El absolutismo ante un pueblo ignorante no realizaba plebiscitos ni elecciones. La democracia, con monopolio estatal de la TV, respeta el sufragio universal, pero se reserva el Poder de formar la opinión, las conciencias, para que éstas permanezcan en una dulce pasividad y dependencia apolítica».
Y también, mis valedores, para enfervorizaras por este o aquel equipo futbolero, por este o aquel jugador, por este o aquel candidato que garantice medro y permanencia del propio Sistema de poder. Para ello, controlar a las masas. Controlarles hasta el pensamiento. Chomsky, analista norteamericano:
«Orwell antes de Orwell. primero el presidente Wilson, y el periodista Lippmann más tarde, hablan de que el arte de la democracia requiere lo que etiquetaron como fabricación del consenso, otro término orweliano que significa control del pensamiento: un gobierno que no puede controlar ala gente por la fuerza debe controlar sus pensamientos».
¿Cómo lograr ese control del pensamiento? Con la encuesta de opinión, modalidad usada ampliamente en los Estados Unidos que los mexicanos, gringos de cuarta dejáramos de ser, incorporamos, al igual que la práctica de los debates entre candidatos, al ejercicio político. Las encuestas de opinión: «Si hoy fuesen las elecciones, ¿usted por qué candidato votaría?»
Y la seriedad de los vividores de las tales encuestas, y la aparente base científica de sus embelecos: «Si consideramos que en este momento acudirían a las urnas los 40.7 millones de electores que resultan de la suma de los votos para presidente, existen aproximadamente 7 millones de lectores que..»
Previa y simultáneamente una ruda campaña de manipulación en los «medios», y el lógico resultado: todavía el mes anterior, en las preferencias de los mexicanos fue AMLO el puntero indiscutible Hoy, unas cuantas semanas después, en el ánimo del paisanaje se comienzan a sentir las consecuencias de la Ley Televisa: el puntero es nada menos que el candidato encargado de cuidar las espaldas de Marta y honorable familia, que incluye al segundo marido. Para quien pueda dudar del poder de la industria del periodismo, el estudioso de la ciencia política sabía lo que afirmaba: Es imposible que exista la democracia en un país donde no se controla la televisión.
O tampoco, digo yo, cuando la controla el Sistema de poder del que forma parte fundamental para situarse con los grandes capitales, por encima del gobierno y del propio Estado y sus instituciones. Giovanni Sartori, que de esto entendía, afirmó que los profesionales del oficio saben que la gran mayoría de los interpelados casi nada conocen de las cuestiones sobre las que se les pregunta Mañosamente los expertos en sondeos preguntan al entrevistado: ¿Qué opina sobre este tema?, sin averiguar antes lo que saben del tema de marras, si es que algo saben. Y que cuando las entrevistas tratan de problemas serios «son, en general, formidables multiplicadores de estupideces», y cuando se dicen en la pantalla de la televisión, esas estupideces crean opinión; las dice el «comunicador» (un ignorante), y al día siguiente las repiten miles de incautos como opiniones propias, y están convencidos de que son sus opiniones, sin percatarse de que sólo son el contagio que acaban de contraer en el cinescopio, con las tesis de conductores de programas que reproducen, en su gran mayoría, versiones no provechosas para el paisanaje sino para el Sistema, de las que esos comunicadores son simples voceros. Sartori:
«A la televisión le encanta dar la palabra a la gente de la calle. El resultado es que se presenta como verdadero lo que con frecuencia no es verdad. Las opiniones más necias y facciosas adquieren la densidad de una corriente de pensamiento. Este uso y abuso hace crecer a la gente que ahora ya puede tomarse cualquier decisión por aclamación popular».
Y es que los sondeos no verifican la consistencia de las opiniones que recogen. La mayor parte del público casi nada sabe no sabe de los problemas públicos. «La base de información de las masas es de una pobreza alarmante, de una pobreza que nunca termina de sorprendernos». Mis valedores: yo no me sorprendo. Cómo, si veo que las masas se asesoran con los Cárdenas, Gutiérrez y Ferriz de la radio y el cinescopio, y así cuándo abandonar esa lóbrega condición de «masa» para convertirse en lo que deben ser: ciudadanos. Mientras llega ese día, ¡a seguir participando en las encuestas de opinión! ‘Tara calcular los votos por candidato y hasta abril utilizamos la lista nominal del Registro Federal de Electores de marzo con un poco más de 69 millones de registros. Ya tenemos el corte definitivo que resultó ser de..» (Mira, mira.)
Total, que ahí viene, requemante la pregunta del encuestador: «¿Si hoy fuesen las elecciones, usted por cuál…?» Y milagros de Marta, y la Ley Televisa:
AMLO 33 por ciento. ¡Calderón, 36..!
(jAgh..!)
si mi valedor
ahora los «lideres de opinión» via radio y tv nos dicen como pensar y ahora desde luego como orientar nuestro voto para evitar el peligro para el pais, para que nuestro angel de la independencia no se caiga
doble agh
Es claro que los medios masivos están sirviendo a intereses de estos grupos de poder tan deseperados. La opinión pública se moldea, y hasta se deforma. Pero tu que te das cuenta (y obviamente no lo digo por ti valedor) sino a tu avispada audiencia, ayuda al que tienes a tu lado, no a que piense como tu, sino a que forme su propia opinión. Por lo menos a que la forme antes de que sea presa de los medios, asi estará mejor preparado. Nuestro pais a mi parecer está aletargado y tenemos la clase politica que merecemos, ellos no cambiaran, pero nosotros a ellos si.