El policía y el delito

No, por supuesto, no hay que generalizar, pero qué coincidencia: detrás de una extorsión, un policía; detrás de un asalto, de un secuestro, de un asesinato, de alguna masacre: un policía. Policías delincuentes y delincuentes policías. ¿Quiénes infiltraron a quiénes, el narco a los de uniforme, o los de uniforme a los narcos? ¿Cómo distinguir unos de otros? ¿Hay algo que los distinga? Yo, con el recurso de la historia, he delineado aquí mismo el retrato hablado, escrito, de Miguel Nazar Haro, director que fue de la difunta Dirección Federal de Seguridad y uno de los policías más relevantes de cuando la guerra sucia en nuestro país. Aquí lo mostré a ustedes como asesino, torturador y traficante de autos de lujo. Me faltaba su ángulo de soplón; en este caso de la CÍA norteamericana. El San Diego Union:

«El 25 de agosto un grupo de hombres se hallaba reunido en una oficina de la embajada de los Estados Unidos en la ciudad de México. Su plática se refería aparentemente a dos personas: una de ellas, un policía que circulaba abiertamente en un flamante vehículo amarillo, robado meses antes en territorio estadunidense;la otra persona, la fuente de información más valiosa para la CÍA y el FBI en México y América Central. Todos charlaban acerca del mismo hombre: el atlético jefe de la poderosa y temida Dirección Federal de Seguridad de México, Miguel Nazar Haro».

¿Por qué no se hizo efectiva la orden de arresto que levantaron contra él? «Max, representante de la CÍA, estaba molesto. La gente del procurador James Lorenz, de la oficina del FBI, lo escuchó describir a Nazar en términos tales como nuestra fuente de información más importante para México y América Central, y persona indispensable, al punto de que si lo perdemos, sería un desastre para nosotros…»

El proceso contra Nazar Haro y contra el resto de los mexicanos involucrados en el contrabando de vehículos fue frenado a instancias de la CÍA y del FBI. Aunque la impresión que aportaron Lorenz y sus ayudantes fue en el sentido de que Nazar era controlado y utilizado ampliamente por la CIA, su conclusión en realidad era mucho más amplia: recogieron elementos para sospechar que la CÍA canalizaba decenas de miles de dólares hacia la DFS cada año y que, inclusive, funcionaba como una rama más del servicio de inteligencia estadunidense». ¿Qué les parece..?

Pero no sólo Nazar. otro policía se dio a notar como brazo ejecutor de Arturo Durazo, «general» del entonces López Portillo: Francisco Sahagún Baca, que fue titular de Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, DIPD, y aquí el detalle lombrosiano, surrealista, del torturador y asesino que supo aunar crueldad y sadismo con una cursilería sentimentaloide que se manifiesta en la nota de prensa de aquel entonces:

«El reportero: «En referencia a su inscripción en el Festival OTI con la canción titulada Por ser así, Francisco Sahagún Baca, director de la DIPDT, declara: Ignoro la o por lo redondo sobre arte musical. No soy de los que miran las estrellas y la luna para inspirarse. No sé de pentagramas o párrafos medidos, Yo simplemente escribo y canto mis vivencias. Yo simplemente rindo tributo a la mujer. A la mujer malaya, a la mujer europea, a la americana, a la hindú (sic), a la mujer que me sentó en sus rodillas y me contó cuentos infantiles; a mi maestra, a la amiga, a mi esposa, a mi hija querida, a la mujer en sí, y perdónenme esta emoción…

– ¿Al cantar usted a la mujer se inspira en sus ojos, sus canas o qué..?

– Simplemente canto a la mujer; mi padre, ah, mi padre, ese noble viejo a quien Dios guarde en su seno, me decía: mira, hijo, los ojos de una mujer, soñadores, azules, verdes, cafés, son sólo expresión, y nada más; ama a la mujer por el simple hecho de ser mujer; porque fue una mujer la que te dio el ser; porque fue una mujer la madre de Dios. Ama a la mujer porque es la inspiración del universo. Ahora, señores, yo hago lo que mi padre me aconsejó. Recuerdo que un día discrepamos. Me atreví, ¡qué horror!, a juzgar a mi santo padre. Hice cosas que hoy reconozco tuvo razón en hacérmelo ver.

«La voz de Sahagún Baca se vuelve entrecortada, sus ojos, sus ojos, los de Sahagún Baca se han llenado de lágrimas…»

Lágrimas del autor de los ochenta y tantos cadáveres mutilados. Ayer Nazar Haro y Sahagún Baca; hoy, los herederos de su placa, su uniforme, el arma reglamentaria, la droga, los métodos de tortura. Mis valedores: es México. (Qué país.)

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