La Doctrina Estrada, mis valedores. Sigo aquí con el tema de esa estrategia de política exterior que, delineada en 1930 por don Genaro Estrada, desde ese entonces y hasta el asalto de Vicente Fox a Los Pinos diera entorchados de prestigio a nuestro país. Hoy esa doctrina sobrevive sólo en los documentos de archivo, porque en su calidad de política exterior la hizo garras el gobierno anterior, proyanki y de vocación entreguista. Es México. Siguen aquí algunas señas de identidad de la Doctrina Estrada en añeja versión del analista que aboceta el México de 1987, cuando dicha doctrina tenía plena vigencia:
De esta manera y a tono con la Doctrina Estrada, el Gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar con su aceptación, también cuando lo crea procedente, a los agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades.
Y que llamada por su autor Doctrina de México, el impacto que causó en toda Iberoamérica fue tal que el 24 de octubre de 1930 el Instituto Latinoamericano de Derecho y Legislación Comparada, formado por ilustres tratadistas del continente, la bautizó como Doctrina Estrada, y desde entonces nos rige, dice el ensayista, «como un sustento vigente de la política exterior«. Porque calibremos la importancia que en nuestro trato con las demás naciones tenía la Doctrina Estrada todavía antes de que esa cáfila de vendedores de aguas negras, pro-yankis y gerentes generales de mentalidad entreguista, con el altero de votos de tantos de ustedes asaltara Los Pinos, el comentario del estudioso:
La importancia fundamental de dicha doctrina: «De no contar la política exterior mexicana con principios y sustentos como los de la Doctrina Estrada estaríamos expuestos a vaivenes y a caprichos. Afortunadamente hay en esa política la necesaria reciedumbre ante la amenaza de intervenciones abiertas del gran Estado donde nació otra doctrina, la de Monroe, dentro de la autoasignación del Destino Manifiesto, que vulgarmente dicho en un símil también históricamente usado, significa del Gendarme de América Latina, para decidir que está bien y cuánto y cuándo no en los demás países; o del Gran Garrote que se esgrime y descarga por el mismo gendarme. Intervenciones abiertas que ya están ocurriendo. Seguramente que, a pesar de la soberbia cegadora del Poder, la vigencia de la Doctrina Estrada ha sido un freno para que se llegue a esa repudiable intervención directa, la del Gran Gendarme y algunos de sus gendarmitos centroamericanos». El propio don Genaro Estrada rechazó en su momento la Doctrina Monroe:
«Que la declaración de Monroe dejara de ser limitativa para extenderse a una doctrina de todos los pueblos americanos y no de uno solo, es decir, en otras palabras, que en lugar de formularse sin la frase de América para los americanos, se planteara con la otra de América para todas las naciones americanas…»
Es justo el homenaje a don Genaro -concluye el investigador-, porque la política exterior mexicana no se inventó ayer, sino que tiene (tenía hasta antes de los pro-yankis, digo yo) sólida continuidad. En ella aparecen también nombres como los de Narciso Bassols. Luis Padilla Nervo, Jaime Torres Bodet y Carrillo Flores, para sólo mencionar algunos de los ausentes. Hoy, Santiago Roel y Bernardo Sepúlveda han mantenido esa línea que no corresponde alterar a una persona o coyuntura, porque muchas otras cosas se derrumbarían…»
«La develación de una estatua de Genaro Estrada en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde están sus restos desde 1977 -falleció en 1937- significa hoy en la política exterior mexicana algo más que un ritual y cumplido homenaje a la memoria de un ciudadano ilustre, diplomático y escritor. Su nombre está asociado a una tesis, a una declaración gubernamental, conducida a nivel de doctrina para la política exterior mexicana: la Doctrina Estrada…»
Con el homenaje a Genaro Estrada se está manteniendo la fidelidad a su Doctrina, porque hoy el peligro de intervencionismo está latente en áreas de nuestras proximidades, como es la centroamericana. Con la exhumación de los restos de Genaro Estrada, más tarde depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde ya está también en efigie, la política exterior mexicana ha querido algo más que poner otra estatua entre los ilustres: recordar lo que ese muerto representa… está vivo«.
Mis valedores: ¿Genaro Estrada está vivo? ¿Con Fox ayer, y hoy con el continuista Calderón? ¿Con la dependencia, la pasividad, la indiferencia de los mexicanos? (Mi país.)
no valedor, puede haber pasividad pero no indiferencia, el «comes y te vas» o la respuesta vigorosa de «no se meta conmigo caballero, porque sale espinao», se han quedado como pequeñas muestras de la falta de conocimientos y principios de fox y sus improvisados titulares de relaciones exteriores.
¿seguiremos por este mismo camino…?