Los siete magníficos

Pongo a ustedes por testigos, mis valedores, y queden muy claros los mensajes que mando a otros tantos magníficos. El primero:

Sr. Mario Marín, gobernador del Estado de Puebla: Mi «gober precioso», si me permite el tratamiento de confianzudez: para mí usted es un varón de virtudes y un funcionario ejemplar, cuya moral personal y de gobernante lo impele a encuadrar sus acciones en el marco más estricto de la ley. No es protector de pedófilos, ni como máxima autoridad del gobierno poblano podría permitir que intereses bastardos lo forzaran a violar los derechos humanos de ningún ciudadano, como afirma el rumor que malintencionados desparraman, vaya usted a saber con qué fines aviesos: que si un tal Succar Kuri, que si un Camel Nacif, que si unas niñas las víctimas, y que si., no, yo estoy cierto de que usted no acepta sobornos de ningún pederasta, ni le recibe botellas que dizque cuál pomos: ¡niñas que usted se dio el gusto de desflorar! Para mí, patrañas, «mi gober precioso». Sin más.

Sr. licenciado Roberto Madrazo ¿Usted un ladrón? Como funcionario público, ¿un depredador, que valido del puesto público y la complicidad de jueces, legisladores y magistrados, se ha enriquecido hasta la ignominia? Cómo suponer que apenas doce cajas repletas de documentos originales acreditan su derroche de hasta 241 millones de pesos en el camino a la gubernatura de Tabasco, cuando la ley le autorizaba cerca de cinco millones. ¿Motivo más que suficiente para motejarlo de sinvergüenza los bienes raíces que a su nombre aparecen aquí y en el extranjero? ¡No! Para mí es usted un funcionario honesto, y no digo más.

Sr. Manuel Espino, presidente de Acción Nacional. ¿Reaccionario usted, un cristero tardío, un hijo putativo de El Yunque y la Acción católica? No para mí, y al contrario: usted ha preservado y consolida la ideología de Acción Nacional, sus principios y praxis política Digno continuador de la obra de los padres fundadores, cuánto se enorgullecerían de su ética de dirigente figuras emblemáticas del PAN como Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna Enhorabuena

Sr. Felipe Calderón: ¡Yo sí creo en las encuestas que lo señalan de puntero en la carrera presidencial, y que se traguen su bilis esos incrédulos y suspicaces que nunca faltan y casi siempre salen sobrando! Cómo no creer en las cifras, señor, si basta tan sólo mirarle la cara para captar su don de gentes, carisma y empaque de líder, de visionario, de adelantado. Cómo las mentes retorcidas pueden imaginar que ese primerísimo lugar en las encuestas de opinión no sea producto de su proyecto de gobierno sino un puro embuste, una trampa de los intereses creados que con cifras embusteras y para el medro personal intentan manipular a las masas. Me hiere la mala entraña de los deslenguados que van por ahí propalando la especie de que el Sistema de poder, vale decir el gobierno y las cúpulas castrenses y clericales, la industria del periodismo y los grandes capitales de aquí y transnacionales, a como dé lugar lo quieren sembrar en Los Pinos porque precisan de un títere,de su marioneta particular que les proteja sus intereses. Falso de toda falsedad.

Sr. Manuel Bribiesca Sahagún:
Mentiras, viles calumnias. ¿Por qué iba querer usted un presidente «nopalito» que le cuide las espaldas? ¿Cuidárselas de qué o por qué? ¿Le saben algo, de algo lo pueden acusar? Para mí usted es un industrial que trabaja por México para crear empleos en beneficio de los y las mexicanos, según las palabras de una matrona por la que guardo un aprecio y una admiración sin límites. Me refiero a toda su madre, Manuel.

Señora madre de Manuel: Bueno, ¿y por qué iba a precisar usted de un Calderón que le sirva de cómplice, de alcahuete, tapadera y compinche? ¿Tapadera de qué o por qué? Que le busquen, señora; a usted de qué avergonzarse le van a encontrar. Cuál tráfico de influencias, cuál derroche de los dineros públicos, cuáles lujos de nueva rica, cuál protagonismo feroz. Católica practicante, digna rama es, y floreada y echando vaina, de sus troncos ilustres: curas, monjas, caballeros de Colón, Norberto Rivera, legionarios de Cristo, Marcial Maciel, soberbia galería de beatos y mártires de la alzada de Onésimo Cepeda ¡Vamos, México!

Sr. Vicente Fox: Bien haya usted, estadista de fuste y artífice del cambio que ha beneficiado al país. Para mí, cuando salga usted de Los Pinos no va a entrar a la celda del reclusorio porque nadie, por nada, pudiese abrirle ningún expediente. Ni por asuntos del Fobaproa ni de San Cristóbal, la Estancia o El Tamarindillo. Para usted y familia nada digno del penal de La Palma Nada.

Dicho lo cual yo, periodista en el México donde más periodistas asesina el poder, pienso dormir tranquilo esta noche, sin taquicardias ni pesadillas. Y la paz. (Vale.)

Carne de cañón

El absolutismo ante un pueblo ignorante no realizaba plebiscitos ni elecciones. La democracia, con monopolio estatal de la TV, respeta el sufragio universal, pero se reserva el Poder de formar la opinión, las conciencias, para que éstas permanezcan en una dulce pasividad y dependencia apolítica».

Y también, mis valedores, para enfervorizaras por este o aquel equipo futbolero, por este o aquel jugador, por este o aquel candidato que garantice medro y permanencia del propio Sistema de poder. Para ello, controlar a las masas. Controlarles hasta el pensamiento. Chomsky, analista norteamericano:

«Orwell antes de Orwell. primero el presidente Wilson, y el periodista Lippmann más tarde, hablan de que el arte de la democracia requiere lo que etiquetaron como fabricación del consenso, otro término orweliano que significa control del pensamiento: un gobierno que no puede controlar ala gente por la fuerza debe controlar sus pensamientos».

¿Cómo lograr ese control del pensamiento? Con la encuesta de opinión, modalidad usada ampliamente en los Estados Unidos que los mexicanos, gringos de cuarta dejáramos de ser, incorporamos, al igual que la práctica de los debates entre candidatos, al ejercicio político. Las encuestas de opinión: «Si hoy fuesen las elecciones, ¿usted por qué candidato votaría?»
Y la seriedad de los vividores de las tales encuestas, y la aparente base científica de sus embelecos: «Si consideramos que en este momento acudirían a las urnas los 40.7 millones de electores que resultan de la suma de los votos para presidente, existen aproximadamente 7 millones de lectores que..»

Previa y simultáneamente una ruda campaña de manipulación en los «medios», y el lógico resultado: todavía el mes anterior, en las preferencias de los mexicanos fue AMLO el puntero indiscutible Hoy, unas cuantas semanas después, en el ánimo del paisanaje se comienzan a sentir las consecuencias de la Ley Televisa: el puntero es nada menos que el candidato encargado de cuidar las espaldas de Marta y honorable familia, que incluye al segundo marido. Para quien pueda dudar del poder de la industria del periodismo, el estudioso de la ciencia política sabía lo que afirmaba: Es imposible que exista la democracia en un país donde no se controla la televisión.

O tampoco, digo yo, cuando la controla el Sistema de poder del que forma parte fundamental para situarse con los grandes capitales, por encima del gobierno y del propio Estado y sus instituciones. Giovanni Sartori, que de esto entendía, afirmó que los profesionales del oficio saben que la gran mayoría de los interpelados casi nada conocen de las cuestiones sobre las que se les pregunta Mañosamente los expertos en sondeos preguntan al entrevistado: ¿Qué opina sobre este tema?, sin averiguar antes lo que saben del tema de marras, si es que algo saben. Y que cuando las entrevistas tratan de problemas serios «son, en general, formidables multiplicadores de estupideces», y cuando se dicen en la pantalla de la televisión, esas estupideces crean opinión; las dice el «comunicador» (un ignorante), y al día siguiente las repiten miles de incautos como opiniones propias, y están convencidos de que son sus opiniones, sin percatarse de que sólo son el contagio que acaban de contraer en el cinescopio, con las tesis de conductores de programas que reproducen, en su gran mayoría, versiones no provechosas para el paisanaje sino para el Sistema, de las que esos comunicadores son simples voceros. Sartori:

«A la televisión le encanta dar la palabra a la gente de la calle. El resultado es que se presenta como verdadero lo que con frecuencia no es verdad. Las opiniones más necias y facciosas adquieren la densidad de una corriente de pensamiento. Este uso y abuso hace crecer a la gente que ahora ya puede tomarse cualquier decisión por aclamación popular».

Y es que los sondeos no verifican la consistencia de las opiniones que recogen. La mayor parte del público casi nada sabe no sabe de los problemas públicos. «La base de información de las masas es de una pobreza alarmante, de una pobreza que nunca termina de sorprendernos». Mis valedores: yo no me sorprendo. Cómo, si veo que las masas se asesoran con los Cárdenas, Gutiérrez y Ferriz de la radio y el cinescopio, y así cuándo abandonar esa lóbrega condición de «masa» para convertirse en lo que deben ser: ciudadanos. Mientras llega ese día, ¡a seguir participando en las encuestas de opinión! ‘Tara calcular los votos por candidato y hasta abril utilizamos la lista nominal del Registro Federal de Electores de marzo con un poco más de 69 millones de registros. Ya tenemos el corte definitivo que resultó ser de..» (Mira, mira.)

Total, que ahí viene, requemante la pregunta del encuestador: «¿Si hoy fuesen las elecciones, usted por cuál…?» Y milagros de Marta, y la Ley Televisa:

AMLO 33 por ciento. ¡Calderón, 36..!

(jAgh..!)

¿Qué opina de…?

Vicente Fox y los medios de condicionamiento de masas, mis valedores. Y a propósito, ¿no creen ustedes que vale la pena plantearse la interrogante que propone el analista, así sea para calcular el tamaño de esa sañuda manipulación que hoy por hoy, a estas horas y a todas horas, aplican Fox y los candidatos a sucederlo en Los Pinos? Sí, esa campaña de enajenación que ventosean contra unas masas inermes, tan dependientes cuanto irreflexivas, a las que Televisa y TV Azteca enfervorizan a lo artificioso como carne de cañón lo mismo para forzarlas a consumir todo eso que anuncian en el cinescopio con el pretexto del próximo campeonato futbolero que para hacerlas votar por un mediocre irremediable como Felipe Calderón, candidato de Marta, el hermano y los hijos de Marta. Triunfan, una vez más, los intereses del duopolio televisivo: las masas, al parecer, van siendo «convencidas» para que entreguen su voto, irreflexivo e irracional, al modelo neoliberal que beneficia a los grandes capitales. Mis valedores…

¿Mentira, verdad, los conceptos del estudioso? Toca a ustedes el veredicto: A los gobiernos «democráticos, la televisión les permite difundir su política por todo el país, a fin de legitimar el gobierno ante el pueblo, desinformándolo sobre errores politicos, para que permanezcan en el Poder los mismos partidos o se alternen en él unos y otros. De esta manera, un gobierno malo puede pasar por bueno gracias al monopolio político de los medios de condicionamiento de masas. Esto no es democrático…

«¡Porque si seguimos como vamos, mañana México será mejor que ayer…!»

Extranjero como es, ¿podría el analista calcular el monto de esas cifras estratosféricas que cada uno de nosotros, sociedad empobrecida por la claque política que rige el país, tiene que aportar (a querer o no) para las embusteras campañas de Fox, instituto electoral y candidatos presidenciales? ¿Podría calcular que la nuestra es una democracia electorera de las más costosas del mundo? Democracia electorera, que no electoral, porque unos candidatos del Sistema de poder intentan convencernos de que son «nuestros» candidatos, y esto a base de una diarrea multimillonaria entregada a la industria del periodismo. Este país…

Por cuanto a Fox: un estadista no instrumenta campañas de autoencomio en los «medios» (a lo inmoral, por lo que significa de engaño y despilfarro feroz de nuestros dineros públicos) para exaltar logros imaginarios en su administración, que la realidad objetiva y los gobernados tachan de embustes viles. Todo esto Fox, un industrial.

