Si la vida lo ha manejado con la punta del pie. Si su mamacita soltera descargó en usted, a lo largo de una niñez grifa de penalidades, toda la frustración que cargaba sobre los lomos desde que el compañero más o menos ocasional la abandonó preñada. Si creció usted podrido en odios, rencores y sed de desquite.
Quizá tuvo padre, pero mejor no haberlo tenido. Valido del alcohol y la droga todo fue erguirse usted en dos pies y él comenzar maltratándolo a modo de desahogo contra esa vida arrastrada que el redrojo de hombre jalaba a remolque, vida de vicioso vencido por la adversidad.
O quizá la mala estrella que se ha cebado en usted lo dejó huérfano desde que apenas guarda memoria, allá como entre sueños, de que su madre fue no más que aquellas dos manos que se tendían hacia su orfandad y una remota palabra de amor que usted nunca logró descifrar.
La vida lo maltrató a golpes como la propia madrastra que lo vejó en forma sañuda desde que alcanza recuerdos. Así habrá llegado a los 20, 25 años de su edad, sin conocer más tratos que los malos tratos de esa madre postiza que le agrió la niñez.
¿En el barrio bajo tuvo que imponerse a riñones? ¿Llegó a cabecilla de pandilleros y supo del sadismo de dictar leyes a puñetazos? ¿Fue así, ya amo del arrabal, como impuso la ley del más rudo a la hora del saqueo y la repartición del botín? ¿En la violación fue el primero que rasgaba el espanto de la joven copada en el terreno baldío?
¿Probó el robo y le halló gusto al dinero fácil? ¿En pandilla ha logrado sobrevivir (chaco, filero, navaja de muelle) desvalijando noctámbulos desbalagados al amor de la piquera y la pantaleta? Tal vez su ilusión es ese asalto de gente grande a las arcas de seguridad del banco de aquí a la vuelta. Y en esas anda…
Quizá, exceso de droga –barata, de vecindad- ha sido internado una y otra vez en el sanatorio general, el del fregadaje. Ahí recibió castigo (curas de caballo) con electrochoques y reclusorio en celdas de alta seguridad. ¿Supo de apandos y acaba de salir libre, y anda por la calle todavía encandilado, destanteo y dolorones de cabeza?
¿Egresado del reformatorio? ¿Supo de castigos corporales? ¿Conoció las vejaciones del interno que en usted probó el predominio de la fuerza bruta? ¿De la violación? ¿Se impuso, redujo a los abusivos? ¿Conoció entonces el sabor del triunfo y el de la sangre ajena, con el derrotado a sus pies?
O tal vez viene de la provincia, prófugo tras de dar muerte alevosa al rival en amores, y lleva ya varios velorios en la conciencia porque ya probó sangre, y difícil es el primero, porque los demás…
Quizá acaba de abandonar el reclusorio, donde al delito que lo enjauló añadió usted los que se aprenden de rejas adentro, y ya es perito en las artes del crimen, el delito, la degradación moral…
Porque su vida ha sido su propia madrastra andará usted con la rabia en la sangre y la espuma en la boca, buscando el desquite. Siendo así, albricias: enrólese en el cártel de la droga de su barrio bravo, de su colonia, de su delegación. Yerba, polvo, pastillas al gusto. ¿Que otros rumbos reclama su vocación? Secuestrador. Ya con el rescate en la mano, a finiquitar el asunto tirándolo al Gran Canal, y el que sigue.
Ahora que si es usted un joven en verdad ambicioso y anda en brama por abarcar todas las áreas del hampa con el mínimo riesgo y el provecho máximo, entonces ¡policía! Según la nota del domingo anteayer, «600 jóvenes han sido elegidos para la Fuerza Civil de Nuevo León» Y hay vacantes. (¡Anímese!)