A los ancestrales problemas de la selva lacandona me referí ayer, y a los recientes conflictos que provocaron enfrentamientos entre tzeltales y lacandones, con un saldo de muertos, heridos, desplazados y desaparecidos. Trágico. Semejante estado de crisis se origina, en última instancia, en la codicia y la rapiña de consorcios internacionales como Monsanto y congéneres que ahora mismo depredan la riqueza maderera de la selva lacandona. Siguen aquí los esbozos de la accidentada historia de la selva desde 1860, cuando la descubrieron unos Felipe Marín y Juan Ballinas.
Quienes atrapaban los troncos recién cortados los entregaban a los empleados de las compañías madereras, que las llevaban por el mismo río a los puertos de embarque: Frontera y Cuidad del Carmen. «El descubrimiento de Marín inauguró la explotación de las empresas llamadas montería que operando desde Guatemala con permiso otorgado por ese gobierno, extrajeron madera de la selva lacandona de 1860 a la siguiente década
Enero del 2005. La Jornada:
Está en marcha, el reacomodo de comunidades zapatistas en el sur de Montes Azules. El viaje desde La Realidad hasta Boquerón tomó tres horas. La media que falta por caminar no es nada con las seis horas de selva y lodo que anduvieron ayer. «Estamos llegando en tiempo para trabajar la tierra y preparar la siembra de maíz…»
Y que en la selva lacandona la comunidad exige a las autoridades el desalojo de los poblados asentados de manera irregular en la reserva de la biosfera de Montes Azules, porque los invasores «están talando muchos árboles en la selva». Que la comunidad ya está cansada, y que fijan un plazo a los talabosques, que «ya no excederá los dos meses. Entonces vamos a actuar». Riesgoso. El resultado: hoy, sangre derramada.
Del conflicto que viven los lacandones por la invasión y devastación de la selva les hablé ayer, conflicto con más de cien años de vida; de muerte, más propiamente, y de destrucción, por culpa de la voracidad con que las transnacionales han explotado y explotan a lo irracional las finas maderas de la selva chiapaneca Hace tiempo, repito, me visitó Cuauhtémoc González Pacheco, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y autor de El capital extranjero en la selva de Chiapas. Con base en su apasionada exposición del problema y en los documentos que dejó sobre esta mesa de trabajo sigo aquí con las historia del lacandón y su selva o, para no mentir: de la selva y sus lacandones, porque nunca la selva ha sido del lacandón. En la historia, las pruebas:
Los descubridores de la selva.
Ellos fueron Felipe Marín y Juan Ballinas descubrieron que los ríos eran el medio para sacar los árboles de maderas preciosas de la selva lacandona Marín cortó árboles en la década de 1860 y los lanzó por el río Usumacinta Desembocaron en Boca de Cerro, cerca de Tenosique, Tabasco«. Las firmas madereras más importantes que operaron desde el vecino país fueron Manuel Sisniaga Otero y la Casa Janet y Sarté. Un cálculo conservador, basado en los permisos expedidos en Guatemala, permite calcular que en sólo una década las empresas madereras cortaron 73,710 árboles de caoba y cedro de la selva mexicana
Las primeras compañías madereras.- Durante las décadas de 1880 y 90, las compañías madereras se apropiaron de importantes extensiones de la selva lacandona Las primeras fueron la llamada Sub-Oriental, de nacionalidad francesa, la Compañía Valenzuela e Hijos, del mayor terrateniente de Tabasco, Policarpo Valenzuela -un millón de hectáreas lo confirma-, la Casa Romano y la Casa Bulnes, españolas. Tales compañías vivieron la edad de oro de la caoba de 1880 a 1915. Un cálculo conservador, en base a documentos y testimonios, sugieren que durante los 35 años que duró la edad de oro, los extranjeros extrajeron de la selva tres millones y medio de metros cúbicos de caoba y cedro que fueron enviados al extranjero…
«Es característico de la forma de operar del capital extranjero en Latinoamérica el hecho de que en tan corto lapso hayan extraído de la Lacandona tan importante volumen de madera sin estar sujeto a ningún proceso de valor agregado dentro del país, y que parte de la madera fuera devuelta a México convertida en exquisitos londinenses de caoba o en olorosas cajas de cedro mexicano con cigarros puros alemanes, a precios incomparablemente superiores a los desembolsados por la materia prima». Tan inicua situación de ventaja impune en que operaban las transnacionales, ¿ya ha sido superada en nuestro país? (Sigo después.)