Todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio: todo inmóvil, callado, y vacia la extensión de la tierra (…) No había todavía un hombre. Sólo el cielo existía. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. De esta manera existía el cielo y también el corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios.
El nacimiento del hombre americano, que decía a ustedes ayer, y esto con el propósito de calcular todo lo que el maíz significó en la vida de nuestras raíces indígenas antes de derivar en carestía y escasez, transgénico y etanol. El origen mítico del maíz se consigna en el libro sagrado de los mayas, que (magia, lirismo, imaginación) así lo describe: «Todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio, todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo (…) Entonces el Creador y el Formador, los Progenitores Tepeu y Gutumatz, dispusieron que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Y así dijeron:
Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos; que aparezca el hombre. Así dijeron. Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre: el maíz».
Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores (…) Y esto fue lo que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; esta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz por obra de los Progenitores…
(…) A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera padre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres.
Y como tenían la apariencia de hombres, hombres fueron; y hablaron, conversaron, vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos y su figura era de varón. Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban, al instante veían su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra. Grande era su sabiduría. Luego dieron las gracias al Creador y al Formador.
– ¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos, sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!
Entonces existieron también sus esposas y fueron hechas sus mujeres. Dios
mismo las hizo con cuidado. Y así, durante el sueño, llegaron, en verdad hermosas, sus mujeres. Ahí estaban sus mujeres, cuando despertaron, y al instante se llenaron de alegría sus corazones a causa de sus esposas. Y todos levantaban las caras al cielo y elevaban sus ruegos aquellos gobernadores de la palabra ¡Oh tú, Tzacol, Bitol! ¡Míranos, escúchanos! Oh Dios que estás en el cielo y en la tierra, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra! ¡Danos nuestra descendencia, nuestra sucesión, mientras camine el sol y haya claridad! ¡Que amanezca, que llegue la aurora! ¡Danos muchos buenos caminos, caminos planos! ¡Que los pueblos tengan paz, mucha paz, y sean felices! ¡Y danos vida buena y útil existencia! ¡Que amanezca y que llegue la aurora!
Lirismo puro, magia y esplendor en la creación del hombre americano. De maíz fue forjado, fue maíz la sustancia que entró en la carne de su carne, y fue así como apareció la humanidad sobre la superficie de la tierra luego de los fallidos intentos con el hombre de barro, de madera, de frijol. De maíz fueron formadas nuestras raíces, y fue así como la humanidad apareció sobre el haz de la tierra y se afincó en ella, y la poseyó, y fue si signo y destino la sobrevivencia Porque su carne fue la carne del maíz…
Pues sí, pero hoy, en los días del maíz transgénico y el que degenera en etanol, cuando la tortilla registra un aumento de precio que rebasa varias veces el incremento del salario, las masas sociales a rabiar, a soportar y a e-xigir-, cuando mucho.
Lástima grande: lo que en manos del Creador y el Formador fue origen de vida, en manos de las transnacionales es causa de muerte, devastación, depredación. De hambre, sin más. (Lóbrego.)