Y me aplaudieron

Huerta El Chacal, mis valedores. Del faccioso, golpista y asesino de Madero y Pino Suárez les hablé ayer, y mencioné el diario que, publicado bajo rubro de Yo, Victoriano Huerta y atribuido a él mismo, muchos estudiosos señalan de apócrifo. Del tal aproveché dos otros párrafos para luego seguir por mi cuenta, de modo tal que a un diario apócrifo añadí otro más apócrifo todavía Aquí, el resultado.

Por celebrar dignamente la muerte de Madero y Pino Suárez, con mis contlapaches me instalé en el Café Colón, y entre copa y bataclán aplaudíamos a las artistas del burlesque, yo con la mía clavada en cierta morena de negro mirar que me clavaba la suya y eran las nuestras una miradas que hagan de cuenta los sables de una amorosa partida de esgrima que yo estaba decidido a ganar. A mí, en el sueño imposible de encaramarme a la Presidencia del país, la morena me cuadraba para primera dama; una de trasmano, de traspuntín, de catre con cabecera de brillante latón donde yo pudiese colgar la banda tricolor de la que despojara a la hora en que toda la ropa sale sobrando. Yo, el Presidente de mi querido México..¡Salud! (Y el indiscreto eructillo.)

En éso estábamos cuando de súbito veo que se me plantan enfrente aquellos individuos con facha de irremediables mediocres, y el que encabezaba la comisión de burócratas:

– Señor general Victoriano Huerta, sírvase acompañarnos.

Me azoré. ¿Tan pronto se me iban a pedir cuentas de mis acciones? Estos que se disponían a llevarme a juicio, ¿abogados, legisladores, jueces, qué? «Victoriano, me dije, qué mal hiciste al juzgar a los funcionarios del gobierno como una ralea de cínicos, arribistas, logreros y sinvergüenzas, con sus ribetes de cobardones y aprovechados de la ocasión. Ahora resulta que los que reputas de reputos e hijos de su reputada madona son varones de vergüenza, con las vergüenzas bien afincadas en su lugar, y que como varones han reaccionado ante los crímenes que algunos cargan en la conciencia y yo cargo, si acaso, en las cantinas de mi montura Qué equivocada te diste con los que ahora te llevan a juicio por crímenes de lesa Patria, ni más ni menos». Los restos de la copa no me atreví a apurar, y apurado y con las corvas temblonas, avancé con ellos…

Como en sueños recuerdo que fui conducido hasta el interior de algún edificio que de momento (bochorno, calor, exceso . de copas) no pude ubicar, y que me hicieron sentar en aquel sillón, y que alguno de la tandada de funcionarios con cara de irremediables burócratas, que es decir de irredentos mediocres, abrió la sesión, y todo lo que en ella fue a ocurrir lo recuerdo y me asombro. Tensa la atmósfera, cargada de electricidad Yo, con la mirada de todos encima me derretía de sudor. El efecto placentero del coñac se esfumaba, dando paso al efecto mortecino del crudón Pasé la lengua por unos labios resecos mientras pedía auxilio al paliacate y discretamente me lo pasaba por el pescuezo.

– ¡Señor general Victoriano Huerta.!

Mi mente repasó bagazos de mi actuación en la historia reciente de México: mi llegada al poder a la viva ley de cojones, que es violentando leyes, formas, individuos, todo. Mi única defensa era una que sentía apretada al cuadril. «Victoriano, tu hora llegó. Estos van a reclamarte injurias, desmanes, desmadres, crímenes. Desde esta alta tribuna te motejarán de ladrón y asesino. Si te encaramas al Poder van señalarte de presidente ilegítimo, que habrás llegado en la punta de las bayonetas y con la complicidad agachona de un Legislativo y un Judicial que son cáfila de castrados. Ahora te habrá de reclamar esas malas artes de que te vales para apoderarte de la silla presidencial. Prepárate, Victoriano». El banquillo de los acusados, un suplicio. ‘Ya escucho el clamor: ¡Ladrón, asesino, siempre serás Presidente ilegítimo!» El sudor, a chorros. Pero al cuadril mi defensa, tripona de plomos…

En el presidium, uno con facha de mediocre-burócrata-funcionario se echaba una pieza oratoria de mucho primor y hartas prosopopeyas y citas de leyes y reglamentos que me arrullaban un amago de cruda precoz. Pesados los párpados, alcancé a percibir algo que, de pronto, me forzó a eructar por aquí y allá el «Cinco Equis», con rajuelas de botana Clamaba el orador:

– ¡Es por estas consideraciones, señores integrantes de esta máxima instancia electoral cuyo veredicto es inapelable, que luego de calificar el proceso electoral del pasado 2 de julio declaramos solemnemente al señor general don Victoriano Huerta triunfador absoluto y, por ende, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

¡Congratulaciones, señor general Don Victoriano Huerta.!

Me aplaudieron. Eructé por allá. (Qué más.)

2 opiniones en “Y me aplaudieron”

  1. y estamos a punto de ver llegar a la presidencia de manera ilegítima a Calderón , toda vez que se intentó cualquier cosa con tal de que López Obrador no ocupara la silla presidencial: Desafueros, videoescándalos, traiciones cardenistas, maiceos zapatistas, campañas del miedo , fabricación de encuestas, en fin , ya lo había advertido el converso Castañeda: Hay que detener a López Obrador a como de lugar

  2. «Felicidades Sr. Calderón, presidente electo de México» Qué apócrifa va a hacer la frase, si la mayoría de los logreros y ventajistas de este país hicieron todo lo posible porque asi fuera, empezando por el Consejero del IFE y demás compinches, iglesia, banqueros, empresarios corruptos y por suspuesto, otra chacala: la maestra. El desenlace de este desparpajo…pronto.

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