Hacen olas los aspirantes a sustituir a RodrÃguez Alcaine. Aguilar Borrego espera que ahora sà se le haga. La Güera, por su parte, lo deja claramente establecido: el método para elegir al nuevo presidente se definirá no por lo que diga el PRI y mucho menos ustedes, los reporteros, sino al interior del Congreso del Trabajo.
Mis valedores: ayer nomás fue RodrÃguez Alcaine quien recurrió a toda suerte de maniobras, algunas de ellas limpias, para suceder al antiguo lechero de la Villa Nicolás Romero, de apellido Velázquez en el sillón de Vallarta ocho. El lema de combate del que fue, hasta su muerte, sucesor del muerto Fidel: «Los obreros ya no son parias, sino humildemente pobres». Ã?l, mientras tanto, como «pastor» de los humildemente fregados, logró redondeó una fortunilla calculada, dicen sus contadores oficiosos, en cinco mil millones, pesos más, pesos menos…
A semejante habilidad para hacer lucir su salario como obrero cetemista pude haberse referido RodrÃguez Alcaine cuando dio a luz aquella que iba a ser una más de sus tantÃsimas frases célebres: «Hay una diferencia entre yo y los obreros: que al miar yo sà sé hacer espuma…»
Hoy, para suceder al difunto, un Gamboa Pascoe tanto o más ahorrativo que el antecesor, perpetra el albazo y le arrebata la presa y el fuero, que es decir la protección contra sus latrocinios, al dirigente de petroleros Carlos Romero Deschamps, que amenaza con cismas y divisiones en la CTM, Confederación de Trabajadores de México. ¿La divisa del flamante sucesor del sucesor de Fidel?
«SÃ, yo soy rico y mis representados son pobres. ¿Y? ¿Ya porque ellos están jodidos debo estar yo también jodido.. ?»
Mis valedores: la foto, que me inspiró la presente fabulilla de mi invención es levemente macabra (macabrona, decididamente): al pie de un Fidel Velázquez irremediablemente fundido en bronce (menos los pies, modelados en barro), y con la Güera RodrÃguez a la altura de su entrepierna, le hacen guardia de honor los que de honor carecen, que una «justicia» agachona y una impunidad alcahueta los protegen del destino que bien merecen: La Palma, Almoloya de Juárez. Miré la foto hasta el bizqueo, hasta el lagrimeo, hasta aprendérmela de memoria. AhÃ, flanqueando a la Güera (coyotes todos de la misma loma), los predadores Aldana, Romero Deschamps, Gamboa Pascoe y compinches en transas del chapopote, los ferrocarriles y anexas.
Yo, estremecido al recuerdo de un Fidel ya en olor de crematorio, un rapaz RodrÃguez Alcaine que los pasos le seguÃa royéndole los zancajos, y un predador Gamboa que a tantos ha pirateado la presa, recuerdo aquellos tiempos, qué tiempos aquellos, en que Fidel, ya cubierto de años, arrugas, achaques y reelecciones, se aferraba al sillón mientras que a su lado le gruñÃan y ladraban gozques, podencos y mastines de gran alzada acosándolo, pelándole la dentadura.
– Y me la van a seguir pelando, tartajeaba Fidel ya a punto de entregar el sillón y existencia. Tan macabras acciones, en la fabulilla de mi invención:
Es mediodÃa en el corazón del Valle de la Muerte. Un crudelÃsimo sol sollama el arenal donde yace, herido de muerte, El Llanero Solitario.
– ¡Herido de muerte madres! rezonga el tal entre dientes y sólo por darse valor-. Una leva bronquitis y una vieja rotura del peroné, pero nada más. Chuequeando, pero todavÃa marco el paso al movimiento obrero organizado…
Sangre, sudor y lágrimas le embijan cuera y arrugas, empapándole las antiparras oscuras -el antifaz, más propiamente-. Allá, arriba, a medio cielo, ese sol estallante sobre la poca humedad que rezuma los cactos. Es mediodÃa en el Valle de la Muerte…
– No, pero a mà el que me trae asoleado es este animalero de miércoles, si es que no haya perdido la noción del tiempo. ¡Sáquese a la berenjena, jijos de su coliflor…!
Sendas 38 special, cañón extralargo, apuntan a la rueda de buitres que, disputándose el botÃn, planean sobre el de la bronquitis, para luego afocar ese par de coyotes matreros (coyotes de la misma loma), que a la vista de El Llanero Solitario se relamen unos belfos ávidos de hemoglobina. El disparo del de los lentes oscuros (antifaz, qué necedad), retumba contra el lobo aquel de ojos inyectados y hocico merendador senador, más propiamente-, que intente darle el llegón por la retaguardia: maniobra difÃcil, porque el de la bronquitis mantiene las nachas en el arenal y los lomos recargados en ese crestón de la roca viva. El Valle de la Muerte…
– ¡ Jijos de su repelona! ¡Tahúres de as en la manga, ya andan encuerando las espadas por quedarse con los oros y gastárselos en copas, pero conmigo puros bastos de este tamaño, miren. (El tamaño, mañana.)