Por último, apareció la imagen de San Juan Diego, del Niño Fidencio o el Ánima de Sayula. ¡No, era Bush! Sentí el amago de vómito. Dios, tú,ausente en toda esta industria del fervor inducido…

Di tres pasos de lado, y empujado por la multitud de penitentes como yo me fui sobre el tenderete de medallas milagrosas y juanpablos de yeso, producto chino (concesión y licencias vendidas en dólares por Norberto Rivera, político y cardenal). De repente, entre santitos de yeso: ¿y eso? ¡Una taponadura total de la vía dolorosa (los 46 centímetros que se abrían en la jungla de tenderetes), generada por los peregrinos que venían en sentido contrario! «De San Cirindanguillo el de Enmedio», me informó el de la cotorina. Alientos acedos, ácidos alientos. «Y cómo fregaos no, si llevamos desde oscura la mañana bien taponiados». «Ah, estreñimiento. ¿Cenarían tunas?» «Taponiados, que ni para atrás ni pa adelante, aguantándonos el hambre y las ganitas de desfogar». «¿Vienen a dar gracias, a implorar algún milagro?» «Todavía en la mañana veníamos a rogarle a La Morenita que nos chispara al ratero que nos impuso el PRI. Más tarde le pedíamos el milagro de que esta cola avanzara. Ora sólo le suplicamos que nos ayude a salir de aquí.»

Y ándenle, que de repente y a gritos, la ventrudita: «¡Chencho, aquí el bogotonzón este se me trepó a la cola y me la está empuercando!».

– ¿Yo? ¿En semejante apretura?, protesté. ¿Podría yo propasarme sexualmente con usted? Ni cómo subir la mano y ponérsela donde dice, vea.

– ¡La cola del vestido, no se haga que la Virgen le habla!

Blanco, nupcial. Uno de mis botines, pisándola. En la apretura logré alzar el pie el tanto de 4 cms. El Chencho: «No se apene, mi señor, es que la Concha está muy sensible». Y con razón. Según esto, se casaron ayer, y se les ocurrió pasar el estreno cerca de la Patrona. «En un hotelito de allá enfrente». Y que llegaron al cuarto y se encerraron, y órale. «En los mameyazos, mi señor, ¿pues no sale del cuarto de baño el ambulantaje? Que viagra con sabor de grosella, y que globitos de Taiwán, fayuca legítima, éstos no se pandean con el trabajo sucio ni la obra negra». Y que el acto fallido lo fueron a rematar bajando las escaleras, en un recodo de la planta baja. Al salir, aquello todo inundado. «Pero si no es tiempo de lluvias». «Inundado, pero de ambulantes, que ni cómo agarrar rumbo a la central camionera. ¿No, Concha…?»

Y acá seguíamos la runfla de peregrinos, jadeos, tentaleos, pujidos y restregones. ¡Y aquella piel desnuda en mis manos! Suavecita, sin celulitis, pero lástima; de machín. » ¡Y bien macho, sí señor! Mas que me vea en cueros no pensar mal». Resultó ser un prófugo de los baños públicos: «Allá enfrente. Yo entré a mi regaderazo semanal, y ya en cueros iba al vapor, cuando en eso sésgale, el chisguete frío en pleno lomo y partes retrógadas. Un limpiaparabrisas, intentando lavármelas. Y que parto carrera, y al tratar de regresar, la apretura, y yo, nalga vil, aguardo que se haga de noche, pa su».

«Yo pior, qué bochorno (el panzón): Ahí, en los sanitarios públicos, pagué, entré, y ya me disponía a hacerlo como Dios manda, cuando ahí enfrente la chava: «Productos higiénicos y otros rollos, patrón, pruébelos sin compromiso. Supositorios para ayudar a evacuar. Oferta». Mis valedores: 4 horas más tarde lograba yo arrodillarme a los pies de La Morena. Y ocurrió que al mirarla, ¿pues qué? ¿No se alegraba con mi presencia? ¿Por qué tal dolor en su rostro? Miré en derredor: a gritos y manotazos, una turba le exigía el milagrito: «¡Que saquen del tambo, patrona, a nuestra patrona..!»

La Barrios. En las pupilas de La Morena la furtiva lágrima. (Dios…)

Yo, penitente…

Tres veces han frenado los ambulantes el arranque de la Plaza Mariana…

Noticia del domingo anterior, mis valedores, que de inmediato me remitió al incidente de hace años, cuando se me ocurrió ir a echarme a los pies de La Morena, sin sopesar, aturdido de mí, los riesgos que implicaba la noticia:

Unos 3,000 vendedores ambulantes copan la Basílica de Guadalupe y la Plaza de las Américas. Ya invadieron totalmente el deno minado Puente Papal, con cuya actitud impiden el paso de las incesantes peregrinaciones. Se hallan instalados a las puertas del atrio, pero burlan la vigilancia policiaca y…

Y lástima, porque me tuve que quedar sin el milagrito del que andaba urgido por esos días. Y es que aquel día para mí desdichado, muy de mañana, me disponía a viajar hasta el pie de la tilma milagrosa para contarle ala del Tepeyac mis congojas de amor, y que La Morenita se lo ablandara a mi morenita, su corazón, cuando ahí, macabrona, aquella noticia que por la repetitiva ya no debería sorprenderme, pero sí ponerme sobre aviso:

Los nutridos grupos de peregrinos tienen que entrar ahora por las puertas laterales del lado oriente. Por el frente resulta imposible…

Que por el frente, imposible, mucho menos por atrás. Y yo no. Si no es por donde Dios manda no, y si ante una plaga que padece en carne propia como es la de los ambulantes, La Morena no ha intercedido ante Dios para el imprescindible milagro, menos va a conmoverla mi achaque de amor. No. Que la Patraña siga sufriendo a los siervos de la Barrios, la Rósete o la Sánchez Rico. Allá ella. Yo no. Cómo, si aún recuerdo, y quedé escarmentado, cuando me vi a las puertas, si no de la muerte, sí de la basílica, trauma del que aún no me repongo. ¿Y ahora vivir de nuevo la pesadilla? ¡Nunca! Me acuerdo y miren: se me pone la carne de gallina. Fue ahí, en el blanco diván de tul, cuando aquellos calambres, los estremecimientos. Ariel Mojarro, psicólogo:

– Bueno, sí, pero cálmate y deja quietas tus dos carnazas, que ya me echaste a perder tres agujas y se chorreó toda la ración de tranquilizante. Menos mal que reaccioné a tiempo y como se pudo logré canalizártela por vía de lavativa, papá. Y ahora sí, calmadito y sin calambrinas, me vas a relatar tu experiencia traumática de la basílica y sus beneméritos ambulantes.
Y sí, ya amansado por el tranquilizante, fui relatando al psicólogo el episodio que ahora cuento a todos ustedes, cuando aquella mañana de miércoles allá va este penitente. Penitente, sí, ¿por qué no lo pensé 100 veces? ¿Por qué no medí el grado de dificultad? ¿Por qué no reculé a tiempo? Porque ocurrió que para llegar al templo primero tendría que atravesar la avalancha, la arribazón, el tsunami de puestos y tenderetes del ambulantaje, que se había apoderado de la zona sagrada: millares de exvotos, jaculatorias impresas, milagros de plata imitación solohoy, bulas, cromos, rosarios, escapularios, velas de ceray de parafina, la veladora y el cirio pascual, oraciones en cartulina color magenta y esos retablos piadosos en rabioso technicolor y en la proporción consabida: del total de existencias se ofrecían juan-diegos hasta en un 2 por ciento, cristos y sagrados corazones, un 3 por ciento más, y un 4 por ciento de últimas cenas; por cuanto a los cromos de la Guadalupana, hasta en un 36 por ciento del total (barata de quemazón) el 55 por ciento restante, y con sobreprecio, Juan Pablo II, Dios. (Dios no en remate, sino como simple exclamación). Temerario imprudente, la escalofriante visión del ambulantaje no me arredró. Yo, enfervorizado y ansioso del milagrito, anhelaba acercarme hasta La Morena, de modo tal que después de persignármela y encomendarme a Dios, allá voy: dos, tres pasos y me engulló aquella selva virgen, o casi, de cubiculitos entoldados donde los cubiculotes del ambulantaje expedían, expedían y expelían su religiosa mercadería mientras a 2 mil decibeles:» ¡Mi camisa negra, como tu alma y tu calma!» Algo así, Santo Niñito…

Pistojeé para todos lados: qué había sido de mí, náufrago en el apeñuscadero de aquel zoco en pleno hervor. Me azoré, me la volvía persignar, y por el senderito que los tenderetes permitían al romero (vía dolorosa, de 35 a 70 cms. de anchura) comencé a avanzar así, miren, de ladito y conteniendo la respiración, sin saber de cierto si entre el apretujadero ya me iba o ya me venía. Dos, tres pasos al frente, y los juandiegos rozábanme el frente mío, mientras los retablos del Pocito me escoriaban el pocito. Horror…

Faltándome el aire y ahogándome entre tufaradas de rancios alientos y emanaciones de pocito santo, traté de orientarme por el sol, pero allá arriba toldos nada más, y aquella parda rajuelüla: smog. Ave María. Y el ingenio de los imagineros: en un retablo miré la imagen del Divino Rostro; quise, del fondo del corazón, que me libertase de la vorágine, pero al cambio en el ángulo de mi visión y por el artificio de ciertas rejillas de vidrio, ya el Divino Rostro era… (Mañana.)

¡Bendije a Manolo Sahagún..!

Ayer les contaba, mis valedores, que de la farmacia tomábamos La Maconda y yo, ella con su paquetote de medicinas y yo con mi paquetito. (Supositorios.) Al subir las escaleras, el apretujamiento de vecinas nos estorbaban el paso y válgame, todo fue descubrirnos al pie de la escalera y ándenle, se nos dejó venir el tsunami que, de regreso del tianguis, nos aplastó con sus canastas, bolsas y bolsones. Y la estridencia, la escandalera de voces alborotadas. «Ahí compermiso», dijo la Maconda, y friégale:

– ¡Miren quién llegó, muchachas, hablando del rey de la Roma..!

Y válgame, «las muchachas», crispación y violencia:

– Y todavía la seño nos llega muy exigente; que se lo abramos, el paso.

La interfecta: «Oigan, pos qué se traen…»

– ¿Que qué nos traemos? ¡Orita le decimos qué nos traemos! Pujidos, resoplidos: «¡Mire usté, neo-panista de miércoles, el pinchurriento mandado que alcanzamos a comprar con la chamba que Fox le dio a nuestros viejos, a los que chamba les tocó! Y él necio con embombillárnosla más adentro, su campaña del ‘cambio’. ¿Así agradece a los que se lo aprontamos, el voto?»

Yo, atrinchilado entre canastas básicas: «¡Pero sus huevos qué culpa tienen, señora, y se le van a romper! ¡Y sus pepinos, que me los incrusta en la oreja! ¡Y ultimadamente reclámenle a la neopanista, que fue la propagandista de Fox! ¡Y ustedes, que le hicieron caso! No pensarán que yo le di mi voto, ¿verdad? La Maconda, en cambio…» (¿Y ella? ¿En qué momento se escabulló?) En la pelotera la Bicha me badajea aquel como instrumento de granadero, no prieto como el tolete, sino amarillo; un plátano macho. «Que me araña las niñas».» ¡A las de Juárez las violan y matan a puñaladas. A nosotros nos viola Fox con sus falsas promesas para luego matarnos de hambre con su crecimiento anual ‘del 7 por ciento’! ¡Aquí llevo las promesas de Fox, mire!»

– ¡Su papayita me está pegoteando la cara! ¡Retíreme su mamey ¡Y usted, tía Conchis, me está restregando sus dientes en los mostachos..!

Dientes de ajo. A lo desesperado buscaba a La Maconda, pero ella, andavete; abandonó el barco que hacía agua. Yo, náufrago del Titanic cimarrón: «Me repega su chambarete. Su retazo con hueso, señora». En mi parte trasera aquel nabo doble ancho. «Sésgúele». Y doña Tintorera, 200 arrobas embijadas de sudor, que se me vinieron encima.

