Agua, y no más

Que perdí el rastro de las extranjeras mandadas traer por el  presidente Salinas, dije a ustedes ayer. ¿Por qué hasta ahora no nos hemos topado con ellas, si el clima se advierte propicio para que se dejen ver? Traídas para realizar un servicio público, siguen ociosas. ¿Las jubilaron antes de que desquitasen los gastos? ¿Artritis y decrepitud en algún apartado refugio? Yo, intrigado, de tanto en tanto las buscaba en los matutinos, desde la sección de sociales hasta la reina de todos los «medios»:  sangre, chamusquina y violencia social. Pero de las extranjeras, nada; ni sus luces. Haya cosa…
Pero ándenle, que hace algunos ayeres una de tales fuereñas se dejó ver por las playas de Cancún ¿La de la foto será una de las residentes de esta ciudad, o Cancún tendrá los tamaños para darse el lujo de la plantilla propia de muñecas de tan alto precio? ¿Tanto así habría progresado Cancún? ¿Lujos tales brinda a la población?
Por aquel pie conocí a las fuereñas, me refiero al pie de foto: “Tanquetas antimotines, blindadas, llantas anti-bala, cañones lanza agua, cañoneras para desde su  interior disparar tinta indeleble. Unidades de exportación. Cobra y Textron, las marcas”. ¿Costo por unidad?  Nada más 500 mil dólares. La factura, ¿quién la pagaría?
Después, de repente, volvía a toparme con ellas. Una cierta mañana volví a mirarlas robando cámara en los matutinos (y supongo que también en el cinescopio, pero ése y yo, ni vernos). Yo, entonces, desde este burladero mandé un recado a todos ustedes: «¿Alguno se interesa en las tales? Vayan, conózcalas, pero de lejecitos, que en su territorio son peligrosas. Sí, es muy fácil llegar hasta ellas, que a estas horas están de guardia,  resguardando el jacalón de San Lázaro. Se trata de las tanquetas que compró para todos nosotros el de Gortari. Y lo que tuvimos que pagar por ellas (dólares, nuestra moneda nacional), y su capacidad y radio de acción para agredir descontentos e imponer en Los Pinos a cualquier impostor. Ah, México…
Y fue así como un mal día, de repente, ¡el jacalón de San Lázaro amaneció grifo de tanquetas anti-motines! Protestó de inmediato Alejandro Encinas,  que era jefe de gobierno del Distrito Federal:
¿Hace cuántos años que en este país no habíamos visto una tanqueta antimotines en las calles? Es un mal signo y el mejor indicador de cómo están las cosas. Yo no quiero un país como el que estamos viendo en las inmediaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro, en donde sean las tanquetas antimotines y no los cuerpos de seguridad las que rijan la normalidad de la vida institucional.
¿Que qué? ¿Cuáles tanquetas antimotines?, replicó el vocero presidencial de Fox:  “En todo el mundo nadie las conoce como tanquetas ni como tanques. Son vehículos que arrojan agua. En todos los países democráticos tienen estos vehículos, porque permiten enfrentar manifestaciones sin que haya daño corporal.
Eso, y no más. Vehículos que arrojan agua de los 7 mil 570 litros que cargan en la panza no representan agresión alguna para los descontentos que se atrevan a protestar públicamente.  Eso, y no más, son las máquinas de represión que importó Salinas para imponerse en Los Pinos y en todo México el pernicioso modelo neoliberal. Simples vehículos hidrantes, como simples vehículos que arrojan plomo son las armas del Ejército, la Marina armada y los cuerpos policíacos, con un saldo de  apenas cien  mil cadáveres…
Cuidado, mis valedores. Es la hora del descontento obrero-estudiantil. Mucho cuidado con las tanquetas. (México.)

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