De teletones y linchamientos

¿Y ustedes, mis valedores, en lo que va de la semana cuántas horas de su tiempo de vida le entregaron al cinescopio o a la de plasma? Ya están programados, entonces, para linchar electricistas. Y es que el objetivo central de la «industria de la manipulación de conciencias» en las sociedades hoy existentes, es la explotación inmaterial, que consiste en imponer formas de pensar que eliminen la conciencia de ser explotado y las facultades y alternativas políticas de los individuos, para que la mayoría acepte voluntariamente la situación establecida…

De la televisión lo afirma Noam Chomsky: «El 80 por ciento de la población son los espectadores de la acción, el rebaño de los perplejos. A ellos les toca seguir órdenes y alejarse de la gente importante. Ellos son el blanco de los verdaderos medios de condicionamiento de masas: los tabloides, las telenovelas, el fútbol, etc…» (En este etcétera caben, aunque muy ajustadas, las nalgas de la Ale Guzmán.)

Wulf: «La gran mayoría de la población, ese es el auténtico objetivo de los medios, sobre todo de la televisión Por ‘medios’ me refiero a la prensa popular, a la del fútbol, series, etc. Lo único que deben hacer es divertir a las masas, aislarles, separarles unos de otros, inculcarles los valores esenciales de la sociedad: la codicia, el lucro personal, la indiferencia hacia los demás, etc. Saber lo que realmente ocurre en el mundo resulta superfluo, incluso negativo. En un Estado en el que el gobierno no es capaz de controlar por la fuerza a las masas, debe controlar sus pensamientos…»

Chomsky: La distracción de la chusma. Tenemos que quitárnosla de encima. Que preste atención a otra cosa, no a los asuntos públicos No son cosa suya. Que se distraiga con el deporte, la sexualidad, la violencia; con lo que sea, siempre que no sea algo que los ayude a pensar, a participar en el control de sus vidas…

Porque así es de nociva la televisión, así causa devastaciones en unas masas pasivas, inermes, crédulas. Ella se ha convertido en un poder autónomo, al que se han supeditado todos los poderes, incluyendo el político. Esto contradice el principio de que en una democracia todo poder debe ser controlado. «Tengo en mi mente -K. Popper- las consecuencias de la televisión, que están acelerando la corrupción de la humanidad».

Por cuanto a los niños, ¿cuánto tiempo invirtieron ante la tele? Ustedes, el padre y la madre, ¿qué programas les permitieron ver? Ah, entonces esos niños ya están vacunados con los valores que alguna vez les mencionaron ustedes, comenzando por el decoro personal y terminando con el respeto a la vida humana.

«La relación de la TV con los niños, afirma K. Popper, resulta nefasta. Ellos se adaptan si están siempre expuestos a situaciones extremas, pero su adaptación a la violencia es el gran problema. El resultado más lógico de la adaptación: un futu­ro en el que ellos también quieran comprar un revólver. A esa violencia, ¿qué oponemos? ¿A los padres? ¿Cuántos padres hacen eso? ¿Los maestros? Ellos, ante la TV., no tienen alguna oportunidad. Ella es más interesante, más electrizante y capaz de seducir a los pequeños inocentes. La TV. tiene la fórmula irrebatible: acción y más acción. Esa es la filosofía de los productores de televisión. ¿Qué puede oponer un maestro contra eso? Sólo la voz de la razón. No tiene la más mínima posibilidad de contrarrestarla…»

La televisión en nuestro país, ¿el cuarto poder? El primero, digo yo, cuando menos en el sexenio del Verbo Encarnado, según sopeso la influencia perniciosa del duopolio desde el fraude electoral del 2006 hasta la masacre de Luz y Fuerza del Centro, en la cual unas masas populares se han unido, contra su conciencia de clase, al linchamiento de trabajadores del Mexicano de Electricistas. Porque, mis valedores:

En tanto instrumentos, los medios no jugarán otro papel que el que quieran asignarle sus dueños. Podrán ser instrumentos de cultura o de incultura, de dominio o de liberación, elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio la que determina al servicio de quienes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social. Sington: Se informa para orientar en determinado sentido y para que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas. Se informa para dirigir.

¿Tomaron nota, mis valedores? A propósito: ¿ustedes cuánto tiempo le entregaron al cinescopio la tarde de ayer? Ah, entonces ¡viva el teletón, y a masacrar electricistas! México. (Este país.)

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