– Que me apronta su rabo en la boca, señora, y apesta muy feo». Rabo de cebolla. Sentí el apachurrón en mi paquetito;» ¡Ya me lo hicieron mermelada de supositorios!» Y el embarradero.» ¡Mire lo que van a comer mis chamacos pa que la Marta puros calzones marca Rubistáin..!»

Y tíznale, con el bolsón. Y el empellón, el caballazo, la altisonancia contra Fox, contra Marta, contra La Maconda. Contra mí, el linchamiento. Yo, quijote patético, salí en su defensa; neopanista, pero mujer. «La Maconda qué culpa tiene de que unos aturdidos le hayan creído sus campañas de propaganda a favor de Fox! ¡No me lo estrujen!» » ¡Pa usté también tenemos, que no denunció a tiempo el desmadre! ¿Qué fue del remedio a la pobreza, a la inseguridad? ¿Y el empleo para todos? ¡On tan mi volcho, mi tele y mi changarro?» Y que me la jalan, la camisa, y que se me vienen encima, y que intento escabullirme:» ¡Y usté, que no denuncia a Fox en Alarma

Cómo aclarar, en pleno linchamiento, que es METRO, no Alarma, Pero Dios es grande, ni duda; en eso, desde lo alto de la escalera, La Maconda: «¡Yujuy! ¡Paquese les baje la calentura, vénganse al agua fresca..!» (Dudas, reticencias.) Y lo que de veleidosas tienen las turbas en el linchamiento: vi que aceptaron la invitación de La Maconda, treparon las escaleras rumbo a su depto. y entraron a tropel, donde a porta gayola y con ollón de este pelo recibió a las linchadoras: «?rale, mis muchachonas, a refrescarse la hormona».

Se la refrescaron. «Pa bajarse la muina, ¿no?» Y que mmm, fresquecita, y es horchata, y que se vale repetir. Sabrosa. Una y otra vez. Y la plática, mansa como manso río. Salucita. Me sorprendí repitiendo las palabras de Fox (¡y las creía!): «Gracias a nuestro trabajo para combatir la pobreza hoy las mujeres, los indígenas, los campesinos y las familias de nuestras ciudades, que por años fueron marginados y olvidados, cuentan con todo nuestro apoyo real para salir adelante. Hace 10 años, una persona tenía la posibilidad de elegir entre 50 marcas de automóvil; hoy puede elegir entre más de 700 modelos». Y aquellos regüeldos a la horchata. Nos fuimos yendo por esa puerta. Felices. Sonrientes. De la habitación salió la vocecilla tipluda, iracunda, de la de Silao:

– ¡Hija, ya no aguanto los nervios!¡ Qué pasa con mis tranquilizantes!

¿Sus qué? Con razón la horchata me supo agarrosa. Pero qué importa; esa mañana sonreía, canturreaba, bendecía a Fox. ¡A Marta! ¡Al Manolo! (Tíznale!)

Quitapesares

Mis valedores: la felicidad. ¿La conoce alguno de ustedes? ¿La ha experimentado por estos días? Ya escucho el retobo del impaciente, que me la va a interpelar:

– Ándale, tú, quezque la felicidad. ?iganlo, se los vendo. ¿Algún aturdido habrá en este país que pueda conocer la felicidad mientras respire el mismo aire del mismo mundo de Los amigos de Fox, Fox y su Marta Sahagún, los hijos y toda la parentela de Marta Sahagún, Arturo Montiel, los hijos de Arturo Montiel, la madrastra de los hijos de Arturo Montiel, el apostador Creel Miranda, el cochino fondo de doña Carmen Segura (fondo para desastres naturales), el helicóptero del amor del gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, y toda esa chiquillada de corruptos de tono menor como son los Imaz, Quintero, Bejarano y Sosamontes, Jesús Ortega el talamantero y los agentes de la PGR narcos, torturadores y asesinos? ¿Feliz uno que viva en el México del Fobaproa, el PEMEXGATE y el modelo neoliberal, teniendo que vivir, sobrevivir, en un mundo que toda esa cáfila de sinvergüenzas han tornado cloaca, alcantarilla y canal del desagüe? No, bigotón: entona romanzas, baladas, loas, pero no odas…

Y que feliz en el sexenio de Fox sólo un Carlos Slim o, de plano, alguno enfermito de su razón. Y yo contesto al de la interpelación:

– Me la va a perdonar, pero ayer fui feliz; totalmente feliz; completamente. Media mañana conocí la felicidad, y eso, a muchos les consta, no es poca fortuna. ¿Que quién me proporcionó semejante felicidad? Pues claro, sí, por supuesto: una mujer. ¿Qué si fue mi Nallieli? No, esta vez fue nada menos que la señora viuda de Vélez. Sí, La Maconda. ¿Que es viuda y jamona, que ya no se cuece al primero, que unos kilillos de sobrepeso, y de pilón reaccionaria, neo-panista y adoradora de Diego el barbón? ¿Que a cada rato se trenza en concertacesión con mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., para que a la hora de los remordimientos vaya a buscar la querencia del político golfista, gourmet catador de vinos finos y obispo en sus ratos perdidos, uno de nombre Onésimo Cepeda? Pues sí, ella fue la hechicera que con su filtro encantado me dio la felicidad, y esto lo digo no para despertar envidias ni por dárselas a desear. No, no, cuál adúltero, cómo que desleal. Mejor entérense de la historia, y después hablamos.

Fue ayer, a media mañana. Por mera casualidad La Maconda y yo coincidimos en la de Dulces Nombres, medicinas de patente, y yo con el mío así de pequeñito y ella con el suyo así de grandotote enfilamos rumbo al edificio de Cádiz. Mi México, en calma, su aspecto habitual y el rostro del diario: sobre nuestras cabezas el helicóptero hasta la caramba de torturadores de la AFI, unos con sus cortas y otros con sus largas, de alto poder; sobre las azoteas, aleros engrifados de «cuernos de chivo», y perros rastreadores con madrinas atados a la trailla; acá, a ras de suelo, una manada de patrullas aullando como parturienta con el chamaco atravesado. Yo, aquella corazonada…

– Chiquito el suyo -maliciosa, suspicaz, La Maconda. Yo tragué saliva.

– Usted, en cambio, prefirió uno doble ancho, tamaño familiar…

– Para mi madrecita, que ya muy enferma me acaba de llegar desde Silao y está en cama la pobre, con su sistema nervioso hecho garras, al grado de que el doctor le recetó unos calmantes que son los más potentes del mercado. Como mi madrecita se regresa al terruño, de una buena vez le compré la dotación de varias semanas.

Siguió observando el mío, y la sonrisilla de burla. Mentí:

– Unas ampolletas para mi primo el Jerásimo. (¿Revelarle que era mi dotación de supositorios?) Y allá veníamos a buen paso. De repente, a 3 mil decibeles en la radio de aquel changarro que en la fachada lo proclamaba: «Sanitarios 2.50, sea del uno o del dos»: «México, ¡ya cambió! Y si seguimos por este mismo camino…» La ráfaga de viento helado. Instintivamente me arrimé al calorcito de La Maconda. Su sonrisilla coquetona:

– Me extraña, bigotonzón, y me la vas a perdonar, pero como anda siempre en la vil chilla, yo hubiera jurado que a usté se lo surte el doctor Simi.

– ¿Yo, dejarme chamaquear del tío del Niño Verde? El y toda su raza, cáfila de traficantes de medicinas «similares»? Yo, de ése, nada. Pobremente, pero yo medicinas de patente o chiquiadores de ruda. Del doctor Simi, nada de nada, señora.

– Le echáramos porras para que llegue a la presidencia, ¿no?

– ¿Qué? ¿Qué fue lo que dijo? Un presidente «similar», ¿se imagina?

Y a Cádiz. Pero ándenle, quién iba a imaginar… (Eso, mañana.)

¡Milagritos no..!

Yo no quería que Juan Diego fuese canonizado, mis valedores,yal menos sé de otro más que le huía a los altares. ¿Quién? Adivínenlo en la crónica del Nican Mopohua:

El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa de Tlatilolco, y cuando venia llegando al camino que sale ¡unto a la ladera del cerrillo de Tepeyácac, hacia el poniente, por donde tenia costumbre de pasar, dijo: «Me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Señora».

Pero ahí salió a su encuentro al otro lado delcerro y le d¡jo:u¿Qué hay,hijo mío el más pequeño? ¿Adonde vas?»

Niña mía, voy a causarte aflicción: voy presuroso, Señora, porque está enfermo un tio mío, Juan Bernardino, y voy a llamar a un sacerdote.

(Hasta aquí el Nican Mopohua, pero finjan ustedes que el documento continuó según la fabulilla.)
Pero ahí siente Juan Diego, como escalofrío,que la Señora del cielo mirábalo con su modo de mirar, y que leía en lo profundo de su ánima. Avergonzado de su mentir, Juan Diego clavó una rodilla en tierra:

«Y cómo engañarte a ti, Niña mía, cómo engañarte. Has de saber que de intento torcí mi andadura para hacérteme el perdedizo, por lo que ahora te he de decir: anoche mi tío Juan Bemardino, en sus delirios fiebrosos, tuvo una a modo de revelación-, de súbito, como extraviado, al verme llegar se me quedó observando como si no conociérame, y pegando un gran suspiro, clamó y dijo:

» ¡Dichosa la mía semilla, y bienaventurada mi sangre, porque aquí mi sobrino Juan Diego llegará a los altares..!» Sus ojos. Niña mía, fulguraban.

(La Señora del cielo, mansas pupilas, miraba a Juan Diego y sonreía…)

«Entonces me eché a dormir, pero no dormía. ¿Yo a los altares? Eso quiere decir que la Niña mía del cielo va a convertir el desierto en rosas, y las rosas de la tilma en el milagro de su Imagen del Tepeyácac, y que al prodigio la cristiandad va a edificar capillas, ermitas, templos y basílicas a la hora y gloria de Dios y su Madre santísima»

(EUa, sonriendo, le extendía sus brazos.)

«Lo supe entonces: de todos los rumbos de la rosa van aacudir hasta ti romeros y suplicantes, pero también un pontífice reaccionario y dado a los viajes, que en una de esas va a contemplar a mi pobre México sambutido hasta el pescuezo en la pobreza global, a una comunidad flagelada, castigada por el modelo neoliberal, y un descontento que amenaza tronar no como el cambio pacífico de una ciudadanía que aprendió a pensar y crea la estrategia para darse un gobierno al que obedecer como su mandante, sino como las masas saben estallar: a lo espontáneo, a lo inútil. «Ah, no, ¿revolucioncitas a mí?» Y el Papa va a urdir el truco de darles un batoun beato, más bien- y luego un santito que sirva de pararrayos a la cólera de mis paisanos. Yo, Niña mía, mirándome de santo reaccionario intentaba dormir, pero el sueño, andavete, Señora del cielo».

(Vio entonces, o afigurósele, que se añublaba el mirar de la Niña…)

– Y así, Madre mía, presentí que mi expediente, que en cosa de cuatro siglos había dormido en santa burocracia el sueño de los justos y de los beatos, de repente iba a levantarse y a andar, de suerte tal que en el amanecer del siglo XXI estaría yo de las de acá, en mi nicho de santo de palosanto…

» ¿Y tal presentimiento atribula tu pecho, hijo mío el más pequeño?»

«Y cómo carambas no, con perdón. ¿Tú conoces a mis paisanos? ¿Te imaginas al más pequeño de tus hijos tieso en su nicho, con la marabunta de penitentes a mis pies -a mis sandalias-, exigiendo de Dios, por mi beatífica intercesión, lo que hoy exigen inútilmente al gobierno? Por un momento imagínalo: santito Juan Diego, que Dios obligue a Vicente Fox a cumplir su promesa de cambio. Santito, protégenos del neoliberalismo. Que se detenga esta locura. Santito Juan Diego, qué vamos a hacer. Ya más no podemos. Te rogamos, óyenos. ¿Te imaginas, Niña mía del cielo…?

Fue por eso, Niña mía. Para evitar que los paisas, a lo inmaduro, sigan delegando; por forzarlos a asumir el papel histórico que les corresponde; por eso fue que traté de hacérteme el perdedizo. Niña amantísima, tú has de perdonar ala más pequeña de tus criaturas, pero…

¡Santo no! ¡Todo lo que quieras, Niña del cielo, pero Santo no…!

La de Guadalupe, entonces, juntó sus dos manos, ladeó su cabeza, en suspiró y parece que sus pupilas se rasgaban. Y así se nos quedó en el Milagro.

(Obsérvenla.)

¿Te enchufaron la picana..?

Les conté ayer, mis valedores, que la curiosidad por conocer la picana instrumento hoy felizmente desterrado de los métodos policíacos para hacer confesar al sospechoso de ser sospechoso de algo levemente sospechoso, me llevó a solicitar de mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., una entrevista con algún judicial o de la AFI, por si de casualidad había oído hablar de la tortura y de uno de sus instrumentos científicos, la picana El Jerásimo me condujo hasta el cubil de su amigo, de la AFI, a donde llegamos por un corredor que da a un sótano que da a un socavón que da en las narices con su aliento pestífero a humedad y desechos hu manos. De casualidad conocía la picana «Señor: ¿cómo fue introducida a nuestro país?»

– Por atrás, como siempre.

– Su forma ¿de cautín, de rasuradora eléctrica? ¿Se enchufa a la corriente? Si es de pilas, ya oigo al judicial a medias de una sesión justiciera: «Ay, en la madre, güey, estoy operando con las baterías bajas. A ver, madrina Chilaquil, váyase de volón a la farmacia Cristo Rey y cómpreme un juego de repuesto, o el juego va a ser aquí para mi sospechoso. ¡Y tú, jijodiún! ¿Por qué te quejabas, si apenas te estaba haciendo cosquillitas en el aquellito..?»

¿Son de fabricación nacional, se consiguen de fayuca en Tepis Company? ¿Cómo se dice picana en inglés? ¿Y en hebreo? Si son chinas o japonesas traerán radio, calendario y despertador. De ser made in México, cuando fallen habrá que usarlas como marro, ¿no? » ¡Habla carbón, o te deshago la choya apicanazos..!»A la acción de utilizar la picana ¿cómo se le llama? ¿Picanear, picanizar? ¿Algún modismo vernáculo? Ya que se inicia la primera sesión de tortura del día ¿la picana la consiguen mediante vale en el almacén? ¿Dejan importe? ¿O tal vez cada elemento de la Justicia tuvo que agenciarse su propio instrumento? «Híjole, manís, qué chillada comprastes, me cái. No que la mía ya no pasa la verificación, menos el alcoholímetro, güey. ¿Y con qué suertudo la vas a estrenar, güey?»

Cuando una picana se descompone, señor, ¿cuentan ustedes con un técnico especialista en reparación de picanas? O a lo mejor se la llevan al técnico de la esquina «Ándale, maestrín, que dejé a mi sospechoso ora sí que en están bai» «No, mi comanche, yo sólo sé de picadoras de fruta y batidoras de huevos». «Ah, ¿y esta no lo es? ¿Quieres comprobarlo? ¿Ah,verdá,güey…»

¿Las picanas son lavables? Ya que se terminó de impartir Justicia, ¿hay que pasarles una franela con aceite, con alcohol? Sí, usted sabe: moquis, cadejos de greña saliva sudor, caspa cachos de cuero cabelludo, sangraza heces fecales, esputos -no de los que usted cree. ¿Ronronean como gatos satisfechos? ¿Chillan como gatos en celo? ¿Parecen llorar, pujar, lamentarse o suenan como un bramido, en contrapunto con el bramido del sospechoso? ¿Tiene punta de forma adaptable a senos, axilas, orejas, lengua vagina vulva ano, testículos? ¿O son testículos y ano los que han de adaptarse a la punta de la picana? Al accionarla señor de la AFI, ¿vuelve de lado su rostro? ¿Traba las quijadas? ¿O la acciona a lo artesanal, como quien trasquila borregas? Cuando picanea mujeres, ¿se excita, suspira, le da por lo sentimental? ¿Recuerda usted si de niño recibió besos de su madre? Al término de un día de labor y ya rumbo a casa, ¿tiene, aguardándolo, una Nallieli que le bese esa mano que sostuvo la picana? ¿Tiene un Tomás primogénito? De tenerlo, ¿puede mirarlo a los ojos? En la noche, señor, ¿puede fundirse carne a carne con su amantísima? Luego…¿dormir? De dormir, ¿sueña? De soñar, ¿qué clase de sueños? Dice Fox que en México se desterró la tortura y Fox nunca miente. ¿Entonces? ¿Cuántas picanas calcula usted que han quedado fuera de servicio? Ahora que están ya en desuso, ¿no se pudiesen aprovechar para algún otra actividad? Pirograbado, tal vez. Como vibradores Consoladores. En fin.

Mis valedores: el de la AFI, que hasta entonces me había escuchado en silencio y atejonado en las sombras, de repente se me vino encima, me prendió del pescuezo superior, me atenazó con los brazos y me descoyuntaba las vértebras. Yo, la asfixia.» ¡Orita contesto tu interrogatorio, carbón!» – – ¡Au… áu… gilio… Gegágimo..!

En fin. Al rato me reponía en el sillón de la estancia. Trasudado, tembloriqueando, la cara estremecida de tics, con manos temblonas afianzaba el pocilio de tila con cuachalalá que me aprontaba mi única. «Pobrín de mi amor. ¿Pues a dónde lo llevó usted, licenciado Jerásimo?»

El cual me miraba y sonreía, el muy burlón: «Si nomás lo llevé a la cárcel clandestina que el gobierno ha puesto al servicio de esta colonia Tu reportaje sobre la picana, bigotón, ¿cuando sale en Alerta? Yo conozco la técnica del Yaraguán, y… Te la enchufó, ¿verda? Su picana». Y sonreía, el muy… (En fin.)

¿Hipocresía, desvergüenza, cinismo..?

¿Cómo calificar la reciente declaración del que es cabeza (de vaca) de la Procuraduría Gral. de la República? La tortura y posible asesinato de los cuatro «zetas» mostrados en el video «jurídicamente no fue tortura, porque los agentes torturadores de la AFI actuaron por cuenta propia…» Mis valedores:

Yo sí le creo al Procurador: no fue tortura, porque esa práctica ha sido erradicada de la policía. Hasta con 10 años de prisión se castigará a elementos de la policía a los que se les compruebe prácticas de tortura, advierte el Código Penal, y el Diario Oficial: La tortura, como un sistema para obtener declaraciones de personas involucradas en delitos del fuero común, acabó en las Procuradurías. Ya no se utilizarán recursos como la picana…

La picana. Del nombre tuve referencia, por primera vez, hace algunos ayeres, por cierta foto del vespertino, y qué foto: veinte, treinta uniformados se desplazaban por media calle de una ciudad semidesierta, fantasmal, mientras portaban en las manos pértigas de hierro. Y el pie de foto:
Policias con macanas eléctricas se dirigen a levantar el plantón que mantienen las mujeres en demanda de agua. Se utilizarán picanas…

Picanas, una vez más, esas que en mi país

han dejado de utilizarse como instrumento fundamental de la investigación científica para que la Justicia prevalezca y resplandezca, como hoy mismo resplandece. Picanas. ¿Cómo serían las picanas, qué forma tendrían, qué dimensiones? Hace tiempo me di a visitar reclusorios, y al dialogar con internos recién salidos de las manos policiacas observé las mataduras de algunos órganos recién chamuscados, donde el sadismo cebó su virulencia demencial, enferma, patológica. «Rastros de la picana», me decían algunos internos, y yo:

– ¿Pero qué es la picana, cómo funciona, cómo quema la carne?

Ellos torcían la cabeza clavaban la vista en el piso y no respondían. Yo, entonces, ante la noticia de que en nuestro México se desterró la tortura, y con ella la propia picana, sentí la malsana curiosidad de indagar sobre el ya anacrónico instrumento de tortura y recurrí a mi primo el Jerásimo:

– Tú, como licenciado del Revolucionario Ins., has de conocer las corporaciones policíacas, y aun alguna de las inexistentes casas de seguridad…

(Facilísimo). «Vamos a la de aquí ala vuelta».

Tomé mi grabadora: ¿qué clase de casa sería, si yo nunca he visto ninguna que me resulte sospechosa más allá de la leonerita y el burdel clandestino? ¿Pero a dónde me llevaría el consanguíneo? ¿A una casa de seguridad, a un centro de arraigo? ¿A dónde? Me la persigné. Obre Dios.

Y sí, al rato entrábamos a un corredor que da a un sótano que da a un socavón pestilente a humedad y desechos humanos que tomé por estacionamiento en desuso y resultó ser la cárcel clandestina que la Justicia asignó a mi colonia. De entre las sombras y la pestilencia del cubil emergió una figura levemente humanoide. «Aquí te lo dejo, Bruslí. Neoco-munistoide, pero inofensivo». Y que se retiraba a ponerse a las órdenes de un tal Madrazo.

Yo, al madrazo del temor: «Oye, no, espérate». Se esfumó. Descompuesta, mi voz:

– La picana, señor, ¿pudiera hablarme de la picana..?

– Y de cuerpo presente, mono. ¿Qué, aguantas que te la enchúfemos en el asterisco pa que la vayas conociendo? Porque me estraña que no la conozcas…

– Yo de los símbolos justicieros de mi país sólo toga y birrete conozco, y aun leyes diversas y los edificios de las procuradurías, pero signo ignorante acerca de ese entrañable tuétano de la Justicia que es la picana, hoy ya descontinuada. ¿Cómo es, cómo era la picana, señor?

– Me estraña. ¿Uno con facha de ficha no conoce la picana? No mames.

– ¿Cómo fue introducida en México, señor..?

– Por atrás, como siempre, y ya encarrera-da se siguió con los aquellitos.

– ¿Fue introducida por alguna de las corpo-raciones policíacas extranjeras que operan en este país soberano, independiente, libre y autónomo? ¿Asesores de Estados Unidos, Inglaterra, Israel? Es para un reportaje…
– ¿Pal mero rey de la hemoglobina, la moronga, la nota roja, o sea López Dóriga? Porque yo pal Salinas Pliego como que no; ese me da un así como que asquillo, la verdá… (Eché a andar la grabadora.)

«Qué forma tiene la picana, señor? ¿Es como un cautín de soldador? ¿Como rasuradora eléctrica? ¿Es portátil o se enchufa a la corriente? Porque si el instrumento es de pilas, ya parece que oigo al judicial en el momento en que la picana en la diestra y con la zurda limpiándose el sudor, interrumpe la labor justiciera:» ¡ Ay, en la madre, a esta madre se le bajaron las pilas! A ver, tú, el madrina, te me vas de volón a la farmacia Dulces Nombres y me compras un juego de repuesto. ¡Y tú, jijodiún…» (Eljijodiún, mañana.)

Sepulcros blanqueados

Tartufos son, y simuladores, que ante la atroz pandemia del SIDA fingen interesarse y colaborar (¡orar!) en el «alivio» de esos millones de desdichados que tal vez a esta misma hora agonizan en Africa y Latinoamérica, principalmente. Gesticuladores son, el Papa de Roma a los obispos del mundo. Y si no, a los pruebas:

El Día Mundial de Lucha contra el SIDA (lo. de este mes) lo proclamó Joseph Ratzinger, pontífice: «Yo me siento cercano a los enfermos de SIDA y a sus familiares, invoco para ellos la ayuda y el consuelo del Señor, y aliento las numerosas iniciativas promovidas para acabar con esta enfermedad…»

¿Ah, sí? ¿Y no era Ratzinger el Gran Inquisidor cuando Jerónimo Prigione, nuncio del Vaticano en nuestro país, se engrifaba de indignación?

Me indignan las promociones que se han hecho para el uso del condón. Es darle medios a los jóvenes para que se sigan revolcando en el lodo…

¿No era ya (todavía) inquisidor cuando los aspavientos de un José Melgoza, obispo emérito de Ciudad Nezahualcóyotl?

¡Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública, y esto es lo que nuestro gobierno no quiere reconocer, y limita el problema al ámbito de la salud, imagínense…!

