Señor presidente

Por la prensa me entero de que Nicanor Duarte, presidente de Paraguay, ha presentado su renuncia al Congreso. ¿Y usted, señor? ¿Por qué no renuncia? ¿O prefiere seguir haciéndose la ilusión de que gobierna cuando sólo provoca un peligroso vacío de poder que en seguida han llenado fuerzas políticas dañinas para las masas? Renuncie, porque vamos a ver:

Un somero balance de su gobierno acusa un clima de ríjosidad, ineptitud, violación a los derechos humanos y el deterioro de las relaciones internacionales, a más de una pobreza creciente, y recesión, desempleo y una crisis global como nunca antes. Su gobierno, señor, desemboca en el clima de crispación y espeluznos que allá afuera ha llevado a grandes masas humanas a la protesta popular y una iracundia que amenaza con salirse de madre. ¿En el diccionario quedarán insultos que no le hayan arrojado a la cara? Y lo que le faltar por ver, por oír de una nación que algo le ofrece todavía el repudio general. Por cuanto a los sufragantes: ¿pues qué caraj…mbas de positivo le pudieron ver todos los que se decidieron a votar por usted, un político de medio pelo troquelado por la mediocridad? ¿A la hora del voto analizarían su desastrosa gestión como funcionario mezquino, un ventajista que toma el poder para beneficiar no a los muchos que poco tienen, sino a los pocos que tienen todo? Eso ha sido, y no más, su gobierno: una sanguijuela para los pobres y para los hijos de Forbes la beneficencia pública Macabrón.

Porque las masas, señor. ¿Qué ha sido usted para los pobres, para los desplazados, para los que aquí y dondequiera tienen que arañar la sobrevivencia? Por otra parte, y de acuerdo a su estructura psicológica conflictiva ¿no ha terminado peleándose con medio mundo hasta el grado de crispar, de radicalizar a ese medio mundo que lo detesta? Su manejo del ejército, ¿no ha sido un desastre, como el resto de los negocios nacionales? Renuncie, señor. Yo a usted lo aborrezco, y poco me importa que mi sinceridad me vaya a generar algún problemilla de esos que caen en el pantanoso terreno de la censura y la represión, recursos de estadistas débiles e inexpertos como usted. Y cómo no detestarlo si en mí, como en millones, existe la sospecha fundada de que se apoderó del poder mediante un fraude en las urnas, y nunca se ha legitimado como estadista Cómo…

Por cuanto a ese político que usted «derrotó» con malas mañas: mírelo ahí, en actividad benéfica para las masas sociales. Su obra pública su carisma personal, su personalidad atraen la atención internacional. Ese sí es un ente político con temple, simpatía mística y vocación. Ese tiene madera de estadista y arrastre popular. ¿Y usted, señor presidente? A usted le falta todo lo que él tiene de sobra; él, por su parte carece de lo que abunda en usted: insignificancia mediocridad de uno al que todo le viene grande. Yo, por supuesto, nunca hubiese votado por usted. Cómo, si le conozco su pestilente currículo, donde se advierten evidencias del gusto por el licor. Ese candidato era mi favorito para acceder al poder, y aún ahora ante sus desaciertos y actos punibles, señor, me da por especular sobre lo que hubiese resultado la gestión de mi candidato, si usted no se hubiese valido de los grandes capitales, las fuerzas de ultra-derecha y los medios de condicionamiento de masas para asestarle la puñalada de picaro.

Por lo pronto, señor, para México su gestión ha resultado una plaga una maldición, un jinete más del Apocalipsis. Y lo que resta todavía para que abandone el poder, y las medidas de gobierno que caben aún en lo que le resta de vida pública Pero si hay una pizca de lógica en este mundo usted, ya desde ahora, hiede a cadáver insepulto. Al tiempo. Pero su mala suerte,señor…

Como si para opacarlo no bastase con un rival ahora se alza un segundo político del partido rival, pinta de estadista, que usted aborrece y quisiera aniquilar mientras lo observa en campaña presidencial, recibiendo la aceptación popular que usted ha perdido. El también, al igual que el «derrotado», es la nueva esperanza de unas masas ansiosas de iluminados, de predestinados en quienes creer porque nunca han creído en sí mismas. Y según lo observo en las fotos de prensa, señor: porque ahora tiene dos que lo eclipsan, la rabia impotente le crispa acalambra y retuerce de agruras ese rostro de rasgos vulgares. Renuncie, señor, y convénzase de lo evidente:

Por inepto, por cruel e inescrupuloso, Al Gore y Barak Obama me lo borran, eclipse total, del mapa político. Más le vale correr, presidente Bush.

¿Que no? Lástima (En fin.)

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