El productor insiste en tener el mundo como mercado. Por lo tanto, es necesario que la fuerza del estado derribe las puertas de aquellas naciones que se cierran para asegurar que no se olvide o desaproveche ningún rincón del mundo.
Esto lo estipuló Woodrow Wilson cuando presidente de Estados Unidos, y significaba que un estado cualquiera que, como vía de protección de su producto nacional, cerrara sus fronteras al capital y mercancías norteamericanas, estaría haciendo, por ello, una política inamistosa hacia Estados Unidos y, por lo tanto, se exponía al peligro de ser sancionado por la nación «agraviada». Dé ahí en adelante todo iba a ser abatir fronteras y derribar soberanías nacionales para imponer un modelo de «mercado abierto» que remataría en el modelo neoliberal decretado por un Nuevo Orden Mundial que, impuesto por el Imperio en 1944, se renueva según las circunstancias hasta imponer el mal denominado Neoliberalismo. Y así hasta hoy…
Pues sí, pero a fin de cuentas, ¿qué viene siendo ese neoliberalismo tan denostado por tantos analistas y jefes de estado como Fidel Castro, Hugo Chávez y Noam Chomsky, el norteamericano? Mis valedores: por calcular en esbozo su potencial destructivo para nuestras comunidades al sur del Bravo, ¿rastreamos las señas de identidad del neoliberalismo de marras? ¿Qué viene a representar para todos nosotros el modelo neoliberal?
Fue en la época de la pre-guerra cuando, a criterio de las élites norteamericanas, el imperativo de la «política de puertas abiertas» jugaba un papel decisivo para Estados Unidos, puesto que sólo la apertura de todos los mercados podía garantizar la prosperidad de la economía norteamericana y evitar así el peligro de la repetición de la crisis económica mundial en la década de los 30s. El presagio fatídico del modo de producción capitalista, el contraste entre el carácter social de la producción y su apropiación privada, requería, una de dos: o la conversión de estos modos de producción en el modelo socialista, o el cambio de todo el «mundo libre», doloroso contrasentido, en elemento funcional de la economía imperial.
Décadas después de la guerra, los tres elementos estructurales de la estrategia de solución de la crisis de los años 30 se han convertido en una parte normal del sistema mundial capitalista. En este sistema, los «pueblos de la periferia» producen la riqueza económica y la estabilidad del Primer Mundo, de los pueblos «jefes», bajo el látigo del Fondo Monetario Internacional y de los Programas de Contrainsurgencia de Estados Unidos.
El precio que las masas del Tercer Mundo pagan ha sido expresado por los nazis de forma explícita y adecuada. Ellos formularon con una franqueza social-darwinista brutal, lo que la retórica liberal, capitalista sólo insinúa de forma borrosa. Así, en el lenguaje de Himmler: «Si los otros pueblos viven con bienestar material o si revientan de hambre, sólo me interesa en un sólo sentido: que nos hacen falta a nosotros como esclavos… En otro sentido no me interesa este tema. Si diez o diez mil mujeres rusas se desmayan por agotamiento durante la construcción de un foso antitanque, sólo me interesa si se termina el foso antitanque alemán…»
Una pequeña reformulación de esta frase demuestra que apenas existe una descripción más precisa de la política del capital occidental con respecto a sus espacios vitales de la posguerra, el Tercer Mundo. «Si los pueblos del Tercer Mundo viven con bienestar material o si revientan de hambre, sólo me interesa en el sentido de que nos hacen falta a nosotros como esclavos asalariados… En otro sentido no me interesa este tema». O también: «Si 100,000 niños en Latinoamérica se mueren de hambre como consecuencia del aumento de los intereses de la deuda externa, sólo me interesa si se pagan estos intereses a nuestros bancos». Este principio depredador ha existido desde el comienzo de la sociedad de clases, tanto en su interior nacional como en las relaciones internacionales. Y sigue predominando hoy en la nueva forma de dominación neo-colonial que llamamos «globalización». Para mantener la explotación del Tercer Mundo y la escandalosa monopolización de la riqueza social producida por la humanidad, los principales beneficiarios del sistema neo-colonial -el Grupo de los Siete- tienen que controlar y moldear la identidad nacional de los pueblos sometidos. (Seguiré con el tema.)
Pues estamos bieeeen jo-secuestrados por el gran capital , porque si no ivierten en nuestros paises , no tenemos los recursos monetarios para aprovechar los naturales y nos morimos de hambre y si invierten en nuestros paises , depredan lo más que pueden y nos morimos de hambre.