Pues sí, pero no, que el SIDA, como lo afirma el filósofo Mark Platts, «no es un asunto de moral, sino de salud pública».

Y que más allá de lo que la Iglesia Católica diga de nuestra conducta privada, la del SIDA es una situación conflictiva que las autoridades de salud pública tienen obligación constitucional de atender de inmediato. Y a propósito: ¿qué hacen las autoridades para detener la propagación del SIDA? Pero, sobre todas las cosas: ¿qué hacemos nosotros para no ir a dar de cabeza en la mortal pandemia? Todavía hace unos años la Organización de las Naciones Unidas solicitaba a la Iglesia Católica de nuestro país, dueña de un descomunal ascendiente sobre la gran mayoría de los mexicanos, que se sumara a la lucha contra el SIDA. La respuesta del alto clero:

Cd. del Vaticano: «La espectacular ceremonia presidida por el cardenal Otunga, que quemó preservativos en público, sigue siendo el símbolo de la actitud general de la Iglesia católica hacia este método profiláctico, confirmada por el criterio de los obispos del mundo entero». En México, los obispos:

«Contra el SIDA, castidad es el mejor remedio. ¿El condón? Mucha gente lo usa, ¿pero está permitido de acuerdo a la doctrina católica? definitivamente: el condón no es éticamente permisible. Para la Iglesia, bloquear artificialmente la transmisión de vida no es moral. La vida producida en una relación sexual no pertenece al hombre, sino a Dios». Además, el condón no sirve de gran cosa. La solución es la castidad en el matrimonio y fuera del matrimonio, aun si parece que va contra la corriente en una sociedad como la de hoy, que resulta pansexual.

Solución con la que coincide G. W. Bush, ese que es misticoide más que político, cuando el alto clero es mucho más político que amante del misticismo:

«Yo estoy a favor de la abstinencia, de la castidad y, en último caso, del condón».» ¿El condón? (Los obispos mexicanos.) ¿Para qué el condón? ¿Para seguir buscando el placer por el placer mismo? ¿No está fuera de las enseñanzas de Cristo? ¡La Iglesia rechaza el uso del condón, pues esto lo que hace es hundir en el fango a la juventud, en lugar de darle la mano a los jóvenes para que salgan del lodo! ¡Continencia! ¡Castidad! ¡Fidelidad matrimonial! Estas tres virtudes propuestas por la Iglesia son el mejor remedio para el contagio, porque son las propuestas del Evangelio para combatir el SIDA! ¡La grave amenaza del SIDA viene del abuso de la sexualidad! ¡Es una equivocación buscar el placer por el placer. El recto camino debe ser el uso legítimo de ese placer! ¡El placer sexual no debe verse como un fin, sino sólo como un medio hacia la paternidad o,la maternidad..!»

» ¡Usar preservativos y seguir haciendo el amor! Esto continúa siendo el método de nuestras autoridades. ¡Es una barbaridad! Intentan proteger la salud promoviendo el vicio. El amor, para ellos, es el gozo del placer, y no buscar el bien de la persona amada. El abuso del sexo es el que se ha convertido en un problema de moralidad pública, no de salud! Ahora que los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero crimen, y la Iglesia Católica rechaza a los homosexuales así como el uso del condón, fuente de prostitución.» La Unión Nac. de Padres de Familia, contra las campañas que intenta la Sec. de Salud:

«¿Dónde estarías tú si tu padre hubiese usado el condón..?»

Ad Majorem Dei Gloria. Laus Deo. (Dios…)

¡Los pendejos,nunca..!

Y cuánta actualidad, qué de simbolismos encierra el episodio mínimo, cotidiano y vulgar, que ocurrió hace algunos ayeres ante el ministerio público de algún barrio bravo de por los rumbos de Tepis Company, donde fueron presentados rijosos varios de vecindad, entre ellos un marido ofendido y el propio ofensor, todos tundidos a golpes. El agente del ministerio público:

– A ver, la de la mini: ¿a usted la moretearon en el lugar de la refriega?

– ¡Ta fácil! ¡A ese lo cuido más que a mi vida, si es el que me da de comer. Fue más abajito donde recibí la madriza. Acá, mire, a medio muslo.

– No es necesario, señorita, bájese su falda. Pero a ver si nos acabamos de entender. Cabo Gorgonio, ríndame ora sí que su parte de novedades.

– O sea: las nueve familias que ante usté comparecen, señor juez, en compañía de estos siete perros cómplices, estaban pero que bien trenzados y al unísono madrificándose, o sea: rompiéndose todo lo que se llama…

– Al agüelito este le tuvieron que meter siete puntadas en la Roja…

– Qué pasó, no me ponga en mal aquí con las damas. Fue en el cachete.

– A la señito que acaba de cantar la guácara le almenistraron medio litro de suero ora sí que glucosado, sólo que el médico de guardia, verdá, cayó víctima de acoso sexual por la jefa de afanadoras, y a la señito la tuvo que atender uno del escuadrón de rescate. No ha de saber mucho de sueros, porque se lo aplicó por la vía bocal, o sea por la boca, campechaneándoselo con sidralito pa rebajarle lo saladón. Item más…

– Pero aquí en su lista reportan una lesionada de gravedad.

– Ah, sí, una solterita. Ahí está en la patrulla, descansando y reponiéndose de su gravedad. Fueron cuatitos. Que nos invitan de padrinos a todo el escuadrón, y que va a haber bailongo, que a ver si no nos apretamos con el bolo. Usté dirá si los honramos con nuestra presencia, señor juez.

– ¡Mire a la vieja cusca!

– ¡Cusca la más longeva de tu accesoria, mendiga jiricuenta!

– ¡Sujételas, cabo Mamés!

– ¡No Mames, que a mi gorda ningún blue demon me la sujeta de las ésas! ¡Pa eso Dios le dio las otras, o sea las manos y los brazos! » ¡Y tú, Lugarda, desfiéndete! ¡Si hasta parece que te cuachalangan los agarrones del gendarme tripón!

– Ah, paisas, paisas, cuándo se les quitara lo paisas. Por lo pronto les voy a dar tambo a todos, ya mañana Dios dirá. Entiendan que su delito es muy delicado, porque con su conducta deshonran una entrañable institución mexicana como es la típica, la vernácula vecindad. Voy a aplicarles la ley por parejo, o sea que aquí se tiznaron todos, incluyendo a los guaguás.

– Momento, Su Señoría…

– ¡Eso, que hable el merolico! ¡Pásenle un cacho de estopa o de perdida un clinis pa que se limpie la sangre y
pueda frasear como Dios manda.

– Su Señoría, respetuosamente: ¿así que a nosotros, por léperos y broncudos, nos va usted a enchiquerar? ¿Por léperos y broncudos? ¿Por majaderos nos va a dar pa dentro? «El perro a los 15 días abre los ojos, ¡Los pendejos nunca..!»

– ¡Áhijuesú! ¡Cabo Chimeco, ¿qué no oye que están pendejiándome?

– No, cómo pasa a creer. Eso fue lo que en pleno palacio legislativo dijo al panista Toscano el priísta Nazar. Señor juez: ¿A nosotros castigarnos y los diputados rijosos libres e impúnicos? ¿Es eso aplicar la ley por parejo? Porque nosotros, los de la vecindad, nos dijimos insultos, pero si con la boca ofendimos, la boca fue la que nos pasamos a partir. Los de la «vernácula» vecindad no anduvimos insultando al amparo de ningún fuero, ni atrepellando ni ofendiendo el recinto legislativo. Y nos van a enchiquerar. ¿Estado de derecho, señor juez? ¿Pareja la ley? Su Señoría: si hay más dignidad en el recinto legislativo que en la «típica» vecindad, entonces nuestro delito es menor que el perpetrado en San Lázaro, y son los legisladores los que nos deben anteceder ante la ley, porque su delito, el de vejar, befar y empuercar los símbolos patrios, es mayor que el de nosotros, los de la «típica vecindad». Ora que si el nuestro es delito y el de elfos no, eso significa, Su Señoría, que nuestra vecindad tiene mucho más honra bajo techo que todo San Lázaro, y entonces no sea San Lázaro, sino la vecindad de Mecánicos y Tabiqueros, la que represente al país como su máxima tribuna, porque si analizamos…

– ¡Cabo Chilón! Responda la contundencia dialéctica del tolete, o a nombre de la punta de pendejos del Legislativo voy a acabar ofreciéndoselas aquí al merolico, mis disculpas, y al de los cuernos también, y a su adulterita y compinches de la típica vecindad, con todo y los que los abren a los 15 días, los guaguás. ¡Pero éitale, sésguele, que me salpica el terno de hemoglobina!

(Pa su…)

Tepis Company.. ¡y ya!

Mecánicos y Tabiqueros, el domicilio de la vecindad, pero antes de que nos metamos hasta el quinto patio, una aclaración: el suceso provocador de la fabulilla sucedió hace tres, cuatro años, cuando la di a conocer a todos ustedes. Pero ha ocurrido que de repente en la vida pública restalló el incidente que le regresa de golpe toda su actualidad. Y cuántos de ustedes, mis valedores de METRO, se habían quedado sin conocerla. Así pues…

¡Atención, todas las unidades de la zona! ¡Disturbios en la vecindad de Mecánicos y Tabiqueros! ¡Atención..!

– ¡A ver, a ver, silencio! ¡Orden en la sala o cantan macanas! Esos querellantes, ¿por qué fue el disturbio, o sea el broncón?

– ¡El méndigo de la playera hecha garras, señor juez! ¡Ese carbón fue el que deshonró mi hogar y enlodó ora sí que mi apellido! Hay testigos.

– ¡Méndiga la más venérea de tu cantón! ¡Suéltenme, que voy a acabar de partírsela como Dios manda! Facilíteme su fusca, mi buen blue demon.

– ¡Eitale, más respeto a mi investidura de ministro de la Justicia! ¡Vivimos en un estado de Derecho, o sea que cada broncudo va a declarar por riguroso turno. ¡A ver, cabo Chintololo, formándolos de uno en fondo!

– En fondo fue como aquí mi compadre el cornudito fue a agarrar a su digna consorte, y al otro, mire: como su madre lo parió, o sea.

– ¡A ver, usté, el del labio leporino!

– ¡Cuál leporino, si es un tabicazo a traición que me jincó por la espalda aquí el móndrigo este, chilango dejara de ser!

– ¡Chilanga la suya, que aquí el señor juez también nació en el DF!

– No me defienda, cabo Chintololo, y usté, secretario, tome nota del tabicazo. Vamos a ver: ¿oficio u ocupación?

– ¡Es padrote, señor juez, nomás mírele su pinta, sin que sea albur!

– Anunciante, señor. Promotor de muestras médicas en la vía ora sí que pública, como concesionario exclusivo de Upborn and Johnson, afiliado al TLC.

– ¿Anunciante? ¡Merolico, el carbón, y mancillador de honras pobres, pero decentes! ¡Suéltenme, que voy a acabársela de partir por mi honor y el de mi apreciable consorte! esa de la falda hecha garras, qué pena que los CUÍCOS no le dieron tiempo a adecentarse después de la refrieguiza. Y tú, mujer, cúbrete como puedas, que ésos hasta babiando. ¡Yo al padrote se la parto!

– ¡A mi Chulín le parte Tula, viejo agachón! ¿Por qué mejor no se desquita con su vieja cusca, que fue la provocadora de un hombre de bien como es mi Chulín? ¡Pútrida, tumbahombres, abusadora!

– ¡Yo no soy abusadora! ¡Católica y muy decente, aunque le arda el..!

– ¡Decente mi viejo, flaca nachas de mejoral! Déjeme que le cuente, señor juez: aquí la güereja, mi señora esposa, o sea-, encontrábase en el seno ora sí que del hogar, un hogar pobre, pero decente. Ella estaba dedicada a las…

– A las labores propias de mi sexo, un sexo pobre, pero muy decente, y esto Dios lo sabe. Yo andaba trapiando a rodilla.

– ¡Sí, trapiando, pero en puros chonchines, y con toda abierta, la ventana! ¿No son de color mamey? ¡A ver, desmiéntamelo en mi cara!

