El Vaticano y el homosexual

La Ley de Sociedades de Convivencia, mis valedores. Apenas ayer transcribí aquí mismo diversos párrafos de algún desplegado de prensa en donde una Fundación Vida y Valores se oponía a que se aprobase tal ley, y su conclusión:

«Pretender que la actividad homosexual y sus consecuencias sean legalizadas, cuando por sí misma constituye una perversión moral, violenta el principio de justicia. Nadie tiene legitimidad alguna para pretender la protección jurídica a comportamientos inmorales e irracionales. El homosexualismo no es fuente de derecho». (Sic.)

Pues no, pero lo fue. Contra campañas de El Vaticano, Norbertos Rivera, Providas y fundaciones dogmáticas de ultraderecha, sí se pudo. Contra todos ellos se pudo, cómo no se iba a poder. Fue un mes como el que vivimos hoy, pero del 2006, cuando la Asamblea Legislativa del DF aprobó la hasta entonces postergada Ley de Sociedades de Convivencia, que legaliza las uniones de compañeros del mismo sexo y de la misma preferencia sexual. Se pudo. Mis valedores:

Con el inválido, la mujer y la empleada doméstica, los denominados «grupos lésbico-gays» han sido hasta hoy víctimas propicias de marginación, mofa y befa, desprecio y piedra de escándalo. Hoy mismo, si ustedes revisan el revuelo que en el alto clero, los providas y agrupaciones ultraderechistas de padres de familia ha producido la dicha ley. «¡Es un lobo con piel de oveja!», claman. «Tus hijos se verán afectados por acciones y leyes consecuentes que permiten que niños sean adoptados por parejas homosexuales, talleres dirigidos a niños que inculcarán la homosexualidad en escuelas, y si dos homosexuales actúan de manera impropiada públicamente, la ley los defenderá, sin importar lo que tus hijos están viendo…»

Tal clamaban y claman, sepulcros blanqueados, los protectores y cómplices de sacerdotes paidófilos y pederastas. Se escandalizaba un Scott McClellan, de la Casa Blanca en tiempos de G. W. Bush:

El matrimonio es una institución sagrada entre un hombre y una mujer y no transigirá en la cuestión del matrimonio entre homosexuales…

¿La razón de la homofobia que padece esta machista sociedad? Así la explica José Francisco Gilberto Escobedo en su Identidad latina, ensayo aún inédito en nuestro país:

«Aun cuando Pro Vida y sus religiones dice que somos enfermos, no puede probarlo, son sólo afirmaciones gratuitas. Lo absurdo, lo paradójico es que la iglesia católica que como toda religión de Estado, nos odia a los homosexuales, se sirvió de miles de artistas homosexuales en la historia para fabricar sus maravillosos templos y palacios. Miguel Ángel es un ejemplo.

Nuestra historia mejicana está henchida de pasajes grandilocuentes en este rubro, en este campo tan delicado de la homosexualidad. En el siglo XVI el Soldado Cronista conquistador de Méjico-Tenochtitlan, don Bernal Díaz del Castillo, en su mayestática obra maestra de la literatura universal denominada Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España (…), dice que habiéndose reconciliado después de encarnizado pleito con el señor Gobernador de Cuba don Diego Velásquez de Cuéllar, durmieron juntos para señalar su entrañable amistad estos concuños, pues eran casados con dos hermanas.

Jerónimo de Aguilar aprendió la lengua maya después de haber vivido como esclavo de un cacique en Yucatán. Jerónimo cuidaba las indias del serrallo de ese reyezuelo del sureste mexicano, pues se caracterizaba por ser piadoso y respetarlas totalmente, amén que andaban ellas todas desnudas.

Estamos ciertos que sólo son eufemismos para evitar declarar que era homosexual. Evidentemente no tenía pulsión por la mujer este dulcísimo hombre; por ello en los libros españoles, que son los documentos con los que contamos, suelen emplearse términos cristianos como piedad, virtud y respeto, pues de quien siquiera se insinuara que era gay acababa en las mazmorras del Tribunal Del Santo Oficio de la Inquisición, quien después nos pasaba a la Sala del Tormento y finalmente al cadalso o a la hoguera, sólo porque nosotros vamos contra los designios divinos del dios según las religiones judeo-cristianas, quedando aquí comprendida la mahometana».

Nuestra historia mejicana está henchida de pasajes grandilocuentes en este rubro, en este campo tan delicado de la homosexualidad. Los argumentos a favor del homosexual, muy pronto. (Aguárdenlos.)

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