La noble lucha por la justicia nunca os ha de llevar al enfrentamiento, sino que en todo momento habéis de inspiraros en los principios evangélicos de colaboración y diálogo, excluyendo toda forma de violencia.
Con tal reprimenda a los indígenas militantes del EZLN J.P.II intentó apaciguarlos en 1999, y milagros del beato, mis valedores: la semana pasada Marcos, el guerrillero que había sintetizado la conciencia de enemigo histórico, ofreció públicamente a Javier Sicilia forjar con el EZLN su propia marchita para, al unísono con el periodista, ¡e-xi-gir! al tigre del Poder que por amor a nosotros se vuelva vegetariano. Milagro beatífico. Aquí algunos pormenores de la primera visita del beato a nuestro país.
Enero de 1979. En el aeropuerto, al arribo del Papa, la reportera de TV: “¡Acaba de ocurrir un trágico accidente! ¡El Papa ha tropezado al descender del avión y se ha ido de bruces contra el piso! ¡Nadie lo ayuda! ¡Qué barbaridad, ahora la capa le envuelve la cabeza haciendo temer que Su Santidad muera simultáneamente de asfixia y fractura de cráneo llegando a México! ¡Ah, qué alivio! ¡El Papa se levantó como si nada y se dirige sonriente a saludar al Sr. Presidente! ¡Ni siquiera el gorrito se le ladeó!
Se desgañitaba la publicidad: “¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Padre Santo, bendice a tus ovejas! ¡Padre, bendícenos! Banco internacional”.
El matutino: “Una rosa de oro, presencia de México en el despacho papal, fue el obsequio de periodistas mexicanos. Sois vosotros modelo de responsabilidad, dijo JP II, y prometió a los reporteros mexicanos: La rosa de oro que me estregasteis estará siempre en mi despacho, muy cerca de mi corazón”.
Un Pedro de Urdimalas: “Yo seguí día tras día las actividades de Su Santidad para crear musicalmente un relato de su permanencia entre nosotros. Me salió un muy bonito corrido llamado Corrido del 26 de enero. He plasmado este corrido (sic) que puse personalmente en mano de Su Santidad, junto con una rosa roja, para que se lo llevara a Roma. Dice en una de sus cuartetas:
“Escuadrón motociclista – con gusto te recordamos – que al Papa le abriste la pista – en mares de mexicanos”.
La noticia: “Ofrecen a un motociclista 250 mil pesos por una medallita que bendijo y besó Su Santidad. El motociclista, que la había adquirido en 85 pesos, declara:
– Esos 250 mil pesos son muchos pesos, pero no lo aceptaré, y no doy mi domicilio para que no sigan poniéndome más tentaciones. Voy a guardar mi medallita con todo cuidado. Es lo único de valor que les dejo a mis hijos.
El vespertino recogía el frenesí, la psicosis colectiva:
“¡Nos vio, María! ¡Oh Dios, el Papa nos ha visto!”
“¡Y nos dio su bendición! ¡Nos ha dado su santísima bendición!”
“¡Si, ahora todo irá bien! ¡Jesús está con nosotros! ¡El Santo Padre nos ha visto, ha escuchado nuestros ruegos! ¡La tierra será buena otra vez!”
“¡La lluvia llegará, Miguel, ya verás que la lluvia llegará!”
“Ella, agradecida, volvió su mirada al cielo y soltó el llanto. El sacó una imagen de Juan Pablo II. Con esfuerzo se arrodilló y empezó a musitar: Padre nuestro que estás en los cielos…”
Y el primer milagro del beato: “Era drogadicto. Al paso de JL.II logró trepar a un poste de luz con el intenso deseo de rogar al Sumo Pontífice que le concediera el milagro de apartarlo del vicio. Electrocutado al llegar a lo más alto del poste, ayer, por fin recibió cristiana sepultura”.
Milagroso de veras que nos vino a resultar el flamante beato. (Laus Deo.)