– ¡Orden, orden o mando desalojar la sala!

– ¡Seductor, violador, padrote! ¡Pariente de Carlos Madrazo! ¡Hijo de Bejarano! ¡Compinche del Innombrable! ¡Ninfómano!

– ¡Si no lo fuera, cornúpeto, aquí la güereja -su señora esposa- se nos iba a morir de blanco marfil! Como usté sombrilla, porque ya no paraguas…

– ¡Tengo pa’ ti y pa’ tu flaca nachas de chucho! ¡Ai te voy, méndigo! ¡Entíbenmelo por ái! ¡Orejiénmelo..!

– ¡Corte cartucho, cabo Sasafráz! ¡Y usté, sargento Getulio, no se me duerma! ¡Y esos que ante mi comparecen, a ver si nos entendemos! Hable usté, comandante, y ríndamelo por ái, el parte de novedades. Pero abrévíemelo, que ya es hora de lonchar.

– Pues con la novedad, señor juez: cuando nosotros arribamos al lugar de ía refriega, verdá, ya las familias del flanco izquierdo del patio, como quien se dirige a los guáteres, estaban trenzados con las del entreala derecha. Las fuerzas del orden aquí presentes, una vez que nos afortinamos detrás de los lavaderos, fuimos realizando un avance digamos que envolvente, cuando en eso pudimos testificar que aquí el señor merolico y el pobre este del chichón en la pelona, que según esto ya hasta con su chichona perdió, u séase aquí, la señito de los de color mamey, se estaban partiendo todo lo que mandan los cánones, de madre arriba. ¿No, usté, cabo Chintololo..?

– Me cái que sí, y al unísono de los rijosos pudimos atestiguar que las nueve familias que ante usté comparecen, en compañía de… (Comparezco mañana.)

¿Bribona, cínica, desvergonzada…?

La pregunta me hiere porque alude a una mujer, y para machos que befen y vejen al «sexo débil» espesa es ya semejante gusanera, para que me agregue yo como un macho más. Pero caramba con La Macarena, que así se acaba de exhibir de sinvergüenza y de cínica. Y si no, juzguen ustedes.

Fue anoche, en la tertulia de Cádiz. Entre buches de cuasia y cuachalalá se bostezaba discretamente mientras los contertulios ponderábamos el «cambio» que nos ha acarreado esa «prozódica» «democracia» que alucinan una diaria dosis de Prozac y el tsunami de los embusteros anuncios de radio y televisión. En eso, de repente, ¡el escándalo! Como estrujante violación de Stan por Vilma, o al revés, las dos rijosas irrumpen por esa puerta, una arrastrando a la otra a remolque, y la otra intentando recular. La Lichona:

– ¡Resuelto el misterio, vecinos! ¡Toda la ropa que se nos veía perdiendo en los tendederos! Macarena, vacía tu bolsón.

La aludida intentaba zafarse, huir, escapar por la puerta falsa, no del suicidio, sino la de servicio.» ¡Anda, vacíalo!».

Habló La Maconda, neo-panista, adoradora de Diego el barbón y patrona de La Macarena: «¿Qué sucede, con cuál bolsón te enredaste esta vez? No sería con este pseudo-neo-comunistoide, ¿verdad?»

– O sea, señora, nomás porque una es pobre tratan de humillarla; porque la ven mansita tratan de incriminarla y mancharle su honra, y tampoco. -¡Vacía tu bolsón!

– Me está faltando, patroncitos, y si yo le doy su lugar, que ella me dé el mío. Yo conozco cuáles son mis derechos humanos, y soy capaz de ir a quejarme con Soberanes, a ver esta señora cómo se zafa del broncón.

– ¿Ese? (el juguero). Soberanes vale para lo que se le unta al queso, me cái.

– Ve y acúsame, pero antes enséñanos eso que escondías en tu cuarto.

A querer o no. Y ándenle. Ahí, sobre la alfombra, a la vista de todos, el desparramadero. «¡Mis mallones azules! Mi medio fondo que andaba perdido!»

– ¡Mi peluca tordilla y mi beibidol! ¡Esas pantimedias como que las quiero reconocer!, la tía Conchis.

Ahí, sobre la alfombra, las seda grifas de alforzas, encajes, tira bordada en forma de corazón. Chonchines de este tamañito, y esos sostenes con unas copas que ni las del torneo Libertadores.» ¡Viejo, los de fayuca que me compraste para mi cumpleaños! ¡Y estos colorados, que apenas iba a estrenar el 31 de diciembre! ¡Y estos calados que calamos tú y yo en una noche de torrente pasional la semana pasada! Primera lavada y volaron del tendedero!»

Encendido, el Cosilión, marido de la Lichona: » ¡Y usted, valedor, no sea libidinoso, voltéese para otro lado!»

Quedaban aquellos conchines minusculitos, tanguita color magenta y plúmbago, cocolitos violeta y al frente moñito fiusha y un corazoncito traspasado, todo en diminutivo. Yo, de reojo mirábalos cuando el juguero: «¡Son tuyos, seño Lichona? ¿De usted, señito Maconda?» Yo, el sofocón. Un color se me iba y un trago de saliva se me venía, cuando el Jerásimo: «Esos choninos, ¿no los conozco…?» (Trágame, tierra. Alfombra y duela, más bien.)

La Lichona, acusadora: ¿Por qué escondías esta ropa en tu cuarto?»

Y fue ahí, mis valedores, donde habló el cinismo, la desvergüenza:

– Esta es una guerra sucia en mi contra, que sólo finalizará cuando concluya el proceso electoral. Yo ocupo ese departamento desde antes de 1999 y nunca lo he negado. Cada vez que estoy en campaña aparece. Es que el clima político está muy enrarecido.

– Esa ropa la habías robado de los tendederos, ¿sí o no?

– Lo más importante es que las cosas tomen su cauce para que podamos ir a una elección presidencial adecuada, con el tono y el tiempo para que pueda funcionar bien. ¡Temas de fondo, propuestas concretas, no medias y pantaletas!

– ¿Las robaste o no las robaste, Macarena?

– ¡Yo nada tengo que ocultar, y mis cartas están sobre la mesa, nada bajo la mesa, todo encima! ¡No tiendan cortinas de humo, yo soy la más interesada en que se conozca todo, no tengo ninguna preocupación, hago un llamado a que todos hagamos un ejercicio responsable de la política y elevemos la mira para bien del sistema democrático! Y ustedes hablando de pantimedias…

– ¿Robaste o no robaste, Macarena Madrazo? Sólo eso. ¿Robaste?

Y mis valedores, fue entonces: ahí se lanzó mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., y al levantón da con tetera y florero sobre la alfombra: «Ya, más respeto para el que va a recuperarle al pueblo Los Pinos!»

Yo, en el sofocón de que identificaran al dueño del fiusha y magenta así, miren, me solté aplaudiendo y decía: «¡Y a otra cosa, mariposa!» (Qué pena.)

¡Sálvanos, oh Dios!

Sálvanos, salud nuestra. Júntanos y líbranos de las gentes…
-Crónicas. 16,35-

El caso que ahora les cuento, mis valedores, es de un salvajismo atroz, pero puede entenderse, aunque nunca justificarse, porque en aquel tiempo y lugar no habla autoridad, leyes ni instituciones, como si existen entre nosotros, para nuestra fortuna. Allá, ante la demencia de una violación tumultuaria que terminó rasgando la vida de la víctima, el marido agraviado no tuvo más recurso que el que ahora van ustedes a leer en un episodio bíblico que así se inicia:

«Hubo un levita que había tomado mujer de Beth-Lehem de Judá. Y ella se fue a casa de sus padres, y levantóse el marido, y siguióla, para hablarle amorosamente, y volverla, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos. Y viéndole el padre de la moza, salióle a recibir gozoso, y detúvole en su casa.

Al cuarto día se levantaron de mañana y partieron, y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho,- y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vamonos. Y su señor le respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros; pararemos hasta Gabaa.

Pasando, pues caminaron, y púsoseles el sol junto a la Gabaa, de la tribu Benjamín. Y apartáronse del camino para entrar a tener ahí la noche en Gabaa,- y entrando, sentáronse en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa para pasar la noche. Y he aquí un hombre viejo que a la tarde venía del campo de trabajar y moraba en Gabaa.

Y alzando el viejo los ojos, vio a aquel vigilante en la plaza de la ciudad, y díjole: ¿A dónde vas, y de dónde vienes? Y él respondió; Pasamos de Beth-Lehem de Judá; y voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en casa. Y el hombre viejo dijo: Paz sea contigo, tu necesidad toda sea solamente a mi cargo, con tal de que no tengas la noche en la plaza.

Y metiéndolos en su casa se lavaron los pies, y comieron y bebieron. Y cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, cercan la casa, y batían las puertas, diciendo al hombre viejo dueño de la casa:

– Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.

Y saliendo a ellos aquél varón, amo de la casa, díjoles,- No, hermanos míos, ruegos que no cometáis este mal, pues que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad . He aquí mi hija virgen, y mujer de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas, y haced con ellos como os pareciere, y no hagáis a este hombre cosa tan infame.

Pero aquellos hombres no le quisieron oír: por lo que tomando aquel hombre su concubina, sácosela fuera: y ellos la conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y dejáronla cuando apuntaba el alba. Y ya que amanecía, la mujer vino, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

Y levantándose de mañana a su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su
camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Y él le dijo: levántate y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, levantóse y fuese a su lugar.

Y en llegando a su casa, toma un cuchillo, y echa mano de su concubina, y despedázala con sus huesos en doce partes, y enviólas a las doce tribus de Israel. Y todo el que lo veía, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo que los hijos de Israel subieron a la tierra de Egipto hasta hoy. Considerar esto, dar consejo, hablad.

Entonces salieron todos los hijos de Israel, y reunióse la congregación como un solo hombre (…) Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros? Entregad pues ahora aquellos hombres, hijos de Belial, que están en Gabaa para que los matemos, y barramos el mal de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los hijos de Israel.

Entonces, levantándose todo Israel (…) vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos en todo Israel, y la batalla comenzó a agravarse: mas ellos no sabía que el mal se acercaba sobre ellos (…) Y los hombres de Israel tomaron a los hijos de Benjamín, y pasáronlos a cuchillo, a hombres y bestias en la ciudad, y todos los que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban.

En esos días no había rey en Israel…»

En México, mis valedores, ¿hay rey? Los deudos de las víctimas y nosotros todos, ¿terminaremos por adoptar la estrategia del israelita? Es México. (Este país.)

¿Prozac?

No estoy diciendo que Zedillo sea un enfermo mental. Utilicé la palabra mental para describir una situación.

Tal declaraba en septiembre de 1998 el gobernador de Guanajuato Vicente Fox, al acusar al presidente de autista porque «anda fuera de la realidad, fuera de lo que está pasando, y con una falta total de liderazgo». Ahora, el clero católico, de testigo, lo declaró el presidente Fox:

Hoy, gracias a nuestra democracia, dejamos atrás males como corrupción, inseguridad, injusticia, deshonestidad y discriminación…

El autista, ¿Zedillo? A propósito: sobre el cansancio, el fastidio y los reiterados dislate y contradicciones que se advierten en la conducta pública de Vicente Fox, varios especialistas añaden, al autismo, el trastorno bipolar, un achaque de mucho cuidado en cualquiera de nosotros, pero peligrosísimo en un dirigente político. Mis valedores: por si en Fox o en algún familiar de ustedes advierten los síntomas de la terrible bipolaridad, el especialista:

– Es un padecimiento provocado por cierta disfunción del cerebro que ocasiona cambios impredecibles en el estado de ánimo. Las personas con TBP (sus siglas) van de un «estado agitado», que denominamos la manía, auno de depresión. Hombre y mujer tienen las mismas probabilidades de padecerlo, y suele manifestarse entre los 20 y los 40 años de edad.

Las mujeres pasan más tiempo en la fase depresiva, y el nombre en la maníaca. El achaque interfiere con su trabajo y hace que las relaciones interpersonales sean muy difíciles.

