No me ech-inglés…

El Infante Don Juan Manuel, mis valedores, y El libro del Conde Lucanor, éste con 651 años de publicado por su autor, nacido hace 724 años. Y qué modelo de galanura, qué expresividad emotiva, hondo conocimiento del alma humana y tremenda actualidad encierran estos «ejemplos», que recopilan viejas leyendas y las recrean, y son deleite de los que aquilatan las joyas literarias que produjo el Medievo. De los relatos que al Conde Lucanor le cuenta Patronio, su sagaz escudero, va aquí uno de ellos, no en su español antañón, sino en una versión llana para facilitar su lectura. De la actualidad del «ejemplo», juzguen ustedes. Habla Patronio:

– Escucha, señor, lo que le sucedió una vez a cierta raposa que se vivía depredando los gallineros del caserío. Corral que se descuidaba, corral que recibía la visita nocturna del dañero animal, el cual brincaba las trancas y a llenar a tripa con las mejores gallinas. Otro día, los lamentos del perjudicado:

– Vecinos, una desgracia. La condenada zorra se metió a mi gallinero y si vieran el reguero de plumas. La búlica, tan ponedora…

Ahí los lamentos: «No, ¿y luego yo? ¿El maldito animal no se tragó mis mejores gallinas? La vareada, la jolina y la criolla, una prieta poco productiva, pero ah, qué tragona de gallo. El perro que me agencié resultó peor: tengo que mantenerlo, y a la hora de la verdad se hace el dormido». La mujerona del chal: «No les doy pésame. Lo que es a mí, me fue mucho peor con la zorra: mi gallina legorn, imagínese, ella tan ponedora y que apenas requería de gallo. Y aquellos huevotes, estoy hablando de los que me dejaba en el nidal». Y así, quien más, quien menos, todos los payos. Y qué hacer.

Pero ocurrió que en aquella ocasión, engolosinada con su festín de gallinas, a la raposa se le fue la noche, que cuando menos acordó ya la madrugada tornábase claridad, y ya en la calle cercana se advertían la vida y la actividad, y más allá de las bardas se percibían pasos, toses, retazos de diálogo. Macabro, pensó el predador. Para llegar al bosque, donde está mi guarida, tengo por fuerza que recalar en la calle, y ya está llena de gente. Qué carambas hacer (Mi valedores: ¿van ustedes tomando nota?)

La raposa devanábase los sesos, con los esos arrugados de temor, y agazapada en un rincón del corral discurría la forma de salir del problema: cómo abandonar el gallinero sin ser vista por los payos. Su vida toda, su propia existencia estaba en riesgo inminente, y qué hacer.

¿Qué hacer? ¿Qué problema rebasa el ingenio de una raposa? Ahí creó la estrategia salvadora, y a ponerla en práctica La maniobra era riesgosa, pero se trataba de salvar la cuera, ni más ni menos, y fue así como escurriéndose por una rendija de la puerta se arrastró hasta la vía pública y se fingió cadáver. Muertecita a mitad de la calle permanecía inmóvil, respirando apenas. Obre Dios -el dios de las zorras.

Y sí: sucedió, mis valedores, que el animalejo se vio rodeado de payos. «¿Ya vieron? La plaga de nuestros corrales pasó a mejor vida». La susodicha plaga, fingiéndose muerta, respiraba apenas. A penas… «A propósito, dijo uno de los del corro de curiosos: «¿sabían ustedes que los pelos de su lomo son medicina excelente para el mal del hígado?» Ah pues a cortarle los pelos del lomo. La raposa contenía el resuello, cuando otro de los mirones: ‘Tara el dolor del bazo nada mejor que las uñas de ese animal». Y a cortarle las uñas. La zorra, lo que es el instinto de conservación, inmóvil, dejándose hacer.

– No hay que perder la oportunidad, ora que el animal está muerto. Un cacho de oreja, en sancocho, y las dolencias de muela, anda vete.

Y a cortarle un pedazo de oreja La raposa inmóvil, soportaba la dolencia y se dejaba hacer, y así fue como quedó trasquilada sin uñas, sin uno de sus premolares. Y ocurrió que en llegando aquél: «¿Sabían que nada hay mejor para que el hombre se mantenga sano, robusto, y con ímpetus de toro padre, que hervir el corazón de un raposa y tomarse cucharitas del cocimiento? No sabe fallar. Alguien que me facilite un chaveta».
¿Que qué? ¡Esa no, porque me hiere! ¡No el corazón! Y que la raposa pega tremendo salto y a carretera tendida se interna en el bosque y en su guardia se encueva Todo lo que quieran, pero no el corazón.

– ¿Entendisteis, señor Conde Lucanor? -dijo Patronio- Ya en sitio seguro, la raposa observaba burlona a los payos, y así discurría «Todo les soporto, chiquillas y chiquillos. Les tolero plantones y marchas, pancartas y gritos vituperosos. Vaya hasta les permito abrir 12 mil paquetes electorales. ¿Pero recuento voto por voto, y que arrebaten la silla a Calderón? ¿Voto por voto? ¿Tengo vocación de suicida? ¿Voto por voto? No me-che-inglés». La raposa siguió vivita y dañando. Señor Conde, ¿entendisteis la moraleja? ¿No? (Lástima)

4 opiniones en “No me ech-inglés…”

  1. Soy telefonista en el programa de Tomas Mojarro y aunque no autorizado como vocero,les digo, no sean dogmaticos,no se le puede juzgar por leer una de sus fabulillas u oir uno de sus programas.
    Un par de años atras recortaron el programa a una hora 11:00am y unicamente en 8.60 de AM. Fue apartir de esta fecha que el maestro cambio el nombre a Domingo seis.
    Probablemente el taller en reforma no se termine de concretar.
    Aparte del viocot, que es un primer paso. toda su teoria y su propuesta para dejar de renegar e ir a la accion esta aqui mismo en su ultimo libro: ??MIS VALEDORES AL PODER POPULAR? en este sitio lo pueden leer e imprimir

  2. Maestro Mojarro
    Puedes decir como canalizar la presencia y energia de la gente que apoya el voto por voto.
    Somos muchos los desorientados si, pero tambièn estamos deseosos de participar.
    Insisto te necesitamos en los campamentos y/o asambleas en ellas hay personas con los oidos bien puestos, quiza no para lograr el recuento de la votaciòn, pero si para sembrar una semilla que de buen fruto.

  3. Entiendo que la informaciòn es primordial, pero estamos en un momento dificil de igualar, por la cantidad de gente que asiste a las marchas y plantones actuales. Por eso mi invitaciòn para que el Maestro se sume con sus conocimientos hay que aprovechar en momento para un buen resultado.

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