Porque el estadista, a diferencia del vendedor de aguas negras, es un político de nacimiento, de temple y vocación, un varón enterizo que se alza por encima de pasiones mostrencas de los mediocres, del juego y rejuego ruincejo de la verdulería y las pulsiones de cintura abajo, de esa halitosis que surge de los respingos de criadillas y regüeldos de hígados, y del lavadero y «la ropa tendida en el palacio nacional». Gobernante de todos y en los disensos mediador, el estadista es inaccesible a la estridencia los aspavientes y el ruiderío como a las imputaciones sesgadas y las alusiones y acusaciones veladas. Un estadista da la cara, un estadista saca la cara a favor de todos, nunca en contra de ninguno. El tiene el corazón ardiente, pero la cabeza fría, a la inversa del vendedor de aguas negras que al principio de su gobierno se definió, y siguió tan campante:

«El mío es un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios…»

No. Un estadista evita la verborrea hueca y deshilvanada como también los errores prosódicos, de coherencia, de lógica elemental, de sintaxis, de todo. El estadista nunca de los nuncas va a arrastrar por el suelo la altísima investidura presidencial ni a castrar los símbolos patrios para luego usarlos de trapeador. El nunca va a derrumbarse en esa compulsión manipuladora que tanto beneficia la economía de Televisa como perjudica la de todos nosotros:

«Mañana México será mejor que ayer…»

Y es que con los impuestos que todos pagamos Fox y los candidatos presidenciales monopolizan los servicios del cinescopio del duopolio, del duopolio del cinescopio, para enajenar el voto de las masas al tiempo que las excluyen del poder. «Pareciera que con todos sus votos el pueblo es el sujeto de todo, pero mientras el Estado lo sea todo y la sociedad nada, mientras el patrón decida y el obrero no participe en su empresa, la democracia prometida con palabras estará negada al pueblo, en los actos, manipulando la información como instrumento de dominación política y social…»

Y caígannos encima las encuestas de opinión, esa plaga que… (Mañana.)

?igame, don Calderón…

¿Acostumbra en su dieta el garbanzo, el centeno, la coliflor? ¿Es adicto a los lácteos, las habas, las harinas refinadas? ¿O semejante cargazón, tal turbulencia de. gases que me lo traen así de inflado, son efecto directo de los frijoles con epazote? Y no parece, señor, sino que esos gases se le treparon a la cabeza, fenómeno que nada me iba a extrañar, y al contrario: así me podría explicar que de repente usted se nos haya puesto a ventosear por boca y demás orificios sus pestilencias de vientre en pleno rostro de los adversarios políticos y la inteligencia del paisanaje. Porque, don Calderón, no me imagino que esa repentina hinchazón de su mediocre persona y esa retreta de flatulencias (humo y fétidos gases) se deba tan sólo al agradecimiento de los medios de condicionamiento de masas por el regalo panista de la «Ley Televisa», que así me lo están infla que te infla en las «encuestas de opinión» hasta que (tal es el peligro) vayan a terminar reventándolo…

Pero no, mi señor; un discreto ejercicio de autocrítica puede llevarlo a la certidumbre: gases más, humos menos, la condición de usted es la de un mediocre total e irredento, como lo certifican su biografía personal y currículo político, una carencia total de carisma y semejante rostro fofo, jetón, ovachón, mofletudo, como la totalidad de su aspecto físico. Sigan Washington, la industria de los «medios» y los grandes capitales transnacionales inflándole el triperío, y usted podrá llegar a ser el próximo presidente de mi desgraciado país, toco madera. Pero su condición de mediocre, ni que lo vuelvan a parir. Don Calderón, homo politicus vulgar por antonomasia:

Su estrella comenzó a brillar, brillo de hojalata, con el valimiento compulsivo que le prestan (que le alquilan) Marta y Fox para que usted, titerillo y tinterillo en las manos del par, los libre de La Palma, donde ya tienen adentro medio zancajo, y por el apoyo convenenciero de los medios de condicionamiento de masas, que lo exhibieron de triunfador en dos juegos futboleros, dos cascaritas: una, la del debate de miércoles que se «perpetró» un martes, y la anterior, que le hicieron ganar con ayuda de futbolistas profesionales y que tuvo una favorable repercusión en unas masas que del clásico pasecito a la red saben mucho, como lo mucho que ignoran de teoría política. En fia Usted ganó aquel partido de futbol, y hoy que la industria de los medios lo proclama triunfador y próximo presidente de mi país, yo desde aquí le formulo dos o tres preguntillas:

En el partido que juegue como sucesor de Marta y Fox, ¿a quién piensa colocar de árbitro central? A uno a modo, supongo. ¿Al propio Fox? Yo le sugiero a Espino, señor. Ese, a la hora de marcar el penal a favor de usted, no le va a temblar la conciencia, y las manos menos; cómo, si tiene un Yunque en cada mano. De arbitros suplentes yo le aconsejo a uno de los Salinas, el orejón. ¿Vendedores de cheves? El otro Salinas, el anteojudo, para la selección popular, y para la de los palcos al chamaco Azcárraga, que para eso de vocear cervezas es un vendedor Modelo…

¿De jueces de línea qué les parece dos de sus más fervientes, de sus más decididos publicistas, los cardenales (no de Boston, del Vaticano) Norberto Rivera y Juan sandoval Iñiguez? Ya ve cómo lo han inflado con humo de incienso, don Calderón…

¿La porra, mi señor? Se la Vela Perpetua, la Acción Católica, la Adoración Nocturna, las Hijas de María y los hijos de Marta. Trompeta en mano y matraca en boca, o al revés, el coordinador de la Perra Brava Onésimo Cepeda, quién más. Claro, sí, por supuesto: Onésimo, el trompetero.
¿El cronista, señor? Algún canaco, concanaco o concamín. Tienen buen gaznate y han probado de ser gargantas profundas. Utilero, masajista, cubetero, acarreador de balones; ¿qué le parece ir pagando favores a los más entusiastas «comentaristas» de radio o del cinescopio, que se lo están inflando para Los Pinos, señor? Y ahora los equiperos de su «gabinetazo».

¿Entre ala izquierda? Desierta, naturalmente. Ah, pero por la derecha qué cargazón de cracs: del Opus Dei, Provida, Caballeros de Colón, el líder de los padres de familia, todos coordinados por el líbero Abascal.

Defensas: que esas se las dé el padrecito Maciel, pero cuidado, que puede usted acabar dándoselas a él. Puro legionario de Cristo, imagínese Por cuanto a los medios: ¿Cristeros tardíos? ¿Sinarquistas? Antes del partido, ¿una rogativa? A los asistentes, ¿jaculatorias? ¿Futbol de primera división? ¿Quiénes serán los abanderados? La publicidad en las camisetas, ¿Coca-Cola, o algún banco del Vaticano? De una cosa sí estoy cierto…

Con usted, un mediocre, México tiene seguro su sitio no en la segunda división, sino en pleno llano. Con unas polvaredas… En fin. Ad majorem Dei gloria (Laus Deo.)

De héroes y tumbas

México, primero de mayo de 1886- primero de mayo de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide todo eso que ya olvidó o nunca ha sabido la mayoría de los asalariados que hoy van a tomar plazas y calles para e-xi-gir, como ocurre a lo rutinario y puntual año con año, que el gobierno les respete sus conquistas laborales, exigencia que denota una absoluta falta de conciencia de enemigo histórico. Porque, mis valedores, los obreros van a clamar sus exigencias ¡al Fox empresario, que desde el inicio de su gestión declaró ser el suyo «un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios»! ¡A un Fox anti-obrerista que tiene y mantiene en puestos claves de su gobierno a Carlos Abascal y Francisco Javier Salazar! ¡A ese es al que apunta de mega-marchitas van a exigirle! Pero no me «almiro» de Fox, que diría mi padre don Juan. Me «almiro» de los aturdidos que se niegan a pensar, a la autocrítica, a aprender de la Historia…

Aquí, por revivir esa memoria histórica que se nos agosta y angosta, les traigo el recuerdo y el recuento de los momentos finales de aquellos héroes y mártires que la defensa de la jornada laboral de ocho horas y un salario menos injusto aventaron por delante la vida, esa misma que fueron a perder a manos de los Fox, Abascal y Salazar de aquel entonces. En México, por fortuna, su lucha sería retomada por los hermanos Flores Magón y los también mártires de Cananea y Río Blanco, antecedentes directos de los cadáveres de Pasta de Conchos y SICARTSA. Es México. ¿Los cinco ajusticiados en el Chicago de 1886? August Spies, George Engel, Albert R Parsons, Adolph Fisher y Louis Lingg. Así transcurrieron sus momentos finales:
Aquel primero de mayo amaneció caluroso. Muy temprano salió el sol, dorando los patios de la prisión. En su respectiva celda de condenados a muerte ocho cautivos aguardan el patíbulo. De repente, un ruido de cerraduras marca el final. August Spies detiene su ambular de león enjaulado. «¿Ya es hora?», pregunta. «Vamos afuera», dice uno de los celadores, mostacho hirsuto. Por cuanto a la celda de Parsons, el que comanda el grupo de celadores ordena:

«Vamos afuera».

«Así pues, llegó la hora de la verdad, vamos».

Louis Lingg, por su parte, en el momento en que lo conducían fuera de la celda, comenzó a decir: «No es por un crimen por lo que nos condenan. Es por…» Y guardó silencio.
Tiempo después, cinco de los ocho anarquistas condenados a la horca por la justicia de Illinois, habían sido concentrados en un saloncillo de la prisión federal, no lejos del portón de entrada (difícilmente pudiese decirse: portón de salida). Los cinco condenados a muerte se miraron, ligeramente pálidos, pero tranquilos. «Salud, compañeros», dijo uno de ellos. A la palabra «salud», los otros intentaron una sonrisa. «¿Listos?», preguntó el celador de los grandes mostachos. ‘Listos», contestó Spies.

«No es por un crimen por lo que nos condenan» repitió Lingg. «Nos condenan por nuestros principios. Pero yo desprecio su…» Guardó silencio. Afuera sonaban las 10 de una mañana caliente en Chicago, 1886. Ya ante el patíbulo, Lingg iba a completar su mensaje final: «no es por un crimen por lo que ustedes nos condenan; es por nuestros principios. Desprecio a todos ustedes; desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!»

Antes de morir habló George Engel: «Las leyes de ustedes están en oposición con las leyes de la naturaleza, y mediante ellas roban ustedes a las masas el derecho a la vida, a la: libertad y al bienestar. ¡Estoy listo…!»

«Pueden ustedes sentenciarme -August Spies-, Pero que al menos se sepa que en Illinois, ocho hombres fueron sentenciados a muerte por pensar en un bienestar futuro, por no perder la esperanza en el último triunfo de la libertad y la justicia…»

«Si la muerte es la pena correlativa a nuestra ardiente pasión por la libertad de la especie humana -Adolph Fisher-, entonces yo lo digo muy alta ¡Dispongan de mi vida!»

El mensaje final de Albert R Parson, al pie de la horca: «Sobre el veredicto de ustedes quedará el veredicto del pueblo, para demostrar las injusticias sociales de todos ustedes, que son las que nos llevan al cadalso. Pero quedará el veredicto popular para decir que la lucha social no ha terminado por tan poca cosa como es nuestra muerte…»

¿El veredicto popular? ¿Qué dice el veredicto hoy, Primero de Mayo, a 120 años del sacrificio de cinco héroes y mártires del obrerismo mundial? «Proletarios del mundo, unios», clamó hace más de un siglo el filósofo. ¿Y? ¿Los obreros están unidos para ejecutar ese cambio que urge al asalariado? «¡E-xi-gi-mos!» (Dios.)

