Los demonios andan sueltos

Escamoteo de mago chambón, mis valedores. Esa guerra particular que declaró el de Los Pinos, con la que iba a convertir el territorio nacional en un almácigo de 28 mil cadáveres, ahora, de súbito, ocurre que ya no es guerra sino un esfuerzo de todos por la seguridad nacional. Hay que recordar que las atroces e irresponsables acciones guerreras se iniciaron con el chaparrito disfrazado de mílite, ¿lo recuerdan ustedes? Gesto adusto, ceja alacranada, rostro de circunstancias, uniforme verde olivo que le sentó holgado y con la cúpula castrense detrás: Al  encuentro de la historia avanzaba a paso de ganso, remedo del estilo militar. Surrealista, esperpéntico. Calderón.
La guerra como estrategia de legitimación. El recién impuesto a la viva fuerza por los grandes dineros, el púlpito y el cinescopio,  se apresuraba  a ”legitimarse” por medio de una maniobra espectacular, mucho más estruendosa que el “quinazo” de un chaparrito también, y también peloncito, y espurio también, que a costa de lo que fuese intentaba legitimarse. El también. Y ándenle, a aferrarse a los vuelos de una sotana y obsequiarle las relaciones diplomáticas con El Vaticano, y a adulterar media Carta Magna para beneficiar a los grandes capitales y  regalarle el sillón de Los Pinos a algún hijo de mala madre, extranjera de origen. Semejante maniobra iba a hacer exclamar a un neo-panista Luis H. Alvarez, pragmático-utilitarista (a su edad):
– Sus medidas de gobierno han legitimado al presidente Salinas.
El chaparrito de lentes, por alcanzar la “legitimación”, fue más allá del “quinazo”. Su incontinencia y temeridad instrumentaron toda una guerra particular contra el crimen organizado con la idea de aplastar a los capos en cuestión de meses. Fue entonces el tiempo, ¿se acuerdan ustedes?, del desfile y las marchas de guerra, del confeti y las serpentinas, los brindis y las oriflamas. Y cuídense, Chapo Guzmán y compinches. Días de vino y rosas…
Eso, ayer. Hoy, de cara a los comicios del 2012, el guerrero y presidente de Acción Nacional ya no quiere queso, y sale al balcón y llama a consenso, clama por la repartición de los costos políticos de su guerra particular y suplica que entre todos  le ayuden a salir de la ratonera.
Yo, ahora, aturdido con la estridencia de la “campaña por la seguridad nacional”, añoro los tiempos, qué tiempos, en que el país sobrevivía tranquilo, con capos y procuradores en convivencia y pacífica cohabitación. Los Netos aquellos, los Gueros Palma y los azules Esparragoza que se tornaron leyenda popular, lo que no iba a lograr ninguno de toga y birrete  si no fue el malhadado Mario Ruiz Mssieu, el subprocurador de justicia que logró pescar a alguno de los Arellano Félix para que el juez respectivo lo dejase en libertad.

Vida signada por la violencia la de los Arellano Félix y los Ruiz Massieu. Muertos unos, otros en la cárcel, algunos más en el tráfico de drogas y en entredicho la justicia del país, muy elocuente me parece  el acta que levantó Ruiz Massieu cuando Subprocurador de la PGR sobre la aprehensión de Francisco Rafael, uno de los Arellano Félix. Aquí, con su propia sintaxis, el documento, hoy que Calderón habla y habla mientras los Arellano Félix tan sólo actúan.
“El pasado sábado 4 de diciembre, a las 19:30 hora local, uno de los grupos especiales de la Policía Judicial Federal destacados en la ciudad de Tijuana, B.C., para este fin, detuvo al Sr. Francisco Rafael Arellano Félix, junto con cuatro personas más y dos menores. (Mañana.)

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