Güeva,tinga,olla podrida…

De noche, cuando me acuesto, le rezo a la Virgen de la Macarena. Me la persigno después, me tiendo en mi catre de soltero, y en posición fetal y chupándome este, miren, el gordo, caigo a dormir el sueño de los justos; de los justos que no padezcan insomnio. Y entonces sí, a perderme en el sueño y sus sueños, que es la forma mejor de encontrarme…

Pero un momento, que lo jura el De la Barca: los sueños, sueños son, cuando ya desde siglos atrás me aturde la voz plañidera y clamorosa de Job, que reclama al Dios que lo ha aniquilado: «Cuando digo: mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas, entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones». Eliú lo contradice: «Cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho, entonces Dios revela al oído de los hombres, y les señala su consejo…»

Será el sereno, mis valedores, y Dios me la va a perdonar, pero yo entre consejo y consejo divino acostumbro soñar con la fruta prohibida. Sí, La Lichona, desdicha la mía que mía no sea sino de su esposo, el Cosilión, lástima.

La noche de ayer, por ejemplo, que pensando en ella me puse a llamar al sueño, y el sueño andavete. Llamé al sueño y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, tomé algo en qué entretener la vigilia, y lo que encontré más a mano fue el folleto que me acababa de obsequiar nada menos que La Lichona Ella, su sonrisa y sus formas ubérrimas. «Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos -te pareces al mundo en tu actitud de entrega». En fin. (¿No los estaré aburriendo? Sigo, pues.)

Entre bostezos empecé a hojear el folleto, y estampa por estampa examiné cada página, pero qué lamentable: en el material gráfico de Rodin, cuya exposición se acaba de llevar a cabo en esta ciudad, ningún desnudo, ni siquiera artístico. Y qué hacer. Bostecé. Pero el estómago pesado. La cena…

Muchos recursos, desde la primera de mis tantas juventudes, he venido aplicando para convocar al sueño, vehículo de mis sueños. Forma y estilo de semejante convocatoria se van mudando a tenor de mis sucesivos tiempos vitales. Cuando mi primera juventud, me acuerdo: ya para acostarme levantaba el jergón y ándenle: aquel altero de revistas («Vea»), y en su interior la varias postales que yo iba coleccionando: que si Sumuikey, que si Tongolele, la Xtabay o la Kalantán. De sólo verlas despierto pasaba, dormido, a tenerlas conmigo, anuentes y complacientes. Qué tiempos.

Me vino una segunda juventud, y a la hora del sueño alzar la colchoneta y contemplar aquellas fotos de hoteles, moteles y similares, y a comparar precios con todo y descuentos, y calcular mis posibilidades y rogarle a la Virgen de la Macarena que ella me quiera, virgencita, y que no se desnivele del todo mi presupuesto. Pero total, un préstamo con algún amigo…

Ahora pronto, en mi más reciente juventud, he dejado los folletos de escuelas, colegios y guarderías que solía analizar antes de dormirme. Ahorapronto, antes
del sueño, suelo sacar de bajo el colchón estos hermosos folletos de medicinas en sus tres vertientes: las del ramo homeopático, las de la alopatía y la literatura acerca de la medicina alternativa En mi celular, a la mano, los números telefónicos de media docena de farmacias, que van de la de descuento a la de similares. (¿De veras, de veritas no los estoy aburriendo? Conste. Y aquí, la sustancia de lo que quiero comunicarles.)

La de anoche, mis valedores, qué noche: una cena en verdad pantagruélica con todos los contertulios (porque todos, entre todos y para todos, nos pagamos todos las distintas apuestas que entre todos habíamos cruzado durante estos días de borrasca y turbulencias políticas: que esta misma semana cae el «gober precioso», que no pasa de este viernes para que el penal de Barrientes se las abra a Montiel, sus puertas, lo mismo que a la Versini y los hijastros de la francesa, y que apuesto una comida a que es imposible que los Bribiesca y Sahagún sigan libres y en la impunidad una semana más. Comida para todos si para mediados de marzo no tienen que mudarse al penal de La Palma y que una comida de güeva, tinga y olla podrida les apuesto a que todos los bienes raíces que ha acumulado Madrazo, mucho más allá de sus percepciones, van a ser investigados por la Secretaría de la Función Pública, y que yo les apuesto a todos ustedes, y va mi espada en prenda, que…)

Después de cenar, estallante mi estómago, y con él todo el sistema de tripas, duodeno, ciego, tuerto y apéndice, se me arrimó La Lichona (belleza de rostro, y esa su anatomía enfundada en esos sus mallones blancos tres tallas menores a lo que piden, suplican, demandan, exigen sus formas) y me obsequió, con su sonrisa y su modito de mirar, el folleto de Rodin. (Sigo mañana)

Un comentario en “Güeva,tinga,olla podrida…”

  1. Solo en sueños mi valedor podemos encontrar paz. Al despertar la cruda realidad nos hace que hasta las tripas se retortijen.

    Siga con esta loable labor. Gracias por despertar conciencias.

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