La araña del basural

Mosca y araña son el obrero y su explotador, según la anterior fabulilla Pero, mis valedores, de no creerse, que entre las moscas algunas se tornan arañas: los dirigentes sindicales, los del comercio ambulante y, lo inaudito, que el basurero produzca arañas multimillonarias como el líder priista Cuauhtémoc Gutiérrez. Y a propósito: alguna revista encargó hace meses un reportaje sobre los «pepenadores» a Mayahuel Mojarro (ella tan hermosa que en ratos pienso que lo hace a propósito). Con vagorosas razones le fue rechazado. Aquí el reportaje, cuyo texto se somete al juicio de ustedes:

«Fue aquel un súbito encontronazo con el universo de los desechos que arroja (lo más lejos posible) una ciudad consumista, descomunal. Las pupilas de la Intrusa (yo) se desperdigaron por las vivas entrañas de aquella geografía inhóspita, y con todos los sentidos absorbía pelos y señales del basurero: tufos, agrios olores, el zumbar de los nubarrones de moscas, el revuelo de unos zopilotes que se refocilaban con los desperdicios…

– Zopilotes todos nosotros, que manejamos la basura de una ciudad que no pudiera sobrevivir con su porquería. Esta es su casa, señorita ¿Qué es lo que dice que vino a preguntarnos?

Ella llevaba todo un formulario de preguntas que se proponía plantear a algunos de los personajes del basural: formas de vida y de labor, datos, cifras, en fin. Abrumada por una realidad que no había imaginado, se acercó al que se identificó con los zopilotes: «Usted es el líder del gremio, ¿no es cierto?»

– Ningún líder. Sí, se me estima, me obedecen, pero aquí el único líder es este mundo, mire: el de los desechos, de los desperdicios, de lo que se ha echado a perder, y con el que nosotros ganamos.

– ¿Se vive de la basura..?

– Se sobrevive, y mal, todo el santo día rascándole aquí, espulgándole allá, reciclando, clasificando. Mire en derredor. ¿Qué ve?

Todo un mundo de desperdicios, desde latas vacías hasta paquetes de algo indefinido, pasando por el cacharro desportillado, la ropa hecha garras, el peltre enlamado, el óxido, la descomposición.

– Y en este mar de desechos, ¿ningún objeto de valor?

– ¿Sabe qué es lo que hemos encontrado dentro de la basura? Más basura Bultos, paquetes, todo vacío, menos algún pañal desechable.

– Pero algo de valor. Una joya un reloj, algo.

– Antes sí, pero ahora nada ¿Sabe que algún suertudo llegó a encontrar que el anillo de oro, que los cubiertos de plata? Ahora, crisis nada más…

Semioculta en el zanjón basuriento una mujerona chamaco a la espalda, espulga el tapiz de desechos. ‘Yo en esta basura sí me encontré alguito más o menos valioso: aquí a mi marido. Me lo reciclé y lo hago servir, ¿no, tú…?»

El hedor, insoportable; el paisaje, desolador. Allá, muy arriba un cielo mortecino como espejo del basural, espejo fiel del cielo. En los cerros de basura, las evidencias del consumismo. Montones de desperdicios: moños verdes y rojos, árboles navideños esferas trizadas, santacloses que sonríen, o sueltan la carcajada como burlándose. ¿Algún paisano de Cd. Neza habrá visto en su vida una nevada un reno..?

El pepenador levanta las cajas de cartón ya sin regalo, la mujerona recoge envases de Coca-Cola y cajetillas de Marlboro. Más allá, el cónclave de los zopilotes, y a modo de telón de fondo, el edificio de la penal. Oscuro, lóbrego, siniestro, con sólo ese rayo de sol que cayó preso entre los delincuentes y los pobretes sin más amparo que el de su Santa Muerte. Detrás de unas rendijas que ahí adquieren categoría de «ventanas», los «internos», eufemismo puro, dejan vagar una mirada ciega de envidia por la libertad de unos pepenadores presos de su propia indigencia

La visitante quisiera preguntar. Las interrogantes se acumulan en la mente, ¿pero cómo concretarlas? ¿Cómo, frente a la realidad que le arde en las pupilas? ¿Qué preguntar que supere la realidad tatuada en la piel pringosa de aquellas manos pepenadoras? ¿Convocar a la nata de cuervos humanos que planea rascando el pellejo y las tripas del basural? ¿Indagar qué fue lo que el chamaco (o su madre) encontró en la basura que ahora lo chupetea lo mastica minuciosamente? La visitante inicia la retirada Se alejó o creyó alejarse del sub-mundo oxidado y pestífero, pero no, que en sus sentidos se llevaba tufos, sonidos, paisajes, un persistente zumbar de moscardones, un sabor de bilis y la visión del minucioso espulgar de manos como tarántulas en pellejos y tripas del basural. La visitante alcanzó las vías del tren, cruzó el paraje, y ya lograba el refugio del vehículo que la tornara al mundo, cuando observó su atuendo y recordó que antes de bajar al infra-mundo la tela conservaba su color Uniforme, sin estos churretes y lamparones. Aceleró».

Un comentario en “La araña del basural”

  1. ¡ah Mayahuel! (suspiro), una vez la ví afuera de la sede de la delegación Gustavo A. Madero , donde el maestro Mojarro impartía un taller de lectura, y juro que cuando ví sus ojos sentí que se me revelaba el secreto del Misterio Universal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *