Chile, Piojo, licor

Fue entonces cuando una caricatura, dije a ustedes ayer, de inmejorable manera definió aquello esperpéntico que ocurrió en el torneo de futbol México 86, para “nosotros” tan parecido al Brasil 2014. A las primeras acciones porras, bíos, alabaos y chiquitibunes de una Perra Brava en delirio compañaron a “nuestros muchachos”. ¡Vamos ái! ¡Sí se puede! ¡A golear, a mascarle los hígados a esos putos!, que al primer hervor y  a patadas echan fuera a “nuestros héroes”, y entonces fue del asombro, la desilusión, el desánimo y el licor al tamaño de la tragedia que “teníamos” que superar. Porque esos putos árbitros…

En fin. Sobre el paralelismo de la Perra Brava en el México 86 y el Brasil 2014 qué análisis más expresivo el de la caricatura (Palomo) que ahora “nos” viene como anillo al Pique (un chile que fue el logotipo del Mundial) Aquí la glosa de la caricatura.

Primer cuadro: estereotipo del mexicano haragán. Bajo el gorro alón y los lomos contra un pitayo dormita Juan Pique. Y qué imágenes hierven en su cerebro, intoxicado por la delirante campaña patriotera y triunfalista de los merolicronistas de radio y TV. ¡”México” pasa a cuartos de final! En su sueño, Juan Pique soba la Jules Rimet

Cuadro 2o. Lástima grande: frente a los alemanes “fallamos” el penal decisivo. el Pique, el estremecimiento: en sus sueños color de rosa (rosa mexicano), el globito de colores (verde, blanco, etc.), estalló en el aire de junio. La Verde Esperanza quedó fuera del Mundial. Pasmado de espanto, el Pique se ha quedado atónito, y su sueño onanista se le torna pesadilla. De repente, de su nirvana desaparecen la chica chiquitibún y los alaridos de triunfo de los fanáticos alucinados, multitudinarios, efervorizados, y lástima, no se generaron los dólares que se esperaba, pero sí esos montones de basura tricolor y ese reguero de botellas vacías. Solo y su alma como siempre ha estado, y el azoro en esa cara mofletuda,  el Pique pela los de apipizca. ¡Se esfumó lo que a gritos y sombrerazos “me” prometieron  “Perros” y “Piojos”!

Tercero. Todo he terminado. En su pesadilla el Pique se quedó en monigote grotesco, desencantado y más pobre que antes. ¿Y los aullidos de triunfo de los gritones del micrófono? ¿Y aquel estentóreo: “¡goool… de México!? “Me” robaron…

Cuarto. El horror. No  miren el espectáculo indecoroso. Es que el Pique ha perdido camiseta y botines, balón y calzones. Todo. El México 68 me lo dejó encuerado, sudando de bochorno y con el gorro alón cubriéndose sus muy pocas vergüenzas. En pelota, sí, y no de futbol.

Quinto. En el Goloso de Santa Ursula se lucen los chamorros que sí saben jugar, que sí tienen temple a la hora de los penales. Acá, afuera, el Pique a pagar la factura del México 68;  más impuestos, más pobreza, más desempleo, menos canasta básica a la hora del tianguis…

Cuadro final: Terminó el sueño. Hay que despertar a esa realidad que  hace al Pique pelar tamaños tomates que rebrillan, redondos, entre la bastilla del sarape y el filo del gorro alón; que rebrillan de frustración, desencanto y temor ante a la realidad que ha de enfrentar después del México 86 que, le juraron los merolicronistas, iba a ser de gloria para él, pobre Pique encuerado y tapándoselas con las manos. Tras del espejismo de ilusorios triunfos y galas y honras y benéficos que le cantaron los alquilones del espectáculo, el Pique se quedó sin balón, sin botines, sin rostro, sin brazos ni piernas, sin nada más que lo que ha sido y lo que le queda al mexicano: ¡cuaresmeño puro!

México 86, Brasil 2014. (Uf.)

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