Y en humanos degeneramos…

Del instinto les hablé ayer, mis valedores; de esa pulsión primigenia a la que la especie humana debe su sobrevivencia sobre el haz de la tierra, que acompaña la evolución del humano desde que era antropoide, y humanoide después, para que degeneráramos en lo que somos hoy. humanos. Al hablar del instinto inicié ayer la crónica de un hecho minúsculo en apariencia, sin mayor significación, pero que a través de seis años sigue rondándome, avispón mielero, y que hoy cobra un renovado interés y puede llevar a alguno de ustedes, que no esté intoxicado de cinescopio, a reflexionar sobre el incidente de la Bicha y el Rosco. Ellos son los mininos de la casa, amores de Ariel y de Mayahuel, gatos que a mí me han tomado de su gato; sólo en lo que toca a las croquetas, que para otros menesteres ni me necesitan ni aceptan mi cercanía.
Y ocurrió que al cumplirse el plazo para vacunar al par de mininos mandé llamar al veterinario, y aquí lo asombroso: aquel día la Bicha y el Rosco dormitaban acá arriba, en mi cuarto de estudio, desde donde no se ve la puerta de entrada. El veterinario no tuvo necesidad de tocar la puerta, que el Arieluco ya lo esperaba abierta la entrada, y ándenle, que en llegando el veterinario subieron Mayahuel y el güerejo y con la naturalidad de costumbre tomaron en sus brazos al par de mininos, y fue entonces.

Sí, porque apenas habían dado unos pasos y bajado un par de escalones rumbo a la planta baja, donde aguardaba el veterinario, los animalejos revuélvense entre los brazos, se encrespan y se acalambran, tirando arañazos, bufidos y tarascadas. Ma, ¿pos estos? Y en mala hora acudí en auxilio de la de las zarcas pupilas, que de la garita recibí generosa ración de arañazos, tatuajes de hemoglobina, y qué hacer. Se precisaron refuerzos: Aída (tú, la de todos los días), la señora Lupe, trabajadora doméstica, y un ayudante del veterinario, con experiencia previa (había sido policía preventivo experto en amansar antorchistas y panchovillistas, calcúlenle), que subieron la escalera para repartir con nosotros los arañazos y bajar con los rebeldes sin causa hasta la jeringa del veterinario y rápido, a jeringar con el arponazo y el estoconazo, y a descabellar, y a matar recibiendo. La Bicha y el Rosco quedaron inmunizados contra sida, cirrosis, cáncer de mama y papiloma humano. Y la paz. Doméstica. Y viendo lo que entonces vi me puse a reflexionar, subí a mi «estudio» y dije esto que años después digo a todos ustedes.

¿Cómo fue, cómo sería que el par de gatos presintió el peligro? ¿Qué intuición, qué corazonada, qué sexto sentido les encendió focos rojos en su cerebrín de mininos? ¿Cómo en el tal se mantenía viva la memoria genética? ¿O fue la memoria histórica? ¿Cómo fueron a intuir, alejados como estaban de la puerta, la mano que me los iba a jeringar, la del veterinario? ¿Cómo les dio la corazonada; «el pálpito», que allá decimos? ¿Cómo fue que la Bicha y el Rosco ventearon la agresión a su físico? ¿Qué instinto primitivo de los primitivos tiempos les dio aquella voz de alerta? Mis valedores…

¿Habrá en este mundo madre más sabia que Madre Natura, que así ha dotado a dos simples mininos del instinto de sobrevivencia capaz de captar el peligro en un trance que al humano pasaría inadvertido? Yo, estupefacto al prodigio, con trabajos volví a la lectura del matutino, que había suspendido para meterme de amansador. Leí entonces, hace 6 años (tomar nota): «En diez estados del país puntea Fox». Ájale. ¿Por qué el empresario de la Coca Cola? ¿El reaccionario, el yunquero, el cristero tardío puntea en diez estados? Seguí leyendo: «En otros diez puntea Labastida». ¿Cómo así? ¿Pancho el priísta, el que desgobernó Sinaloa el maromero que..? Leí: «Cárdenas, muy atrás en la calificación». Bueno, ¿y qué méritos ha hecho para merecer un puntaje mejor? Pregunté entonces: mis valedores: ¿habrá alguna diferencia en que llegue a Los Pinos este o aquél, coyotes todos de la misma loma, del mismo Sistema de poder, del que son candidatos, y no de las masas? No alternancia necesitamos, sino un cambio estructural del «Sistema», y esa tarea es nomás de nosotros, no de los candidatos (sus candidatos) que nos apronte el Sistema.

Pero Pancho puntea, culpa de las masas. Pero puntea Fox, culpa de las masas. Si ganara Fox, ¿culpa de quién iba a ser? Eso hace 6 años, y si ahora AMLO, Calderón o el Madrazo, ¿culpa de quién? Mis valedores: ¿por qué madrecita Natura no nos dotó a los humanos de una centésima parte de la capacidad para ventear el peligro con que equipó a la Bicha y al Rosco? ¿Por qué a los mininos sí y los humanos friéguense una y otra vez, cada 3,6 años? ¿Tanto así se nos ha caído la pulsión instintiva que tan a flor de pellejo cargábamos cuando antropoides y humanoides, degenerados hoy en una humana ralea que ha sido capaz de abortar y ha malparido a los Truman, Hitler, Bush, Sharón, Rice, Marta, Espino, Diego el barbón, yo, tú, él? Trágico. (¡Fox!)

Esta vez el instinto

Esta vez esa pulsión instintiva a la que debe la humana ralea su sobrevivencia sobre el haz de la tierra Salvaguarda esencial del antropoide, el instinto siguió protegiendo a la criatura humanoide, y se nos quedó aquí dentro, atento siempre y siempre vigilante Es así como dentro de nosotros cargamos un instinto esencial, primigenio, que en la situación de peligro, como rayo en seco salta con su chisguete de adrenalina y uf, por poquito. De no ser por el «instinto de conservación», decimos…

El instinto de conservación. Hace el tanto de seis años, en este mismo espacio me preguntaba e interrogaba a todos ustedes por nuestro instinto de conservación. Hoy, atenido a la historia y sus enseñanzas, de nueva cuenta vuelvo a preguntarles, preguntándome: ¿qué caraj…mbas ocurre con nuestro instinto de sobrevivencia, el de conservación? Para medir el tamaño de la pulsión instintiva puse de ejemplo un par de animalillos domésticos: la Bicha y el Rosco, los dos mininos que aceptan vivir en esta su casa (Ja de ellos), conmigo como el servidor de dos. Aquí, el episodio doméstico:

¿Habrá alguno más hogareño que eso nimio que acontece con los gatos caseros? Con la Bicha y el Rosco, pongamos por caso, ellos dos que habitan bajo mi techo y al amor de mi gente, tan amorosa con los mininos como ya quisiera yo que lo fuesen conmigo. Mansas de corazón, medio día se la pasan las dos bolas de estambre durmiendo entre ronroneos, y el otro medio día remoliendo croquetas, y todavía se dan tiempo para condescender, si traen el humor a modo, con arrumacos como esos con los que los incomodan al güerejo Ariel y mi jovencísima Mayahuel de las zarcas pupilas, ella tan hermosa que en ratos creo que lo hace a propósito. Luego de permitir a lo displicente que les soben los lomos, la Bicha y el Rosco tornan al sueño. Y la paz, Apenas oscurezca, los dos van a escabullirse por la azotehuela hasta las vecinas azoteas, y entonces sí, a participar en la zanfranza de orgías nocturnales con los congéneres del vecindario, y a convertir la azotea de mi habitación en campo de amor, guerra florida, torneo galante y territorio iraquí que invadieron gatazos dañeros y atrabiliarios, Bush cada uno de los tales, que al igual que el gringo ex-dipsómano producen una dolorosísima ración de sangre, cadáveres, llanto y desolación. Porque así aman los gatos de la azotea: de noche, a oscuras, validos de la sorpresa, el asalto, la viva fuerza y garras y colmillos, no sé de quiénes aprendieron ese humanísimo estilo de desfogar una pulsión sexual que los gatos tienen la decencia de no embombillarle el alias de «amor». Lo dijo el poeta:

«Los gatos erizan el ruido y forman una patria espeluznante…»

Y aquí lo asombroso, que me ha llenado de estupor y cavilaciones durante estos años: fue un lunes de aquel entonces. Solicitada telefónicamente la presencia del veterinario, el susodicho acudió a aplicar a los dos gatos su respectiva ración de vacunas: contra rabia, sida, moquillo, papiloma humano y cáncer de mama La Bicha y el Rosco, entretanto, dormían acá arriba, sobre la mesa donde redacto estos párrafos engarruñados entre alteros de carpetas, libros de consulta y mi libro de oraciones que, por pudor, había camuflado con fotos pornográficas en las carátulas. Desde mi estudio no se alcanza a ver la puerta de entrada y el veterinario no tuvo necesidad de tocar la campana que la entrada aguardaba abierta de par en par. ¿Van tomando nota? Y ocurrió, mis valedores…

Ocurrió que apenas llegado el veterinario subió Mayahuel y con la naturalidad de costumbre tomó en brazos a la Bicha, y al Rosco el Ariel, conmigo en su seguimiento, que estaba entre los conjurados y era parte del compló. Pero ándenle, que fue entonces: dos, tres pasos, dos, tres escalones de la escalera que baja hasta el rincón del corredor donde aguardaba, invisible a nuestra vista, el veterinario, y de repente los animalejos revolviéronse entre los brazos, y que se encrespan y se acalambran, tirando arañazos, bufidos y tarascadas. Ma ¿pos estos? Y en mala hora acudí en auxilio de la de las zarcas pupilas, que de la garita recibí generosa ración de arañazos, tatuajes de hemoglobina y qué hacer. Se precisaron refuerzos: Aída (tú, la de todos los días), la auxiliar doméstica y un ayudante del veterinario con experiencia previa que había sido granadero y experto en amansar antorchistas y pancho-villistas, calcúlenle. Ellos acudieron para repartirse con nosotros los arañazos y bajar… (Eso, mañana)

Bush, Hussein, Ariel Sharon…

Que sin ésos el mundo sería mejor, juraba hace años el ayatola de Irán, y yo digo: un par de los tales, por más que aún respiran, ya no son de este mundo, y el tercero nunca debió haber nacido; no haber llegado a la Casa Blanca, al menos: «Al margen de la ONU emprenderé una campaña contra Irán, dice. Pero el que será sentenciado a muerte y el que lleva la muerte en su sino vidas son paralelas. Leo de Saddam en reportaje de H. Campa publicado no hoy (no soy leñador de árboles caídos) sino hace lustros:

«El que confronta, que tal significa Saddam, nació el 28 de abril de 1937, en el hogar de una familia de campesinos sin tierra y de una pobreza extrema; que sus años primeros los vivió en una choza de cañas y adobe que carecía de servicios, y donde el único combustible era el estiércol de vaca Huérfano de padre y con un campesino analfabeto como padrastro, el cual no le tenía buena disposición y al que servía como pastor de ovejas, Hussein huyó de la casa y vivió en Bagdad con un su tío, maestro de escuela que le inculcó sentimientos anti-imperialistas y de un nacionalismo extremoso. No logró el ingreso a la academia militar. Años más tarde ostentaría el grado de mariscal».

Leo que «el presidente G. W Bush dejó de beber hace 20 años, cuando en 1986, en una fiesta para celebrar su cumpleaños
No. 40, se excedió con las copas en forma alarmante. No esconde nada de su coqueteo con los tragos y su gusto por la cerveza». Ahora se duele el ex alcohólico: «No sé por qué nos odia todo el mundo. Estoy asombrado, porque sé lo buenos que somos». «No, señor Presidente (RM Bowman, ex director del programa Guerra de las Galaxias): no le dijo la verdad a los estadounidenses sobre por qué somos blanco del terrorismo. Dijo que era porque representamos la democracia, la libertad y los derechos humanos en el mundo. ¡Mentira! Somos blanco de los terroristas porque su gobierno, nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas…»

Leo, de Saddam, que su juventud en Bagdad fue de robos, muertes, bandas callejeras. Años después, militancia en el partido Baath («Renacimiento»), tareas partidistas, prisión, escapatoria, el complot y el golpe de estado. «Aduciendo que había descubierto un complot de baathistas sirios en el partido, Hussein eliminó a 500 miembros relevantes de Baath. En una reunión del partido acusó de traición a 22 más. Fueron ejecutados en el acto.

