Perros de guerra

La invasión de marines gringos a nuestro país, mis valedores. Aquí mismo, hace un año, les recordé la expresión dolorida del historiador B. Delorme:  ¿Habrá tarea más dolorosa que consignar los episodios de traiciones, indignidades y derrotas que oscurecen la historia del país?

Y si se trata de lamentar tragedias descomunales:  el pasado miércoles mexicanos sumisos ante los medios de acondicionamiento social conmemoraron  la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York; se dolieron una vez más, como año con año, a la nostalgia de la tragedia ocurrida en el Imperio del Norte que conmovió al mundo aquel 11  de septiembre del 2001. Violencia inaudita del terrorismo internacional, según aleccionamiento de todos los «medios». ¿Aclararon también ante ustedes que existen dos clases de violencia: la violencia causa y la violencia efecto? ¿Especificaron que uno es el terrorismo  de Estado, que perpetra el gringo invasor, y otro, infinitamente menos dañino por sus efectos, que es el terrorismo contestatario, terrorismo «al por menor», como llama Noam Chomsky a las acciones terroristas de los patriotas lacerados por los crímenes del gringo invasor? (¡Siria, cuidado con el Premio Nobel de la Paz!)

Durante la sangrienta invasión que siguió al 11 de septiembre  lo afirmaba el entonces presidente de EU G.W. Bush:  “Los americanos luchamos no para imponer nuestra voluntad, sino para buscar la paz”.

Tragedias y manipulación. ¿Cuál fue la reacción de tantos de ustedes ante la efeméride de la tragedia provocada por el gringo R. Nixon un 11 de septiembre de 1973 contra don Salvador Allende, Presidente Constitucional de Chile, que en el cuartelazo perdió la vida? Los tantos que ayer  amanecieron con las entrañas empapadas de compasión por los gringos sacrificados en las Torres Gemelas, ¿dedicarían hoy un recuerdo a las víctimas de las tropas gringas que invadieron nuestro país y provocaron una mortandad en el asalto a Chapultepec el 13 de septiembre de 1847, entre ellas algunos cadetes del Colegio Militar y la totalidad del Batallón de San Blas, con todo y su comandante, Santiago Xicoténcatl? Mis valedores:

¿Somos manipulados o no? ¿Somos o no somos víctimas del acoso de radio y televisión? ¿No les hemos permitido que nos secuestren el pensamiento, el lenguaje, la acción? Aquí la somera reseña de aquello, atroz, perpetrado por el gringo invasor contra los antepasados de estas masas desmemoriadas a las que los voceros oficiosos del Poder les ha arrancado la memoria histórica:

“Los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec pisoteando cuerpos de héroes, y la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre aquel memorable lugar después de que los alumnos del Colegio Militar hubieron dado su vida por defender el último reducto de la Patria. El 13 de septiembre las tropas del Gral. Scott se adueñaban de la capital de la República. ¡El 16 de septiembre de 1847 la bandera del invasor ondeaba, airosa, en el Palacio Nacional!” (B. Delorme.)

¿Lo recordaron ustedes, lo habrán tenido presente? ¿Ustedes, más allá de manipulaciones de casi todos los «medios», conmemoran aquello atroz ocurrido un día como hoy, pero de 1847? Al amanecer de esta fecha hace 166 años,  tenerlo presente, el pabellón de las barras y las estrellas ondeaba en el Palacio Nacional de nuestro país. Más de un siglo y medio después iba a ocurrir la catástrofe de las Torres Gemelas, que aquí todos tienen presente. Ah, masas, ah, México, mi país.

(Seguiré el lunes.)

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