Tal proclama, refiriéndose al IFE, Instituto Federal Electoral, un Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda y Crédito Público. Yo, por mi parte, sigo aquí con las reflexiones que en torno al proceso electoral del 2 de julio expresé hace unos días en el programa semanal «Domingo 6«, de Radio Universidad:
En estas elecciones, y ante unas masas exasperadas por el modelo neoliberal y con la crispación a punto del estallido social, aquí la nueva estrategia de Washington, que intenta apagar los focos rojos y que esas masas «legitimen» el neolíberalismo: otorgarles toda la mitad de la votación. La mitad menos un voto, que corresponde al Sistema de poder. «A ti, votante, te reconozco que casi te llevaste la elección. Casi, casi ganaste. Perdiste por un solo voto, imagínate». Y desde la prensa escrita, la radio y la TV, al servicio de La Casa Blanca, sus personeros autóctonos:
«En la democracia se gana y se pierde por un solo voto».
La estrategia les funcionó, y el mensaje del Sistema, implícito, para quien lo quiera entender: «O tú me derrotas por un millón de votos o yo te derroto por uno solo. Uno solo me basta. Por un solo voto, pero te derroto». Y el bloqueo psicológico del poder a las masas: «No se puede, y háganle como quieran». Por eso, mis valedores, la frase de mi maestro que yo repetí en el XEQ durante años, y que hoy se ha popularizado hasta la degeneración absoluta: «¡SI se puede!» Hoy, los colaboracionistas por ignorancia proclaman con el blanquiazul: «¡SI se pudo!» Lo que no pueda el Poder cuando las masas son débiles, pobres de espíritu y sus colaboracionistas por simple ignorancia. Ahora, muy a propósito como para leer entre líneas, el candidato del continuismo se pone a alardear:
Cárdenas y Peña Nieto, políticos de mi confianza.
Aquí, para apreciar la fuerza del Sistema, el parámetro: los dos contendientes principales fueron un político de raigambre, con una hoja de servicios nutrida en obras de beneficio público, varón poderoso de estampa y probado en la lucha política bajo las condiciones más adversas y carismático como poco, barrunto de un Lázaro Cárdenas cuya acción política se decía dispuesto a continuar bajo la divisa de «Primero los pobres». El adversario en el proceso electoral es un burócrata gris, de tono muy menor, del que el propio Manuel Espino, presidente del Ejecutivo Nacional del PAN, trazó hace un par de meses el retrato hablado:
Nuestro candidato es uno chaparríto, peloncito, de lentes…
Pues sí, pero ese pequeñajo es el hombre de Washington, como a su hora lo fue aquel pelele que La Casa Blanca impuso en el gobierno de Nicaragua para que conjurase el peligro llamado Augusto César Sandino, el héroe antiyanqui; pelele (Tacho Somoza, su nombre) del que el embajador yanqui solía afirman «Sí, es un hijo de., pero es un hijo de…nuestro».
Ese pobre hombre, mis valedores; ese irremediable mediocre, de no suceder algo extraordinario en el Tribunal Electoral de la Federación, será el encargado del continuismo de un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios, vale decir: de la economía de mercado, ese «capitalismo salvaje» que en menos de 25 años ha devastado la economía familiar de estas mismas masas que, colaboracionistas del enemigo histórico por pura ignorancia y debilidad para dejarse manipular, dieron su voto al ejecutor de una macro-economía altamente benéfica para los del poder y en ese mismo grado lesiva para esa esa microeconomía que se refleja en el nivel de vida y en la dieta alimenticia de cada día. Porque es un hecho, mis valedores, que certifican la historia y la realidad objetiva: a los mexicanos nos derrotan una y otra vez por ignorantes. Es México…
Y aquí la presencia del alto clero católico, ese que a base de provocar el temor entre las ovejas de su rebaño e inducirlo al sufragio a favor del panista fue factor decisivo en el reciente proceso electoral:
¡No permitamos «que se siembre el miedo»! Llamamos a los mexicanos a no permitir que por intereses muy particulares se violente la institucionalidad de los órganos electorales…
¿Cuál es el siguiente paso, mis valedores? ¿Resignación, cruzarse de brazos, levantarse en armas? Por ahora, el candidato de la llamada Alianza por el bien de todos hace énfasis en el proceso de recuento de votos por parte del IFE como una fuente de posible fraude, y para apalancar su propuesta llama a las masas a tomar la calle Y yo digo a todos ustedes… (Mañana el final)
Cuauhtémoc y el PAN , traición al cardenismo.