?l mismo se encargó de matar a algunos de ellos. Y que con la misma sangre fría, Hussein ordenó el empleo de armas químicas contra poblaciones rebeldes kurdas, al norte de Irak «Villas enteras fueron arrasadas». Y aquí el claroscuro de una personalidad compleja, contradictoria, desmesurada: «Pero ante la madre que pide por su hijo preso no duda en dar el indulto; un niño que lo intercepta y le da un beso lo conmueve y hace llorar; cuando en su pueblo natal notó indiferencia a su paso, se echó a llorar en los brazos de su chofer…»

Leo al ensayista de EU Eliot Weinberger: «Hace 2 años Bush necesitaba una salida para la crisis de su gobierno, sobre todo ante la recesión económica Esa salida fue la guerra en Afganistán y luego en Irak ¿Qué sigue? ¿Una nueva guerra? No se puede subestimar la amnesia colectiva inducida por el sensacionalismo de los noticiarios que transmiten las 24 horas, ni el talento de Bush y sus consejeros para manipular esos medios de comunicación…»

«¿La prensa de los Estados Unidos? (Noam Chomsky) No contar la verdad, sino servir al sistema Tal es la función de la prensa norteamericana El Pentágono no sólo ha desarrollado armas cada vez más complejas para los campos de batalla en el extranjero, sino que también ha perfeccionado su propaganda para granjearse la opinión pública en su propia casa y a escala mundial. Para eso la prensa norteamericana». Los maestros a sus alumnos en escuelas de EU: «Cuando pienses en talibán, piensa en los nazis. Cuando pienses en Bin Laden o Saddam Hussein, piensa en Hitler, y cuando pienses en Afganistán (ahora, en Iraq), piensen en los campos de concentración…»

Leo, de Saddam, que «El hombre fuerte de Iraq se ha embarcado en la tarea de reconstruir la antigua Babilonia El horneó miles de ladrillos, en muchos de los cuales está inscrita esta leyenda La Babilonia de Nabucodonosor fue reconstruida en la era de Saddam Hussein». Y un detalle que tiene relación directa con todos nosotros, los mexicanos: «Hussein busca su lugar en la historia como un nacionalista Por sus acciones nacionalizadoras, Hussein admira a Salvador Allende, de Chile, y Lázaro Cárdenas, el mexicano que nacionalizó la riqueza petrolera..»

Chomsky. «¿Motivos para el control de Irak? Controlar a Irak pone a EU en una posición muy poderosa para extender su dominio sobre las mayores reservas estratégicas de petróleo en el mundo. No es una razón pequeña.»

Saddam Sharon, Ariel Hussein, George W. Hitler: tal para cual. (Aberrante.)

La Historia se muerde la cola

La Historia circular. Hace un siglo fue Cananea; hoy, Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas-Las Truchas. El parrón ayer fue WC. Green; hoy es Germán Larrea El funcionario servil fue ayer Rafael Izábal, Gobernador; hoy es Francisco Salazar, del Trabajo. Ayer se llamó Porfirio Díaz; hoy se nombra Vicente Fox. Ayer, la sangré derramada fue la del minero mexicano; hoy…

Ese es el de la República: un gobierno compuesto de ambiciosos que especulan criminalmente y fustigan al pueblo, encabezado por el peor de ellos.

Tal afirmaba el volante que los huelguistas de Cananea repartieron entre los trabajadores de la transnacional. Sigo la crónica de la masacre perpetrada en el México de Porfirio Díaz. Primero de junio, 1906:

Al amanecer de ese día se organiza la columna de huelguistas. Al frente, en la descubierta, tremolando la bandera nacional marchan cinco abanderados, tres de ellos con un gigantesco cartelón que sintetiza las demandas de los mineros en huelga: «Cinco pesos y ocho horas de trabajo. ¡Viva México..!»

Documentos de época lo aseguran: «El espectáculo es grandioso, si tomamos en cuenta que se realiza en un rincón del territorio; porque Cananea no es una ciudad industrial sino sólo la colonia de un mineraL.»

Al avance de la columna se van sumando contingentes de trabajadores, que a coro proclaman: «¡Viva la huelga! ¡Viva México..!» Asombro, júbilo y vítores de comerciantes cuando la interminable columna de manifestantes, que sobrepasa los dos mil, hace su entrada en Ronquillo y desfila frente a la tienda de raya y las oficinas generales de la Cananea Consolidated Copper Co. Llega la columna a la maderería, única planta que falta paralizar para que todas las actividades en el mineral queden suspendidas. Pues sí, pero entonces…

WC. Green, presidente del mineral, prepara e instruye a los hermanos Metcalf altos empleados del mineral, para que provoquen a los manifestantes y así justificar la violencia contra los huelguistas. Por lo pronto, las puertas de la maderería han sido cerradas para impedir que los obreros se sumen a la manifestación. Y es entonces cuando la Cananea asesta su primer golpe:

A manguerazos de agua fría con el equipo de alta presión, que se usan sólo para sofocar incendios, son recibidos los huelguistas. Accionadas por los hermanos Metcalf, las poderosas mangueras bañan a los manifestantes y vejan las banderas que empuñan los obreros de vanguardia Semejante provocación, tal agresión a los obreros y el atropello a las banderas, enciende la ira de los mineros, que se alzan como catapulta sobre la puerta de la maderería Espantados, los hermanos Metcalf sueltan las mangueras y vuelven con sendos rifles, y se suceden entonces los primeros disparos. Cae muerto un obrero y muchos heridos.
Se violentan las puertas. Los obreros de la madera prenden fuego al refugio de los Metcalf y se produce un incendio que levanta grandes nubes de humo y fuego que se extienden a gran parte del edificio. Al saltar por una ventana, uno de los Metcalf es recibido a pedradas, y cuando rueda por tierra lo rematan con su propia arma Sigue el otro disparando sobre la multitud. Caen varios huelguistas, pero es acosado por los mineros, que con su misma arma lo rematan. Antes de caer ha herido y muerto a varios mineros. El fuego, entretanto…

El fuego sigue destruyendo los almacenes de madera, leña y forrajes, y el edificio de oficinas. WC. Green, presidente de la Compañía, y Dwigth, su gerente, concentran armas y parque en un edificio cercano a las oficinas y al palacio municipal. Ahí mismo han acuartelado a su policía privada, que integran norteamericanos. Todos, arma gringa en mano, se parapetan en posiciones estratégicas. Es el México de Porfirio Díaz. Los manifestantes se acercan al palacio municipal, desde donde los observa el munícipe. Entonces…

De repente las primeras descargas de fusilería A la vista de la autoridad mexicana seis trabajadores son asesinados. Indignación, impotencia para repeler la agresión por falta de armas. Los mineros se dispersan hacia las casas de empeño, las toman por asalto y se apoderan de pistolas, rifles y parque Los pocos que lograron armarse regresan al edificio y contestan el fuego de los policías norteamericanos. Pero el parque se agota y los trabajadores se ven obligados a replegarse. Conclusión:

En Cananea han quedado 21 cadáveres y otros tantos heridos graves. Los gringos habían usado balas «Dun Dun», prohibidas en todo el mundo por los estragos que produce, que perforan y destrozan la carne y los huesos. Acá, en la ciudad capital y desde la silla presidencial, Porfirio Díaz observa..

Siderúrgica Lázaro Cárdenas, Pasta de Conchos, Cananea Porfirio Díaz, Vicente Fox. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. Es México. (Este país.)

Sangre: cuota y herencia…

Cananea, Pasta de Conchos, Siderúrgica Lázaro Cárdenas. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que los tiempos son muy distintos, como distintas las circunstancias y el nombre de los aliados al interés extranjero que manejaron y manejan la riqueza del país, pero que desde la Cananea de Porfirio Díaz y aliados gringos hasta las minas de Coahuila y Michoacán en el tiempo de un Fox prestanombre de los capitales extranjeros, la sangre derramada es la misma, la misma de siempre, sangre mexicana Sin más. ¿Y nosotros? ¿Y nuestra capacidad de asombro, de indignación, de acción concertada? Aquí, porque la memoria histórica no se nos muera (no se nos acabe de morir), van retazos de la epopeya que a plomo y fuego troquelaron en la Historia los mineros de Cananea.

Documentos de la época lo asientan: fue la noche de aquel 31 de mayo de 1906 cuando los mayordomos de la mina «Oversigth», transcribo el nombre tal cual, congregaron a los obreros denominados carreros y rezagadores para notificarles que a partir del siguiente día la extracción del metal se haría bajo nuevas normas, y ello en virtud de la contratación que para este trabajo habían celebrado con The Cananea Consolidated Copper Co., contratación que les otorgaba amplias facultades para reducir el personal, seguir pagando los mismos salarios (3 pesos por 12 horas de trabajo) y exigir mayor rendimiento a los obreros que no fuesen despedidos. Con semejante contrato los mayordomos adquirían un ilimitado poder, y a los trabajadores se les regresaba a la era feudal…

Tan aviesa medida produce la más enardecida indignación entre los trabajadores. La chispa alcanza la sustancia inflamable. A la advocación de los Mártires de Chicago y en la mente los ideales magonistas, los mineros se lanzan a un movimiento impetuoso, violento, que sólo con plomo -extranjero- se iría a detener. Encrespados, enardecidos, los obreros comienzan a coordinar su rebeldía Y llegó la mañana del día primero de junio, y estalla la huelga de Cananea La consigna de los mineros:

¡Ocho horas de trabajo y cinco pesos de salario! ¡Viva México..!

De inmediato los agentes de la policía comunican la novedad a sus superiores, y el pánico se apodera de patrones extranjeros y funcionarios del gobierno local. A las ocho de la mañana representantes de la autoridad política se entrevistan con los mineros, quienes les dan las razones que originan la huelga, sintetizadas en las 6 demandas que especifican, además de salario y horas de labor, el número de extranjeros que podrían ser contratados. A esa hora ya la muchedumbre que bloquea el edificio supera los dos mil huelguistas. Se reparten volantes que claman, en sus primeras líneas:

Obreros Mexicanos: un Gobierno electo por el pueblo, para que lo guie y satisfaga sus necesidades en lo que cabe: eso no tiene México. Por otra parte: un gobierno que se compone de ambiciosos que especulan criminalmente, fustigando al pueblo, electos por el peor de ellos, para que lo gobiernen, no para que se burlen y lo humillen, es la República.

Pueblo, levántate. Aprende lo que parece que olvidaste. Cada mexicano al que desprecian los extranjeros en el propio suelo mexicano vale tanto o más que ellos si se une a sus hermanos y hace valer sus derechos. La situación actual se debe al pésimo Gobierno que da las ventajas a los aventureros, con menoscabo de los verdaderos dueños de esta desafortunada tierra. ¡Mexicanos, despertad, unámonos. La patria y nuestra dignidad lo piden!

Este «pasquín» (razonable, a mi juicio; tan actual en los tiempos de Fox) es rechazado y desautorizado por los mineros porque, aseguran, fue escrito e impreso como una maniobra de los altos jefes de la compañía con fines premeditados de acusar a los huelguistas de sedición. «Mal síntoma, alerta el cronista, pues ya apareció la mano perversa de la burguesía minera, que principia a proyectarse en sucias maniobras para desvirtuar el noble fin que persiguen los trabajadores al reclamar justicia». En fin.

Ya para entonces, mis valedores, una impresionante multitud de huelguistas se había situado frente al edificio de la comisaria, ansiosa de conocer el resultado de las conversaciones que encabezaba, por el Comité de Huelga, Manuel M. Diéguez.

Interminables horas de debate sólo iban a conducir a un mínimo acuerdo: los mineros deberán presentar por escrito sus peticiones. Ya vería la patronal cómo resolver lo conducente. Los huelguistas habían acordado realizar una manifestación pública por toda la zona del mineral, y al arrancar su marcha de protesta arrancaron también las acciones que habrían de rematar en una masacre que preludia la de Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas. (Sigo mañana)

«Impunidad e Iniquidad, S.A.»

México, 21 de abril de 1992 – 21 de abril de 2006. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide la memoria histórica, esa generadora de cambios. Que los alcances de la impunidad en que se gesta la pública corrupción productiva e impune del Sistema de poder no se les diluya en la memoria. Mis valedores: como para probar nuestra capacidad de asombro, de indignación y de respuesta organizada, está ahí nomás el caso impune (hoy todavía, 14 años después, que se cumplen mañana) de las explosiones de Guadalajara Aquí, para que lo recuerden los olvidadizos, las voces diversas y diversas instantáneas de aquello, atroz, ocurrido aquel 22 de abril de 1992 en el Sector Reforma de Guadalajara, Jalisco.

