Santo Judas Izcaríote…

Una nueva Semana Mayor se nos ha ido para nunca más. Toda júbilos y palmas, toda hosannas a Emmanuel arrancó el domingo, para luego eclipsarse con el Huerto de los Olivos y rematar con el Primogénito de los Muertos muerto él mismo, una vez que fue minuciosamente desgarrado por fauces, garras y sadismo demencial de los que lo torturaron en aquella especie de mazmorra de la prisión de Guantánamo donde se iba a iniciar la pasión y muerte del Ungido. No lejos, otro de los protagonistas del drama descomunal iba a correr, despavorido, treinta monedas como treinta brasas en la diestra Judas. El traidor de traidores mientras subsista sobre la tierra la ralea humana, y así hasta la eternidad…

Bueno, sí, pero a fin de cuentas y mirándolo bien: ¿a cuántos traicionó Judas? Al Cristo, ni más ni menos. Pero los Judas que crían esas guaridas de traidores: Marta y su segundo marido, las cúpulas del IFE, del TRIFE, de la Suprema Cort(a) de Justicia y de los partidos políticos, ¿ésos qué? A la luz de la historia y por la vía de la comparación, Judas no pasó de ser, si bien lo miramos, más que un pobre Judas, un Judas cualquiera, un Judas de cartón en Sábado de Gloria. �l no resiste la comparación con los verdaderos Izcariotes, Judas de peso y tiempo completos, esos que el paisanaje viene padeciendo desde Plutarco hasta uno chaparrito, peloncito, etc.. Me refiero no al Plutarco, no el de las Vidas Paralelas, sino a Plutarco el Turco, que en 1929 parió un abominable aborto que hoy conocemos con su alias hamponesco de Revolucionario Ins., el de mi primo el Jerásimo. ¿Qué fue, qué viene a resultar el Judas de utilería junto a los Judas del Sistema de poder? ¿Qué viene siendo ante las sinvergüenzadas impunes del hombre de San Cristóbal, las de su segunda esposa, las de los hijastros y del resto de la parentela política lo único de político que en su vida ha tenido el ranchero Prozac..?

Judas. A la hora de su acción corrompida, el Izcariote cargaba sobre los lomos el maleficio no de la predestinación, como intentan algunos, sino el de la precognición. Judas tenía que perpretar la traición de Los Olivos -no la de los Olivos Cuellar, que esa ha sido traición sindical- para que Cristo cumpliera su sino de mártir y redentor de la humana ralea Judas fue traidor en el drama del Justo, En el drama del paisanaje, en cambio…

Otra más: Judas, tras de su acción corrompida, mostró tener la humildad suficiente para no sentirse infalible, y entonces pensar, y realizar un ejercicio de autocrítica para luego pasar a la acción. �l tenía la . conciencia bien afincada en su nidal, y tanto, que esa conciencia lo emplazó a encarar a los Judas del templo y por la cara aventarles las treinta monedas de la corrupción. ¿Los otros, en tanto? Esos siguen hasta hoy día con sus treinta monedas multiplicadas hasta el infinito bien escondidas en banco seguro, y ante autoridad ninguna planean regresar la milésima parte de lo robado; antes bien, antes mal, antes peón a seguir en el cotidiano disfrute de sus treinta veces treinta mil hasta la náusea ¿Y nosotros, mientras tanto? Al reniego todos nosotros.

A ¡e-xi-gir!, y a la mega-marchita. Y no más, que la creatividad no es nuestro fuerte…

El Izcariote, tras de su acción execrable, no huyó a lo cobarde, no puso Dublin de por medio, no anda a estas horas sepa Dios dónde, como el modelo de priista corrupto, ladrón sin castigo y modelo de judío errante que se nombra Oscar Espinosa (¿lo recuerdan ustedes? ¿Habrán podido olvidarlo? Ni tantito lo dudo; no somos un paisanaje que valore y conserve la memoria histórica). Judas no utilizó el burladero de una Secretaria de la Función Pública agachona, alcahueta de Montieles y Bribiescas con todo y sus Asahagunes, nido de ratas, especímenes de una explosiva, una expansiva corrupción lucrativa e impune.

Esta es, a mi juicio, la prueba fehaciente de que el Izcariote es muchísimo menos villano en el drama del Nazareno que los licenciados Jerasimos, aliados naturales de blanquiazules yunqueros, caballeros de Colón y legionarios de Cristo, en el drama de unas masas que ni por padecerlos deciden llevar a cabo el ejercicio de pensar. Judas se murió como resultado de su acción corrompida; se murió de muerte violenta, nefanda, befa y vejación, sus talones penduleando sobre el solar denominado «Acéldama«, «Campo de los Alfareros». A Judas lo ajustició una especie de Procuraduría de Justicia aplicada por propia mano y en derredor del gañote. ¿Y los Judas de acá entre nos? ¿Y ésos? Si tan ásperamente batanea la Historia al tal, ¿cómo habrá de juzgar a los Izcariotes de la otra pasión, la de los 105 millones de empobrecidos por Judas de tal calibre como los vendepatrias adictos a la Casa Blanca, su Nuevo Orden Mundial y sus proyectos de corte neoliberal?

Pero, mis valedores, Judas Izcariote terminará en los altares. Pronto será San Judas Izcariote. ¿La razón? (Mañana)

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