El nuestro, lo jura el discurso oficial, es un Estado de derecho, donde la ley se cumple y se hace cumplir. Sin excepciones ni privilegios. Sin más. Y fue en este Estado de derecho donde el pasado 28 de octubre, tres años después de haber llegado a Los Pinos, se dolió en público Felipe Calderón:
– Las empresas que más ganan rara vez pagan impuestos. Apenas un 1.7 por ciento. (Y les rogaba que pagaran aunque fuese un poquito más. Estado de derecho.)
Pero ahí la respuesta de Armando Paredes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial: «Cuando haces inversiones importantes, las empresas están invirtiendo. No van a tener necesariamente que retribuir impuestos».
Esto en un «Estado de derecho» cuyas señas de identidad son El Yunque y las beatas del Verbo Encarnado. En fin, que allá por 1990 Juan Pablo II visitó nuestro país y se entrevistó con los representantes del gran dinero, y les recomendó misericordia para los pobres. ¿El resultado? Sí, como en el episodio aquel donde Don Quijote amenaza a Juan Haldudo con el lanzón. «¡Deja de golpear a Andresillo, déjalo libre y págale lo que le adeudas, o enfrenta mi cólera!» Y a querer o no, el gañán desata al pastorcillo de la encina donde lo había tomado a varazos. Qué bien. Pues sí, pero apenas don Quijote se alejaba del bosque cuando ya Juan Haldudo volvía a trincar a Andresillo a la encina: «¡Anda, grita pidiendo ayuda al del lanzón! ¡Y para aumentar la paga te voy a aumentar la deuda!». Y duro con la vara en los lomos del pastorcillo, válgame.
Aquí igual, mis valedores. Igual el Quijote gordito de El Vaticano, y la ralea de Haldudos que detentan la riqueza del país sin retribuirle más allá del 1.7 por concepto de impuestos. Es México.
– Lo que me recuerda (le recordó al maestro en la tertulia de ayer) las declaraciones de esos grandes industriales después de la entrevista papal, que se llevó a cabo en Durango, la capital. (Su libreta de las pastas negras). «Aquí la respuesta de Guillermo Villalobos, director del Centro Empresarial:
– Con mensajes como los leídos en Durango y Monterrey, el Papa nos dejó un paquetón. El habla de lo que debería ser, no de lo que es. En fin, habrá para transformar detenidamente cada uno de sus mensajes, para ver qué es lo que sí podemos cumplir, pero conste: sobre transformar el capitalismo liberal, el capitalismo frío y feroz que no ve contexto social, nosotros no somos tan fríos ni tan feroces como las naciones del primer mundo. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento».
El industrial Fernández de Castro: «Los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal».
Chihuahua, Chih. Dirigentes empresariales se manifiestan a favor de revisar la legislación que regula las actividades educativas para la impartición de la enseñanza religiosa en las escuelas, como quiere Su Santidad.
P. Martínez García, de la Cámara Nac. de Comercio: «Nada de salarios elevados. Si bien es cierto que no se puede considerar que la aplicación de un capitalismo extremo permita por sí mismo la regulación de la justicia social, las condiciones de la economía nacional no permitirían el cumplimiento de lo sugerido por el Sumo Pontífice en torno a la retribución al trabajo».
Y otra más: «¿Retribución al trabajo? Bueno, esos principios no pueden ser aplicados en lo individual, sino en un contexto macroeconómico. Si alguien paga el salario mínimo a sus trabajadores, está en una situación de legalidad; si ese pago no es justo, la ley no es justa, pero es la ley. No, en verdad existen muchas trabas de tipo económico para cumplir cabalmente con el mensaje papal. Son las circunstancias…»
El vocero empresarial: «El Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya temamos como doctrina social, cristiana, tal como lo expresó Su Santidad en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera nosotros ya lo practicamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican. Porque ya saben ustedes: las ovejas negras.
Y otra más: «Bueno, el Papa no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que los empresarios amamos a Dios».
Finalmente, E. García Suárez: «Soy partidario de un capitalismo popular (sic), que como la imagen de María, se intuye y se preanuncia».
Capitalismo popular. (Ah, México.)