Estoy mirando las fotos del matutino fechado el pasado lunes. Leo la nota de prensa, me rasco aquí, miren, y pregunto entre mí: ¿embuste, fraude, engañifa vil? ¿Debo entender que desperdicié esfuerzo y sudor? Porque después de una semana en el gimnasio de aquí a unas cuadras, donde experimenté la agonía y el éxtasis que me infligieron barras, pesas e infernales rutinas en el potro del tormento (el de los abdominales), juré que nunca más iba a tener qué ver (qué sentir) con toda suerte de ejercicios aeróbicos y anaeróbicos. Pues sí, pero la semana pasada pegué el reculón. Regresé a ese infierno donde todo es el sudar y rechinar de dientes…
¿Por qué a mi edad semejantes desfiguros, pregunta alguno? Cuestión del ego, mis valedores, que hagan de cuéntala próstata: según pasa el tiempo se me esponja más. Aquella primera vez que visité el gimnasio, y de esto hace ya varios años, precisaba trasladarme hasta Zacatecas para hablar con mis paisanos sobre temas políticos y de cultura. Ahora pronto surgió la eventualidad de viajar a algún otro rumbo no preciso para dictar una conferencia sobre asuntillos de independencia, soberanía, libertad y autodeterminación del país. Es por ello que ahora también, como en aquel entonces, pretendía mostrar a los técnicos del escáner (gringos, posiblemente) un físico no del todo convertido en ruinas por cuestión de los carambazos que me ha propinado mi padre, me refiero a Cronos. ¿Exhibir ante los operadores del escáner un físico encanijado? ¿Cómo conciliarlo con un ego prostático? No. Nunca. Fue por ello que invertí el tanto de una semana de sudor, fruncimientos y resoplidos con una esperanza de que este gusanillo pudiese volar transformado en crisálida (mira, mira). Pues sí, pero no…
Pero no de súbito me destantean las afirmaciones de cierto Gilberto López, director del aeropuerto, que con su lógica particular lo aseguró el pasado lunes: “En lo personal no creo que haya eso de que el escáner desnude a la persona, porque son imágenes que tienen que usarse por mecanismos de seguridad”. (Sic.)
Observo, cuadril con cuadril de la note de prensa, la foto que por documentar tales afirmaciones exhibe el aspecto físico que el escáner produce en dos presuntos pasajeros, ella y él, con su pie en la foto: “Este es el aspecto del escáner” (resic). Yo de tenerlo al tiro, preguntaría al López aeroportuario:
-¿Quiere usted más desnudez? ¿Así admitiría que a alguna dama de su consideración le fisgonearan sus formas físicas, marca y etiquetas de sus calzones a la vista de los técnicos del escáner, gringos, tal vez? ¿Qué la vieran con todos sus pelos y señales?
Yo le pregunto a los presentes: ¿hasta allá hemos llegado con nuestra sumisión frente a los dictados del gringo? A mi país, soberano e independiente, ¿hasta tal indignidad lo han refundido los entreguistas mediocres y vende patrias que por turno van poniendo sus dos reales en el sillón del gobierno? Bicentenario de la Independencia, Centenario de la Revolución, ¿qué dice el discurso de Los Pinos en relación a “los héroes que nos dieron patria, independencia y soberanía, que hoy toca a nosotros conservar”? ¿Cómo vamos a conservarlas? ¿En posición de loto, en decúbito dorsal, en postura del misionero o de plano culimpinados y ofreciéndole al gringo las dos tocayas de las arponeadas de Ale Guzmán? Qué orgullo de ser mexicano. Que viva mi México, tierra bendita de sol. ¿Verdad, señor Felipe de Jesús? Dios. (El desenlace, mañana.)