El paciente, en estado maníaco, corre el riesgo de causar daño a otros o a sí mismo, porque actúa por impulso y sin conciencia de qué tan peligrosas pueden ser sus acciones, o pueden llevarlo a la depresión, aislándolo del medio ambiente que le rodea y haciéndolo retraído e infeliz. La situación afecta seriamente las relaciones familiares, de amigos y laborales del paciente, ya que suele tener problemas en su comportamiento.

Estudios diversos sugieren que la bipolaridad puede ubicarse en un desequilibrio de sustancias químicas en el cerebro, conocidas como norepinefrina y serotonina, principalmente. También puede ser hereditaria. Los síntomas se ubican en cualquiera de estos tres grupos: manía, depresión, una mezcla de ambos. Una persona en fase maníaca del trastorno bipolar puede presentar estos síntomas: estar de continuo en un estado de ánimo irritable o exaltado, presentar autoestima elevada, sentirse muy importante, grandioso, presentar falta de sueño, hablar muy rápido, tener pensamientos o ideas rápidas, distraerse con facilidad, presentar agitación y nerviosismo, realizar actividades a lo impulsivo, como en las relaciones sexuales y el abuso en el consumo de drogas y alcohol sin medir las consecuencias ni el peligro de sus acciones.

El paciente, en fase depresiva del trastorno bipolar, puede presentar estos síntomas: depresión, bajar o subir de peso continuamente, dificultad para dormir, falta de energía al realizar actividades cotidianas, sentirse sumamente cansado, ejecutar movimientos lentos, sentirse inútil y con baja autoestima, dificultad para concentrarse o mantener la atención, falta de interés en el trabajo o actividades cotidianas, deseos de terminar con su vida. Suicidarse.

Diagnóstico. Se requiere de un examen psiquiátrico completo, una entrevista con el médico general, un historial clínico detallado y entrevistar, con la autorización del paciente, a familiares y amigos. Esto es de gran ayuda, porque ofrece al médico un panorama más exacto de lo que ocurre.

Para determinar si el paciente ha sufrido sólo depresión o también manía es necesario evaluar cada uno de los síntomas. Autoayuda y apoyo. Es muy importante mantener las consultas médicas, aun cuando el paciente se sienta bien, ya que los medicamentos, para mantener su estado de ánimo, pueden sufrir ciertos ajustes en la dosis.

Existe, para el manejo del trastorno bipolar, el tratamiento médico que controla de manera efectiva sus síntomas. El más indicado para determinar un régimen adecuado para cada paciente es el especialista.
Aventuré la pregunta: «¿Prozac, doctor? ¿El Prozac es suficiente para mantener estable al enfermo de bipolaridad?»

Para un trastorno tan peligroso como la bipolaridad, ¿Prozac? Suposición tan descabellada sólo mereció de especialista un suave meneo de cabeza…

Y una última indicación, que transmito a los interesados: para identificar los cambios en el comportamiento del paciente y alertar al médico es muy valioso el auxilio de familiares y amigos. Su apoyo y comprensión son de gran ayuda para un mejor control del paciente. Mis valedores:

¿Autismo, tal vez? ¿Bipolaridad? ¿Algún padecimiento todavía más grave? ¿Qué puede ser? En fin, que de todas maneras, ¡todavía faltan 13 meses!
(Dios.)_

Buscarás con ardor a tu marido…

Y él te dominará y será tu dueño…

Tal clama Dios en el Génesis, y más adelante, en labios del profeta, a su pueblo elegido: » ¡Practicaste la prostitución con esos egipcios de gran potencia sexual (…) Te entregaste a la prostitución con los asirios, y ni aun así quedaste satisfecha (…) A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas (…) ¡Sólo en eso eres diferente alas demás prostitutas..!»

Pero la violencia contra la mujer no está sólo en la Biblia no es de hoy; es de siempre. A principio de los 20s. en nuestro país, el «viejerío» debía guardar silencio, hablar sólo cuando se le preguntase algo, limitarse al lavado de trastes y cocinar. «No les anden dando alas a las viejas, clamaba un funcionario de los conservadores; luego van a querer hasta votar a nivel nacional, meterse a la política y traer a otras bravuconas como ellas para que armen pleitos rancheros a diestra y siniestra. Mis valedores:

Fue el viernes pasado cuando nuestro machismo acordó celebrar a lo condescendiente, El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, título tan extenso como, en los hechos, vacío de significado, porque más allá de convenios y acuerdos internacionales firmados por el gobierno de México desde hace décadas, ¿se ha domesticado la violencia del macho contra la mujer? ¿Cuánto, en qué sentido se ha logrado domesticar..?

«Quedaron muy atrás los años en los cuales el ejercicio de la libertad de las mujeres capitalinas se expresaba en un tránsito seguro a cualquier hora por la Ciudad de México. ¿Quién de nosotras se atreve a ir a una fiesta sola y al salir pararse en una esquina a esperar un taxi? ¿Quién de nosotras está segura, bien o mal vestida, joven o madura, de día o de noche, en automóvil o a pie, en esta que es la ciudad más grande del mundo? Sobre nosotras se ejerce un poder opresivo que se manifiesta, en sus grados más extremos, en la violencia física y, más acentuadamente, en actos de violación sexual…»

Aquí, en lo que quede de espacio, algunas evidencias, en la modalidad de violación, de la sañuda violencia que el macho perpetra contra mujeres y niñas, ajenas y familiares, mayores y menores de edad:

Toluca, Méx., 1998. Sergio G. G. violó y asesinó a golpes a su hija de tan sólo cuatro años de edad. Y otra más: Cegado por los celos, un individuo de 37 años de edad marcó con un hierro candente en las nalgas de su esposa, desmayada por el dolor, las letras «p», «u» y «t». Al ser detenido por la policía, el marido celoso no logró marcarle la «a» al final en la piel de su esposa.

«Antes enviábamos a nuestras hijas por la leche de Liconsa, pero cuántas no fueron violadas en el microbús, se queja un ama de casa. Ahora hacemos el viaje nosotras mismas, al fin que ya no somos señoritas. Pero el terror está en que nos vayan a contagiar de SIDA…»

Patricia Espinosa, del Inst. Nal. de la Mujer: «En Michoacán, para poder trabajar, la mujer tiene que pedir permiso a su esposo. En México, el abuso sexual de menores no es considerado como delito grave. En la legislación de 24 Estados hay figuras discriminatorias y vejatorias de los derechos de la mujer, a grado tal que mucho más penado que una violación es el robo de ganado…»

«Yo luché contra ellos, se lo juro…» Imposible contener el llanto. «Al sentirme violada me abandoné… traté de no pensar… de que pasaran rápido aquellos minutos tan largos -languidece toda ella-. Tan largos…»

Aquí, para niñas y mujeres en México, una receta para evitar la violación: «No salgas a la calle desnuda, que eso motiva a los hombres /No salgas a la calle vestida, que algunos hombres se excitan con la ropa/ Evita verte demasiado joven, que algunos violadores enloquecen con las adolescentes / Evita la vejez: ciertos degenerados prefieren a las mujeres maduras/ No tengas padre, abuelo, tío o hermano. Son los parientes que más frecuentemente violan a las mujeres / No te cases. La violación es legal dentro del matrimonio / Para estar totalmente segura, mujer, es mejor que… ¡no existas!»

Y a manera de final, mis valedores, esto que ocurrió hace 8 años en Durango, Dgo. Luego de ser violada y al no soportar los malos tratos de judiciales y agentes del ministerio público, que se burlaban de ella, la encarcelaron y la golpearon, acusaron de loca y drogadicta, además de que sus victimarios gozaban de libertad. Yéssica Yadira Díaz, de apenas 17 años de edad, dijo a su hermana: «Estoy muy cansada, muy cansada». «Pues descansa en tu cama» «No, estoy muy cansada de que no haya justicia». Yéssica Yadira tomó la determinación: se suicidó…

Después de los funerales, los padres de la joven violada optaron por abandonar el país… (Seguiré con el tema.)

Esos reverendos…

No nos resignamos a ver la fe arrinconada en la esfera privada…

(Mons. G. Bertello, nuncio apostólico.) Y que «Arma la Iglesia su candidato, que defienda la vida desde su concepción, que no sea populista ni líder mesiánico». Que sea cualquiera, pues, menos López Obrador y Madrazo. A propósito del desbozalado protagonismo del clero político, mis valedores…

Fue a media tarde del domingo pasado. Después de horas de súplicas y pedimentos a mi confesor espiritual, el padre Compito, finalmente, accedió a permitirme presenciar, oculto estratégicamente en la sacristía, cierta reunión de trabajo pastoral que, convocados ad majorem Dei gloria por no sé qué nuncio apostólico y algún cardenal arzobispo primado, se llevaría a cabo al pie de La Divina Infantita (de su altar) para «armar su candidato». Laus Deo.

– Pero mucho cuidado con hacer algún ruido o dejar que Sus Reverendísimas te vayan a descubrir. Un pseudo-neo-comunistoide entre la jerarquía católica, ¿te imaginas? Pero sobre todo, hijo dilecto: mucho cuidado con ir a revelar por ahí el más mínimo detalle de lo que aquí se trate o se deje de tratar. Tú que abres la boca y yo que te la dejo ir per secula seculorum.

¡Ay, Dios! Sí, una excomunión fulminante. Le juré que cómo pasa a creer, cómo puede suponer que todo un hombre como yo, con las vergüenzas en su nidal, vaya a ser capaz de traicionar su confianza. «Besándola se lo juro». La cruz. Y que bueno, pues, pero que conste, y que ahí te lo haya, bigotón.

– Pero cómo reconocer a los reverendos, si nunca los he visto en persona.

– Fácil. Reconocerás a los Norberto Rivera, Onésimo Cepeda y demás dignatarios, tanto por su vestimenta de tela burda, por aquello de su pobreza, como por sus carnes enjutas a base de ayunos, cilicios y demás formas de penitencia. Unos seráficos nimbados por la santidad, según encuadran su vida al evangelio de Jesús el Cristo. Conste.

Y sí, el domingo en la tarde me tiré al ruedo, y ahí estábamos, mi confesor espiritual entre los jerarcas católicos y yo, desde mi escondite, tratando de reconocerlos, pero qué curioso: a los varones de virtudes no lograba ubicarlos por sitio alguno. Entre obispos, arzobispos y cardenales sumaban arrobas de vientres pero que bien graneados. Entre los vientres sólo pude distinguir unos rostros sanguíneos, unas panzas descomunales y tales sotanas como cortadas a la medida de Marta Sahagún para un glamoroso desfile de caridad, de esos que se perpetran en el México teletonero de la justicia social. ¿Cómo llegarían todas Sus Eminencias hasta los pies de La Divina Infantita? De Norberto Rivera conozco la forma en que lo trasladan para el ejercicio de su seráfico ministerio: en Mercedes Benz 500, blindado. El, sí, ¿pero los demás discípulos de Aquel que dijo una vez: «Bienaventurados los pobres»..?

En fin. Desde la sacristía pude distinguir el macollo de santos varones émulos de Jesús el Nazareno y del poverello Francisco de Asís, que religiosamente se disponían a entregar al César todo lo que alguna vez fue
de Dios. Pastoreando la tandada de sotanas, Norberto Rivera, cardenal arzobispo primado; nalgatorios descomunales apoltronados en sillones de raso y nogal, Juan Sandoval íñiguez (agrio el semblante, caedizo el labio inferior), el obeso Sergio Obeso, y cuándo no: el gourmet pri-panista, empresario taurino, golfista y obispo en sus ratos perdidos Onésimo Cepeda. Entre efluvios de incienso y arpegios de órgano, los prelados producían, aquella santa boruca. Sotto voce. De repente un campanillazo, Norberto, vozarrón de gaznate panchovillista ebrio. Cruzado. Manejando un pirata. Un tolerado:

– Familia carísima, ¿ya estamos todos?

– ¡Todos, Su Ilustrísima! -se me escapó desde mi escondite. Ellos parpadearon. «¿Y esa voz..?»

– Sería San Mames -se turbó el padre Compito.

– No Mamés, padre, más bien ha de ser Sam Viguetas, el hermano sacristán. ¿0 acaso vos conocéis la lengua de Mamés?