De cara a la nación y con las ruinas humeantes a sus espaldas, frente a cámaras y micrófonos clamó, vocezuca de pito de calabaza, el entonces presidente del país y hoy redivivo Carlos Salinas:

– ¡Compatriotas! ¡He dado instrucciones al Sr. Procurador de la república, lic. Ignacio Morales Lechuga, para que en 72 horas me entregue un informe completo, donde se deslinden responsabiidades! ¡Este hecho no va a quedar impune, compatriotas! ¡Es mi compromiso…!

A cuatro horas del estallido, esto afirmaba el comunicado de PEMEX, que resultó, a fin de cuentas, el responsable oficial del siniestro: ??En la fabrica de aceites La Central, ubicada en el Sector Reforma, se presentó una fuga de hexano que se filtró al drenaje municipal, lo que provocó 6 explosiones. Nuestro personal especializado se encuentra en dicho sector colaborando con las autoridades estatales y municipales en el centro de la emergencia». Así que La Central. Días después, en mayo, lo declaraba un Guillermo Estrada, gerente de mantenimiento de PEMEX:

– La fuga de gasolina no tiene relación alguna con los estallidos que ocurrieron, ya que en cuanto fue descubierta se ha procedido a su reparación.

Un mes después, «para determinar el grado de culpabilidad de PEMEX y la SEDUE en el siniestro, la PGR cuenta con el estudio denominado: Para proteger y restaurar el ambiente de los efectos producidos por la industria petrolera, que firman los susodichos PEMEX y SEDUE

Lo estipulaban, al respecto, diputados del PRI en la cámara, gesticuladores tartufos:

– Nosotros no hacemos juicios a priori sobre los hechos de Guadalajara. Los partidos de oposición no deben manipular políticamente el problema. Por el contrario, en lugar de hacer culpables, ayuden al país a evitar desastres de ese tipo…

En mayo se había publicado la siguiente noticia: «Extraña junta de Francisco Rojas, director de PEMEX, con 45 diputados. Durante más de 6 horas se encerró con ellos en el piso 45 de la Torre de PEMEX. A la salida, Fernando Ortiz Arana, líder de la mayoría priista, se negó a hablar y salió casi corriendo por el estacionamiento del edificio…»

Tiempo después, el comunicado de prensa: «No habrá juicio político a los funcionarios denunciados en la Cámara de Diputados como responsables de la explosiones de Guadalajara Determina Ignacio Morales Lechuga, ex procurador: PEMEX fue culpable, pero no responsable (¡Sic!)

Mientras tanto, y según la Academia Jalisciense de Derechos Humanos, «el ejército y las autoridades civiles habrán estado quemando setenta cuerpos diarios, en promedio, sin descanso y durante veintisiete días…»

México, 11 de abril del 2 mil. «Claman justicia en Guadalajara A ocho años de la explosión, más de 500 afectados reclaman justicia y están dispuestos a reabrir el asunto penalmente».
Se impacientaba Alberto Orozco Romero, ex gobernador de Jalisco:

– ¡Por favor! Hablar del 22 de abril del 92 es insano. Da ocasión a otros intereses, se repite e insiste en ello con otros fines. Yo, personalmente, aborrezco ocuparme de eso, me aflige el asunto. ¿0 qué? Porque no vamos a pasar el resto de la vida hincados, llorando por lo ocurrido, ¿verdad? Caramba, que una tragedia ocurre en cualquier país; las guerras cobran miles de muertos, y no por eso la gente se pasa el resto de su vida llorando por los caldos. Definitivamente no podemos vivir sólo de llorar. Los familiares verán con más simpatía que estemos reconstruyendo y a ellos si desde el cielo nos vieran, les gustaría más que estuviéramos laborando, y no a llore y llore junto a su tumba, ¿no creen..?

Guadalajara Impunidad antes, impunidad después. Impunidad siempre. Impunidad del Sistema de poder, alimentada por la desidia, la pasividad y la falta de memoria de unas masas vencidas por la ignorancia Es México. (Mi país.)

Temor y temblor

Tertulia de anoche en mi depto. de Cádiz, en la Mixcoac-Insurgentes. Habló el maestro: «A propósito, contertulios: ¿conocen la leyenda del bosque de Nemi? De ganchete nos miramos.

«Sí, la del monarca aquel que por medio del asesinato llegó al poder, y al que asesinándolo va el sucesor a ocupar el trono, para que el asesino, a su vez, corra la suerte de su víctima». Vi en sus manos aquel ejemplar de La rama dorada, de Frazer. «Aquí, para no adulterarlo, transcribo la parte medular de la leyenda, que tiene de escenario las colinas albanas». Comenzó la transcripción:

«En la Antigüedad este paisaje selvático file el escenario de una tragedia extraña y repetida En una orilla del lago, inmediatamente debajo de un precipicio, estaba situado un bosquecillo sagrado, y en él cierto árbol que todo el día y probablemente hasta altas horas de la noche rondaba una figura siniestra: en la mano blandía una espada desnuda y vigilaba cautelosamente en torno, cual si esperase a cada instante ser atacado por un enemigo.

El vigilante era rey y homicida a la vez; tarde o temprano habría de llegar quien le matase para reemplazarle. Tal era la regla: el puesto sólo podía ocuparse matando al rey y sustituyéndole en su lugar hasta ser a su vez muerto por otro más fuerte o más hábil. El oficio mantenido tan a lo precario le confería el título de rey, pero seguramente ningún monarca descansó peor que éste, ni fue visitado por pesadillas más atroces. Año tras año, en verano o en invierno, con buen o mal tiempo, había de mantener su guardia solitaria, y siempre que se rindiera con inquietud al sueño, lo haría con riesgo de su vida La menor relajación de su vigilancia, el más pequeño abatimiento de sus fuerzas o de su destreza le ponían en peligro. Las primeras canas sellarían su sentencia de muerte. Su figura ensombrecería el hermoso paisaje. El ensueño azul de los cielos, el claroscuro de los bosques veraniegos y el rielar de las aguas del lago al sol, concordarían mal con aquella figura torva y siniestra..

Mejor aún nos imaginamos este cuadro como lo podría haber visto un caminante retrasado en una de esas lúgubres noches otoñales en que las hojas caen incesantemente y el viento parece cantar un responso al año que muere. Es una escena sombría con música melancólica en el fondo la silueta del bosque negro recordada contra un cielo tormentoso, el viento silbando entre las ramas, el crujido de las hojas secas bajo el pie, y yendo y viniendo, ya en el crepúsculo, ya en la oscuridad, la figura oscura, insomne, la espada desnuda en la diestra..»

– ¿Y qué, contertulios? ¿Qué pueden decir del rey del bosque de Nemi?

«O sea: como qué…» Luego, el silencio. Algún trago a la infusión. Habló el maestro: «Un varón enterizo, ¿no les parece? Por eso, porque el protagonista de la leyenda del bosque de Nemi era un rey.

Y que nació para rey, actuó como rey y como rey encuentra la muerte. ¿Que llegado el momento, el legendario monarca experimentaba el temor ante su próximo derrocamiento y la muerte? Por supuesto que sí, ¿no era humano como todos nosotros? ?l conoció la angustia, el temor; pero tales sentimientos no tuercen su conducta ni lo fuerzan a trapear por los suelos la capa real. «Su condición de rey, su educación de rey y su temple y mística de soberano lo llevaban a comportarse en toda su vida con decoro, altivez, dignidad, ¿no les parece? Contertulios: ¿no representa el de Nemi la viva metáfora de la sucesión presidencial en nuestro país?»

– ¡Muy cierto! -saltó don Tintoreto-. LEA da muerte a Díaz Ordaz, López Portillo asesina a LEA, y éste al siguiente, y al siguiente y al que sería el próximo los mata Salinas, y así hasta hoy. Pero eso sí: por aquel entonces aún se guardaban las formas, ¿no?

– Pero ellos eran políticos, si no es que reyes, -el maestro-. Explíquense ahora la diferencia del rey y el político con alguno que ni era político ni nació para rey, sino para vendedor de la Coca-Cola, y no más.

– ¡Cierto! Entiendo ahora que un coca-colero defienda a gruñidos, retobos y altisonancias de baja estofa un trono al que llegó asesinando al rey anterior, con todo y partido político, para mostrarse ahora ayuno de toda dignidad, varonía decoro. Con razón…

– Con razón el indigno espectáculo: al defender cetro y corona que perdió desde el día en que en el trono sentara sus reales, trono y vida defiende no como político ni como monarca; no con la espada desnuda, sino a lengua bífida y a rociadas de saliva- a lo rastrero, en vil pleito de vecindad y toreo pulquero: a chillidos y rezongos, a chifletas y ofensas, a rabietas y descalificaciones.

De lo que se habló en la tertulia, mis valedores, seguiré muy pronto. (Aguarden.)

Judas y Barrabás

Al ver que Jesús fue condenado, Judas se arrepintió, y presa del remordimiento, a los sumos sacerdotes devolvió las treinta monedas de plata…

Pero no, que de acuerdo a cierto evangelio apócrifo en el que me baso, Judas no tuvo tiempo de devolverlas. A la presencia del Maligno que se le había enroscado en el corazón, otro más, y aun más mortífero, se le atravesó en el camino que lleva al Campo del alfarero, a donde se dirigía, soga en mano, a cegar su existencia ¿El nombre del susodicho?

– Barrabás es mi nombre, y soy uno al que la democracia electoral ha salvado la vida esa democracia que deja libres a los bellacos y crucifica a los inocentes. Detente y óyeme, Judas.

Este se detuvo, oyó, se dejó convencer de aquel Barrabás que estaba señalado por la Justicia Hace un momento, al ir destrabándolo de sus hierros, los guardias se lo advertían: «Cada uno de tus delitos merece patíbulo: robos, asaltos, asesinatos, violación de leyes, y de doncellas. La democracia electoral de los judíos te salvó esta vez, pero cuídate, que te vamos a vigilar. Un paso en falso y regresas a esta mazmorra y no habrá democracia que te salve por segunda vez». Y de mala gana lo arrojaron a la libertad.

Ya viéndose libre, Barrabás fuése directo hasta cierto escondite de las goteras de la ciudad, y convocó a los compinches, y les repuso recomponer la pandilla y volver todos juntos a la vida delictiva, pero los malvivientes: «Con nosotros no cuentes. La justicia de Poncio te trae vigilado».

Barrabás se vio solo y su alma Y qué hacer…

Salió a la calleja y escuchó la grita del populacho contra aquél al que llevaban a cargar una cruz y corona de espinas. El bergante bendijo la democracia electoral, que a unos eleva por sobre la chusma y a ésta la clava en la cruz. La voluntad popular lo había beneficiado, por más que en lo más soterrado de la conciencia percibía un amago de compasión por el que llevaban al tormento, y de ahí a la cruz. Pero Barrabás, como el propio Judas, traía al Maligno enroscado en las tripas, y fue el Maligno el que le inspiró el perverso plan y lo llevó a hacerse el encontradizo con Judas, y entonces:

– Detente. Te traigo una propuesta con la que habrás de rehacer tu vida

Catadura de poseso en delirio de alborotadas greñas y en las crispaciones del rostro unos ojos enfebrecidos que pugnaban por saltar de las cuencas, el Izcariote siguió su camino.

– Judas, hermano, detente y escúchame

– ¡Suelta no tuerzas el curso de mi destino!

Y siguió rumbo al Campo de los Alfareros. Un cordel llevaba en la diestra Barrabás, admonitorio:

– Mira que quitarse la vida suele resultar mortal. Oye mi plan, hermano. Pura vida pura felicidad…

– ¿Felicidad? ¿A uno como yo? ¿Ya viste a dónde se llevan a Jesús? ¿Viste cómo lo llevan? Al humano que es suma y síntesis de la divinidad, al divino humanísimo, ¿por culpa de quién lo están haciendo garras..?

– Bueno, sí, pero ya te arrepentiste, y tu víctima si es como dices que es, ya te habrá perdonado. Tú tienes pleno derecho a la felicidad, a una vida de regalo que te va a durar toda la vida..

