Por ignorantes…

No. El ánimo de la tertulia de anoche no era de lo mejor cuando el maestro, porque los descontentos reflexionaran, citó aquel relato repleto de símbolos a cual más de aleccionadores y que hoy, con unas masas sociales que en materia política se mantienen en plan de adolescentes renuentes a madurar, resultan tremendamente actuales. Toda una lección de teoría política, el relato de marras. Con sólo que sepamos descifrar sus símbolos…

Todo se inició en la tertulia de anoche. Con la media docena de matutinos extendidos sobre la mesa, ya todos marcados, tijereteados y húmedo alguno por las salpicaduras del gordolobo con cuachalalá, la tertulia renegaba de las erráticas medidas que en su gobierno, y esto es un decir, viene aplicando ese al que en su momento describió Manuel Espino, presidente de Acción Nacional, como «uno chaparrito (jetoncito), peloncito, de lentes».

– No, y ese vacío de poder que se advierte en su gobierno -renegó don Tintoreto-. Oigan, ¿no les parece que esta condenada infusión está más aguada, desabrida y desangelada que la voz del impuesto en Los Pinos cuando suplica que entre todos le hagamos una tarea que sólo a él corresponde..?

El ánimo de la tertulia, agriado. Don Tintoreto, la tía Conchis, el joven juguero y la absoluta mayoría de los contertulios tronaban contra el gobierno del que,
decían, «gobierna al más puro estilo de El Nopalito, Ortiz Rubio«. Y que cómo va a ser posible que los narcos impongan la ley de sus aguacates y tengan al gobierno a la defensiva, y que por lo del embarazo interrumpido la PGR ande a la greña con la Asamblea Legislativa, y se permita el protagonismo desbozalado del gordo de la Comisión de derechos humanos, y que «lástima de esperanzas que despertó Calderón«. De repente, el maestro:

– ¿Conocen ustedes Los mensajeros? Achis, achis. ¿Los mensajeros de qué,
de dónde, de cuándo, o sea?

– El relato Los Mensajeros. Escrito por un autor alemán avecindado en Sudamérica, Los Mensajeros describe el episodio de enajenación, de manipulación que vivieron ciertos desdichados de alguna villa miseria obligados por el Sistema de poder a financiar un programa de vuelos espaciales. La televisión, al servicio de ese Sistema del que formaba parte integral, juraba a los lugareños que eran ellos mismos, por medio de los astronautas, los héroes conquistadores del cosmos. Los payos se la creían y, para financiar el proyecto, pagaban dobles contribuciones…

Así manipulados, los pobretes sobrellevaban miseria, avitaminosis, enfermedades y analfabetismo, y al sentirse héroes del cosmos copulaban con bríos renovados mientras sus mujeres imaginaban que un astronauta se las llevaba más allá de Venus y el hambre, la desesperanza, el sufrimiento…

Pues sí, pero de repente sucedió que la nave espacial (en la que habían puesto su esperanza irracional los desarrapados de la villa miseria), herida de presunción y arrogancia se desplomó entre las malolientes cabañas, desperdicios y cartón. «¡Cómo dimos de alaridos! ¡El sordo terremoto nos hizo llorar a millones de ilusos.

Fueron acres y tristes nuestras lágrimas de decepción. En pocos minutos, nuestro ángel de la esperanza se había reducido a un gusano herido de fierros retorcidos…»

Y que «chapoteando en el fango de la explosión nos fuimos acercando, rodeamos cadáveres y metales y fue horrible nuestra pena, amargo el llanto por el ángel destronado
y la promesa incumplida. No hablan sabido estar a la altura de nuestra dignidad. Nos acercamos en círculo. ¿Por qué caía entre nosotros, en vez de perderse en algún asteroide? ¿Por qué se insultaba nuestra fe en lo que hablamos delegado? Injusto. Decidimos saquear el templo de la esperanza frustrada, para que la ira divina cayese sobre nosotros, eternos pecadores. Con furiosa energía saqueamos todo. Al amanecer sólo quedaban cenizas de lo que fue nuestra nave espacial…

Ya no seguimos con la mirada a los héroes conquistadores. Hemos vuelto a la vida de antes: rebuscar desperdicios, robar a transeúntes, fornicar toscamente. Despreciamos a nuestros héroes. Les hemos perdido la fe. No han tenido nuestra dignidad. Y cada vez que sorprendemos a uno de nuestros niños mirando, inquietó, hacia el cielo, le pegamos duramente y sin misericordia». ¿La moraleja, contertulios? A ver…

El mexicano pasa su vida delegando siempre en sus astronautas, decidido a nunca crecer, madurar, asumir. Delegar en Echeverría, y venga la desilusión, y retoñe la irracional esperanza con López Portillo. Rotunda desilusión. Ah, pero con De la Madrid sí. ¿Que no? Ya el Sistema nos apronta a Salinas y Zedillo. ¿Tampoco? Y qué conque: con Fox, ¡al cambio! ¿La desilusión? Bueno, pero ahí nomás, tras lomita, tenemos a «uno chaparrito, jetoncito, etc». Contertulios: ¿La moraleja de Los visitantes? (Pues…)

Un comentario en “Por ignorantes…”

  1. Lo felicito maestro!!!1

    quisiera saber si aun se le puede escuchar en radio. particularmente al norte del pais.

    Hasta pronto

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