Rinbros se llama el que logró lo que nunca antes hombre nacido de mujer, o al menos tal es la marca de los calzones que me bajó hasta las corvas. A su hora descargué en ustedes la pena, la frustración, el sentimiento de injusticia que para mà significó aquella malhadada docena de Rinbros…
Ah, la flamante colección, tan deleitosa de ver cuando recién comparada, y una total desilusión semanas después. Nuevos aún los chonchines, pero ya inservibles, tan bellos cuando me los merqué, y atractivos y coquetones cuando aún poseÃan la virtud de untárseme, bien peinados, a mis dos carnazas. En amaneciendo Dios me introducÃa en mis choninos, me contoneaba frente al espejo, sonreÃa a la vida yo, Narciso de pacotilla. Estéticos mis calzones.Pues sÃ, pero fenómeno azozobrante: apasionadamente ceñidos a mà cuando recién comprados, a la primera lavada de los Rinbros de algodón al ciento por ciento la bastilla cedió que hagan de cuenta su tocaya francesa ante el embate de los sans cultote.y lo peor: con la bastilla cayó también la pretina, y esa bastilla todo el calzón. Hasta las corvas. Mozuela astringente cuando doncella, fue moza holgada después, moza del trato (yo aún no le agarraba el gusto al que se me ofreció bien peinado). Y válgame, qué flojedad de pretina, y esa bastilla, mama mia (mama de Rinbros, que la ha de haber conocido, no asà al papacito.) Y es que mis Ãntimos trapos, algodón bien peinado, a las tres lavadas ya andaban con la pretina vuelta una mueca burlona, guangoche, como recién casada que se da a la dejadez. Yo, cabreado, y con justa razón.
Y venga la cuarta lavada,yahà asistÃa la rendición de bastilla, pretina y bragueta. Y qué greñero el del algodón, que se me vendió por bien peinado. Qué pacota de Rinbros, mis Rinbros: de talla 30-32 cuando salidos del moll (¡ándale, gringo de 2a.!), dos que tres lavadas y habÃanse tornado de una talla tal que se los mete (se los pone, perdón) un luchador de sumo -cuál albur-, y al primer pujido se le deslizan hasta las corvas, y qué espectáculo más nipón.
Mis calzones, RIP, con todo lo que de nuevos prometÃan, que hagan de cuenta Fox cuando andaban en campaña. Pero Fox y Rinbros vemos, las braguetas no sabemos. Intentó consolarme mi primo el Jerásimo, priista que para la grande solo tiene 2 candidatos: Madrazo y Montiel: «No sufras, bigotón. Con que de aquà pa’l rial uses los chonchines que nos manda Texas».
– ¿Qué qué? ¿Qué dijiste? Ã?yelo bien: yo prefiero traerlas a «ráiz» que permitir que mis zonas umbrÃas se manchen con la ignominia de unos calzones de segundos cachetes. Y cachetes texanos, para acabarme de befar…
– Tus cositas no van a aguantar la mezclilla. te van a calar, usa texanos.
– ¡Que me cale la mezclilla! ¡Que me levante ámpulas, verrugas, escamas, llagas purulentosas! ¡Todo antes que meterme repelos texanos! La función hace al órgano, dijo Newton, Juan Pablo II o el Kama Sutra. Ya verás (velo, nunca) que mi virilidad va a hacer honor al sustantivo y se va a aguantar como se aguanta todo órgano viril. ¡He dicho!
Guardé mis ruinas de calzones. Los doce esperpénticos fueron a dar a un viejo arcón donde guardo las antiguallas: viejas fotos de viejos ancestros, viejas fotos de viejos amores, mis eternos amores que duraron lo que los Rinbros: un par de semanas; y pétalos marchitos, rizos desleÃdos y un olvidado no-me-olvides. Pues sÃ, pero ayer, de repente, ¡las neuronas que aún me restan, el fogonazo! Como centella la idea que, rápido, puse en práctica. Desenterré los cadáveres Rinbros, los exhumé, y aún con el tufo a tiempo, abandono, humedad, ¿se imaginan lo que vine a hacer con los de algodón bien peinado?
Pero, mis valedores: la chusma es malagradecida. Que no se nos reblandezcan las telas del corazón, porque la reacción de la broza las vas a lastimar. Y más esos, mis victimarios, que me fueron a resultar teporochones cruzados de drogo y chemo. Total, que con mi paquete bajo el zurdo, el sobado, entré a la vecindad y me interné en el túnel estrecho y oscuro donde se ubican la pileta, lavaderos y excusados. SonreÃa cuando puse en manos de los viciosos aquel paquete. Ellos, en «éxtasis», su droga.
– Subástenlos. Con el producto de la venta, un changarro en la accesoria. Esta es la ocasión de que se regeneren y salgan de indigentes.
Que no me lo agradecieran, y sonreÃa saboreando su agradecimiento mientras ellos, ávidos, abrÃan el paquete, examinaban los Rinbros, los olisqueaban, intercambiaban maliciosas miradas, y de repente… Mis valedores: ¿conocen a un Luis Alonso Sordo Noriega? Clama a los 4 vientos que lo transaron con 3 vestidos de Marta que compró en 3 mil pesos cada uno, y ahora se los enjaretan en 9 mil. Háblenle de mis calzones. Ya los lavé, van sin rastro de la rudeza de unos zafios que en su deürio de drogos los confundieron con supositorios que también en boca y nariz me aplicaron. Baratos mis Rinbros.(En fin.)
muy buena fabulilla