Perros de guerra

¿Existe tarea más ingrata que recordar un pasado repleto de desdichas, cargado de iniquidades?  (C. B. Delorme.)

La invasión de  esos perros de guerra a la ciudad y puerto de Veracruz, mis valedores. Perpetrada el 21 de abril de 19114, en estos días de la Iniciativa Mérida deberíamos tenerla presente por el carácter depredador del gringo y el entreguista de nuestro gobierno, pero nos pasó inadvertida porque hemos permitido que arranquen de nosotros la memoria histórica. Aquí, comprimida, la crónica de un suceso olvidado:

El telegrama que preludiaba la crisis: “Chihuahua, 21 de febrero, 1914. Sr. Venustiano Carranza: inglés William S. Benton trató de asesinarme en Cd. Juarez. Pude desarmarlo y lo entregué a un consejo de guerra, que lo condenó a muerte. Respetuosamente, Gral. Francisco Villa”.

La reacción de Washington: “Sr. Carranza: mi gobierno exige pronta averiguación. De otra suerte se complicará gravemente la situación y obligará a este gobierno a tomar medidas sumamente serias. Estamos seguros de que Usted obrará inmediatamente. W.H. Bryan, Sec. de Estado”.

Pero el fusilado era súbdito inglés, y así lo hizo saber Venustiano Carranza a la Casa Blanca. La prensa de Washington: “Carranza desafía la Doctrina Monroe. Al negar el permiso a nuestro Depto. de Estado para investigar el asesinato de Benson, Carranza  no hace más que dar una bofetada al Presidente Wilson en plena cara y patear la Doctrina Monroe. En 90 años que tiene de vida la Doctrina Monroe ninguna de las más grandes potencias europeas ha hecho jamás lo que hace ahora el Jefe de los mexicanos que están fuera de la ley”.

Washington, 15 abril, 1914. “El Presidente Wilson recibe a diputados y miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara y los entera de su decisión de invadir Veracruz a causa de que sus autoridades se niegan a saludar a la bandera de las barras y las estrellas. El Senador por Chilton, Virginia Occidental: ¡Yo los obligará a saludar a la bandera, así tuviera que volar toda la ciudad”.

El Senador W. Borah: “Yo sólo puedo decir que si la bandera de Estados Unidos llega a ser izada en México nunca será arriada. Este es el principio de la marcha de Estados Unidos hasta el Canal de Panamá”.

A las 11 horas con 20 minutos de aquel 21 de abril de 1914 soldados de infantería yanqui descendían del Florida, el Utah y el cañonero Praire, y tomaban tierra en el muelle Porfirio Díaz. Se iniciaba la invasión de territorio mexicano, una más, por tropas de Estados Unidos”.

Una de sus primeras víctimas: Andrés Montes, carpintero. Al salir a encontrarse con la bala expansiva del invasor, la esposa:

“No te vayas, Andrés, no nos abandones, mira que tenemos niños muy chiquitos. ¿Qué hacemos si te matan? Hazlo por nosotros”.

“Ahora no tengo esposa ni hijos. Solo veo que tengo una patria muy linda y tengo que defenderla de la infamia yanqui. Aquí te dejo colgado este machete; anoche lo afilé bien para que al primer gringo que se atreva a entrar en esta casa le moches la cabeza”.

“Cuando el 24 de abril el comodoro Manuel Azueta, con los cadetes que habían defendido el puerto, llegó a la Cd. de México, en la estación se le acercó un anciano: ¿Qué razón me trae de mi hijo? Azueta le señaló la guerrera que llevaba puesta: había quedado manchada de sangre cuando recogió del suelo al cadete moribundo. El anciano besó aquella sangre mientras lloraba silenciosamente. Era el padre de Virgilio Uribe”.

¿La víctima hoy día? La memoria histórica. Qué país, mis valedores: (Qué país.)

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