Los sondeos no son instrumentos de demo-poder, un instrumento que revela la vox populi, sino una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo (…) Se trata de simples rumores de opiniones débiles, deformadas, manipuladas e incluso desinformadas. Opiniones ciegas.
Ciegas, aclara G. Sartori, porque todos los profesionales del oficio saben que la gran mayoría de los interpelados desconocen los temas de las preguntas. De esta manera la plaga de las “encuestas” y “sondeos de opinión” que, imitación de usos extranjeros, ha cundido en este país, no pasa de ser un recurso más del Poder contra las masas sociales.
Porque las primeras preguntas de una encuesta debería ser: ¿sabe usted algo del tema? ¿Qué sabe, cuánto sabe de él? Aquí, en castellano aceptable, reflexiones diversas del experto en asuntos políticos y culturales.
Los sondeos de opinión: el entrevistador formula una serie de preguntas que el entrevistado contesta, que aclaran un par de cuestiones: que esas respuestas dependen en gran medida del modo en que las preguntas fueron formuladas y que el entrevistado casi siempre se siente “forzado” a improvisar en ese momento
¿Eso es lo que piensa la gente? Quien esto afirma no dice verdad; la mayoría de las opiniones recogidas por los sondeos son débiles (no expresan opiniones intensas, sentidas a profundidad; volátiles, porque en pocos días pueden cambiar, inventadas en el momento para decir algo, porque si se responde: “no sé”, la situación del entrevistado puede resultar desairada, es un efecto de reflejo, un rebote de lo que sostienen los medios de comunicación (así llama a los medios de acondicionamiento social). Las opiniones resultan muy débiles. Excepcional es el caso de que alguna vez se consigan opiniones profundas. Lo afirma R. Newman:
De cada diez cuestiones de política nacional que se plantean todos los años, el ciudadano medio tendrá preferencias fuertes y coherentes por uno o dos, y virtualmente ninguna opinión sobre los demás asuntos. Lo cual no es obstáculo para que cuando un entrevistador empieza a preguntar surjan opiniones inventadas en ese momento.
El resultado, afirma Sartori. es que la mayoría de las opiniones son frágiles e inconsistentes, ello sin contar las que se inventaron en relación a los temas que se desconocen de manera total. Puede el entrevistador preguntar sobre una “ley de metales metálicos”. No regresará a casa con las manos vacías, que un tercio o dos de los entrevistados va a aportar la correspondiente opinión.
Mis valedores: traigo a cuento este tema porque los pertinaces negociantes de los sondeos de opinión acaban de interrogar a un grupo de individuos que sin titubeos se apresuraron a aportar su opinión. Las preguntas:
Aprueba o desaprueba al Presidente de la República en los rubros siguientes: carreteras, salud, promoción al turismo, educación, apoyo al deporte, combate a la corrupción, combate a la pobreza, combate a la delincuencia, lucha contra el hambre, política exterior, mejora de vivienda, combate al narcotráfico, cuidado del medio ambiente, apoyo al cambo, generación de empleos.
Los encuestados opinaron acerca de las siguientes reformas: educativa, de telecomunicaciones, energética, financiera, política y hacendaria. Nadie, según la encuesta, respondió “no sé”.
“Somos muchos, afirma Sartori, los que estamos de acuerdo en que la sondeo-dependencia es nociva y que las credenciales demócratas de tal instrumento son sólo espurias”.
Pues sí, pero “yo opino que…” (Uf.)