Otra de sus frases. Mis valedores:

Fue Satanás. El Maligno hermanó a los dos execrables. Cómo entender, si no, que Judas se detuviese y diera oídos al plan de Barrabás. Cómo entender que se arrimaran al árbol aquel y que Judas, en vez de pasar la cuerda por una de sus ramas, se sentara al pie y con Barrabás se pusiera a echar cuentas, a sopesar los pros y los contras del plan. «Pero eso es ir contra la ley». «Pero eso es ir a donde la ley protege a los Judas y Barrabás. Allá los jueces están comprados, y los procuradores, vendidos». El Maligno triunfo, y entonces:

¿Cómo fue? ¿Una nueva maniobra del mal Espíritu? Porque ahí nomás, ya residentes de las nuevas tierras, Judas y Barrabás se dieron a invertir las 30 monedas de la alta traición, y cómo supieron hacer que les alcanzara para tantos negocios, sépalo Belcebú, que les gestionó el apropiado tráfico de influencias (las del poder tras el trono del Herodes cimarrón, o sea cierta Herodías que protegía al par de corruptos). Y hasta donde yo la conozco, así va la historia con las treinta monedas que tanto y tanto se multiplicaron y dieron de sí: comercios, industrias bienes raíces, ne-, gocios con PEMEX, y en el Infonavit 3 mil casas compradas a 3 mil pesos y vendidas en 300 mil. Y avión, y mujeres, y disipación. Herodías, feliz. Barrabás engordaba..
¿Que nunca han oído unos industriales de nombre Judas y Barrabás? Será porque operan a base de alias. ¿Qué alias? Averigüenlo ustedes. (En fin.)

Al escorpión… ¿que no pique?

Señor, cuántas veces perdonaré las ofensas que me hagan? ¿Hasta siete veces? Hasta setenta veces siete, dícele Jesús…

Y él mismo, dando el ejemplo, perdonó a la mujer adúltera, como más tarde iba a perdonar incluso a quienes le dieron muerte…

Con tales ejemplos yo mismo, y de corazón, hubiese perdonado a ese que se perfila como uno de los mayores dañeros en la historia contemporánea de este país. Yo le hubiese perdonado que, como vendepatrias, entreguen a intereses extranjeros la parte que como mexicano me corresponde de PEMEX y demás recursos naturales de mi país.

Haciéndome gran violencia, pero le hubiese perdonado que sirva de tapadera a los presuntos ladrones, depredadores y sinvergüenzas de la familia Bribiesca Sahagún, vale decir la segunda esposa y los hijastros, tíos, socios, amigos y demás compinches; toda esa mafia hamponesca que al socaire del solapador han organizado los allegados y allegadizos del poder. Al autor intelectual del lodazal, lodo biológico, yo hubiese sido capaz de perdonarlo, y aun su insufrible ramplonería del beso senil mero enfrente de la iglesia vaticana. Me atrevo a más: yo le hubiese perdonado que, de rodillas y a sus pies, le hubiese ensalivado el anillo a Karol Wojtyla, el obispo de Roma. Anillo papal.

Como si nunca me hubiese enterado de su estilo personal de gobernar, que en el mismísimo recinto de San Lázaro lo impulsó a prender con una mano la banda presidencial mientras que con otra exhibía un crucifijo, con la tercera el estandarte de la Guadalupana y saludando con la restante a sus hijos e hijastros, a los que agradecería un apoyo que ahora comenzaban a cobrarse. ¡Crucifijos en un estado laico, el de Benito Juárez y sus liberales». Yo, aquella vergüenza. Propia y ajena…

Aquel su cínico dicho, validado en la práctica, le perdonara: que el suyo era un gobierno «de empresarios, por empresarios y para empresarios», cuando el país requería de un patriota y un estadista, no de ese gerente de Washington y la Coca-Cola. Yo lo hubiese perdonado, como también su política exterior.

Sí, una diplomacia manejada con las botas. ¡Ese «Comes y te vas», que todavía me arde en las orejas y me las pone de color escarlata! ¡Cómo se vio él, y cómo se vio el comandante Fidel Castro, presidente de Cuba! No, y esa propaganda a favor del «libre comercio», a contracorriente de la política de los propios miembros del MERCOSUR. La desdicha diplomática de un torpe que, perro de las dos tortas, con el que defendió quedó tan mal como con los que fue a ofender a su propia casa. Bush, Chávez. Bien, no quedó con ninguno; mal, con los dos. Pero en fin, que yo lo hubiese perdonado…

Su promesa de abrir todos los entresijos de uno de los fraudes mayores que hoy por hoy se han perpetrado contra la nación, que es decir contra todos los mexicanos, ese funesto FOBAPROA (benefactor de la familia Fox, se afirma) que vino a empobrecer aún más a un pueblo pobre y empobrecido aún más por los padres del fraude: el PRI, y el neo-PAN…

Ah, el desencanto de quien no lo perdoña: mi auxiliar del trabajo doméstico, que al igual que millones de crédulos, se dejó embaucar por los cientos de promesas del lenguaraz. El arrepentimiento por haberle entregado su «voto útil», cándida que no fuera. Yo lo hubiese perdonado, y aun a la propia trabajadora doméstica y a los millones de aturdidos que sucumbieron al canto de la sirena con botas del labiosos mendaz.

La posibilidad de robo, de turbios dineros en negocios tan sospechosos como La Estancia, El Tamarindillo, y la transformación de una modesta propiedad en ese emporio que es hoy el rancho San Cristóbal.

Vaya, hasta su incultura le perdonase, su zafiedad, su apabullante mediocridad y esa patanería que tantas vergüenzas me ha hecho pasar a lo largo de cinco penosísimos años. Sus dislates al tamaño de todo un José Luis Borgues o de la Gran Tagora. Ah la gran p…

Yo le hubiese perdonado su terca machaconería de intentar embaucar a los candorosos con ese terminajo: «democracia»; que no se lo apea de la boca, sin explicar a las masas en qué consiste su tal «democracia», cuando el concepto, apenas en su mera acepción formal, electorera, implica pluralidad, y él se vive día y noche mordiendo a quienes no cuadran con su «democracia». En fin. Todo este catálogo de agravios yo le hubiese perdonado a Vicente Fox. Todo, si tan sólo se hubiera abstenido de publicar en el Diario Oficial las reformas a las venenosísimas leyes federales de radio, tv. y telecomunicaciones. Claro, sí, por supuesto: eso hubiera ido contra la naturaleza de Fox. Pero en fin, que lo dijo el poeta: Mi país. Ah, mi país. (México.)

Hazme una, San Judas Izcariote…

Una merced. Sigo aquí, mis valedores, con el intento insensato que inicié el jueves pasado: reivindicar públicamente, hasta donde ello es posible, al traidor de las treinta monedas. ¿Cómo habré de intentarlo? A la manera de Plutarco; el Plutarco de las Vidas paralelas, no el Plutarco fundador de ese dinosaurio agonizante que apodan Revolucionario Ins.. Y remato la comparación del Izcariote con los licenciados Jerásimos del Tricolor.

En el drama de la crucifixión de Cristo, Judas estaba predestinado, o casi, para traidor. En el dramón de las masas, en cambio, a los licenciados Jerásimos nadie los predestinó para traicionar a los 103 millones de olvidadizos de la memoria histórica a los que una y otra vez, en el tanto de 72 años, lograron engañar renovándoles la esperanza, esperanza irracional, de que ahora sí, con este Judas en Los Pinos «ya la hicimos». Esas ganas de creer…

Porque cada seis años un mesías nos llegaba, y llegaba con su boca colmada de promesas para el bien «de los que menos tienen». Tal hacían creer a los crédulos. ¿Y qué clase de interés han defendido los licenciados Izcariotes, qué intereses los han movido desde Plutarco el Turco hasta Fox el de los Bribiesca Sahagún? Creo que lo dije antes: Es México, mi país…

El fruto podrido de la corrupción del Izcariote ascendió a treinta monedas, ni una más. ¿Y el de los Judas Jerásimos? ¿El de los privatizadores Salinas, Fobaproa-Zedillo y todos esos hijos de toda su señora madre Sahagún? El de los tales asciende a treinta veces treinta millones de millones multiplicados hasta el infinito, y esto en moneda nacional mexicana, que es decir en dólares, arrancados a la viva fuerza del patrimonio de un pueblo pobre y empobrecido a jalones de sexenios. México y la sahagunesca corrupción…

Judas, tras de su acción corrompida, mostró tener la humildad para no sentirse infalible, y entonces pensar, y realizar un ejercicio de autocrítica para luego pasar a la acción. El tenía la conciencia bien afincada en su nidal, y tanto, que esa conciencia lo emplazó a encarar a los de la Contraloría y por la cara aventarles las treinta monedas de la corrupcióa ¿Los otros, en tanto? Esos, hasta hoy día siguen con las suyas bien escondidas en banco seguro -las treinta monedas multiplicadas por treinta hasta la náusea-, y ante autoridad ninguna planean regresar la milésima parte de lo robado; antes bien, antes mal, antes peor a seguir en el cotidiano disfrute de sus treinta veces treinta mil millones. ¿Y nosotros..?

El Izcariote, tras de su acción execrable, no huyó a lo cobarde, no puso Dublín de por medio, no anda a estas horas sepa Dios dónde, como el ladrón ?scar Espinosa, corrupto priista y modelo de judío errante. Judas no utilizó el burladero de una Secretaría de la Función Pública agachona, alcahueta de Montieles y Bribiescas con todo y su parentela, nido de ratas, especímenes de una corrupción lucrativa e impune

Esta es, a mi juicio, la prueba fehaciente de que el Izcariote es muchísimo menos
villano en el drama del Nazareno que los licenciados Jerásimos en el drama de unas masas que ni por padecerlos deciden llevar a cabo el ejercicio de pensar Judas se murió como resultado de su acción corrompida se murió de muerte violenta, nefanda befa y vejación, sus talones penduleando sobre el solar denominado «Acéldama», «Campo de los Alfareros». A Judas lo ajustició una especie de Secretaría de la Función Pública aplicada por propia mano en derredor del gañote. ¿Los otros, en cambio? Por defender sus treinta monedas multiplicadas hasta el infinito serían capaces de matar, o cuando menos de defenderse al modo de los Bribiesca- con el compinchaje de abogados, jueces, Fox y la Suprema «Corta» de Azuela Ah, San Judas Izcariote..

Si tan ásperamente batanea la Historia al tal, ¿cómo habrá de juzgar a los Izcariotes de la otra pasión, la de los 103 millones de empobrecidos por una depredación del tamaño de la de Montiel, los hijos de Montiel, la madrastra de los hijos de Montiel, Marta Sahagún, los hermanos y la familia, con todo y los hijos de la… señora? Pero un momento, no caer en el autoflagelo ni en la autoconmiseración, que me atengo al decir de don Juan, mi padre:

«No me almiro de los Bribiesca con todo y sus asahagunes. Me almiro de ustedes, por agachones». Mis valedores:

Cada paisanaje tiene el Judas Izcariote del tamaño que se merece Nosotros (mírenlo ahí, en la realidad objetiva) no merecemos más que a un Judas aún sin rehabilitar; no un Izcariote de treinta monedas, sino de las treinta monedas que quepan en la fortuna de los Salinas, de los Hank Rhon y coyotes de la misma loma, predadores, rapaces. Ya lo dijo Sor Juana «Queredlos cual los hacéis – o hacedlos cual los queréis». Total… (Es México.)

Compañera María…

El Ajusticiado de Viernes Santo, mis valedores. Hoy, como hace varios ayeres, aquí mi pregunta anual: aquellos de ustedes que viven pacíficamente su condición de ateos, ¿reelerán por estos días el evangelio de Mateo? Los oratorios de Bach sobre el drama de Gólgota, ¿los escucharán, quedo y a solas, por estos días? Qué bien. Así habrán de establecer una sana distancia con la estampida de la católica grey que se vive a estas horas arrastrando por playas, bares y discotecas, su fervor religioso, como también de curas, obispos y cardenales inmersos hasta el alzacuello en grillas políticas. Laus Deo.

