Réprobos

Y cuándo no. Diputados y senadores. Esos son, acusa la nota de prensa del pasado sábado, los peor evaluados por los empresarios del país.  En el renglón de excelencia, cero obtuvieron las dos cámaras; en el de malo, 44% los diputados; los otros, 42. En el de pésimo, 42 los unos, y los otros no les van a la zaga. Pero un momento, que según ese modelo de camaleones que es el legislador Víctor Hugo Círigo, «legislar no es como guisar».

Pues no, pero en ocasiones legislar es reñir por preferencias etílicas. Según la crónica fechada en noviembre de 1920, y de esto ya va para un siglo, en aquella sesión los diputados legislaban sobre un aumento en los impuestos del pulque El legislador don Felipe de la Barrera, representante del distrito pulquero de Otumba, ocupó la augusta tribuna:

– ¡Hay que mirar por el pobre pueblo mexicano, al que sólo se recurre a la hora de las elecciones! ¡Protejamos la baratura del pulque, porque buena falta está haciendo en Europa toda, donde habrían sido felices si hubiesen tenido a la mano, para olvidar los horrores de la guerra, un licor tan delicioso como el pulque, nuestro licor nacional!

Apenas había terminado de hablar pidiendo que el pulque no fuese gravado con nuevos impuestos, cuando el diputado don Aurelio Manrique llega majestuoso a la augusta tribuna; lleva en sus manos un envoltorio. Lo descubre, y resulta que es un flamante vaso de pulque, que fue a comprar uno de los mozos de la Cámara.

– ¡Señores diputados: aquí tienen este vaso de tlachicotón! Dicen sus defensores que el Barón de Humboldt hace un panegírico de semejante licor. Pero no; el ilustre sabio dice que esta bebida tiene un sabor agridulce, grato al paladar, pero que para acelerar la fermentación, le ponen pulque añejo al agrio, resultando un licor que tiene un olor desagradable, de carne podrida ¡Sólo los que llegan habituarse al sabor del pulque dicen que esta bebida es nutritiva ¡Mentira! ¡Mentira vil! Aquí tienen una cacariza de pulque. ¿Cómo podemos decir que esto sea una bebida para personas civilizadas? ¡Señores diputados! ¡Aprobemos el proyecto de reforma a la fracción que nos presenta la comisión respectiva!

Rojo de ira, el diputado don Felipe de la Barrera trepó a la augusta tribuna:             – ¡No obstante todo lo que dicen en contra del pulque sus malquerientes, yo puedo asegurarles que mientras más pulque entra en la ciudad, menos crímenes se comenten en su nombre ese día! ¡Puedo demostrar fácilmente que el pulque, señores diputados, es mucho mejor que el tequila!

Ademán de odio del diputado Carlos Cuervo, del distrito de Tequila. Sigue De la Barrera:

– ¡Los vinos producen alcoholismo incurable! ¡El pulque, en cambio, produce apenas una suavísima borrachera que se cura con toda facilidad! ¡Lo que pasa es que nuestros pobres entran primero a una cantina, donde les sirven bebidas descompuestas! Cuando ya no tienen dinero y sólo el estómago perdido, acuden a la pulquería para tomarse un vasito de ese licor delicioso. Acuden a él para que los alivie del mal que les hizo el alcohol. ¡Cuando estos pobres salen de la pulquería pueden cometer un crimen, y entonces todo el mundo cree que la culpa la tuvo la pulquería ¡No, señores diputados! ¡Mentira! ¡Alguien dice que al pasar por una pulquería se nota un olor a cadáver. ¡Mentira vil, vil mentira! ¡Las pulquerías, señores diputados, tan sólo huelen a lo que huele el alma del pueblo, de este pueblo de nuestro México

Son los legisladores. Son los representantes populares. Es México. (Mi país.)

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