Redrojo histórico

¡Ay, Dios mío! ¿Ahí viene el diablo con cara de Morena!

Exacto,  mis valedores: el boquiflojo Vicente Fox, pues quién otro. Al igual que en los tiempos cuando  la “pareja presidencial” se encuevó en Los Pinos, ahora mismo el ranchero de ese “monumento a la corrupción” que es San Cristóbal  sigue dando de qué hablar, y su talón de Aquiles sigue siendo López Obrador.

En mi sexenio la economía mexicana era 25 por ciento más grande que la brasileña. Hoy, por no hacerse las reformas necesarias, y él es en parte culpable, muy importante,la economía de Brasil es el doble del tamaño de la mexicana.

Vicente Fox. Cuando titular del Ejecutivo, con todo y el poder temporal que le confería el cargo, el segundo marido de la Sahagún ni siquiera con el torpe recurso del desafuero  logró hacer mella en el  tabasqueño. Hoy mismo, y desde Morena, el ex jefe de gobierno del DF sigue intentándolo, en tanto que Fox y su “pareja presidencial” continúan devorando las buscas que les dejó el cargo antes de arrojarlos al desván de la Historia. Ahora, de nueva cuenta, Fox ha abierto la boca:

– Ahora ya el hombre, pues yo creo que está totalmente reducido su liderazgo, y me parece que salvo que cambiara sus posturas  radicales, destructivas. Ha perdido el sentido del mundo actual, no viaja.

Releí sus afirmaciones y a la mente se me vinieron conceptos que expresó una vez terminado el proceso electoral que dio el triunfo a “uno chaparrito, peloncito, getoncito, de lentes”:

Dos veces gané las elecciones presidenciales: una, en el 2000 y otra en el 2006.

Ante semejante afirmación me di a meditar en la dificultad con que topan los zafios para llevar a cabo el imprescindible ejercicio de autocrítica. Observé en el matutino del domingo pasado la foto del lenguaraz, y caramba, ¿qué fue del carisma, la personalidad, la prestancia del figurón que logró sacar al PRI  de Los Pinos? ¿Qué resta del que ya va a hacer catorce  años a punta de votos reventó las urnas? Sólo ha quedado ese redrojo histórico que extravió mesura, decoro y razón para ir a caer en pleno cinismo. Fox, ese que aún con retazos de poder en la mano (en la mano de la esposa Sahagún), mostró la dimensión de ese impudor que se le tornó endémico:

Echar al PRI de Los Pinos llevó al país a la vigencia plena  de la democracia y a ejercer la libertad…

Vicente Fox y la incapacidad para la autocrítica. Que a quien quieren perder, afirma la leyenda,  los dioses lo ciegan o lo hacen extraviar la razón. Y yo digo, mis valedores: para qué llegar a tales extremos, si con tan sólo que le anulen la facultad de autocrítica lo clavan en la picota donde han hincado a Fox. Y es que ya privado de ese recurso para el “íntimo decoro”, el desmesurado va a perder la razón y derivar en cínico. Fox, por ejemplo.

Comparando sexenio por sexenio, mi administración supera, y con mucho, todos los sexenios anteriores”

Vicente Fox. Más allá del dinero y la mala fama de sinverguenza con todo y familia mostrenca, ¿qué queda del tal? Miro en la foto del diario ese gesto que pretende altivez y no pasa de ridículo. Hago trizas la plana del matutino.

El PRI ahora sale muy campante a decir que no servimos. Yo creo que los que no sirvieron fueron ellos.

Vituperio es la alabanza en boca propia, pero a su hora y de bocas ajenas recibió muchas. ¿Los cortesanos que en los años de esplendor quemaban  incienso a la “pareja presidencial”? ¡Ahora, Peña, es su turno! Uf.

En fin. Arrojo al cesto  la foto del hablantín. Qué más. Qué mejor. (Vale.)

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