Uf. Comenzó el conciliábulo. Su Eminencia: «Os he convocado, carísimos, para que asumamos nuestro papel de acuerdo con el Compendio de la Doctrina social que desde Roma, nuestra metrópoli, nos envía Su Santidad, y que se nos da como un instrumento para el discernimiento moral y pastoral de los complejos acontecimientos que caracterizan nuestro tiempo; como una gula para inspirar en el ámbito individual y colectivo, los comportamientos y opciones que permitan mirar al futuro con confianza y esperanza.

Vi que el padre Compito se puso de pie. Titubeaba: «Como que no alcanzo a comprender tan elevada fraseología…»

– Por Dios, padre, si está muy claro: ¡que desde hoy nosotros tenemos en nuestras manos la manija del juego político, ¿quedó claro?! (Seguiré con el tema.)

Esa foto obscena

El terruño esta vez que la vista de semejante foto me arrastró a la evocación de mi querencia y me predispuso a los recuerdos de la niñez. Tengo frente a mis niñas, las de los ojos, esa foto que me ha transportado a mis años tiernos en los derrumbaderos que muy de tarde visito. Pero no, que no reproduce el paisaje del caserío, de la arboleda, el cresterío de roca viva, no. Es una foto provocativa, retadora y por demás desafiante que mucho me ofende, como debería ofender a todos ustedes ahora que se las describa. Y sigo:

Jalpa Mineral, en el estado de Zacatecas. Hace algunos ayeres visité mi querencia, y me hundí en el goce del retorno después de media vida de ausencia, y al modo de Adán fui recorriendo cada flor, cada cerro, cada peñasco, y los fui nombrando por su nombre antañón, con los que hablaba con ellos en mi niñez. Jalpa Mineral, mi hontanar, manojo de floridas raíces, que una foto procaz me trajo a la memoria. Haya cosa…

La visité hace algunos ayeres, y un día de aquellos, muy de mañana, agarré el camino que va a La Cañada, serranía de mis andancias de payo, las de surco y coamil. De pronto, mis valedores, ahí estaba la serranía encandilada de abril, rayoneada a cigarras y reverberancias, que encela un sol como garañón desatado en auras, cuervos, zopilotes. Ahí, el brazo extendido rumbo a barbechos y roquedales, don Josefo, mi guía: ‘Allá, mira, fue la Cristera».

La revuelta cristera, qué tiempos. Se me vino de golpe aquella Cañada de hace tantísimos años y recordé los días en que detrás de cada roca, de cada troncón de mezquite, me hallaba los montones de casquillos: máuser, carabina 30-30, donde las fuerzas de Gorostieta, general cristero, emboscaron y dieron muerte a los «pelones» de Calles. «¡Viva Cristo Rey!» (Detrás de tal alarido se atejonaban los Jiménez y De la Mora, carniceros obispos no del cristianismo, sino de católicos de dogma, el fanatismo, la manipulación.»¡Dios lo quiere!»

Ese día, en La Cañada, medité en los jalones y marometas que han hecho pegar a la historia patria, desde la derrota de las sotanas con Juárez y sus beneméritos hasta las derrotas de La Cristera. Pero las machincuepas que hacen dar a la historia: hoy, en el hoy de los Fox, Marta Sahagún y Manolo, Abascal y yunqueros del calibre de Manuel Espino, Calderón y congéneres, los meros gallones son los monseñores, quién iba a decirlo; ellos son quienes marcan la pauta e imponen el rumbo y las condiciones y dictan las reglas del juego político. Lo que va de Juárez a El Yunque, pasando por La Cañada, Dios…

Y qué decir, qué hacer. A partir de esa cristera que, en apariencia, perdieron, las reverencias sotanas han venido recuperando terreno a marchas forzadas (para todos forzadas, comenzando por la propia Historia) y manejando la manivela como antes de Juárez, como antes de la Independencia de México, como desde el día malhadado en que un Constantino emperador, empujado por su Elena madre, asesinó al cristianismo, el del amor, para malparir la religión de estado, y con ella los Norberto Rivera y Onésimo Cepeda que masacraron las venerables palabras del Justo: «Ama a tu prójimo. Mi reino no es de este mundo. Al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios». Trágico.

El día que les cuento, mis valedores, yo, circundao de riscos y peñascales en la infinidad de la serranía sollamada de sol, medité en el clero ya descarado al que la ermita le quedó chica, y rabonas la basílica, la catedral y la plaza «de la constitución», y que ahora, para sus «rosarios tan concurridos que las cifras ingresen al Libro de Records», toma por asalto el Goloso de Santa ?rsula; reflexioné en declaraciones de cardenales, arzobispos y obispos, tan arriscadas que cachetean a lo impune lo muy poco que nos va quedando del 130 constitucional (y nosotros aguantando castigo y humillando la testa, Dios); calibré entonces los brincos históricos que han venido pegando, desde que toparon con hueso (Juárez) y luego con tepetate (con tata Cárdenas) hasta que agarraron blandito y, garrapatas políticas, se incrustaron en las zonas blandas de los Ávila Camacho y congéneres, y así hasta hoy, hoy, hoy. México.

Mis valedores, fueran a conocer La Cañada. Es el monumento natural, oloroso a vara amarilla y cenzontles, de los primeros triunfos del clero político en los tiempos recientes. ¿La qué, dicen alguno? ¿La foto? Ah, la foto: obscena en su insolencia, insolente en su obscenidad, altanería pura, puro cinismo e impunidad, tiene fecha de ayer y de fondo un letrero: «Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana», y en gran acercamiento esa fila de alzacuellos, sotanas y cruces en la barriga, y el pie de foto: «El nuncio apostólico Giuseppe Bertello; los cardenales Norberto Rivera y Renato Rafaele Martino, ¡el canciller Luis Ernesto Derbez! ¡Carlos Abascal, titular de Gobernación! ¡Vicente Fox, presidente de etc.!» ¡Y una bandera tricolor! ¡Y que «Beatifican a 13 mártires de la guerra cristera» ! Los signos de admiración, por mi cuenta.

(¡Dios!)

Ese hijo putativo…

El modelo neoliberal, mis valedores, ese engendro de la globalización malparida por el viejo Nuevo Orden Mundial que el capital-imperalismo impuso al mundo desde 1944 en Breton Woods, EU. Inicié ayer el estudio de un tema que en tantos sentidos nos afecta a todos y que hoy, retumbos de tormenta Chávez-Fox, acapara la atención internacional. Sigo aquí, porque reconozcamos al dañero, con las disertaciones de los estudiosos.

El neoliberalismo es un sistema de dominación y acumulación que no ofrece una salida al futuro latinoamericano. Su inherente tendencia hacia la polarización de la riqueza social y la exclusión de las mayorías define su ciclo de vida como de corto a mediano plazo. Los anteriores gobiernos de Menem en Argentina, del PRI y Salinas en México, de Cardoso en Brasil, de Alemán en Nicaragua y de Fujimori en el Perú, entre otros, ilustran este problema.

De hecho, la idea de que el éxito del modelo neoliberal en el principal país dominante del sistema mundial, EU, pudiera repetirse en los países neo-coloniales de AL, nunca fue más que una quimera propagandística de las élites dependientes criollas y sus mentores internacionales, porque el éxito en el norte se debe a una serie de factores particulares que no están presentes en la periferia latinoamericana. Entre ellos: un mercado abierto y unificado de más de 250 millones de personas, centrado en una amplia y rica clase media y extendido sobre un continente con abundantes recursos naturales; una moneda que juega un papel único global, incluyendo el hecho de que los precios del petróleo y otras materias primas claves se fijan en dólares; una fuerza de trabajo bien educada y preparada, abastecida constantemente con nuevas olas de inmigrantes (…) disfrute de los «terms of trade» y del proteccionismo y dominación de varias tecnologías de punta.

Terminadas las tareas sucias, los equipos neoliberales empiezan a repetir la trayectoria de Pinochet: ante los hechos consumados del neoliberalismo comienzan a ser sustituidos por gobernantes menos estigmatizados (más populares), que le pueden proporcionar a las oligarquías nacionales y a Washington una tregua de cinco a diez años en el campo de la gobernabilidad política neo-colonial.

Aparte de su función vende-patrias, el récord histórico del neoliberalismo ha sido desastroso. Si se juzga la eficacia de una economía en cuanto a su tasa de crecimiento económico, la distribución de la riqueza, la creación de empleos y la 4, la reducción de la deuda externa e interna, entonces el balance de cada uno de estos parámetros es desastroso.

Bajo el modelo keynesiano-cepalino de la Revolución mexicana y el contrato social de la constitución de 1917, el PIB del país creció 3.1 por ciento anual entre 1934 y 1982. Bajo el modelo neoliberal, el PIB per per se contrajo, entre 1983 y 1996, a una tasa del 0.8 por ciento anual; la inversión fija bruta decreció a una tasa del 2.2 por ciento anual y los salarios mínimos pierden el 68.2 por ciento de su poder adquisitivo.

En la distribución de la riqueza, América Latina tiene el triste honor de ser la región más desigual en todas las regiones del mundo: característica que se ha acrecentado bajo el terrorismo social de los liberales. Y en cuanto a la situación laboral, la región se encuentra sumergida en su peor crisis histórica, con alrededor del 65 por ciento de la población económicamente activa sumergida en el desempleo y subempleo y, en consecuencia, en la pobreza o extrema pobreza. Finalmente, la deuda externa criolla creció de 426 mil millones de dólares en 1987 a 611 mil millones de dólares en 1996, a pesar de haberse pagado hasta ese año, 648 mil millones de dólares, en una espiral sin fin. Tales son, para nuestros países al sur del Bravo, los efectos del modelo neoliberal.

Las mismas realidades creadas por el neoliberalismo demuestran que sus promesas de crecimiento y bienestar no pueden ser cumplidas a través de su aplicación, sino que, al contrario, ha hundido a la región en una crisis económica, social, cultural, política, sin par. Movimientos de capital anónimos, que incluyen dinero de las drogas y de la evasión de capital, suman de 600 a 800 billones de dólares. Esta gran hemorragia es parte de un complicado sistema mediante el cual bancos occidentales y sectores privilegiados de Latinoamérica se enriquecen a expensas de la población general de Latinoamérica, cargada con la «crisis de la deuda» que resulta de estas manipulaciones, y de los contribuyentes en los países occidentales quienes al final son instados a pagar parte de la deuda.

Todo esto, mis valedores, encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál? Algún día, porque aprovecha conocer al enemigo histórico, seguiré con el tema. (Aguarden.)

Desintegrar un átomo, ¿difícil…?

Más difícil es desintegrar un prejuicio y un dogma…

Semejante aseveración de Albert Einstein me parece muy a la medida del empecinamiento presidencial en clamar y proclamar en todos los foros internacionales (que más perjuicios que ventajas reportan al país, a todos nosotros) las ventajas de los acuerdos comerciales concertados con el «socio» de Washington. El criterio del presidente Fox nada a contracorriente del que mantienen estadistas, economistas, investigadores y comunidades del mundo. ¿Ignorancia de Fox, mala fe, exceso de celo en complacer a su «socio comercial» ? Ya que a todos nos afecta, y en alto grado, el tema se impone. Mis valedores:, hoy, en vez de fabulilla de mi invención, les presento una síntesis del pensamiento internacional sobre los polvos de aquellos lodos que desparramó por el mundo el viejo Nuevo Orden Mundial de 1944 impuesto por Washington a los países del orbe. Los analistas: Chomsky, Fidel Castro, Petras y muchos más, incluyendo al propio «espinito que en la sabana florea» Hugo Chávez. El neoliberalismo en las reflexiones de los estudiosos:

Cada una de las potencias industriales ricas aboga, en general, por una mezcla de liberalismo y protección diseñada en función de los intereses de las fuerzas nacionales dominantes, las grandes empresas transnacionales que deben regir la economía mundial. Las consecuencias serian reducir a los gobiernos del Tercer Mundo a una función policial para controlar a sus clases trabajadoras y a la población superflua, mientras las transnacionales obtienen libre acceso a sus recursos, monopolizan la nueva tecnología y la inversión y la producción mundiales (…) El resultado puede calificarse de «libre comercio» o de «democracia» por razones doctrinales, pero se le ha descrito con más exactitud como un sistema de «mercantilismo corporativo».

