Siameses

Las aberraciones que suele producir madre Natura, mis valedores. Los entes que nacen con mala estrella y un destino espinoso: corcovados, albinos, débiles mentales, en fin. Los siameses, que nacieron herrados por la fatalidad. «A los dos de Siam los asesinó el desengaño», y el doctor W. Hollingsworth entrecerró los ojos. Lo oí suspirar. «A los malafortunados Eng y Chang los mató la desilusión. ¿Y sabe quién se la provocó? Yo, su médico…»

Callamos. La habitación, silencio. El doctor, ¿responsable? ¿Por qué, en qué forma? Porque requerido de urgencia aquella tarde helada y desapacible de principios de año 1874, llegó el doctor hasta la granja de Mount Airy donde agonizaba Chang. Ya no sería necesario el instrumental quirúrgico; en aquel doble camastro finalizaba el errabundaje que a los dos desgraciados los llevó desde Siam hasta Carolina del Norte, donde 63 años antes nacieron unidos por un cartílago de 15 centímetros a la altura del esternón, ese que les iba a abrir las únicas puertas que se abren de par en par a tales caprichos de madre Natura. Cuáles iban a ser esas puertas, si no las del circo. De atracción circense, Chang y Eng habían recorrido regue- ‘ ros de poblaciones en el mapa del orbe, y provocado la morbosa expectación de públicos poco exigentes en Europa y América Ahora todo había terminado.

– Los mató una desilusión. Y mire que ellos no se rendían fácilmente, casados los dos y ambos haciendo una perfecta vida marital con sus respectivas esposas, acumularon veintiún hijos entre los dos matrimonios. Y qué de especulaciones se alzaron en aquella sociedad puritana sobre las formas posibles e imposibles de intimidad con sus respectivas esposas. Por sobre su limitación física habían alcanzado renombre, amor, descendencia; todo, o casi, porque lo que más anhelaron nunca lo iban a lograr: la separación física que significaba la muerte. Hasta que aquel día de súbito…

Que Chang empezó a toser. Bronquitis. Eng se afectó en forma terrible. «Cuando uno muera moriremos los dos». Y llegó el jueves fatal. «Me siento mal», dijo Eng a uno de sus hijos. «¿Cómo está tu tío Chang?» «Frío. Ha muerto». «Entonces yo también estoy a punto de morir». Una hora más tarde, ambos habían fallecido. Juntos.

– Yo y sólo yo fui el causante de su muerte. Por desilusión. Desde que llegaron aquí, los siameses me consultaban, rostros desencajados y urgida voz:

«Sepárenos y disponga de nuestros bienes». Yo: «No sobrevivirán». Ellos, entonces, aquel suspirar, pobrines. Y es que en el límite de su resistencia por aquella . mutua y forzada compañía los siameses se aborrecían uno al otro. La atadura carnal había terminado por convertirlos en ruines, viciosos y corrompidos. El odio mutuo los envilecía

– Ya estamos a punto de enloquecer; dormir juntos, defecar juntos, juntos cohabitar con nuestras esposas, juntos abominar nuestro aliento bilioso, nuestros humores nocturnos, esta forzada compañía». Y aquel terror de cualquiera de ellos a la más leve enfermedad del otro. Tiene que existir algún medico que nos logre separar sin matarnos!» «Ni en Nueva York, me temo…»

Y a despedirlos, y hasta la próxima desilusión. Pero aquel día, de repente, la gran esperanza «¡Tenemos la solución, y sin que tengan que separarnos! Hemos sabido de unos siameses que se exhiben en otro circo. Que ambos coexisten en paz, y cohabitan y aun medran con su ligazón. Para que nos den la receta viajaremos hasta su país, uno que primero fue Méjico, y más tarde México, y hoy, con Fox, Mécsi-cou. Y me mostraban el documento. Leí:

‘1989. PRI y PAN votaron juntos la legislación electoral salmista para eliminar las coaliciones y candidatos comunes de los partidos. En 1991 juntos votaron la quema de tos paquetes electorales de 1988 para eliminar la evidencia del fraude contra C. Cárdenas. En 1992 votaron juntos un resolutivo para apoyar la elevación de cuotas en la UNAM y reformaron el 27 Constitucional para prívatizar el ejido. 1993. Juntos votaron la reforma al Código Penal para permitir la libertad bajo fianza a tos servidores públicos corruptos. 1998. Redujeron el presupuesto del DF y las universidades públicas, y aprobaron el Fobaproa. Hoy, los siameses validan un IFE que en 2003 nom-braron ells, sin aceptar lo que proponía el PRD, anomalía gravísima que está a punto de embombillarles al candidato de los siameses, del Yunque, del clero, de Fox. Yo maté de desilusión a Eng y Chang ¿Para qué los previne contra el nauseabundo par de engendros, PRI y PAN? «Lo único que mantiene vivos y gananciosos al par de logreros es una viciosa unión de su pragmatismo utilitarista De imitarlos, ustedes serían todavía más ruincejos y viles, más corruptos y degradados, y casi tan cínicos y sinvergüenzas como ellos dos». Otro día Eng, al conocer la muerte de Chang: «Estoy a punto de morir». Y sí (Lástima)

2 opiniones en “Siameses”

  1. Maestro Mojarro, allá por 1820 llegaron a México otros siameses, a diferencia de Chang y Eng, este par se odiaba a muerte, al grado de que buscaron aliados para desaparecer a su entrañable compañero, no lograron separarlos, pero los seguidores de cada bando se anduvieron peleando durante muchísimos años, hasta que allá por los años de 1980 y tantos, por fin lograron separarse, a base de jalones y violencias, sin embargo como que les entró algo de nostalgia por su vida de «cuates», y ahora, cada uno por su lado, anda arrejuntandose con otros que en algo se parece a su natural pareja.

  2. ??¿Cómo está tu tío Chang?? ??Frío. Ha muerto?. ??Entonces yo también estoy a punto de morir?.

    es posible que el siamés PRI esté a punto de morir , lo que da cierta esperanza…

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