Vado Aguas Blancas, Gro., 28 de junio, 1995. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. No se les olvide que fue un día como hoy, pero de hace diez años, cuando el Vado Aguas Blancas, de Coyuca de Benítez, se engrifó de cadáveres masacrados; una masacre, la de Guerrero, que presagiaba la de Acteal, El Charco y El Bosque, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y tantos crímenes más, a cual más de impunes. Mis valedores: por que la memoria no se nos muera y por que sepamos a qué atenernos en relación al esclarecimiento de los tantos crímenes que por ahí andan clamando justicia: el entonces Zedillo prometió hacer pronta y expedita justicia. Sobre la testa de los asesinos iba a caer todo el peso de la ley y todo el rigor de la justicia. Diez años pasaron. ¿Y? Lo publicó en su momento el periodista Carlos Ramírez:
El día de su destape, Ernesto Zedillo acudió a una fastuosa residencia y fue recibido por el propietario: el gobernador guerrerense Rubén Figueroa Alcocer, su compadre.
No mucho tiempo después iba a suceder que Anacleto Ahuehueteco, Simpliciano Martínez, Clímaco Martínez, y una docena más de paisanos, militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, iban a ser minuciosamente masacrados a mansalva por las balas de una Policía Motorizada que (órdenes superiores) les disparó a discreción. Detrás, se rumora, estaba un personaje para tantos guerrerenses siniestro, hijo siniestro del siniestro de todo Guerrero: Rubén Figueroa Figueroa, el Figueroa Alcocer compadre del dicho Zedillo. De espectador, con las balas del gobierno sembrando el almácigo de muertos, Rodolfo Sotomayor Espino, subprocurador de Justicia de Guerrero. Hoy, intocable e intocado, el compadre que señalan como autor intelectual de la masacre sigue, en libertad, administrando el muy camión sus negocios camioneros, uno de ellos con PEMEX. ¿Lo dije antes? Es México.
Secretario general de gobierno cuando el gobernador camionero, priísta y compadre de Ernesto Zedillo, uno más, era José Rubén Robles Catalán, y un Antonio Alcocer Salazar el que fungía como Procurador de Justicia del Estado. A diez años justos (injustísimos por la impunidad de que disfrutan los presuntos responsables del sembradío de cadáveres), todos los nombrados continuar la dinastía de los oportunistas, los ventajista, los sinvergüenzas? ¿No teme «la rebelión de las masas», que dijera no «José Luis Borgues», sino Ortega y Gasset? Si su familia, señora, hasta ayer no contaba con más capital que su buena fama, ¿planea usted valerse del poder para otorgarles, de capital, el saqueo, el robo y, anexo, el odio, el desprecio, el aborrecimiento de un todo un país al así han depredado los familiares de la «primera dama»? ¿Cree usted que el poder y los grandes dineros vayan a compensar que a sus parientes, señora, la vox populi los moteje de cínicos y bandidos, y que mañana padres, hermanos e hijos se queden sin una astilla de fama pública y, por contras, emporcados como bergantes y baquetones, señora? Usted, ¿se tantea con la cachaza y la cara dura para que así le resbale el clamor de sus víctimas, los dueños de los dineros que usted y los suyos planean depredar? Pero sintiéndose el objeto del desprecio popular, ¿todavía tendrá el cinismo de presentarse día a día y noche por noche ante cámaras y micrófonos para desde ahí ventosear los discursos retóricos y populistas que le aderecen sus serviciales? ¿Y después? Así que pasen seis años, ¿cuál será la vida de usted, desacreditada por predadora de los dineros públicos? ¿Irse a atejonar al refugio de algún rancho amurallado por doberman de la guardia presidencial, a devorar las buscas de 6 años de saqueo y la jugosa jubilación de su desacreditadísima pareja presidencial y de alcoba?
Es usted, me dicen, una aventurera perfecta; como aventurera, aseguran, sabe moverse muy bien, que en la maniobra echa por delante y por detrás todos sus encantos personales. Pero de serlo como me informan, sea usted aventurera en ese bodrio a la medida de los aturdidos que pagan por verla en semejante remedo de obra teatral. Aventurera de bataclán, pero no de política. Una aventurera más, nunca. Nunca usted en Los Pinos, si es que de chiripada Santiago Creel gana la presidencia. Es cuanto, señora.
Pero si la vox populi se equivoca, y el que sea usted la pareja sentimental del «hombrecito» no pasa de ser un «sospechosismo», tenga lo mío por no dicho, y entonces sí: a usted todos mis respetos, señora Edith González. (Vale.)