«Democracia en construcción». Con ese título inició su análisis del pasado proceso electoral el semanario «Desde la Fe», del Episcopado Mexicano, en su edición del domingo pasado. El párrafo inicial:
«Finalmente tuvo lugar la conclusión jurídico-legal del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre los comicios del pasado 1° de julio, en cuya grave responsabilidad se encontró la verificación de que el proceso electoral respondiera a los criterios de legalidad, libertad y equidad. Su labor ha sido ampliamente cubierta por los medios de comunicación y su decisión ofrece certeza razonable de que, institucionalmente, hay mecanismos para fortalecer y salvaguardar los derechos democráticos de los mexicanos. Sin embargo, aunque el proceso electoral concluya y se resuelva en plenitud tras el fallo que el Tribunal ha sentenciado, el ejercicio de la construcción democrática y de las responsabilidades ciudadanas debe permanecer en el ánimo y voluntad de la sociedad».
Esto, hoy, pero en el 2006 y en los días previos al proceso electoral, el clero político se valió del púlpito para prender entre sus feligreses el temor a López Obrador y provocar el voto a favor del panista:
«¡No permitamos que se siembre el miedo! Llamamos a los mexicanos a no permitir que por intereses muy particulares se violente la institucionalidad de los órganos electorales».
Y una vez que las instancias electorales otorgaron el triunfo al beato del Verbo Encarnado:
«La Conferencia del Episcopado Mexicano se congratula por la labor realizada por los medios de comunicación en el proceso electoral. El seguimiento que hicieron del escrutinio de los votos nos habló de la transparencia reinante en la elección. Todos los medios estuvieron a la altura de lo que el pueblo ha querido».
Pero frente al descontento popular que originó el «triunfo» de Calderón lo proclamó El Semanario, que por aquel entonces dirigía Juan Sandoval Iñiguez, cardenal de Guadalajara, Jal. hoy en retiro:
«¡López Obrador y los perredistas lloran como plañideras lo que no supieron ganar como hombres!»
Por su parte un Francisco Gil Díaz, Secretario de Hacienda, se refería a la labor del Instituto Federal Electoral, que validó el triunfo del Verbo Encarnado:
«¡El IFE se ha cubierto de gloria!»
Al propio tiempo, como estrategia para forzar a las instancias legales correspondientes a contar voto por voto en las casillas impugnadas, el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, convocó el domingo 16 de julio del 2006 a una concentración de masas sociales que logró congregar a más de un millón de personas. Una plaza de armas repleta con todo y las calles adyacentes, mostró al Sistema el estado de ánimo de unas multitudes que no querían volver a los tiempos priístas de la alquimia electoral y la subcultura del fraude. Ahí mismo se anunció la estrategia con la que se pretende forzar al Poder al recuento de votos en todas las casillas impugnadas: la resistencia civil. Para una próxima fecha se anunciaba otra concentración multitudinaria, quizá más nutrida que la anterior. Hasta ahí la estrategia del movimiento civil.
Eso, en el 2006. Hoy, según el editorialista del matutino (martes pasado), el panorama es distinto:
«El estallido: una pompa de jabón. (…) Así transcurrieron las 72 horas decisivas que siguieron a la declaración de Peña Nieto como presidente electo, sin estallido alguno que no fuera el de una pompa de jabón».
Resistencia civil. De ella hablaré después. (Vale.)