La barca de Pedro hace agua

Mírenla: avanza a bandazos y a punto de zozobrar por el boquete que en la línea de
flotación le propinó un obús  de apellido Maciel. La Iglesia de Roma pierde
influencia, feligreses, credibilidad, por más que desde anteriores pontífices ya se
le advertían vientos de cisma y rebelión que hoy exacerba su legión de curas
sicópatas, degenerados. Y tenía que ser esta Semana Mayor el marco ideal para el
estallido del mayor escándalo desde Lutero y sus 95 tesis. Ya en vida de Juan Pablo
II se escribía en la prensa de Roma:
“Un malestar creciente y generalizado reina en la Iglesia. Por un lado, el cardenal
Ratzinger y sus seguidores quieren disminuir al máximo el papel de las conferencias
episcopales. Por el otro, las iglesias locales denuncian el autoritarismo de Roma y
su eurocracia. Hay vientos de rebelión…”
Fue el viernes pasado cuando inicié aquí mismo la transcripción de un documento
publicado en la Biblioteca religiosa allá por 1872, que a punto de ditirambos y
exageraciones sin límite se refería a la eminentísima jerarquía del sacerdote
católico. Con esa sintaxis:
“¡Oh sacerdote! ¡Reflexiona, reflexiona, sí, sobre tu dignidad! ¡Porque tú también
eres madre de Dios! Con la diferencia, empero, que ese Verbo que tomó carne en el
vientre  purísimo de María, la toma de nuevo en tus propias manos. ¡Oh sacerdote,
tu dignidad supera en algun modo la augusta y suprema Dignidad de la Madre de Dios,
ya que María concibió á Dios una sola vez y en ti se verifica tan gran misterio
tantas veces cuantas dices la santa misa! ¡Y la supera, además, porque María, con
todo su gran poder, no puede perdonar ni un solo pecado, y tú puedes perdonarlos en
número infinito.¡Oh sacerdote! Admírate de tu poder…”
La dignidad del sacerdote es la misma de Jesús. ¡Tu dignidad es la misma de
Jesucristo! Entre el sacerdocio de Jesucristo y Jesucristo mismo, hay tal semejanza
en el ministerio, que el sacerdote solo hace lo que Jesucristo, y Jesucristo lo que
ya hace el sacerdote.
A la vista de esto, ya no digamos que el sacerdote es imagen de Dios; afirmemos mas
bien que es, en la práctica, el mismo Jesucristo; afirmemos, sí, que es á
Jesucristo lo que los rayos son al sol; afirmemos que es tan igual a Jesús, que si
este bajara en la Iglesia, en do confiesa el sacerdote, y ambos dieran la
absolución al penitente, tan perdonados serian los pecados del uno como del otro.
Afirmemos, en la práctica, que es el mismo Jesucristo; Jesucristo recién nacido, en
su vida oculta, predicando el reino de Dios (…) Afirmemos que no solo es el Padre
de Jesús, sino que al mismo tiempo es su madre!!!. ya que al sacerdote se le dice
por San Lucas: El Espíritu Santo descenderá sobre ti. La virtud del Altísimo te
cubrirá con su sombra, y el santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
Afirmemos que el sacerdote es la parte mas luminosa de Jesucristo, como si
dijéramos su divino ojo; y es el Dios en la tierra, el Dios visible, el Cristo de
los fieles; y es… pero, ¿por ventura dejará de sernos lícito repetirlo? El
sacerdote es Dios y por esto dice: este es mi cuerpo; y aun es en cierto modo
superior a Dios!!! Ya que se cumple en el, según toda la extensión de la palabra,
el que el mismo Dios le esté sujeto, poniéndose de hecho a su órdenes de un modo
semejante á San Pedro, haciendo tales milagros, que no se lee que los hubiera hecho
tan prodigiosos, Cristo Señor Nuestro!!!” Mis valedores:
¿Marcial Maciel superior a Dios? ¿Tanto así? (Dios…)

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