Con mi ropita de diario..,

De noche, cuando me acuesto, le rezo a la Virgen de la Macarena. Después paso a persignármela, para luego tenderme en mi camastro de célibe, donde me engarruño en posición fetal, y chupándome este, miren, el gordo, me dispongo a dormir el sueño de los justos; de los justos que no padezcan insomnio. Pues sí, pero ya hace algún tiempo que la desazón y el azoro me empujan a prolongar mis oraciones. Y este fervor…

Noche por noche desde hace tiempo, puesto de hinojos y los brazos en cruz, a Dios agradezco de corazón: no un milagro, que ni Dios ni yo creemos en milagritos, ni alguna suerte de predeterminación. No, que Dios me dotó de libre albedrío para que rija mis actos a la estricta relación de causa y efecto. ¿Por qué, entonces, le doy gracias a Dios? Porque con la libertad púsome enfrente el destino y los imponderables, esos que hicieron decir a Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mi circunstancia». Y a mí fueron las circunstancias las que me ayudaron a torcer el riesgoso camino de mi existencia en el momento crucial. Pero sí, que ya oigo al que me la va a interpelar: » ¡Menos palabrería y al grano, mo-chilango de miércoles!» Mis valedores:

A Dios agradezco, que me permitió esta gracia: que si las diarias acciones que vengo entramando en mi tiempo de vida me labran, como sospecho, un rinconcito en lo más apretado de los apretados infiernos, pueda yo presentarme ante Luzbel convenientemente vestido según es mi costumbre de cada día: pantalón de pana, suéter de cuello alto, chalequito de pelos y mis botines color vino, de orejeta, camperos ellos, de faenas rancheras; un modelo de botines del todo distinto a los botines de Roberto Madrazo, los que se ha agandallado (ni la busquen en el diccionario) la honorable familia de Arturo Montiel, y los botines de los muy hijos de la… señora Sahagún, esos hijos a los que acaba de referirse el presidente Fox (violando, de paso, la lógica, la sintaxis y el respeto que debe a la inteligencia y sentido común de los mexicanos):

Esa es parte de mi familia, y como mi familia yo le tengo plena confianza mi familia, y sé de su comportamiento y sé que no han violado la ley.

Un trago al cuachalalá para purificarme de los dislates del verborreico, y sigo. Con mi atuendo acostumbrado quiero caer al averno, y por esto es que doy gracias a Dios: porque desde que fui no más que una idea en su mente de Omnisciente me concedió vocación de seglar, gracia que tanto a él como a mí nos salvó, laus Deo. Es por ello que aliento la esperanza de que yo, cuando muera, si me tengo que desbarrancar en el averno sea un réprobo más, uno de tantos como alguno de ustedes, y no un sacrilego que caiga de cornamenta al fuego eterno a tiznar y chamuscar una sotana ya de por sí emporcada de inmundicias por mis acciones de mal sacerdote durante mi tiempo vital. ¿Pues qué, no basta con los hábitos religiosos de curas narcos, políticos, paidófilos y congéneres, que deben estar rostizándose a estas horas en los antros de Satán..?

Porque, mis valedores, yo iba para sacerdote. Mi niñez y un retazo de juventud las pasé encuevado tras las bardas del seminario, entre estudios diversos y rezos del Oficio Divino, desde maitines y laudes, al alba, hasta vísperas y completas, al oscurecer. A su hora sería tonsurado, y aquí el temor y el temblor, porque vamos a ver: yo, sacerdote, ¿ya sería obispo, tal vez? ¿Arzobispo, cardenal? De ser así, ¿en qué maniobras indignas andaría a estas horas, dándole al César de Roma (y a Felipe Calderón, FeCal) lo que únicamente pertenece a Dios? ¿Domingo a domingo, desde el sacro recinto de la catedral metropolitana, me la viviría pontificando sobre grillas politiqueras para cantear mi pobre México todavía más a la derecha de como me lo dejó Salinas, asesino del 130 constitucional? ¿Predicaría la pobreza desde mi camioneta de lujo, blindada? Dios, por más que todo-misericordioso, ¿me perdonaría utilizar el púlpito y la homilía para manipular Cándidos padres de familia a los que hiciera comulgar con ruedas de molino, como aquella de que ellos tienen el derecho de escoger la educación de sus hijos, y que ésta debe ser religiosa? ¿Estaría yo consciente de que con ello violaría el derecho del niño a recibir en el aula conocimiento científico y no pensamiento mágico y educación dogmática, eso en plena escuela y en pleno estado laico? ¿Sería yo otro lengua larga ventrudo y golfista, gourmet y buen bebedor, empresario taurino y obispo de Ecatepec en mis ratos perdidos? ¿Tantos y tan pésimos ejemplos daría a mis «ovejas»? Mis valedores: ¿sería yo un desviado sexual, un paidófilo, un Marcial Maciel legionario de Cristo? ¡Dios..!

A él agradezco. Me dio la gracia de amar a la mujer (a ti, mi única, mi alejandrina), y la que pudo ser mi sotana quedó a salvo de tatemarse conmigo en las llamas eternas. Cardenales, arzobispos, obispos y demás Onésimos, ¿podrían decir lo mismo? En fin, que por esas sotanas responda el cielo, no yo. Y la paz. (Laus Deo.)

Un comentario en “Con mi ropita de diario..,”

  1. alto clero político, detrás del botín que se funda en la inocencia y pobreza de los más pobres pidiéndoles que den hasta que duela, mientras ellos se dan los lujos del jet set, dónde quedó el dicho de «mi reino no es de este mundo»

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