Esta vez el aborto, mis valedores, con las altisonantes declaraciones del senador José María Martínez, presidente de la recién creada Comisión Ordinaria de la Familia y el Desarrollo Humano, que levantaron ampolla no sólo entre especialistas y defensores de los derechos humanos, sino hasta en los propios senadores, y aun panistas, como Germán Martínez, que así acaba de reprochar al colega Martínez sus desdichados conceptos:
Cometió una barbaridad mayúscula. ¿Por qué lo hizo el senador Martínez? Por un cálculo egoísta y local: busca “quedar bien” con el cardenal Sandoval –retirado de Guadalajara, pero activo desde Tlaquepaque-, y para reanimar su candidatura a gobernador desde las bases más conservadoras de Jalisco. Pura mercadería de votos.
El aborto, satanizado por el presidente de la muy ordinaria Comisión de la Familia y etc. Sigo aquí con el tema polémico, de requemante actualidad, siempre atacado por un clero intolerante que por sistema se opone al derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y a los métodos anticonceptivos implementados por las instancias respectivas, y aquí la pregunta: ¿en México se practica el aborto clandestino?
“Se practica (el especialista). La sociedad mexicana ha practicado y practica el aborto inducido ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que siempre lo ha sancionado. La clandestinidad en que se realiza, debido a la prohibición legal, repercute en creciente agravamiento en distintos aspectos de la vida comunitaria”.
Pero ocurre que en México coexisten dos países, uno ficticio y otro real. La contradicción entre estos dos niveles es enorme y su consecuencia es el predominio de la mentira que, a su vez, es una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. El problema del aborto es un ejemplo muy claro de esta situación. Las prohibiciones contra el aborto prolongan y fortifican el país irreal, el país de las frases, frente al país real, que es el país de los hechos. La legislación que condena la práctica del aborto debe suprimirse.
Pues sí, pero en el toma y daca del ejercicio politiquero legisladores de Acción Nacional, presionados por el clero político y con el apoyo de los tricolores, en estados con gobiernos de corte reaccionario (Jalisco, Querétaro, Guanajuato, etc.) han logrado derribar las disposiciones legales que hacían posible, como ocurre en esta ciudad, la interrupción voluntaria del embarazo antes de las primeras doce semanas. “Respeto a la vida desde su concepción”, proclaman a contracorriente del pensamiento científico y de la anuencia de la mujer como dueña de su propio cuerpo. Laus Deo.
La definición del aborto: la extracción o expulsión del feto –antes de que pese 500 gramos o tenga veinte semanas de gestación- de manera inducida, sea por razones médicas en relación con la madre o con el feto; sea por razones éticas o humanitarias (violación, incesto, trato sexual con menores o personas con deficiencia mental, planeación familiar, ilegitimidad, etc.) o por razones personales (voluntad propia).
Y la pregunta fundamental: ¿es un ser viviente el huevo no fertilizado? La ciencia duda, o no lo sería. “En un sentido no, contesta el embriólogo. No puede reproducirse sin ayuda, ni siquiera mantenerse por un día o dos. En otro sentido sí, pues su configuración bioquímica contiene sustancias necesarias para la vida y que son producidas sólo por organismos vivos, en este caso por la madre, cuando se forma en el ovario. Pero cuando veo al microscopio…”
(Lo que observa, mañana.)