Y algunos de nuestros soldados decían que aquello que venia si era entre sueños…
Tal cuenta, aspaventero, Bernal Díaz, sus pupilas aún encandiladas a la vista de una ciudad cuyas torres, cues, edificaciones de calicanto y pirámides se erguían sobre espejo de la laguna. México-Tenochtitlan. Cuatro signos y décadas más tarde, un cierto conquistador conquistado clamaría en un su poema que tituló México:
Que no eres – esa curva monótona y sin músculo – que por los anchos muros oficiales – Diego Rivera ofrece a los turistas…
El fue Rafael Albertini, mis valedores, poeta español que primero nos conoció por los ojos de Bernal Díaz y más tarde paso a paso por el país. El poeta tornaba de Argentina, Chile, Uruguay y de donde la bota del Franco dictador lo aventó a la trasterra. En 1935 reseñó su encuentro -su encontronazo- con este México que él miró aún con jota, y cuyos conceptos, a mi ver, adquieren renovada actualidad hoy día, cuando miro, exasperado, la presencia encimosa del Imperio del norte sobre nuestro país. Lóbrego.
Y qué intensas y viscerales las impresiones que le produjo el choque con la tierra que conquistó la tizona de un cascorvo al que auxiliaron el Tonatihú de la barba bermeja y, detrás, arroyos tlaxcaltecas salidos de madre. Aquí, retazos de poema y crónica:
No eres sólo el tema de una estrofa -ni el color del paisaje – ni ese perro furioso que se tumba – dócil, después de herir, al pie del amo…
«El Méjico de Bernal Díaz aún está vivo, como él; pero, naturalmente, dentro de un Méjico de hoy. Por eso mi encuentro con Bernal Díaz no es el tropiezo con un muerto, ni siquiera con un resucitado. Es más el encuentro con la realidad viva, palpitante, en movimiento…»
Así, del asombro al deslumbramiento, el poeta recorre Tenochtitlan, la vieja y la Nueva España y un Distrito Federal todavía a la medida de sus habitantes, y reconoce que no puede asimilar, de un solo golpe, el encontronazo con esa realidad mexicana que se ha topado tan de repente:
«Triste historia es mi aventura, comparada con la de Bernal. Yo no libré batallas con los mejicanos conquistadores, porque me rendí al primer día. Pero me incorporé enseguida con todo mi entusiasmo a la ebullición de su sangre, y mi aventura mejicana, como sucede en las más fabulosas y secretas, no la puedo contar todavía.»
Pero la cuenta; y se pone a discurrir, a lo apasionado, en derredor del nacimiento de nuestro mestizaje, y sobre la arquitectura nacional; y habla de Xochimilco, y hasta se permite especular con lo que más tarde ha venido a tomarse lugar común: que por conjurar su terror a la muerte, la hacemos calavera de azúcar y la engullimos entre carcajadas…
Eres México antiguo, horror de cumbres – que se asombran batidas por pirámides – trueno oscuro de selvas observadas -por cien mil ojos lentos de serpientes…
Por cuanto a nuestra vecindad con el Imperio vecino y distante, tomar nota, memorizarlo: «Los problemas actuales de Méjico no se presentan ya a punta de lanza. Son los problemas internos de soberanía e independencia económica. Su nacionalismo revolucionario no son palabras sin sentido, si los hechos las van cumpliendo como se espera…»
Contra los gachupines que alambican – residuos coloniales por sus venas – prepara tu fusil. Tú eres el indio – poblador de la sangre del criollo – Si él y tú sois México, ninguno – duerma, trabaje, llore y se despierte – sin saber que una mano lo estrangula…
En prosa nos pone sobre aviso el poeta (pues sí, ¿pero quién va a hacer caso de su advertencia en un México gobernado con criterio gerencial de la Coca Cola hace unos meses apenas, a penas, y ahora con un continuador de vocación pro-yanki? Es México.)
«En el exterior, Méjico es el único país americano capaz de oponerse a la gente del norte y reconquistarse definitivamente. Méjico, temible, hermético, violento, rencoroso, no ha perdonado a los conquistadores. Y este sentimiento lo padece el criollo, que es, sin embargo, descendien

te directo del encomendero; y lo padecen visitantes como Valle-lnclán, quien seguramente se hubiera batido contra Hernán Cortés hasta llegar a perder el otro brazo. Y lo padecí yo, y hoy quizá lo padecería el mismo Bernal Díaz, si advirtiera la invisible presencia de ese pabellón yanqui de los 48 estrellas y las 14 bandas…»
¡Contra el gringo que compra en tu retrato-tu parda belleza ya en escombros-prepara tu fusil. No te resignes..!
¿Con un gobernante como…? (En fin)
¿Con un gobernante como Peña Nieto? imposible sólo es posible leer un fusil (libro) cada mes, digamos de la colección sepan cuantos para empezar, son baratos en las librerías de viejo y después se puede estudiar teoría política aquí: valedor.org , en radio U.N.A.M. 860 am de 11 a 12 horas los domingos o asistir a los talleres de lectura o al de teoría política en la librería el juglar parada Olivo metro bús Indios Verdes Caminero. Dicen los que saben aquí no existe el no se puede, sólo existe el no se quiere.