El Fénix y Calderón

El Ave Fénix, mis valedores, y un México electrizado por la violencia, la crispación, unas masas exasperadas y tantísimos focos rojos que amenazan con estallar. Lean aquí, actualizado, el mito del Fénix, y ojalá que al leerlo vayan desentrañando la elocuencia de sus símbolos.

Dice el relato que cierto empresario negociaba con un soberbio zoológico donde, no obstante, algo se echaba en falta: el Ave Félix. Tanto lo buscó el empresario de marras, un tal Poldero, que finalmente ahí tenía el Fénix. Qué bien, pero eso sólo al principio, porque los visitantes terminaron por aburrirse de un pajarraco que nada tenía de espectacular. «Admiran changos y leones o al cocodrilo que se tragó a una mujer, pero cómo admirar a un ser tan pacífico y apacible como el Ave Fénix», le dijo el administrador.

– A cambiarlo por uno espectacular, decidió Poldero.

– Imposible. Sólo este existe en el mundo, y no tiene pareja ni la desea De viejo se prende fuego y emerge milagrosamente renacido. Tal es el Fénix.

– Quizá después de la quema mude de condición. Envejezcámoslo.

– Entonces (fijaros bien) Poldero le disminuyó a la mitad y luego a la cuarta parte su ración de carne, pero el Fénix no envejeció. Le suprimió la calefacción, y nada Le atascó la jaula con pájaros belicosos, que lo picoteaban. Nada Metió a su jaula gatos de callejón El Fénix voló sobre sus cabezas, y sacudía sus alas doradas. Dio, por vejarlo, en colocársele enfrente, y lo maldecía y vituperaba El Fénix, impávido. ¿Que el clima de Arabia es seco? A confinarlo en cierta pequeña jaula provista de una regadera en el techo. Todas las noches la ponían a funcionar. El Fénix comenzó a toser…

¡Eureka! ¡Ya ha envejecido! ¡No tardará en prenderse fuego! Poldero emprendió una campaña publicitaria «El viejo favorito del público se acerca a su fin». Por que acelerase el proceso y forjara su nido, atiborró la jaula de malolientes haces de paja y mohosos alambres de púas…

Por fin. Cierto día (¿van tomando nota?) el Fénix comenzó a revolver la paja La hora había sonado. Poldero se apresuró a firmar un contrato por los derechos de radio, cine y televisión. Y comenzaron los preparativos…

Era una hermosa tarde de sábado. Durante algunas semanas, por vender tantos boletos como fuese posible, Poldero había estado excitando la curiosidad y el morbo del público. Ahora anunció que el Fénix iba a renacer cualquier día de estos. Y ese día llegó. El gigantesco auditorio donde se montó el espectáculo se atiborró de curiosos. En la jaula del Fénix se colocaron luces, cámaras y micrófonos. Desde un altavoz, el anuncio del espectáculo que estaba por ocurrir frente a aquel público ávido, morboso.

– ¡El Fénix, distinguidos visitantes, es el aristócrata de las aves. Solamente las más raras y costosas maderas orientales, impregnadas de perfumes exóticos, lo tientan a construir su extraño nido de amor..!

Ahora se introducía en la jaula un manojo de ramas y virutas perfumadas. «¡Prepárense, que el Fénix renacerá ante los ojos de ustedes!»

Un estremecimiento sacudió el opaco plumaje El ave movió la cabeza Tambaleante, descendió de su percha Con movimientos cansinos congregó virutas y ramas. Las cámaras de cine y televisión se activaron. Estallantes, las luces alumbraron la jaula Poldero, a todo volumen:

– Este es el momento que el mundo ha esperado con ansiedad! ¡La leyenda de siglos se materializa ante nuestros ojos..!

Anidado en su pira, el Ave Fénix pareció caer dormido, provocando la desilusión de un público vicioso del morbo, la nota roja y lo espectacular. Y fue entonces. De súbito, el Fénix se irguió, miró hacia la muchedumbre y… ¡Fénix y pira estallaron en llamas! ¡Las llamas abrasaron el gigantesco auditorio! ¡En dos minutos todo quedó reducido a cenizas, y miles y miles, incluyendo a Poldero, perecieron en el incendio!

Mis valedores: ¿quién es aquí el Ave Fénix? ¿Quién es Poldero, semejante insensato? ¿Quiénes los que se habrán de chamuscar si la exasperación del Fénix estalla? Porque él, recuérdenlo, no muere. Del incendio renace, que su destino es sobrevivir a Polderos y gatos de callejón. ¿Que dónde ubicar a los insensatos agresores del Fénix? En las primeras planas: «Incremento de precios en productos básicos». «Imparable y sin temor al ejército, la ola criminal». «Reprimen policías a indígenas». «Vuelve la APPO». «Los muertos de Calderón«. Yo, aquel escalofrío… (Mi país.)

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