El cinescopio y los pobres de espíritu, mis valedores. Crispado ante la doble moral y el doble discurso del enemigo imperial (Inglaterra y EU, en este caso), que desde los medios de condicionamiento de masas prende en las tales una compasión mañosamente inducida por los cadáveres londinenses mientras así minimiza el cotidiano borbollón de sangre que cambia por petróleo en Irak, busqué la autoridad de los analistas que sopesan el papel del cinescopio en la campaña mundial de alineación de masas. Negativa al ciento por ciento, lógico, es la crítica del ciento por ciento de los estudiosos del siniestro fenómeno. Pero un momento; a ver: ¿Al ciento por ciento? No, que uno de ellos, articulista del matutino, se deshace en odas (no odas, loas) al cinescopio. ¡A Televisa! ¡Aquella, la que fue del Jacobo servil, incondicional del gobernante en turno. Es de ayer pero es actual. Mis valedores: vayan leyendo, traten de resistir la náusea y calculen el poder de cooptación del que fue y amenaza volver a ser, si entre todos no lo evitamos, el PRI-Gobierno. ¿O habrá entre ustedes alguno que salga de acuerdo con el lambiscón de Televisa? Con esa sintaxis, sus reflexiones:
«Observo con cierta extrañeza no exenta de curiosidad cómo algunos colegas arremeten despiadadamente contra la empresa Televisa. Hombre de cierta edad con años en estos menesteres del periodismo estudiado, leído y releído las críticas y, por más vueltas no hallo un fundamento real que justifique tantas culpas como se le atribuye a esta noble empresa. El firmante lleva decenas de años viendo televisión y ha captado cómo, este modelo, sí, he dicho este modelo, de empresa, ha ido escalando puestos ejemplificando con una línea que roza la perfección una organización excelente, un indudable acierto en la selección de sus participantes y sensata disciplina, madre de los éxitos en cualquier entidad que se precie de competente y seria.
Con el impactante nacimiento de Eco un maratónico programa, concienzudamente estudiado, magníficamente distribuido y fielmente desarrollado que impactó al mundo (…) el conjunto de esta gran empresa (…) ha merecido el calificativo de sobresaliente. Es más, ha supuesto para México un orgullo que cualquier mente sensata ha de reconocer como tal. Estos intelectualoides deben saber que una inmensa mayoría del pueblo mexicano está formado por gente sin preparación cuyo solaz esparcimiento degustan con algo que entiendan y nada mejor para ello que esas telenovelas con variedad de temas para todos los gustos que promueven su deleite. Además, estas telenovelas, algunas, son verdaderas obras de arte que aun en contra de recalcitrantes opositores han mantenido su categoría de estupendas. Esto tantas veces confirmado por intelectuales de verdad y gente de refinado gusto que, separando un tiempo del que dedican a Beethoven y Shakespeare, se recrean extasiados en la pequeña pantalla, apreciando complacidos la insuperable actuación de una María Rubio. ¿Verdad que sí? ¿Se debe seguir criticando a una empresa que ha contribuido tan directamente al engrandecimiento de su patria? Sí, dicho así, de su patria. Hay muchas formas de hacer patria, al margen de cuanto supone alardes malabaristas de demagogia. Hagamos un recuento y seamos honestos. Agradezcamos sin pleitesías y sin actos de sometimiento los favores que nos ayudan a todos, Hoy, Televisa es causante a través de su comunicación que el glorioso nombre de México, timbre de orgullo para todos los que vivimos en este país, suene en todo el continente de América, parte de Europa y Norte de África. Más o menos en todo el mundo. No es mala consecución, ¿verdad?
Con información veraz, valiente, auténtica y fielmente descriptiva las programaciones informativas han cubierto siempre los deseos del teleespectador (…) Eso se llama ambición empresarial, cualidad legítima que ennoblece al que la practica y beneficia a sus colaboradores y al ingente de lectores visuales que se recrean con sus enseñanzas. Esa creatividad ha dado últimamente como resultado, Eco, ¡Casi na! Pronunciado en andaluz. Y al frente de Eco designaron a un monstruo de reconocimiento mundial don Jacobo Zabludovsky. Otra vez ¡Casi na! Y ya han aparecido los que le encuentran defectos a Eco. Cómo no. El protagonismo y la notoriedad brotan como los cangrejos en las playas al calor del sol: nada más que este sol que alumbra a Televisa calienta y permanece para hacer verano duradero en todo lo que pretende el simpar (sic) consorcio. Nuestra felicitación, ¿a quién?
A los vértices centrales de Televisa, señores Alemán y Azcárraga o, Azcárraga y Alemán, y sugerirles seguir por el sendero marcado sin rebajar un ápice en el entusiasmo y la norma de trabajo que, heredaron de sus mentores, figuras ilustres que han dejado envidiable estela como muestra imitativa de un brillante hacer para el bien de nuestra nación». El resto es silencio. ¿O es..? (¡Televisa!)