Del esperpento

La cita reciente del columnista, que alude al viaje de  López Portillo a Madrid, me llevó a la efeméride y a la reflexión de que hoy, cuando menos, ya no ocurren tales excesos.

Fue en octubre de 1977. López Portillo anocheció en Los Pinos y fue a amanecer en España, siempre con Luz y Alegría, pero también con las arracadas de Carmen Romano, su piano de cola y su cola de cadetes, director orquestal, secretario particular, servidumbre y Uri Geler.

López Portillo visitaba España, pero no en plan  discreto, austero y decoroso como cuadra al representante de un país pobre y empobrecido; no al modo como Felipe o Juan Carlos visitan México, sino a lo barroco, tropical, subdesarrollado. Fue aquel un viaje cargado, recargado de pompa(s) y circunstancias, muestrario de lo pomposo y abigarrado, rumboso, rimbombante y esperpéntico. JLP se llevó entre las espuelas su corte de los milagros apilada en flotillas de aviones de redilas atascados de políticos, reporteros y periodistas, intelectuales y faranduleros, mariachis y bataclanas, tunas y  rondallas, Lolas Beltrán y Pedros Vargas,  caricaturistas y cocineros, nanas, queridas, chichiguas, y todos los gastos páguenlos las masas sociales.

Comentó el periodismo el alarde de gusto payo y nulo decoro del viaje de marras.  El Nacional: ¡Fiebre en Madrid! ¡JLP sacude al pueblo español! Novedades: ¡La voz del hijo grande en la casa materna! Excélsior: ¡Quetzalcóatl en España. Cuatro décadas de espera!

Y un Montenegro: “El Sr. Presidente don José López Portillo llega a la Península después de 40 años de espera, imitando la luminosa estela de Quetzalcóatl».

El Sol: Parafraseando a García Lorca y a Hemingway: estandartes y faroles invaden las azoteas, y España es hoy, con la presencia mexicana…¡una fiesta! En El Heraldo, un Tardiff: “Con clara sonoridad de barítono, sin recursos oratorios ni frases lapidarias, desató don José López Portillo el torrente de la historia de las instituciones y el derecho español”.

Lo comentaba, adulón, un Rafael Solana, cantor de primeras damas: “Un equipo numeroso y preparado, de gente muy experimentada y capaz, precedió al Lic. JLP y le preparó el terreno para que a su llegada y su permanencia en Madrid tuviesen una resonancia que sin duda han superado, en mucho, a la de otros Mandatarios. La villa del oso y del madroño resonó, vibró, atacada en varios frentes, incitada desde diversos ángulos: los reyes en el aeropuerto, y en el helicóptero, las dos grandes cenas de Estado, el aparato cortesano de las visitas, las academias y sus envidiables honores, los mariachis en la Plaza Mayor, los cantares más populares de la música mexicana en el séquito, y golpe el más vigoroso y el más resonante, la exposición de arte, bien anunciada y rica en joyas de gran valor intrínseco, que no han podido menos que despertar algo más que interés, verdadera conmoción en Madrid”.

 Ovaciones: “¡Primeros logros: empresas México-españolas  para explotar nuestra riqueza petrolera! ¡España aportará barcos y tecnologías! ¡Nosotros, los mares y litorales”.

Pues sí, pero en el matutino Melchor Adalid: “¿Cuánto costó el viaje? ¿Cuántos fueron? ¿Cuántos regresaron? ¿Cuánto gastaron? ¿Cuándo nos dará cuentas?” Y desde Madrid Juan Ibarrola Jr.: “La situación la pintó llegando al Palacio de Oriente –severa y fría recepción- un edecán militar español, quien tocado de boina vasca se llevó la mano a la frente y al ver la comitiva, dijo: Hostias, y pensar que faltan todavía siete días…”

Clama el poeta: Mi país. (Ah, mi país.)

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