Metro Balderas

El tiempo circular, mis valedores. Fue ayer. Mediodía En el interior de un vagón sobrecargado, boca y nariz abiertos de par en par, me esforzaba en arrebatarle una rajuela de oxígeno a aquel ambiente tan viciado casi como compinchaje PRI-PAN. De repente, aliento a hígado en fase terminal, el de la camiseta percudida Che Guevara combados sobre la barriga «¿Cree usted, mi valedor, que el peloncito, jetoncito, chaparrito, de lentes, nos cumplirá las promesas sintetizadas en su plan de gobierno «Carabina 20-30«? ¿Cree que con su plan de gobierno en el 2030 los amolados ya no iremos a padecer esta pobreza extrema ni viajaremos en un metro tan diatiro como este..?»

Buscando aires menos corrompidos alcé la cara y trataba de resollar. En eso: ¡Estación Centro Médico! Por la repentina vaciada que se dio, me refiero al vagón, calculé lo enfermo que está el fregadaje El del hígado necrosado:

– Porque yo como que dudo que su plan vaya a alcanzar para 25 años…

Muy cierto, mis valedores: nada hay nuevo debajo del sol, dice el Eclesiastés. Porque la escena que ahora vivía ya la viví en la otra vida la de un sexenio pasado pluscuamperfecto, y en el Metro también, y también a esta hora del mediodía La recordé en todos sus detalles…

Mediodía de 1994. El Metro, amorcillado en Copilco, y se acercaba peligrosamente la hora de mi programa de radio. En el vagón, granada en punto de reventazón, hombro con hombro (y todo lo demás) nos atrinchilábamos aquella turba de sudorosos a punto de sofocación. Que esto camine, Dios. Pero nada En eso, de repente, la ventruda de los mallones color mostaza «¡Viejo ninfómano, vaya a tentárselas a la más venérea de su cantón, si es que todavía tiene!»

¿Venérea o cantón? -pensé. Y válgame, que me encaro a la iracunda aquella ‘Tero señora alcancé a resoplar, mire dónde van mis dos manos».

En el fierro. Aferradas al fiero del vagón. El horizontal. En eso, brusco arrancón, y ahí me voy sobre el de la gorra de los Dodgers. «�igame», dijo.

– ¡No me vaya a salir con que a usted también le voy tentando algo!

– No se me caliente, mi valedor. Porque es usté el valedor, ¿no? Lo reconocí por el de pelos, el chalequito.

– Sí, yo soy ese ¿Y..?

– Nada cálmese, yo sólo quiero que me aclare una duda ¿Para usted qué tan verídica es la propaganda que a matacaballo le está haciendo el presidente a ese chaparrito, peloncito, de lentes, o sea Zedillo?

No entendí. «¿Ya vio usté ese cartel?» -Me lo señaló con los belfos parados. El también las llevaba en el fierro, las dos. Señaló hacia el frente.

– ¿Cuánto de verdad cree que puede haber en todo lo que el Zedillo nos promete en ese cartel..?

Traté de examinar la cartulina pegada junto al letrero que rezaba «puto yo». El panzón de la chazarilla que desde hacía rato acunaba en mi cogote, comenzó a dormitar. La baba me escurrió espinazo abajo. En aquella apretura solté el lugar común: «Caramba no cabe ni un alfiler». En eso, el benemérito buscavidas: Tibia menos mal. El de la gorra de estambre:

«Mendigas apreturas». El benemérito buscavidas:

– ¡Mire, se lleva su paquete de alfileres! Tres pesos le vale, se lleva dos paquetes y le sale en siete, mire..!

Con alfileres y codos se abría camino, y al pasar a mi vera me aplicó un faul que merecía la roja Pujé.

– ¿Qué me dice de las promesas zedillentas? -el de los Dodgers.

Examiné el cartel, y entonces: qué poca (iba a decir madre, pero me contuve) vergüenza la del promotor de Zedillo, porque el cartel de marras (entre los viejos de la comarca ¿alguno lo recuerda entre los vagones del metro?) reproducía una foto con su leyenda churreteada con los tres colores, que hagan de cuenta anuncio futbolero:

Más rutas y mejor transporte. Ernesto Zedillo. Para el bienestar de la familia. El sabe cómo hacerlo. Vote así el 21 de agosto.

Y la foto, mama mía, o más bien mama de los licenciados Jerásimos del (de lo que queda del) Revolucionario Ins: la tal foto reproduce un…(¡híngale, el pisotón en el chiquito, el de mi pata izquierda qué mala pata para todo lo que apeste a izquierdas!); reproduce, digo, la vista de un vagón del Metro como este en que ahora seguía detenido, en un ser, pero en la foto un vagón confortablemente vacío, rechinando de limpio, con asientos vacíos, invitación para toda suerte de nalgatorios. Y hablando de esos: hasta cinco damitas y otros tantos caballeros descansaban, a lo displicente, mientras las llantas del metro en sus rieles tarateaban «Cantando bajo la lluvia«. Estimulante Y qué aspecto el de los pasajeros en aquel cartel… (Su aspecto, mañana)

3 opiniones en “Metro Balderas”

  1. neo-nopalitos vienen, nopalitos (y nopalotes-FOX) van, pero seguimos igual, estamos muy aturdidos….

  2. a que los lemas de campaña de los iluminados sexenales que hemos padecido en los últimos tiempos, «arriba y adelante», «la solución somos todos», «combate a la corrupción», «bienestar para la familia», «changarro y vocho para todos», desde luego… «ellos saben como hacerlo», votes o no votes.

  3. No debemos de olvidar que el chapelen se esta curando en salud, ya que al final del sexenio (el que intenta gobernar) dira igual que el de las botas : el pais no se constrye en seis años(como si con ellos empezara el pais)y desde ahora sé el balance dentro de seis años MAS DE LO MISMO , pero ahora sin pemex, sin cfe y sin educacion publica

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