Libanes, el Holocausto…

Aún sigo creyendo que en el fondo la Humanidad es buena

Tal afirma en su Diario, palabras más o menos, aquella admirable Ana Frank que en la noche y niebla del Holocausto fue sacrificada en algún campo de concentración. Ella era judía, como también lo son esos que hoy mismo y a lo sañudo masacran a las Ana Franks de Líbano. Transcribo, del matutino, conceptos del premier de Israel Ehud Olmert, citado por José Steinslegen:

Matar civiles palestinos es justificable; lo inmoral es atacar Israel… no hay equivalencia moral entre ellos y los ataques contra Israel…

Hoy, el embajador de Israel en México: «Acuso a políticos e intelectuales mexicanos de apoyar el terrorismo islámico. Yo pregunto: cuando Israel ha sufrido una enorme ola de atentados desde territorio palestino contra la población civil, ¿dónde estaban los firmantes? No es aceptable que hagan diferencias entre las víctimas israelíes y libanesas. ¡Deben retractarse!»

Cuándo mis valedores, cesará una confrontación injusta y desigual que tanta sangre y tanto dolor ha generado. Cuándo, cómo lograr que se atemperen expresiones como esta del hoy halcón agonizante Ariel Sharon:

Para alcanzar la paz hay que eliminar el obstáculo de la banda de asesinos corruptos y terroristas que dirige la Autoridad Palestina.

Mayo del 2001 Lo declaraba Moshe Katsav, presidente de Israel:

«Existe una enorme distancia entre nosotros, los judíos, y nuestros enemigos. No sólo en habilidad, sino en moralidad, cultura, santidad de vida y conciencia. Ellos son nuestros vecinos aquí, pero aunque parece una distancia de unos pocos metros, aquí existe gente que no pertenece a nuestro mundo, sino que en realidad pertenece a una galaxia diferente».

N. Chomsky, de EU: «En la prensa norteamericana y en la prensa mundial se pinta a Israel como el símbolo de la decencia humana, un país con valores morales excepcionales. Es cierto que de vez en cuando se equivocan, dicen, pero fíjense en lo nobles que son. A ningún otro país que comete atrocidades se le trata así. Israel tiene una especie de carta blanca como ningún otro país en el mundo. Si los rusos hubieran tratado a los judíos como Israel trata a los palestinos quizá los habríamos atacado con bombas atómicas. A Israel se le permite que trate a los palestinos como no se le permitiría a nadie».

Lo expresó hace dos años un Ehud Barak, que por aquel entonces era primer ministro de Israel: «Los palestinos son como los cocodrilos: entre más carne se les da, siempre quieren más y más, y nunca se hartan…»

Menahem Beguin, en su discurso de junio 1982: «Los palestinos son bestias caminando sobre dos piernas…» Y en 1988: «Los palestinos podrían ser aplastados como animalejos (…) las cabezas aplastadas contra las paredes…»

En 1989, un Rafael Eitan, jefe de las fuerzas de defensa israelíes: «Cuando hayamos tomado su tierra, todo lo que los árabes podrán hacer acerca de esto será escabullirse alrededor de una botella, como viles cucarachas…»

En junio de 1969 se ufanaba Golda Meir. «¿Los palestinos? No existen los palestinos. Ellos, los palestinos, nunca han existido». Y una vez de que se convenció -de que fue convencida por medio de la violencia- de que los palestinos sí existen: «Lo único malo es que no existe nadie a quién regresárselos». David Ben Gurión, por aquel entonces primer ministro de Israel: «Si yo fuera un líder árabe, yo nunca podría firmar un tratado de paz con Israel, esto es normal Les hemos quitado su país. Esta es una promesa de Dios para con nosotros, ¿pero eso cómo pudiera realmente interesarles? Nuestro Dios no es el de ellos. Los nazis, Hitler, Auschwitz. ¿Culpa nuestra..?

«En 1941 aquel Isaac Shamir, entonces Primer Ministro de Israel, hizo una proposición a los nazis, no por conveniencia sino como fruto de un acuerdo, y les ofreció convertirse en un puesto avanzado del Tercer Reich en Oriente Medio. El escritor satírico israelí B. Michael, al repasar la lista de los monstruos que han contado con el apoyo entusiasta de Israel, se preguntaba dónde estaba la diferencia, a fin de cuentas, entre apoyar a esos individuos y apoyar a Sadam Hussein…» El, que ya en 1948 recomendaba: «Debemos hacer todo lo posible para asegurar que los palestinos nunca regresen». Y a sus amigos sionistas: «Ellos nunca podrán regresar a sus hogares. Los viejos morirán y los jóvenes van a olvidar. Y basta.» El jefe Heilbrun del Comité para la Reelección General Shlomo Lahat, octubre de 1983: «¡Tenemos que matar a todos los palestinos, a menos que ellos se resignen a vivir aquí como lo que deben ser: esclavos!» Juan Pablo II, entretanto, se horrorizó, y con razón, por «el terrible ataque terrorista a NY, imagen del odio y la hostilidad», pero del genocidio de palestinos que perpetró el gobierno de Sharón, ¿qué dijo? Del genocidio de libaneses hoy, ¿qué diría Ana Frank? Ustedes, mis valedores, qué dicen? (¿Qué..?)

Un comentario en “Libanes, el Holocausto…”

  1. En la Biblia, según Isaías (54:11-17), Yahvé promete al pueblo hebreo que triunfará sangrientamente sobre todos sus enemigos y, refiriéndose al poder que le dará a Jerusalén (como símbolo de todos los israelitas), asegura: «Yo he creado al destructor para aniquilar». ¡Cómo viene a cuento ahora esta promesa injusta y espantosa! Y vemos también la maldición de repetir la historia, en este caso no como víctima, sino como refinado victimario. Ojalá que ni Ana Frank ni las víctimas de los campos de la muerte puedan ver, desde donde estén, en lo que ha parado Israel.

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