El teólogo francés, a propósito; «La fe sin obras está muerta, pero las obras tienen vida aun sin la fe. El bien que hace el ateo cuenta igual que el bien de los creyentes. Las buenas obras acercan a Dios incluso a quienes no creen en él. Un incrédulo que hace el bien está salvado. Un creyente que no hace el bien está perdido. Crear el reino de Dios es más valioso que solamente creer en él». Yo estoy de acuerdo. Rotundamente. ¿Y ustedes?

De imaginario reporte que imaginarios discípulos hacen llegar a la compañera madre del Ajusticiado, esto va para ustedes, quienes no conmemoraron el drama del Gólgota a la orilla del mar y bebiéndose con los ojos, como otro licor, el bikini, la tanga y el hilo dental. Compañera María..

Sobre el paradero de su hijo Jesús Equis, desaparecido desde principios de la semana, tenemos informes de que fue acusado de terrorista y aprehendido por los rumbos de Cuidad Neza, donde decía sus parábolas al pobrerío. Secuestrado por la policía antiguerrillas, el compañero Jesús fue recluido en una cárcel clandestina y presentado ante el procurador de justicia, que no le encontró elementos de culpabilidad y se negó a juzgarlo, para luego lavarse las manos y entregarlo a los judiciales, que el tanto de toda una noche lo torturaron. No delató a sus compañeros de lucha. Compañera María:

Por si algo la pudiese aliviarla en trance tan doloroso, ha de saber que frente a sus torturadores Jesús se comportó como lo que es: no el terrorista, según lo acusaron, sino el purísimo espejo y flor de virtudes. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo no lo olvidaremos jamás. Cómo, si fue un varón de estatura cabal, que tuvo un gran amor por su vida y que, siendo su vida lo que de más valor tenía, lo único suyo, su vida fue lo que aventó por delante a la hora de probarse como aliado de un paisanaje al que amó sobre sí mismo. Que eso le sirva de consuelo en la almendra de su amargura, compañera María, como también que la vida del luchador fue sencilla, al ras; que gustaba de caminar con los pies desnudos por la orilla del lago, y subir la montaña y alimentarse de frutillas, y tenderse a la vera de los trigales. Amaba el mar…

Se sabe que gustaba de la meditación; que a la hora de la acción era dado a reunirse con el pobrerío y a los desheredados aconsejarles de igual a igual, con palabras domésticas, de esas que son agua y savia, vientre y raíz. Y sus parábolas: que el reino de la Verdad es semejante a un grano de mostaza que el pico de un ave… (Dios…)

El compañero Jesús, alias el Nazareno, fue humano hasta el tuétano; tanto, que días antes del prendimiento se reblandeció de repente, le sudaron sus manos y la frente se le perló de sudor: «¡Padre, si quieres, aparta de mí este destino. Pero no se haga mi voluntad, sino…!»

Parece, compañera, que a Jesús le agradaban las cosillas parvas, insignificantes; que amaba la compañía de los pobres de espíritu, de los lisiados, de alguna ramerilla de poca monta (por ser de tantas, qué consentido); que tuvo la mansedumbre del hombrecillo de siempre y su temible fiereza cuando se trata de morir por lo que vale la pena morirse, qué cosas. Compañera: su hijo tenía que acabar como termina todo el que tiene redaños para encararse a la burguesía cimarrona, sabañón infecto del Sistema de poder, hija putativa del capital-imperialismo de los EEUU (de Roma, perdón). Por eso es que acabó hecho tirlangas de luchador, retazos de varón enterizo, piltrafa de Hombre, sin más. Así pagó su osadía magnífica ese al que a estas horas están segando la vida despaciosamente para mejor disfrutar, a lo sádico, su agonía. ¿Le servirá de consuelo? No pasa del mediodía, dicen.

Ya falta poco, compañera María. Ya apenas alcanza respiro, entre lloraderas de una agüilla manándole de las mataduras. Una compa, María de Magdala, Verónica de alias, no pudiendo más, le repite, quedo: «Tu vida, compita, mucho valió, pero tu muerte valdrá mucho más. Tu muerte cegará y segará la injusticia y la explotación del hombre por el lobo del hombre. Tu muerte será la inspiración del humano para persistir en la contienda contra la inhumanidad del humano. Que a tu muerte podamos vivir; que tu muerte sea nuestra vida. Muere ya, y muere en paz, compañero Jesús, compañero…»

El Justo, Su hijo, señora, espejo, flor y frutilla madura de la Humanidad. (INRI.)

¿San Judas Izcariote…?

Yo no dispongo de tanto tiempo de vida, pero ustedes, los jóvenes, ¿habrán de orar algún día ante el altar de San Judas Izcariote? ¿Hasta ese punto pudiese llegar su reivindicación como el elegido de Cristo para que el drama de Cristo culminase en el Gólgota? ¿Será incluido su evangelio entre los otros del Nuevo Testamento? Tendrían que caber varios más, entre ellos, principalísimo lugar, el de mi tocayo Tomás, poesía, lirismo, iluminación y altura de conceptos. En fin. Mis valedores…

Dejando para mejor ocasión la referencia a María Magdalena, ¿el cristianismo tendrá que hacer un ejercicio de autocrítica cuyos estremecimientos alcancen hasta los cimientos de la creencia religiosa más extensa del orbe? Pienso, al decir cristianismo, no en una iglesia de estado como es la Católica, cuyo verdadero fundador fue el emperador Constantino, sino en la doctrina de Jesús, que se sintetiza en un mandamiento que resume los diez de la ley mosaica: ama al prójimo como a ti mismo. Con hechos. Y ya que hablamos de síntesis: aquí, la del evangelio de Judas Izcariote:

Tú superarás a todos ellos porque tú sacrificaras al hombre que me viste.

Con el ánimo encogido por los días cenicientos de la Semana Mayor, ésta que empezó toda júbilos y palmas, toda hosannas a Emmanuel, y que luego se nos viene a eclipsar en el Huerto de los Olivos para rematar con el revolucionario purísimo desgarrado de las fauces, garras y sadismo demencial de judiciales, preventivos y demás razas de doberman, pienso en el drama descomunal de la pasión y muerte del Nazareno, y eso me lleva a la reflexión de esa figura hasta ayer siniestra, demetriosódica, que con un beso de amigo y por treinta monedas entregó al Nazareno a los perros policías y policías perros, pero que hoy, de acuerdo al evangelio según Judas…

Dejemos que alguno de ustedes con (fuerza suficiente) entre los seres humanos muestre al humano perfecto y se levante delante de mi…

Y quien se alzó fue Judas Izcariote…
A ése me refiero aquí mismo, a ése invoco aquí, frente a todos ustedes, con un ánimo francamente insensato: ayudar a que el de las treinta monedas, en la medida de lo posible, sea rehabilitado públicamente; sólo que yo no habré de intentarlo con evangelios apócrifos, sino por la vía de Plutarco, el de las ‘Vidas Paralelas. Lo logre o no, júzguenlo ustedes.

A la luz de la historia y por vía de la comparación -las comparaciones, para mí, nunca son odiosas, mostraré que el tal Judas Izcariote, nefando traidor, no fue, si bien lo miramos, más que un pobre Judas, un Judas cualquiera, de cartón en Sábado de Gloria, que no resiste la comparación con los verdaderos Izcariotes, los Judas de peso y tiempo completos, esos que el paisanaje viene padeciendo desde Plutarco; no el de las Vidas Paralelas sino el Turco que en 1929 abortó una abominable criatura que hoy conocemos con su alias hamponesco de Revolucionario Ins. ¿Qué fue, qué viene siendo Judas junto a las hazañas de Díaz «Hordas», Echeverría, López Portillo, Zedillo y las honorables familias Salinas y Bribiesca-Sahagún, del PRIAN? A ver:

1.- Judas Izcariote traicionó la confianza de algunos: Jesús y sus allegados. ¿Pero los licenciados Jerásimos emanados del Revolucionario Ins. Y el PRIAN y encaramados en la administración pública? Esos, cáfila de felones, han traicionado a toda una comunidad de aturdidos que todavía se disponen a votar por alguno de sus candidatos para continuar la tradición de unas masas que, criterio de los mediocres, se atienen al dicharajo embustero de que «más vale malo por conocido que bueno por conocer». Bueno que, por otra parte, no existe entre los cinco que el Sistema de poder apronta a las masas para «la fiesta cívica» del próximo dos de julio. Es México.

2.- El Izcariote traicionó a Cristo en un momento de debilidad. Su nefanda acción fue tramada con un día, dos, unas semanas de premeditación, luego de que el demonio de la ruindad codiciosa se le enroscó en los entresijos. Los licenciados Jerásimos, por contras, se llevaron media vida tras de un escritorio o preparándose fríamente para, ya ocurrido el dédazo, pasar años e infelices días defraudando fe, credibilidad, esperanza mal asentada de ciento tres millones de encandilados con falsas promesas. Una y otra vez, inmaduros que no fuéramos.

3.- A la hora de su acción corrompida, el Izcariote cargaba sobre los lomos el maleficio de la predestinación; de la precognición, tal vez Judas tenía que perpetrar la traición de Los Olivos -no la de los Olivos Cuéllar, que esa ha sido traición sindical- para que Cristo cumpliera su sino de mártir y redentor de la ralea humana. Judas estaba predestinado para traidor en el drama de Justo. En el drama del paisanaje, en cambio, ciento tres millones de olvidadizos… (Esto, el lunes, porque antes…)

Apócrifo

Y fue así, según afirman testigos presenciales, como se desataron los trágicos acontecimientos. Todos los interesados, tomar nota.

Aquello ocurrió una mañana de lunes, ardorosa de sol. Ante la ventana central del edificio público, el jefe policíaco otea el panorama citadino que se extiende a sus pies: en todos los rumbos, las calles del centro neurálgico jadean, acalambradas por el embotellamiento de vehículos, recalentar de motores, contaminación y un delirio de claxons a punto del estallido. Como si a punta de claxons se pudiese restar un grado al tamaño del caos; porque la nata de autos, como avanzar, avanza dos, tres metros, y tiene que aguardar en la parálisis dos, tres horas. Bilis amarga, tensión, frustración, desesperación. Y qué hacer…

Qué hacer, si existe un vacío legal en un reglamento que, por una parte, garantiza la libertad de asociación, y por otra proclama que la libertad de un individuo termina donde comienza la del otro. Qué hacer. ¿Revivir el proyecto del «manifestódromo» que nadie iba a respetar? ¿Reprimir a unas masas hartas de que sus justas demandas sean desoídas por una autoridad que ni las ve, ni las oye, ni las siente, y entonces recurren a la toma de calles y la forja de esas mega-marchitas que mantienen calles y avenidas en un punto de crispación? Allá, acercándose, el pregón retador: «¡El pueblo unido jamás será vencido! ¡Este puño sí se ve! ¡Exigimos!» El uniformado suspira, menea la testa.

«Los únicos responsables son los pastores de tales rebaños. ¿Reducir a esos voraces chantajistas? Cómo, si sólo se le están pagando facturas. ¿No ha sido él, no han sido sus predecesores, los que se apoyaron en la fuerza de tales logreros para ascender en el aparato administrativo, y ahora mamar de las buscas los taxis tolerados y el ambulantaje? El rostro de la autoridad policíaca, la viva muestra de la exasperación, de la rabia contenida. Y repito: qué hacer.

El uniformado mira acercarse, vociferante, la marcha de Panteras y pancho-villas, y por acá los vendedores ambulantes, y en todos los rumbos esos peritos de la provocación que de eso viven y medran: las hordas de una apodada Antorcha popular. El corazón palpitante de la ciudad, jadeo y taquicardia, se tapona con el consabido plantón de costumbre, siempre puntual. «Ah, si los que azuzan la estampida de aturdidos no nos estuvieran cobrando, a chantajes, la respectiva factura. Lo que podría yo hacer con uno de esos». Fue entonces. Golpecillos en la puerta.

– Mi jefe, con esa novedad: uno de los responsables del desmadre.

Ahí, frente a él, atado de manos, el alborotador de multitudes miraba al frente, como a lo lejos. «¿Y éste? ¿De dónde salió? No es líder de ambulantes, de taxis tolerados, de paracaidistas de Antorcha popular. «Creo que no nos hemos visto antes, señor licenciado. Es usted del sindicato de catedráticos de la UNAM, ¿o me equivoco?»

– Mi reino no es de este mundo. ¿Que qué? ¿Ahora hasta los locos desestabilizan la ciudad..?

– Así es, mi jefe, y sus consignas bien mafufas: «Hosanna en las alturas», ¿se imagina? Y que «bendito El que viene en nombre del Señor», y mamilas de esas. No, y el cochinero de ramas de palma por toda la calzada de Guadalupe, y un atascadero de alboroteros que impidió a los buenos católicos llegar hasta la basílica. Ya Norberto Rivera exige que a este alborotador se le castigue con todo el peso de la ley, o nos arma una mega-marchita que no se la acaba, mi jefe.

El trato al detenido cambió: «A ver, terrorista, ¿qué tienes qué decir en tu defensa?»
Silencio. El Hombre mira a lo lejos. Impávido. «Mi reino no es de este mundo. Tengo la fuerza de mi Padre, que está en los cielos».

– ¡Ah, carbón, eso quiere decir que eres mucho menos que nada! ¿Y así te atreviste a tomar la calle y desquiciar el tráfico? ¿Sabes en que broncón te metiste? Porque estamos en un estado de derecho, dentro de la ley todo, fuera de la ley nada, y aquí se aplica la ley, caiga quien caiga. O sea que violaste la ley y te cargó la tiznada ¡Cabo Sazafrás, inicíese una primera sesión de calentamiento matinal.

– ¡Ahhhh…chásss! ¡Confiesa carbón, y evítate una nodriza!

– ¡Pero éitele, sésguele, ya me manchó el termo de hemoglobina!

De aquí a la eternidad…

Aquí termina la crónica de mi viaje a Guadalajara, yo que, de insensato, me fui a embarcar por Taesa (o Aero-California, para el caso es lo mismo. Ambas eran funestas, y ambas, son ya cadáveres, casi tan descompuestos como estuvieron en vida). Yo, ante el vetusto aeroplano (bimotor, biplano, fuselaje de tela, remiendos, esclerosis, celulitis), aquel presentimiento. Me percaté, ya dentro del papalote, de la mercancía que voceaba la aeromoza:

– Pídanme por ái la torta, un pancito por ái. Veinte varos. ¿Tráin cambio? (Yo, aquel pensamiento.) Observé la cabina del piloto, conductor, chofer o chafirete, cabina que en todo lo alto y entre colguijes de papel picado exhibía aquella hornacina y un zapato de chamaco. Me la persigné en dirección del altarcillo, y a los pasajeros, tan azorados como yo:

– A encomendarnos a San Martincito de Porres. Más nos vale.

– Cuál Martincito, cuál Porres (Ja de kaki), ¿pos qué no le ve las facciones? Es San Mamés.

– ¿Un Mames negro? No Mames.

– Sí Mames. Negro, pero de hollín. El tubo del mofle lo pasó a tiznar. Y tan milagroso. A mí ya me concedió un chorro de milagritos desde hace vario tiempo- Se santiguó.

4:35 p.m., 9 horas de retraso: Arrancar. En la cabina, el piloto: «Uchale, la madre esta no arranca. ¡Ya le volaron la batería!» Y órale, a tumbarle al suya al biplano de junto. Hora y media más tarde se inició el arranque. Uno de los mecánicos: «¡Bombiéle, metáselo hasta el ful, el fierro!» La hélice izquierda dos, tres giros. Tufo a quemado. «¡Písele a la marcha! ¡A ver, ésos, un arrempujón…!» Los tres de overol se acomidieron. El aeroplano, pista abajo.

– ¡Aproveche la bajadita y sáquele el cloch! ¡Bombiéle tractolina! ¡No tanta, que ya lo hogó! A ver, va de nuez. ¡A la de guan, a la de tú, y a la de…!

– ¡No le siga bombiando, que ya ta chorriándose el combustible, y con lo caro, digo-.!

– Calma, mis muchachones, no es tractolina. Es aquí el machetero, o sea el copiloto, que se está haciendo una necesidad ¡?rale, ya casito, ya tosió..!

– ¡Ese Chicaspatas, no se vaya colgando del ala, pújele! ¡Cuidao con el jet que va aterrizando! ¿Se fijaron? ¡Me pasó rozando, el carbón; ¡Hasta la cachucha me voló, el méndigo..!

– El piloto le aventó una de a madre, ¿vistes su brazo? Ni aguanta nada.

– ¡Eitale, ya nos salimos de la pista! ¡Cuidao con esos matorrales, que se le va a acabar de fregar la alineación! Onde que una llanta ya está bien lisa, y la otra trai guarachi y está vulcanizada. Anda medio desinfladona…

En eso, el grito de mujer: «¡Mis pantaletas…!»

– ¡Tzíngale, ya invadimos propiedad privada! Una ciudá ora sí que perdida ¡Cuidao con el policía, Macareno, me refiero al chucho policía!

– ¡Mi refajo mamey, en la hélice! ¡Y acabado de lavar..!

– ¡Señito, su guaguá, llámelo, qué chinche mordidón en la nacha izquierda! ¿Estará vacunado, oiga?

Yo, ojos remachados, de rodillas al pie del asiento. De rodillas los demás, iniciamos un triduo a Santa Rita de Casia la abogada de imposibles. Cantamos un Alabado y lo ligamos con el rosario (misterios dolorosos) a San Mamés, que parecía estar en la discoteca Así nomás, miren, balanceándose, balanceándose. De repente aquel grito, que cimbró el fuselaje:

– ¡Milagro, Taesa madre volando! ¡Y es Aero-California.!

Milagro, sí. Tres horas más tarde: ¡tierra a la vista! Pavimento, más bien. La viejecita de blanco bajó a gatas del aeroplano, se culimpinó y besó tierra Asfalto. En pleno charco de aceite No lejos, uno de los empleados del aeropuerto, santiguándose:

– ¡Papas polacos, Su Santidad redivivo, y en Guadalajara, pues!

– Pos sí pues, ¿pero Juan Pablo de chongo y chalina tú?

Yo, en los brazos de la flaquilla del uniforme kaki, me vacié. Del estómago. Pánico galopante

– Es que usté nomás no aguanta nada A ver, guacarié en este periódico.

Rápido de reflejos, alcancé a leer «Taesa podría volver a operar en enero». Válgame El espasmo, una vez más, y la arcada, y…

– ¡Sésguele, cochino! ¿Pues qué cenó anochi, oiga.?

10:48 de algún otro día del cual perdí la noción Evacuar. Evacué todo el aeroplano. Tiempo después, piloto y machetero entibándome de las arcas, logré descender del aeroplano. Lacio, agónico, desmadejado, vacía-Mis valedores: albricias. Taesa y Aero-California ya se desplomaron. En picada ¿Pero Aviancsa y congéneres? ¡Esas siguen volando, mucho cuidado! (En fin.)

Infernal…

Inicié el viernes pasado la crónica de los incidentes más significativos, los más mortificantes, de cierto vuelo que llevé a cabo hace tiempo ¡por Aero-California, imagínense!, hasta la ciudad de Guadalajara, donde me proponía pasar unos buenos días con la buena gente de mi querencia. Mi madre entrañable, al conocer la noticia de mi inminente llegada, con el 80 por ciento de la parentela se remontó a la sierra de Tlaltenango, y hasta no estar segura de que yo había regresado al DF, con todos ellos permaneció encuevada en algún refugio serrano. Mi madrecita, tan querendona. La bitácora del vuelo:

Con un retraso de apenas 8 horas, ¡al abordaje! Al trote corto y rienda recogida inicio la maniobra de abordar, ¿pero abordar? ¿Dónde, cuál? La esmirriadita de uniforme color kaki, que por lo viejo y percudido ya había convertido la «i» de kaki en «a», por el walkie-talkie rumbo a algún rumbo indeterminado: «¡Aló, aquí, sala de espera! ¡Soy yo, Bobadilla! ¿Los trepo..?»

Y por si mi experiencia pudiese aprovechar a alguno de ustedes para estas vacaciones de Semana Santa, tal como el México católico al 85 por ciento conmemora el drama inconmensurable de la pasión y muerte del Justo, que es en calzones de baño, va aquí una a modo de bitácora del vuelo de marras, que anudo donde lo corté el viernes, precisamente a las 3:16 p.m., hora del día en que el vuelo estaba programado para las 7:35 am. Es
México. La esmirriadilla aeromoza que nos había pastoreado gritó por el walkie-talkie:

– ¡Ya tengo aquí entorilados en fila india a los indios estos! ¿Ya Taesa madre lista pa’l abordaje en la nave de Aero-California, Bobadilla?

Ya taba, y a abordar no el avión, sino apenas el aerocamión que nos llevaría hasta nuestro jet Algo no me acabó de agradar del tal aerocamión de Aero-California ¿Que fuese de redilas? O el letrero de sus costados: «Forrajes La Serranita, servicio particular» Fue así como a puros pujidos y resoplidos trepamos las petacas (estas y aquéllas). Yo, con la punta del pie exploré entre la paja del piso, no fuese a pisar una de marrano, de cristiano o de ateo; apestan igual. Me pepené del fierro (del travesaño) y allá vamos rumbo al jacalón que se avizoraba en la distancia, solo y su alma. Yo, aquella corazonada Disimuladamente, como si me la rascara, me la persigné: «Santo Señor». Y pensé en Chalina, en el Cristo de mi cabecera, en el cristo Negro, no era hora de discriminar. La saliva, amargándose…

4:59 p.m. Abordar. Arrumbados dentro del jacalón y bajo sudario de polvo, siete cadáveres de aeroplanos que cuántas hazañas pudiesen contar de las dos guerras mundiales: bimotores, biplanos, aires de vetustez, tufo a cadaverina Anhelantes, mis niñas (las de mis ojos) escudriñaban los alrededores: ¿y el soberbio de cuatro turbinas? Cuatro de cachucha y overol venían empujando el aeroplano aquel, artritis, osteoporosis y celulitis. Fuselaje de tela De sus remiendos, uno reciente. Entre brochazos de goma laca el letrero tricolor del cacho de pancarta «Dale un Madrazo al dedaz…», y más abajo, de crayón rojo: «Te amo, Chiquis», y «Puto yo». Válgame. La flaquita del kaki: «Viene, viene, cargándose a su derecha Tantito, dije, más a la derecha y van a dar a Opus Dei. Ora sí, como viene, rumbo al matorral. Ahí nomás, frénense». (Y a nosotros, los «señores pasajeros»): «Entrando pa’ dentro de la unidá de vuelo. En orden y sin arrempujarse, que pa todos hay».

Entrando pa’ dentro, mis valedores (¿un mal augurio?) aquello asqueroso vínome a recibir y se me enredó en los mostachos. ¡Telaraña jijadiún! De un manotazo me la arranqué para que una capulina más panzona y chocante que la de don Viruta se escurriera por una abertura del fuselaje

– Señores pasajes, favor de ocupar sus asientos, plis.

Me acomodé en el 13. El vecino de junto, jurguneando soleras y alambres sueltos, me observó con ojos cabreados:

– Bueno, ¿y ora usted? ¿Qué no pagamos el mismo precio por el boleto? Su asiento sí es reclinable. ¿Qué palanca accionó, digo?

Yo, en posición horizontal, como en una camilla rumbo al quirófano: «Es que a mi respaldo le faltan los tornillos de sujeción. ¡Aeromoza!»

¿Por qué el exabrupto? ¿Por qué fue a quejarse con el piloto, que chorreaba de una aceitera para hacer más dúctil el timón? Yo, cuando pedí a la aeromoza que me lo enderezara, me refería por supuesto, al respaldo. Y de pronto: ¡Jesús!, el grito de espanto: «Yaaaay! ¡Allá, ratas en el aeroplano!»

La peluda, una carrera de crack driblando, filtrándose, eludiendo piernas contrarias, marcó su golecito. ¿O fue touchdown? La de kaki: «Son del hangar. Mansitas. Se meten por los abujeros del fuselaje. A mí ya me ruñeron dos que tres pantis y me dieron baje con varias tortas ahogadas. A ver, señores pasajeros, pídanmelas por ai.» Las tortas. Yo… (Mañana, el final.)