Tal revela el matutino del pasado viernes: «En Saltillo, enojo y desesperación. De último minuto, Calderón canceló el mitin programado».
– Cuál Saltillo, fue en Guanajuato. Si lo sabré yo, que fui su estratega. Sí, su cerebro político, ¿por qué no iba a poder?
– Porque es usted un hombre de iglesia
– ¿Y un hombre de iglesia no puede involucrarse en la campaña de Felipe Calderón? Mire mi llave de la democracia.
Ahí nos encandiló la credencial de elector, y un aplauso resonó en la tertulia, de la neopanista Maconda, que así festejó la declaración de su primo o concuño con tufos de amante, y sacristán de La Divina Infantita Según la versión del estratega, de no ser por la falta de orientación del candidato de Bush y los grandes capitales, los Legionarios de Cristo y Bribiesca-Sahagún, El Opus Dei, Norberto Rivera y el pri-panista Onésimo, El Yunque y El Vaticano, la fiesta cívica que organizó la Acción Católica hubiese sido un éxito, laus Deo. Por voluntad no quedó, ni por fervor y emoción mística El sacristán:
– Los estrategas le habíamos pedido que no incluyera en su gira aquella remota población para todos desconocida. «Va usted a tener que saludar de mano, y por allá hay mucho mal de pinto, mucha jiricua». Su respuesta, digna de todo un estadista: «Que se le pegue la jiricua un ciudadano, pero no a la democracia». Se la aplaudimos, y a la aventura. Los sinarquistas tanteábamos que Felipe llegara a la plaza de armas a media mañana, para la fiesta popular. Ya para entonces, gracias al Depto. de Asuntos Religiosos, la plaza era una ascua viva: repicar de campanas, pancartas y música, confetis y serpentinas, cornetas y chirimías, pitos y flautas. En el kiosco, los coros de seminaristas se zangoloteaban con la quebradita: Dominí-quenique-nique. El maestro de ceremonias, un reverendo legionario: «¡Carísimos! ¡Nuestro candidato se ha distinguido pro su arraigo al terruño que lo vio nacer…!» Aplaudimos.
Y que una hilera de «trocas» había vomitado la multitud de gorrudos que, cobija búlica al hombre y al pecho el escapulario, aplaudían al engaño del taco, el tlachicotón, la indulgencia plenaria En el templete (telón de fondo monumental, retratos y blanquiazules emblemas como escenografía nazi del Tercer Reich), el delegado apostólico, agentes de los legionarios de Cristo y el Opus Dei, dos que tres Bribiescas y uno que otro Sahagún. El maestro de ceremonias: «¡Buzos todos con ese aplauso espontáneo cuando aparezca nuestro candidato, de gran arraigo popular en su patria chica..!»
– Seis horas después se dio por terminada la magna concentración porque del candidato, ni sus luces. Y cómo, si estaba internado en Urgencias.
– ¿Algún accidente en la carretera?
– Accidente de los otros. Todo iba bien hasta que del DF avistamos las casas de la aldea provinciana El candidato insistió en apearse del BMW blindado porque los paisas lo habían conocido de prángana, no le fueran a reclamar. Una vez a pata, el candidato de fuerte arraigo en su tierra agarró por un callejón empinado, y detrás
yo y los del SINAGUAR, Sindicato Nacional de Guaruras. «Por aquí llegamos directamente a la plaza», nos dijo, y ahí vamos bajo el rayazo del sol. Pero lo vi destantearse cuando el barrio empezó a oler a pescadería ‘Ya hemos de estar cerca de Playa Azul». Y ni cómo aclararle que Playa Azul viene quedando tres entidades federativas más hacia el Pacífico. «Ah, en esa casona de reja habitan las mojas del Tabernáculo. Vamos a comprarles jericallas. Yo convido». Y jaló el hilo de la campana. Pero la abadesa, de mal modo, nos midió de arriba a abajo tras las rejas del portón: «Ustedes se ven medio sospechosos, y orita las muchachas no dan servicio».
Y allá vamos, sudando a mares, con Felipe por delante y nosotros por detrás. Oímos música, y ahí nos fuimos, pero nada danzantes en un atrio, un brigadales en la piquera, dolientes rumbo al panteón. Nuestro candidato: «Si me acuerdo que la plaza de armas venía quedando aquí a la vuelta». Y sí, de repente, ahí se alzaban los arcos, y ahí resonaban las porras y los aplausos, y que el candidato se limpia el sudor en los anteojos, y compónese la figura y sonríe, los brazos en alto, al hacer su entrada triunfal en la plaza..
Plaza era, pero de toros, y estaban en el quinto de la tarde. Al súbito ataque de Ventorrillo -marrajo, corniabierto, negro entrepelao-, Felipe maromeó por los aires, nalgas al viento. Luego de pagar mi multa aquí me tienen, esperando que el candidato se reponga Cómo que multa de qué. Al espontáneo que se tira al ruedo lo remiten, y nos tomaron por espontáneos. Ya estamos todos afuera, menos el Cucaracho, tan broncudo él. ¿Creerán que en la sanfranza cortó oreja? La del alguacilillo. Ora los perredistas lo andan haciendo cómplice de Arizmendi, ¿ustedes pasan a creer..? -Un fuerte arraigo a la patria chica-. (Laus Deo.)
Hipócrita, sepulcro blanquiazul. Así de falso se ve el Fecalillo cuando en las plazas trata de acercarse al paisanaje. Inodoro, incoloro, insaboro, acartonado; se ve forzado el candidato oficial cuando posa junto a los paisas, porque el pertenece a otro mundo. Mogijato, mocho, persona de «buena conciencia», aún así: ¿se lo vamos a dar, el voto? Cruz. Cruz.
Entonces ¿cómo se explica al avance de dos puntos en las encuestas?
Maestro: ¿A què se refiere con neopanista?
Creo que el maestro se refiere a la corriente que llegó al PAN hace unos tres sexenios y que hizo a un lado los postulados ideológicos de su fundador Gómez Morín y se normaron por una política pragmática de alianza con el PRI.