Las vacaciones, mis valedores. ¿Cuántos días serían de descanso? En mi retiro perdí la noción del tiempo, qué ganancia mejor. Todavía en el suburbio aquel de Guadalajara y ya a punto de enfilar la trompa –del volks- en dirección de alguna casa de campo perdida a mil leguas de todas partes, un mi familiar me sorprendió con la recomendación:
– Para aguantar aquella soledad primero tenemos que apersonarnos en el negocio del Güero Palma, y que nos surta de mercancía.
Ajale. Me azozobré. ¿Del Güero Palma? ¿Para resistir la soledad? Con la del Güero Palma la resistirán los débiles de carácter, me refiero a la mercancía, porque yo, aunque el espíritu abatido desde mi reciente drama personal (la separación de los amantes), a puro elaborar la etapa del duelo, quijadas trabadas y dos que tres lagrimillas, y este sudar y un pujar hondo y profundo. ¿Pero mercancía del Guero tal..?
El Güero Palma. Así resultó llamarse el tendajón de la esquina. Pastas para sopa, galletas y jericallas, canela y tortas ahogadas, piloncillo y petróleo para las lámparas. Ya repleto el morral allá vamos en el volks. y anochecemos en la casa de campo para, de repente, el milagro del día en el día del milagro, porque nos vino a amanecer el mugir de las reses y el exultante cantar de unos gallos que a kikiriquís fuerzan al sol a cumplir con su obligación, rostro sanguíneo y congestionado que asoma rayandome con todas sus letras de luz la gloria de la mañana, la de una naturaleza viva y estallante de fulgores. La Madre Natura…
Ah de la naturaleza, madre nuestra de todos los días. Ah de los aromas, tufos y humores –humus, mantillo- de una Madre Natura en celo, viva, palpitante y abierta toda de par en par, al reclamo de la semilla la hendeja de su entrepierna. A concebir, a parir, a desparramar vida que repta, vuela, florece. Yo, al asalto de las ahogadas –las tortas- y la panela y el requesón, caminé por el paraíso, decrépito Adán que iba poniéndole nombre a todas las cosas del nuevo mundo que me salía a recibir. Mundo, tiempo y criaturas vírgenes, aún sin mancillar por ese violador de espíritus que es el monstruo de mil cabezas: prensa escrita, radio, teléfono, Televisa, TV Azteca, el horror…
Pues sí, pero lástima, la gloria quedó atrás. Ahora, yo expulsado del Edén (solo, sin Eva a quien culpar porque me diera a morder, toquetear, lenguetear, el fruto prohibido, que no llegué a saborear); ahora, repito, ya dando cara a la ciudad capital, el ánimo se me frunce a la perspectiva de trocar el mugido de aquellas reses por el de otras cuyos bramidos se encargan de desparramar los medios de condicionamiento de masas. La alucinación.
Ahora me topo con que “la economía está más fuerte que nunca”, y que “el 201 será un año exitoso”, y que “en México no hay más ley que la que democráticamente nos damos los mexicanos”, porque los mexicanos vivimos una “democracia vibrante”. ¿Una qué, una cómo?
Menos mal que como para reponernos de semejantes agresiones a la inteligencia y el sentido común tenemos ahí nomás, para alimentar adecuadamente el espíritu, las putañeras aventurillas de aventurerillas que acaban de violar a un tal Kalimba, y tenemos también la edificante biografía profesional del Jota Jota, y la del Azul, la del Blanco y la del Amarillo, que si no…
Nos faltan al respeto, mis valedores. Nos vencen por nuestra propia ignorancia. La tarde de ayer, a propósito, ¿cuántas horas de su tiempo vital regalaron ustedes al cinescopio o a la de plasma? (México.)