Pongo a ustedes por testigos, mis valedores, y queden muy claros los mensajes que mando a otros tantos magníficos. El primero:
Sr. Mario Marín, gobernador del Estado de Puebla: Mi «gober precioso», si me permite el tratamiento de confianzudez: para mí usted es un varón de virtudes y un funcionario ejemplar, cuya moral personal y de gobernante lo impele a encuadrar sus acciones en el marco más estricto de la ley. No es protector de pedófilos, ni como máxima autoridad del gobierno poblano podría permitir que intereses bastardos lo forzaran a violar los derechos humanos de ningún ciudadano, como afirma el rumor que malintencionados desparraman, vaya usted a saber con qué fines aviesos: que si un tal Succar Kuri, que si un Camel Nacif, que si unas niñas las víctimas, y que si., no, yo estoy cierto de que usted no acepta sobornos de ningún pederasta, ni le recibe botellas que dizque cuál pomos: ¡niñas que usted se dio el gusto de desflorar! Para mí, patrañas, «mi gober precioso». Sin más.
Sr. licenciado Roberto Madrazo ¿Usted un ladrón? Como funcionario público, ¿un depredador, que valido del puesto público y la complicidad de jueces, legisladores y magistrados, se ha enriquecido hasta la ignominia? Cómo suponer que apenas doce cajas repletas de documentos originales acreditan su derroche de hasta 241 millones de pesos en el camino a la gubernatura de Tabasco, cuando la ley le autorizaba cerca de cinco millones. ¿Motivo más que suficiente para motejarlo de sinvergüenza los bienes raíces que a su nombre aparecen aquí y en el extranjero? ¡No! Para mí es usted un funcionario honesto, y no digo más.
Sr. Manuel Espino, presidente de Acción Nacional. ¿Reaccionario usted, un cristero tardío, un hijo putativo de El Yunque y la Acción católica? No para mí, y al contrario: usted ha preservado y consolida la ideología de Acción Nacional, sus principios y praxis política Digno continuador de la obra de los padres fundadores, cuánto se enorgullecerían de su ética de dirigente figuras emblemáticas del PAN como Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna Enhorabuena
Sr. Felipe Calderón: ¡Yo sí creo en las encuestas que lo señalan de puntero en la carrera presidencial, y que se traguen su bilis esos incrédulos y suspicaces que nunca faltan y casi siempre salen sobrando! Cómo no creer en las cifras, señor, si basta tan sólo mirarle la cara para captar su don de gentes, carisma y empaque de líder, de visionario, de adelantado. Cómo las mentes retorcidas pueden imaginar que ese primerísimo lugar en las encuestas de opinión no sea producto de su proyecto de gobierno sino un puro embuste, una trampa de los intereses creados que con cifras embusteras y para el medro personal intentan manipular a las masas. Me hiere la mala entraña de los deslenguados que van por ahí propalando la especie de que el Sistema de poder, vale decir el gobierno y las cúpulas castrenses y clericales, la industria del periodismo y los grandes capitales de aquí y transnacionales, a como dé lugar lo quieren sembrar en Los Pinos porque precisan de un títere,de su marioneta particular que les proteja sus intereses. Falso de toda falsedad.
Sr. Manuel Bribiesca Sahagún: Mentiras, viles calumnias. ¿Por qué iba querer usted un presidente «nopalito» que le cuide las espaldas? ¿Cuidárselas de qué o por qué? ¿Le saben algo, de algo lo pueden acusar? Para mí usted es un industrial que trabaja por México para crear empleos en beneficio de los y las mexicanos, según las palabras de una matrona por la que guardo un aprecio y una admiración sin límites. Me refiero a toda su madre, Manuel.
Señora madre de Manuel: Bueno, ¿y por qué iba a precisar usted de un Calderón que le sirva de cómplice, de alcahuete, tapadera y compinche? ¿Tapadera de qué o por qué? Que le busquen, señora; a usted de qué avergonzarse le van a encontrar. Cuál tráfico de influencias, cuál derroche de los dineros públicos, cuáles lujos de nueva rica, cuál protagonismo feroz. Católica practicante, digna rama es, y floreada y echando vaina, de sus troncos ilustres: curas, monjas, caballeros de Colón, Norberto Rivera, legionarios de Cristo, Marcial Maciel, soberbia galería de beatos y mártires de la alzada de Onésimo Cepeda ¡Vamos, México!
Sr. Vicente Fox: Bien haya usted, estadista de fuste y artífice del cambio que ha beneficiado al país. Para mí, cuando salga usted de Los Pinos no va a entrar a la celda del reclusorio porque nadie, por nada, pudiese abrirle ningún expediente. Ni por asuntos del Fobaproa ni de San Cristóbal, la Estancia o El Tamarindillo. Para usted y familia nada digno del penal de La Palma Nada.
Dicho lo cual yo, periodista en el México donde más periodistas asesina el poder, pienso dormir tranquilo esta noche, sin taquicardias ni pesadillas. Y la paz. (Vale.)