Hubo un varón llamado Job, hombre perfecto. Jehová, presuntuoso, dijo a Satán: «¿Habrá un hombre tan recto como mi siervo Job?» Respondióle Satán: «¿Teme Job a Dios de balde? ¿No le has dado todo lo que puede desear? Pero destruye todo lo que tiene y verás si no te blasfema en el rostro».
Y Dios (¿Por injusto? ¿Porque sus caminos son inescrutables para el humano?) dio a Satán el permiso para que destruyese toda la riqueza del justo. Y fue así, mis valedores, como de ayer a hoy Job perdió toda su riqueza Por fuego del cielo, viento del desierto, ataques de los Sabeos y Caldeos, que le destruyeron casas, camellos, ovejas, sembradíos, toda Job limitábase a alzar sus ojos al cielo: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Que haga su voluntad».
¿Algo faltaba al desastre?. Sus propios hijos fueron destruidos. Job, entonces, se alzó, rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró al Señor: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Jehová dio y Jehová quitó: sea bendito el nombre de Jehová».
Job no pecó, ni dirigió a su Dios despropósito alguno. El cual Dios, fachendoso a Satán: «¿Qué te parece mi siervo Job? ¿No te dije que nada lo apartaría de su amor y veneración por su Creador?»
Contestóle Satán: «Piel por piel y pelleja por pelleja, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende tu mano y toca su carne y sus huesos, y ya verás si no se suelta blasfemándote en pleno rostro».
Bueno, pues te doy permiso de que lo hieras en su carne y sangre, y que rápido, Satán va y hiere a Job con una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza. El justo, entonces, sentado en un pedrusco tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza, y observándolo, le dice su mujer:
– ¿Y todavía conservas tu condenada simplicidad? ¿Y después de que tu Dios te ha dejado en calidad de humana piltrafa, todavía lo bendices? Anda, pues, signe bendiciéndolo y muérete. Pero tú solo. Y abandonó al roñoso.
Y así pasaron los días, y pasaron los meses, y de repente, en medio de su soledad, tres amigos acercáronse a Job y en silencio le hacían compañía Entonces él abrió su boca y entre llantos y apagados sollozos así se dolía
– ¡Perezca el día en que nací y la noche en que fui concebido. Sea día tenebroso, por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba ni escondió de mis ojos la miseria.!
Callados, los tres amigos movían la cabeza Lo dejaban hablar, deshaogarse. Y el cuitado, gemebunda voz:
– ¿Por qué no morí yo desde la matriz, o fui traspasado en saliendo del vientre? ¿Por qué unas tetas que me dieran de mamar? Porque antes que mi pan viene mi suspiro…
Ahí habló Eliphaz, y así le decía «Me extraña, digo. ¿No eres tú el mismo Job que enseñabas a muchos lo que es el temple, el carácter, la reciedumbre y el amor a Dios? Sí, lo comprendo, perdiste bueyes y vacas…»
– Bueyes y vacas me importan un cuerno.
– Perdiste ovejas, camellos, casas, a tus hijos, a tu señora esposa..
– Un cuerno me importa mi señora esposa..
– ¿Tu salud, entonces? ¿Esa roña que tira sarna esa sarna que tira a riña, una riña que tira a lepra?
– De algo nos tenemos que morir. Nada de esto me importa nada
Y aquellos gemidos y aquel suspirar del doliente atejonado a la sombra de un árbol que pelechaba y de cuyo ramaje caíanle escamas; los pajarillos completaban la injuria, pero Job ni se cuidaba limpiarse tales desechos. «Qué me importan». Bildad: «¿Qué es, en concreto, lo que te abruma?»
Y fue entonces. Exhalando un suspiro que por lo dolido parecía ser el último, Job agachó su testa, muladar de avecillas, y durante un siglo mantuvo su sañudo silencio. Bildad, Sophar y Eliphaz, aguardaban. Y entonces:
¡Voto a Satán, con una tiznada! ¿Son ustedes tan insensibles? ¿Tienen de buey la cuera? ¿Es de buey su pelleja? ¡Ustedes aquí, tratando de consolarme, cuando conmigo debieran bramar como toros heridos!
Achis, achis. ¿Y ora éste? Se alzaron los tres y uno intentó írsele encima Lo detuvo el clamor cavernoso de Job: «Todo le soporté a Jehová, y aun después de cada chicotazo de su santa mano con más fervor lo adoraba Ah, pero cuándo iba a imaginar a qué extremos de rigor puede llegar. Miren que venir a tratar de enjaretarnos en el gobierno al peloncito, chaparrito, de lentes. Y lo que más me encarbona ustedes ahí, tan campantes, como si nada ¡Van a tenerlo seis años! ¡Seis años a Calderón, echen cuentas! ¡Reaccionen, digo, con una tiznada!» La tierra se estremeció…
Y aquel rayo en seco. (¡Dios!)
Y con los de Fox ya serían doce años de gobierno derechista y si tomamos en cuenta la propuesta económica de Calderón , ya serían 30 añotes de neoliberalismo que en ningún país donde tal doctrina se halla aplicado se ha soportado.
Revisemos la historia de México: Independencia 1810, Revolución 1910 ¿2010 qué sigue? Da miedo aceptar que la historia es una serpiente que se muerde la cola. Fox, Calderón, Ugalde, alto clero, inciativa privada y demás engendrillos: ¿porqué aventar a México otros seis años más a la derecha? Que tal si en una de esas no hay celebración de bicentenario ni centenario, sino juicio sumario…Nomás digo.