Para que el club de los hombres ricos pueda gobernar el mundo con eficacia en función de los intereses de sus miembros, hay que mantener a las masas en el lugar que le corresponde:, en el Sur, hambrientas y reprimidas; en el propio país, aisladas y distraídas. El Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) es un caso ilustrativo. Ha sido un filón de oro para los inversores, que pueden trasladar la producción a zonas de bajos salarios, zonas donde elevados niveles de represión, controles dictatoriales y una inmensa fuerza laboral sobrante los mantendrán bajos.

Los efectos de este tratado de largo alcance, que invalida leyes estatales y federales, no pueden analizarse, en realidad, sobre bases seguras por una simple razón: las condiciones del mismo se han mantenido eficazmente en secreto. Es un acuerdo ejecutivo: se mantiene al pueblo en la ignorancia, conforme al principio de que los asuntos públicos no son de su incumbencia.

El neoliberalismo es una ofensiva contra todas las conquistas que aun dentro del capitalismo habían logrado las masas, la clase obrera, los trabajadores y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial. Han acabado hasta con los sindicatos. Ha agravado, asimismo, el fenómeno del intercambio desigual, puesto que está liquidando todas las medidas de protección y todos los acuerdos sobre productos básicos con los cuales trataron de defenderse los países del tercer mundo. Ellos han ido perdiendo todo: aranceles que protegían sus nacientes industrias y generaban ingresos; convenios de productos básicos:, asociaciones de productores; indización de precios; tratamientos preferenciales; cualquier instrumento para proteger el valor de sus exportaciones y contribuir a su desarrollo, ¿Qué se nos ofrece? ¿Por qué no se menciona el injusto intercambio desigual? ¿Por qué no se habla ya del peso insoportable de la deuda externa?

¿De qué vamos a vivir? ¿Qué bienes y servicios vamos a exportar? ¿Qué producciones industriales nos van a preservar? ¿Sólo aquellas de baja tecnología y elevado consumo de trabajo humano y las altamente contaminantes? ¿Se pretende acaso convertir a gran parte del tercer mundo en una inmensa zona franca llena de maquiladoras que ni siquiera pagan impuestos? América Latina ingresa al nuevo milenio arruinada por la dictadura del capital financiero, que bajo la etiqueta del «neoliberalismo» ha sufrido durante los últimos veinte años. En el caso de México, la tasa de crecimiento es mal parámetro para juzgar al futuro. Si se toma en cuenta los siguientes indicadores: endeudamiento interno; endeudamiento externo; balanza de cuenta corriente; déficit fiscal; composición de las exportaciones y competitividad en el mercado mundial, entre otros, queda claro que México, al igual que las otras dos economías grandes del sub-continente, está estructuralmente en quiebra; y que no hay posibilidad para salir de esta situación por la vía económica nacional. (Sigo mañana.)

Hoy recuerdo a los Flores Magón…

Francisco I. Madero, mis valedores, y cómo pudiera ser de otro modo. A 95 años y un par de días de la regazón de pólvora que incendió el territorio patrio, va aquí un esbozo de retrato hablado del controvertido vitivinicultor, espiritista y simpatizante entusiasta de Porfirio Díaz que terminaría encabezando el incendio de 1910. El, Maderito, y no quienes por derecho propio debieron ser: los Flores Magón. Es la historia.

Porque uno es el mártir y apóstol que consignan el bronce y los mármoles de la historia oficial y muy otro el de la imagen real y la real historia del gobernante con el que algunos desmesurados llegaron a comparar al presidente Fox, por aquello de que ambos, a su hora, arrojaron a Porfirio Díaz del gobierno. Y es que el Neo-PAN se proponía imitar la maniobra de un PRI-Gobierno que durante los 72 años de su permanencia en Los Pinos falseó, retorció y adulteró a su conveniencia la imagen de héroes y mártires de la lucha libertaria, para luego apropiárselos y erigirse en su heredero exclusivo. Van aquí estos tres bocetos del retrato hablado de Francisco I. Madero el vitivinicultor.

Coincidencias y discrepancias con el Fox del «cambio» que pretendían los neo-panistas, a tratar de encontrarlas:

lo.- De La sucesión presidencial, publicado a finales de 1908:

«Por el Sr. General Díaz siento una gran simpatía (…) Yo, que profeso culto por todos nuestros grandes hombres, quiero que en el altar de la patria y en el corazón de cada mexicano, ocupe un lugar preferente nuestro eximio gobernante (…) Para que corone su obra, ayudémosle todos los mexicanos, y al hacerlo grande, haremos igualmente grande a nuestra querida patria».

Del Plan de San Luis, emitido el 5 de octubre de 1910:

«Los pueblos en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de la libertad y justicia, se ven precisados, en determinados momentos históricos, a realizar los mayores sacrificios. Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos. Tanto el Poder Legislativo como el Judicial, están completamente supeditados al Ejecutivo: la división de los poderes, la soberanía de los estados, la libertad de los ayuntamientos y los derechos del ciudadano, sólo existen escritos en nuestra Carta Magna.

Conciudadanos: no vaciléis, pues, un momento; tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria, que no podemos mancillar, sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria. Sufragio Efectivo. No reelección».

Francisco I. Madero

3o.- ¿Gobierno de Francisco I. Madero? ¿De Vicente Fox? Aquí, la versión en la que coinciden los historiadores más objetivos:

«El cambio de poderes se efectuó en los primeros días de noviembre de 1911. Dentro del contexto de sus principios liberales propios del siglo XIX, el gobierno de Madero se caracterizó por las amplias libertades políticas y de expresión únicas en la historia del país. En el Congreso Federal, los diputados debatían y votaban libremente las diversas iniciativas; los periodistas, por su parte, podían escribir prácticamente lo que querían, libres de todo tipo de coacción, y los grupos políticos podían actuar libremente; no obstante, esta gama de libertades obstaculizaron la buena marcha de la administración, e impidieron los proyectos del gobierno. La libertad de prensa, por ejemplo, fue utilizada por sus enemigos políticos para atacarlo y ridiculizarlo, y así desprestigiar ante la sociedad la imagen presidencial.

La ofensiva contra la administración maderista estaba representada por los sectores sociales que habían sido favorecidos por el antiguo régimen porfirista, tales como los hacendados, banqueros, comerciantes, militares y periodistas. Inclusive dentro del propio grupo revolucionario que apoyó a Madero también hubo rebeliones, como la de los zapatistas, los cuales se distanciaron del gobierno por la negativa de Madero de cumplir con los postulados agrarios del Plan de San Luis.

Y es que en cuestión agraria y apenas subió al gobierno, Madero se apresuró a desconocer las promesas hechas, y declaró en varias ocasiones que su objetivo era el de crear la pequeña propiedad que coexistiría al lado de las grandes haciendas. Por otro lado, aseguró que el fraccionamiento de tierras debería de realizarse por los medios legales, buscando mecanismos que impidieran lesionar los intereses de los propietarios». (Para leer entre líneas…)

México, 20 de noviembre de 1910 – 20 de noviembre del 2005. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Es la memoria histórica. Es México. (Este país).

¡México tiene dignidad..!

El pueblo mexicano requiere una disculpa por el tipo de palabras y por los adjetivos que usó Hugo Chávez. Por eso yo defenderé al pueblo mexicano… ¡a capa y espada!

Así que el problema del venezolano, allá en Argentina, fue con el pueblo de México.

Siendo así, cuánto es de agradecer al presidente Fox que se apreste a defenderlo «a capa y espada», y que trate de enmendar una más de las tantas torpezas que acaba de cometer el pueblo de México, causante directo del doble conflicto con los presidentes Hugo Chávez y Néstor Kirchner. Porque yo digo, mis valedores: si tal fuese su decisión, el presidente Fox simplemente pudiera decir al pueblo mexicano, ese causante de tan graves conflictos:

– Tú, irremediable chivo en cristalería, fuiste como invitado a casa ajena nomás a encender fuegos que no pudiste apagar. Ahora a ver cómo logras salir del predicamento, porque yo me lavo las manos. Y a otra cosa, mariposa.

Pero no, y aquí lo admirable del presidente Fox: ahora mismo se apresta a defender «a capa y espada» a un pueblo de México tan rudamente agraviado, con justa razón, lo mismo por Néstor Kirchner, quien lo motejó de lacayo, que por Hugo Chávez, que lo viene forrando de vejaciones verbales y ya hasta le forjó su mega-marchita. Edificante la conducta de Fox, el defensor de un vulgar picapleitos como es el pueblo de México, cuya dignidad no permite le menoscaben. Espléndido.

Porque el pueblo de México tiene dignidad, y para quien ose dudarlo ahí están la capa y la espada de Fox. Pues sí, pero yo me pregunto: ¿ese pueblo mexicano, tan imprudente como atrabiliario, merece una tan apasionada defensa, que para cumplimentarla precise de la capa y la espada del presidente Fox? ¿Ustedes, mis valedores, qué opinan..?

Por otra parte, y si el pueblo de México nunca tolera insultos, ¿por qué entonces anda aquí y allá, en su tierra y en la ajena, de bocón mascafierros, de bravucón de toreo pulquero, nomás provocando pleitos, rencillas y algunas disputas a las que luego les hurte el cuerpo a lo cobardón, para que el presidente Fox se vea precisado a defenderlo al modo granguiñolesco del viejo teatro español: «a capa y espada»? Como si el estadista no tuviese un destino más elevado que andar lavando manchas ajenas, en este caso las de un vulgar tragaldabas como es el pueblo de México, cuya malhadada visita a Argentina, gastos pagados por todos nosotros, sólo disgustos nos reportó, y esta vergüenza ajena. Ah, pueblo de México, picapleitos vulgar…

Porque yo digo, mis valedores: Hugo Chávez ofendió gravemente la dignidad del pueblo mexicano, pero vamos a ver: ¿es la de Chávez violencia causa o violencia efecto? El venezolano ha sido hiriente, mordaz y ofensivo en sus expresiones contra el pueblo de México, pero a ver: ¿quién de los dos contrincantes inició la violencia verbal? ¿Hugo Chávez o el susodicho pueblo de México, por bocón? Los insultos que el venezolano le endilgó motejándolo de lacayo, servil y cachorro del imperio gringo (cacharro del Imperio, debió decir, que entonces estuviese mejor expresado), ¿son violencia causa o son violencia efecto, violencia reactiva? ¿Qué contestan ustedes..?

Los mexicanos no están dispuestos a tolerar un trato que ofende la dignidad del pueblo y las instituciones.

Si analizamos los antecedentes de los dos contrincantes: ¿es el mandatario de Venezuela o es el pueblo de México el rijoso que en cada viaje perpetra, sé lo que digo, barbaridades de esas que luego tiene que lamentar? ¿Cuántos dislates se le conocen a Chávez junto al catálogo de despropósitos que desde hace cinco penosísimos años viene cometiendo el pueblo de México? Si hacemos memoria, mis valedores: ¿fue alguna vez Hugo Chávez el aberrante que, como anfitrión, se atrevió a cometer la estupidez de decir a Fidel Castro «comes y te vas» ? ¿Fue Kirchner fue Hugo Chávez, quién fue, sino el atolondrado pueblo de México, el que viajó hasta Beijing con el sólo propósito de manosear alo zafio, vulgar y mediocre, la herencia preciada de un pasado milenario, esa reliquia que representan los soldados de terracota? De los dos adversarios, ¿fue Chávez el que después de un matrimonio incierto y un divorcio más incierto todavía (donde participaron las malas artes del alto clero católico, ese hijo putativo de Maquiavelo, por no decir de Satán), convocó a los fotógrafos para que lo retratasen besuqueándose con la segunda mujer en un sitio público y frente al Vaticano? ¡Vamos, México! En fin.

Para el multicitado pueblo mexicano nada hay perdido, mis valedores, porque (leche de pura bondad que del corazón le mana) el presidente Fox promete defender al malandrín «a capa y espada». ¿No les parece admirable? (Seguiré con el tema.)